No necesitas una iglesia perfecta
Hay muchos líderes de alabanza que se consideran artistas. Traducción: generalmente somos apasionados, idealistas, obstinados y sensibles.
Tenemos ideas específicas acerca de cómo creemos que se deberían hacer las cosas y a veces permitimos que esas preferencias nos afecten profundamente cuando las cosas no salen como esperábamos. Aunque nuestras convicciones y el celo que tenemos pueden ser de nuestras mayores fortalezas, también nos pueden condicionar y predisponer a la frustración y el descontento constantes con la iglesia.
Y ese potencial para sentirse frustrado con la iglesia no se limita solamente a los líderes de alabanza.
No hay una iglesia ideal
No existe la iglesia ideal. La iglesia está compuesta de meros humanos, finitos y caídos, que también son quienes la dirigen. La gente tiene defectos. Tú también tienes defectos. Y esta imperfección puede provocar heridas y complicaciones.
Todos queremos “llegar” a nuestra iglesia ideal, ya sea en el ministerio o como miembros. El problema es que esa iglesia no existe. Podrá haber una fase de luna de miel cuando llegas a una iglesia, pero tarde o temprano surgirán complicaciones y conflictos.
Nuestra gran esperanza no debe ser que algún día en esta vida lleguemos a aquella iglesia perfecta e ideal. No, Dios tiene algo mucho más grande en mente. Él quiere usar esta gente imperfecta, esos lugares y esos cargos imperfectos, para santificarte y transformarte más a la imagen perfecta de su Hijo.
Cuando somos débiles
Pablo sabía lo frustrantes que pueden ser la vida y el ministerio. En 2 Corintios 11, habló de todo lo que estaba sufriendo por el nombre de Jesús y por amor al evangelio, y después de escribir sobre sus azotes, encarcelamientos, naufragios y peligros constantes, dijo que cargaba diariamente con “la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11:28).
Él reconoció que le hubiera sido fácil gloriarse de todas las maneras en que era usado por Dios. Si se aplicaran las opiniones modernas, después de todo lo que sufrió, sin duda él se habría ganado el derecho a descansar en una posición cómoda en una de las iglesias que había plantado, donde lo respetarían y proveerían para él.
Sin embargo, él siguió diciendo que a pesar de haberle rogado al Señor que le quitara el aguijón y pusiera un fin a su sufrimiento, Jesús permitió que continuara para mostrar la suficiencia de su gracia y perfeccionar su poder en la debilidad de Pablo. Y Pablo respondió, no quejándose y murmurando, sino que dijo:
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:9–10).
Dios obra en medio del caos
Dios está obrando en tu iglesia imperfecta, en aquella situación que es mucho menos que ideal. Él está obrando en tu frustración y tus heridas. Él está trabajando para hacerte más como Jesús, cuya perfección también se completó a través del sufrimiento (Hebreos 5:8-9).
Tu iglesia imperfecta es la manera en que Dios, con amor, saca la idolatría de adentro tuyo. Él está mostrándote aquellas esperanzas fugaces y falsas que nunca podrán satisfacerte. Él está mostrándote todas aquellas cosas en las que confías, que solamente te decepcionarán. Y por su Espíritu Santo, él está obrando en ti para quitar de tu corazón esas cosas que están destruyendo tu gozo.
¿Estás murmurando y quejándote constantemente de tu iglesia? Busca huellas de la gracia en tu situación para darle gracias a Dios. Después haz una evaluación honesta acerca de la manera en que estás contribuyendo a la frustración. ¿Expectativas poco reales? ¿Elitismo pecaminoso? ¿Sientes que ya has aterrizado y no necesitas que la gente te dé consejos? Siempre es un buen momento para arrepentirse y creer en el evangelio.
¿Siempre te sientes descontento, esperando la próxima novedad, soñando con alguna iglesia ideal que no has encontrado aún? Tómate el tiempo para alabar a Dios por lo que está haciendo ahora. Después pregúntate por qué luchas tanto con el descontento. Aun si tuvieras lo que deseas, es probable que siguieras buscando el próximo anhelo. Aprende a estar satisfecho en Cristo y luego riega el lugar donde estás plantado actualmente.
No eres tan bueno como crees
Finalmente, pregúntate dónde necesitas crecer. Ninguno de nosotros es tan bueno como cree. Haz un inventario de tus dones. Pide consejo sabio y una devolución honesta, y trata de escuchar sin ofenderte. No les preguntes a quienes sólo te dirán lo que quieres escuchar, sino a aquellos que sabes que te dirán la verdad. A veces la gente más agradecida y contenta del mundo simplemente no tiene los dones para ciertos roles de servicio. Descubre en qué puedes mejorar y haz el trabajo arduo que se requiere para crecer.
Sea cual sea la razón por la que Dios te tiene donde estás en este momento, no desprecies ese lugar. Abrázalo como un regalo de parte de él. Aun si parece que nada tiene sentido y crees que estás perdiendo el tiempo, tu sabio Salvador, que te ama, siempre está disponible y no se va de vacaciones. Él está trabajando en y a través de ti, formándote y santificándote hasta el día que él venga. Él está obrando en tu debilidad, esperando para mostrar su fuerza de maneras que nunca sucederían si él sólo te diera la iglesia perfecta.