Cinco consejos para los hombres jóvenes
Hombres jóvenes, necesitan la guía de hombres más grandes. Al mismo tiempo, debemos erradicar el mito de que la generación más adulta lo tiene todo. No lo tenemos todo. En muchos sentidos, seguimos aprendiendo y creciendo de las mismas formas en que lo hacen los hombres jóvenes.
Dios sí nos ha enseñado a los hombres más adultos un número de cosas —a través de nuestras fortalezas y debilidades, mediante nuestros éxitos y fracasos— que puede que él quiera enseñarles a ustedes. Hay consejos que pueden afirmarte en medio de las turbulencias de la vida (en tu interior y a tu alrededor) y prepararte para madurar más en Cristo (Colosenses 1:28).
Hay cinco puntos que me han servido bastante, tanto a mí como a los jóvenes que he asesorado. Van de la mano de las cinco cosas que los hombres más jóvenes necesitan de los más grandes, de Paul Maxwell.
1. Encuentra tu identidad en Cristo.
Puede sonar a cliché pero, por mucho, lo más importante que tengo para decir a los hombres más jóvenes es que su identidad debe estar anclada en Cristo (Romanos 6:11; 2 Corintios 5:17). Todos nos definimos de diversas formas y algunas de esas formas son apropiadas hasta cierto punto. Sin embargo, primero y por sobre todo, nuestra identidad debe estar cimentada en Cristo. Es en nuestra unión con él donde hallamos una seguridad profunda y real. Él nos conoce perfectamente y nos ama profundamente (Efesios 1:4-5).
Quizás lo “sabes” en un sentido teológico, pero hay una diferencia entre “saber” y experimentarlo. Cada día —muchas veces a cada momento— cuando te veas desesperado por hallar amor, mira a Cristo. Cuando busques afirmación, mira a Cristo. Cuando necesites sentir tu valía, mira a Cristo. Cuando te menosprecien o te traten injustamente, mira a Cristo (Filipenses 1:29-30).
Por supuesto, Dios pone personas en nuestra vida para ayudarnos con estas cuestiones (Filemón 1:7), pero ellos no pueden ayudarte de forma conclusiva o decisiva. Sólo Cristo puede brindar verdadera satisfacción, verdadera identidad y verdadera seguridad (Filipenses 4:11). Deja de buscar reivindicación y aprobación, y recibe lo que Jesús compró por precio completo para ti en la cruz.
2. Ten un plan para alcanzar la madurez.
No necesito decirte que crezcas. Ya sabes que necesitas resistirte a las demandas cambiantes que nuestra cultura impone para que los niños se conviertan en hombres. Un niño solía convertirse en hombre a los 21. Luego fue a los 30. Ahora es a los 40. Sé que quieres ser maduro, pero el deseo por sí solo no te hará madurar. Necesitas un plan. El solo hecho de hacerte mayor no garantiza que madurarás; hay pocas cosas más tristes que un niño de 36 años de edad, pero los hay a montones.
Mira alrededor y busca hombres que sean mayores que tú, quizás por diez años o más. ¿A quién te gustaría parecerte? ¿Qué características te gustaría tener cuando tengas su edad? ¿Cómo será seguir a Cristo en esa etapa de la vida (1 Corintios 11:1)? Imagina al hombre más maduro, el que desearías ser, y empieza a dar pasos específicos para convertirte en él.
Haz morir los pecados de tu juventud (Romanos 8:13). Es fácil pensar que simplemente abandonaremos ciertas prácticas, actitudes o creencias pecaminosas con la edad. Por la gracia de Dios, eso a veces sucede, pero más a menudo sucede que, en la medida en que crecemos, los patrones y hábitos que establecemos en nuestra juventud se arraigan cada vez más en nosotros (Santiago 1:15). Por eso, necesitas ser proactivo y dar muerte a estas cosas. No des por sentado que algún día se irán solos. Con el poder de Dios dentro de ti y detrás de ti, ocúpate en tu salvación (Filipenses 2:12-13).
3. Invierte en tus amistades.
No he sido bueno en este punto en particular, y continúo pagando el precio (Eclesiastés 4:12). Necesitas dos o tres amigos cercanos con quienes puedas hablar sobre todo. La amistad masculina ha caído en tiempos difíciles en nuestra cultura por varias razones, pero es uno de los regalos más preciados que Dios puede brindarle a un hombre joven. Si no tienes amigos cercanos, ora por uno y búscalo.
