Para la oscuridad son los amigos
Cómo cuidar a los deprimidos
Si hubiera una "cura" definitiva para la depresión clínica, pagaría lo que fuera para obtenerla. Pero tras más de veinte años de luchar personalmente con el dúo demoníaco de la depresión y la ansiedad, sé que no existe.
Esta realidad hace que sea difícil cuidar y servir a quienes, como yo, a menudo se encuentran tropezando a ciegas a través de valles de oscuridad. Si uno de tus amigos estuviera luchando contra la depresión, querrías resolverle la vida. Quitar el dolor y disipar las nubes de tristeza. Tomar su mano y llevarlos de vuelta a la tierra de los vivos. Pero puedo decir por experiencia que las cosas simplemente no funcionan así. Decirle a una persona que salga de la depresión es como decirle a alguien que salga de una migraña.
Esto plantea una pregunta particularmente importante y desafiante: ¿Cómo puedes cuidar efectivamente a otros creyentes que sufren de depresión? Hay tres lecciones que he encontrado especialmente útiles.
1. Ora por ellos constantemente.
Cuando un amigo está luchando contra la depresión, a menudo sentimos la fuerte tentación de tratar de "convencerlos" de no estar deprimidos. Pensamos que si les decimos las palabras correctas, les ayudaremos a ver que las cosas no son tan malas como parecen. Creemos que podemos simplemente convencer a la oscuridad para que se vaya.
Desafortunadamente, esto rara vez funciona, y generalmente hace más mal que bien. Terminamos como los consejeros de Job, diciendo trivialidades que crean desesperación en lugar de esperanza. Una mejor alternativa, parafraseando al musical Hamilton, es hablar menos y orar más.
Lo mejor que puedes hacer por alguien que lucha contra la depresión es orar constantemente por ellos. Y no, no lo digo sólo por que haya que mencionar la oración en un sermón, para después ir a otro tema. La oración es poderosa, lo es asombrosamente. Es pedirle al Dios viviente, el que reina y gobierna sobre todas las cosas, el que manda sobre los niveles de serotonina y el funcionamiento de la sinapsis, que intervenga en la vida de tu amigo.
Cuando oras, Dios hace cosas gloriosas, inesperadas, milagrosas. Divide mares, derriba reinos, mata al Leviatán, sana a los enfermos, anima a los quebrantados de corazón y ministra a los deprimidos de una manera que tú nunca podrías. Cuando Santiago dijo: “Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Santiago 5:16, LBLA), no estaba bromeando ni exagerando. La oración nos conecta con Dios mismo, y cuando Dios entra en escena, la palabra imposible pierde significado.
Por eso, ora por tus amigos deprimidos. Pide al Señor que ministre a tus amigos, tanto espiritual como físicamente. Pídele a Dios que restaure el gozo de su salvación y los niveles adecuados de serotonina en su cerebro. Ora para que el Buen Pastor los guíe fuera del valle de oscuridad y hacia pastos verdes.
2. Mantente cerca, pero no demasiado
Una de las cosas más difíciles y desconcertantes de la depresión es que aunque te hace sentir totalmente solo, la idea de estar con otras personas es increíblemente abrumadora. Cuando me siento aplastado por el peso de la oscuridad, no quiero salir con nadie, pero también quiero que las personas sepan que estoy luchando y que se preocupen por mí. No tiene sentido, pero nada en la depresión lo tiene.
Esto te deja en una situación complicada si buscas cuidar de amigos deprimidos. ¿Cómo puedes apoyarles si no quieren pasar tiempo contigo? Aunque la tecnología nunca será un sustituto de la amistad de carne y hueso, en realidad puede ser increíblemente útil en estas situaciones. Simplemente comunicarse de forma regular a través de mensajes de texto puede ser muy alentador para los deprimidos. Les hace saber que no los has olvidado, que estás pensando en y orando por ellos, y que eres su amigo en las buenas y en las malas. También puede enviarles textos de las Escrituras y mensajes de aliento para recordarles que Dios está con ellos y que nunca los dejará ni los abandonará.
