Dios debe ser el héroe
No había, literalmente, ningún otro lugar a donde ir. Los israelitas, huyendo desesperadamente de Egipto, se encontraron al borde del mar Rojo, perseguidos implacablemente por Faraón y su ejército, que estaban resueltos a destruirlos. No podían avanzar, ni tampoco retroceder.
De cierta manera sé cómo se habrán sentido. Cuando me he encontrado en medio de un negocio en apuros, o al cuidar a mi esposa mientras lucha contra el cáncer, he sido empujado al límite de lo que puedo soportar. En esos momentos me siento ansioso, con miedo y frustrado hasta el punto de la desesperanza. Quiero urgentemente arreglar la historia de mi vida, pero no puedo hacerlo. Necesito un héroe en mi historia y estoy dolorosamente consciente de que no soy yo.
Ya sabes lo que pasó en el mar Rojo. En el momento justo, Dios intervino al hacer lo inimaginable: dividió el mar Rojo y su pueblo cruzó al otro lado, a salvo. Cuando los ejércitos egipcios se lanzaron en su persecución, fueron destruidos por las paredes de agua que cayeron sobre ellos. Se produjo un vuelco que nunca podrían haber imaginado.
A veces me pregunto cómo debe haber sido presenciar el gran mar dividiéndose. Todos deseamos poder ver lo que Dios hizo ese día. Todos queremos ver el mar Rojo partido por la mitad, pero nadie quiere que los ejércitos egipcios lo acorralen, sin lugar a dónde ir. Y, sin embargo, no se puede tener lo uno sin lo otro. La realidad de la experiencia cristiana es que, a menudo, Dios escribe las historias de nuestras vidas con problemas que no podemos resolver, para que solamente Él reciba la gloria de salvarnos.
¿Quién es el héroe?
Las Escrituras ilustran innumerables relatos sobre hombres y mujeres piadosos que sirven a los propósitos de Dios cuando profesan fe y valentía. Sin embargo, sus historias a menudo resaltan, no solamente su heróica fe, sino también limitaciones muy reales.
Abrahám, el gran padre de los israelitas, demostró una fe extraordinaria al creer en las promesas de Dios, pero también ejemplificó la cobardía (dos veces) al no proteger a su esposa (Génesis 12 y 20). David era considerado un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14), pero su triste historia personal incluye el adulterio con Betsabé y el asesinato de su esposo (2 Samuel 11). Daniel demostró una fe sin reservas en tierra extranjera, pero, aunque no cayó como los dos primeros, sí necesitó a Dios para que lo sacara sobrenaturalmente del foso de los leones (Daniel 6).
A veces, estos héroes de la fe carecen del carácter que esperamos. Otras veces, al igual que los israelitas a la orilla del mar Rojo, simplemente enfrentan las limitaciones de su habilidad o circunstancias. En cualquier caso, cada historia heróica en la Biblia señala que necesitamos al héroe definitivo y verdadero: Dios mismo.
La Biblia nos relata un sinnúmero de maneras en que Dios ha rescatado a su pueblo dramática y heroicamente , desde la división del mar hasta la liberación de Pedro de la prisión de Herodes (Hechos 12:7). Una y otra vez, cada una de estas historias nos recuerda que necesitamos el rescate divino. Sin embargo, es el evangelio el que muestra a Dios en su mayor heroísmo. Hasta que Dios en su misericordia intervino para rescatarnos, la raza humana entera estaba en las garras de Satanás y cautiva de la oscuridad:
Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados. (Colosenses 1:13-14, LBLA)
Dios, el Autor soberano, ha estado escribiendo la gloriosa historia de redención desde el principio de los tiempos, y Él es el héroe de esta gran historia.
Dios promete ser nuestro héroe
Encontramos el significado de nuestra historia en el contexto de su épica. Si estás en Cristo, tienes una historia bendita, no solo por tus experiencias únicas, sino porque tu historia es un microcosmos de la gran historia de Dios. Y al igual que Dios es el héroe de cada relato bíblico, puedes tener confianza en que Él será el héroe en tu historia personal también.
Romanos 15:4 nos informa que “todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. Sencillamente, cada relato bíblico de los actos heroicos de Dios está destinado a crear en nosotros una esperanza firme de que Dios será el héroe en nuestras historias personales también.
Hay una riqueza de promesas en la Biblia que nos anima a creer que Dios será el héroe en cada capítulo turbulento de nuestras vidas:
Dios promete ser nuestro héroe en tiempos difíciles
Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás. (Salmos 50:15)
Dios promete ser nuestro héroe contra nuestros enemigos
Dirán todos mis huesos: “Señor, ¿quién como tú, que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, sí, al afligido y al necesitado de aquel que lo despoja? (Salmos 35:10)
Dios promete ser nuestro héroe al proveer para nuestras necesidades
Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra. (2 Corintios 9:8)
Dios promete ser nuestro héroe para librarnos de nuestros temores
No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10)
Dios promete ser nuestro héroe en nuestra lucha contra la tentación
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados mas allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla. (1 Corintios 10:13)
No hay héroes sustitutos
Todas las grandes historias nos enseñan a ver a Dios como nuestro héroe principal y definitivo. Cuando contamos con Dios para que sea nuestro héroe en los capítulos más sombríos de nuestras vidas, Él honra nuestra fe al estar ahí para apoyarnos.
Cuando Senaquerib, rey de Asiria, sitió la ciudad de Jerusalén, Ezequías hizo todo lo posible para prepararse responsablemente a defender la ciudad, pero también sabía que la batalla no dependía de su preparación. Esta confianza en Dios lo llevó a animar a sus oficiales militares con la siguiente declaración:
Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. Con él está solo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. (2 Crónicas 32:7-8)
La confianza de Ezequías estaba completamente arraigada en Dios y en nadie más. No invirtió su confianza en sus propios ejércitos, ni tuvo esperanza de que otro, aparte de Dios, los salvaría. Por su parte, para Ezequías no había un “plan B”, no había opciones secundarias ni héroes sustitutos. Dios honró la fe de Ezequías al mandar un ángel para derrotar a Senaquerib y el ejército sirio, lo que resultó en la liberación de Jerusalén.
Celebra las hazañas heroicas de Dios
¿Te acuerdas de celebrar las hazañas heroicas de Dios en tu vida? Justo después de cruzar a través del mar Rojo y de ser liberados del ejército de Faraón, Moisés y su pueblo celebraron con canciones jubilosas de salvación.
A lo largo de su historia como nación, los israelitas siguieron relatando este rescate milagroso en los salmos y en otros escritos, no solo una ni dos, sino muchas veces. (Salmos 74:13; 77:16-20; 78:13-16; 106:7-8; 136:13; y más)
Dios no habrá dividido el mar Rojo para ti, pero milagrosamente ha dado vida a tu corazón muerto. (Efesios 2:4-5) No te habrá rescatado de la fosa del león, pero te ha rescatado cientos de veces a lo largo de tu vida de toda clase de dificultades y tentaciones. La próxima vez que te encuentres en una situación imposible con las probabilidades en tu contra, ¿con quién contarás para que sea el héroe?