Sé vulnerable, sé honesto, y acompáñalo en sus problemas (1 Juan 1:9), pero también debes estar preparado para una decepción potencial; no todo el mundo está buscando las mismas cosas, y muchos ya tienen sus amistades clave.
Buscar un hermano de más edad también es importante. Todos necesitamos la perspectiva de un hombre mayor, alguien que pueda motivarnos, que haya estado en nuestro lugar y que sepa que vamos a poder salir de esa situación, sea cual sea.
Invierte en tus amigos, pero no dependas de que ellos hagan lo que solamente Cristo puede hacer. Eso pondría demasiada presión sobre tus amistades y, en última instancia, acabarías decepcionado y posiblemente desilusionado. La amistad es algo muy bueno (1 Samuel 18:3), pero necesitamos a Cristo más que a cualquier amigo.
4. Deja de buscar a la mujer perfecta.
La mujer perfecta no existe, así que deja de buscarla. Hollywood te ha mentido y te ha enseñado algo equivocado (Proverbios 7:21-23). Si esperas casarte, mejor invertir energías en tu propia santidad y madurez. Conviértete en un mejor esposo (1 Corintios 16:13), en vez de “ir de compras” buscando una mujer mejor.
Tu futura esposa, sea perfectamente adecuada para ti o no, nunca te dará la plenitud que solamente viene de Cristo. Si estás buscando una esposa para sentirte completo, para tener a alguien que te conozca por completo, o para sentirte seguro, pondrás demasiada presión sobre tu matrimonio y acabarás decepcionado. Por otra parte, si ambos saben quienes son en Cristo, tendrán la base correcta para un buen matrimonio.
Si ya estás casado, ya te habrás dado cuenta de que no te casaste con la mujer perfecta. No sigas buscando a la mujer perfecta (Proverbios 18:22; Proverbios 19:14), como si se te hubiera pasado de largo. Esa mentira también proviene de Hollywood. Ese tipo de pensamiento desconfía de la bondad soberana de Dios (Proverbios 6:27-29). Ama a la esposa que Dios te ha dado, ¡y no seas tonto! (Proverbios 5:18).
5. Sé fuerte, pero gentil.
La masculinidad está experimentando una crisis de identidad. Los hombres no saben si se supone que sean tipos blandos, tipos rudos, o un punto medio entre los dos. Creo que necesitamos hombres que tengan coraje, especialmente coraje en sus convicciones (Salmos 27:14; Mateo 10:22). El verdadero coraje viene de la seguridad, y eso solamente se encuentra en la verdad sobre Cristo (Juan 10:28; ver el punto 1).
Necesitamos ser fuertes, pero también necesitamos ser gentiles (2 Corintios 10:9). Dios nuestro Padre es poderoso y omnipotente (Salmos 147:5), pero también cuida de la viuda y del huérfano (Salmos 146:9). Conoce la compasión y es bondadoso (Isaías 40:11; Lucas 1:78). Este equilibrio es difícil de alcanzar, pero es importante.
No necesitamos más tipos rudos que sean insensibles a las necesidades y sentimientos de los demás, pero tampoco necesitamos más tipos sensibles sin agallas. La empatía importa, la compasión importa y la gentileza importa. Necesitamos ser fuertes, confiables y valientes, pero también necesitamos saber cómo amar, dar y consolar.
Estabilidad para los hombres jóvenes en medio de la tormenta
Cuando uno es joven, es muy fácil quedar abrumado por los detalles de cada circunstancia que se presenta: cada oportunidad perdida, cada ruptura, cada fracaso, cada pecado. Como ya te habrás dado cuenta antes, cuanto más envejecemos, mejor discernimos que nuestra unión con Cristo es una realidad significativa y estabilizante.
Aférrate a Cristo y, en la medida en que madures como hombre, él te hará ver con más claridad la belleza y relevancia de tu unión con él. Él promete: “Nunca te dejaré ni te desampararé” (Hebreos 13:5); ni ahora, ni en tu camino hacia el crecimiento como hombre, ni cuando seas mayor. “Fiel es el que los llama, el cual también [los santificará y los hará madurar]” (1 Tesalonicenses 5:24).