Me doy cuenta de que, de alguna manera, esto suena un poco contraintuitivo y posiblemente incluso contra-cristiano. Después de todo, ¿no se trata la vida cristiana acerca de estar físicamente presente con nuestros hermanos y hermanas en Cristo? La mayoría de las veces, sí. Pero la depresión es una aflicción única que requiere sabiduría. Cuando otros se encuentran en las más oscuras profundidades de la depresión, tratar de obligarlos a ir por un café o salir a pasar el rato no será particularmente útil. Necesitan saber que te importan, pero probablemente no tienen el ancho de banda emocional para convivir. Creo que 1 Tesalonicenses 5:14 habla de esta experiencia cuando dice: "Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos".
No existe una fórmula válida para todas las situaciones. Las personas necesitan diferentes tipos de ministración dependiendo de con qué luchan. Los deprimidos (o, como dice Pablo, los desalentados) necesitan un aliento suave y constante que no requiera mucha o incluso ninguna reciprocidad por su parte. Al permanecer cerca, pero no demasiado cerca, estará en una buena posición para continuar sirviéndolos a medida que emergen de las profundidades.
3. Recomiéndales ir al médico
La depresión es una aflicción tanto espiritual como corporal. Habitamos cuerpos caídos, rotos, en los que las sinapsis cerebrales no se activan correctamente y los niveles de serotonina se agotan. Vivimos en un mundo bajo la maldición del pecado, y cada parte de nuestros cuerpos, incluyendo nuestros cerebros, se ha visto afectada. El hecho de que los cristianos luchen con la enfermedad mental no debería sorprendernos.
Los médicos son parte de la gracia común, y una de las mejores maneras en que puede ayudar a sus amigos deprimidos es recomendándoles que consulten a un médico. A menos que seas un profesional médico capacitado, no juegues al médico con ellos. No le sugieras la dieta o el tratamiento o suplemento que a ti te haya servido. Deja que alguien especializado haga esas recomendaciones.
Algunos quizá están pensando: Pero ¿no es la depresión una batalla espiritual? Sí y no. Nuestras tribulaciones son a menudo de naturaleza tanto física como espiritual. El cáncer, por ejemplo, te tentará a temer el futuro. ¿Eso significa que no debes tratar el cáncer? Claro que no.
Cuando estoy deprimido, soy mucho más propenso a dudar de la bondad de Dios y revolcarme en las profundidades de la desesperación. Esa es una batalla espiritual, y acudir a un médico no resolverá esa parte. Pero recibir atención médica puede aliviar algunos de los peores síntomas físicos, lo que me ayuda a librar una guerra espiritual. La sabiduría dice que te ocupes tanto de los elementos físicos como los espirituales del cáncer, la depresión, las migrañas y cualquier otra enfermedad. Si quieres servir a tus amigos deprimidos, anímalos a que vean a un médico.
Para ser claros, no hay garantía de que un médico pueda "resolver" el problema. Los médicos son falibles, y hay veces en que los medicamentos que recetan no ayudan mucho, o incluso empeoran las cosas. Por eso, cuando se trata de ayudar a un amigo deprimido, la oración es lo primero y más importante. Oremos para que Dios le brinde sabiduría al médico para diagnosticar y tratar adecuadamente el problema.
Sé fiel.
Honestamente, las personas deprimidas no siempre son los mejores amigos. Hay ocasiones en que necesitamos mucho más de lo que podemos dar. Cuando estamos vagando por el desierto, no somos muy divertidos. Si vas a cuidar de tu amigo deprimido, la fidelidad es más necesaria que cualquier otra cosa. Fidelidad para seguir orando, alentando y sirviendo incluso cuando parece que las cosas no mejoran.
Como alguien que ha estado en ambas situaciones, permíteme asegurarte que tu cuidado significa mucho más de lo que imaginas. Es posible que tus amigos deprimidos no puedan expresarlo en el momento, pero tu amistad fiel es absolutamente invaluable. No te des por vencido. Permanece ahí mientras tus amigos se sumergen y revuelcan en la oscuridad. Dios puede usar tu fidelidad para sostener su fe.