Diez significados de Yahweh
Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.” Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación. (Éxodo 3:15)
El nombre de Dios casi siempre se traduce como SEÑOR (con todas las letras en mayúsculas) en diferentes versiones de la Biblia. Pero en hebreo se pronuncia de un modo parecido a Yahweh, y proviene del término que significa 'Yo soy'.
Por lo tanto, cada vez que oímos la palabra Yahweh, o cada vez que vemos la palabra SEÑOR en la Biblia, deberíamos pensar: este es un nombre propio (como Pedro o Juan) basado en el término que significa 'Yo soy' para recordarnos cada vez que Dios absolutamente es.
Hay al menos diez cosas que el nombre Yahweh, 'YO SOY', dice acerca de Dios:
Él jamás tuvo un principio. Todos los niños preguntan: «¿Quién hizo a Dios?». Y todo padre sabio responde: «Nadie hizo a Dios. Dios simplemente es y siempre fue. No tuvo principio».
Dios jamás tendrá un final. Si nunca nació, tampoco puede dejar de ser, porque él es.
Dios es la realidad absoluta. No hay realidad antes de él. No hay realidad fuera de él, a menos que él mismo así lo desee y la cree. Él es todo lo que fue desde la eternidad. Ningún espacio, ni universo, ni vacío. Solo Dios.
Dios es totalmente independiente. No depende de nada que asegure su existencia, ni necesita de nada que lo sostenga, ni que lo aconseje, ni que haga lo que él es.
Todo lo que no es Dios depende enteramente de Dios. La totalidad del universo es absolutamente secundaria. Existe porque Dios lo creó y sigue existiendo, a cada momento, por la decisión de Dios de mantener su existencia.
Todo el universo, en comparación a Dios, es como nada. La realidad dependiente y contingente es a la realidad independiente y absoluta, como la sombra es a la sustancia. Como el eco es al trueno. Todo lo que nos asombra del mundo y de las galaxias, comparado a Dios, es como nada.
Dios es constante. Es el mismo ayer, hoy y siempre. No puede mejorar. No se está convirtiendo en nada. Él es quien él es.
Dios es el parámetro absoluto de verdad, bondad y belleza. No hay libro de la ley por el que él se rija para saber lo que es correcto. No hay registro que establezca hechos y acontecimientos. No hay gremio que pueda determinar lo que es excelente o bello. Él mismo es el estándar de lo que es correcto, lo que es verdadero, lo que es bello.
Dios hace todo lo que le place hacer y esto es siempre correcto y siempre es bello y siempre es acorde a la verdad. Toda realidad que se halle fuera de él, él la creó y la diseñó y la gobierna como la absoluta realidad. Por lo tanto, es totalmente libre de cualquier condición que no se haya originado según el consejo de su propia voluntad.
Dios es la persona y la realidad más valiosa e importante del universo. Él es más digno de interés y atención y admiración y deleite que todas las demás realidades, incluyendo el universo entero.