Hay de quienes hollan al Hijo de Dios
Hebreos 10:26-31
Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios. Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo pagaré. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!
Dios es un Dios de gracia y juicio
Si el mundo real que Dios ha creado incluye a la realidad del juicio divino y la venganza y el fuego furioso y aterrador de Dios, entonces, la honestidad y el amor y la sabiduría incluirán advertencias de peligro, no solo promesas de bendiciones. Vivimos en una época extraña. Por un lado, es un tiempo lleno de agonía y catástrofes y tragedias y violencia y sufrimientos de todo tipo. Lo vemos cada día en los periódicos y noticias de televisión. Y los que son inteligentes y de mente abierta saben que estamos viendo la punta descubierta de un témpano de odio y codicia e injusticia y brutalidad alrededor del mundo, sin mencionar a los millones de millones de personas que padecen hambre, y a los pobres del mundo absolutamente destituidos, y a la agonizante situación de los decenas de miles de refugiados.
Pero, por otro lado, no queremos escuchar sobre esto. Somos personas débiles. Mientras la mayor parte del mundo enfrenta cada día a la muerte, sin morfina o ayuda médica alguna, y lidia con las profundas heridas y amputaciones sin anticépticos o suturas, nosotros sentimos náuseas al ver a un perro muerto, y refunfuñamos cuando el 911 se demora cinco minutos en responder en lugar de tres. Somos débiles y presuntuosos. Y, lo más terrible (aunque muy pocos lo consideran como lo más terrible) es que en lo relativo a Dios, solo que queremos escuchar el lado suave, tierno, cálido.
Creemos que la única buena motivación proviene de escuchar sobre la gracia, no sobre el juicio. Y poco a poco, dejamos que la convicción motivacional (por anti-bíblica que sea) se introduzca en nuestra perspectiva de Dios mismo, hasta que ya no tenemos categorías para comprender, y mucho menos amar, a Dios, cuya ira es una furia de fuego contra los pecadores. Pero el escritor de este libro a los Hebreos no hará silencio sobre la ira de Dios.
Es un libro absolutamente dedicado a vivir por fe en la gracia venidera. ¡Oh! ¡La gracia de Dios en este libro! Cada capítulo celebra la gloriosa provisión de Dios en Jesucristo para librarnos del pecado y volver nuestro futuro en un paraíso de esperanza. El libro comienza y termina con Cristo haciendo la purificación por los pecados y sentándose a la diestra de Dios, nuestro sacrificio perfecto y Sacerdote y Pastor, quien nunca nos dejará o desamparará. Pero, como ningún otro libro en el Nuevo Testamento, este libro también es implacable en sus advertencias sobre los peligros del descuido en la vida cristiana. Y las advertencias no son que podamos perder el derecho a algunas recompensas celestiales, sino que podamos perder nuestras almas en la furia de la ira de Dios.
Así que aquí hay un libro que se levanta en contra de la suposición motivacional de que solo las noticias motivadoras son buenas noticias. Aquí están tanto la promesa del gozo como la advertencia del dolor. Lo vimos en el 2:3: "¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?" Lo vimos en el 3:11-12: "como juré en mi ira: “No entrarán en mi reposo.” Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo". Lo vimos en el 6:4,6; es imposible renovar otra vez para arrepentimiento a aquellos que una vez fueron iluminados. . . si cometen apostasía. . . son como la tierra que es indigna y pronto a ser maldecida.
La verdad sobre la ira de Dios
Y lo vemos nuevamente en el texto de hoy, la convicción de que es honesto y amoroso y sabio, decir a las personas la verdad sobre la ira de Dios. Está al comienzo, en el medio, y al final de nuestro texto. Versículos 26-27:
Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios.
Así que aquí tiene, en el versículo 27, una imagen de la ira de Dios: hay una ilustración legal, una ilustración emocional, y una ilustración física.
La ilustración legal es que Su ira es un "juicio". Es el acto legal, justo, de un Juez. La ilustración emocional es que Su ira es la "furia de un fuego". Literalmente, "el celo de fuego", o una pasión fiera. Dios no solo está un poco enojado, sino que está apasionado con la furia. Y tercera, está la ilustración física o material: el fuego va a "consumir a los adversarios". Devorará al pecador en las llamas del juicio legal y apasionado. "Consumir" no significa aniquilar. El infierno no es una no-existencia. "Consumir" significa ser devorado en sufrimiento eterno. Se hará justicia y se satisfará la ira santa. Ése es el comienzo de nuestro texto.
Luego, el texto termina con otra descripción de juicio temible, en los versículos 30-31:
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo pagaré. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!
Cualquiera que sea su perspectiva de Dios (el Creador del Universo y Padre de nuestro Señor Jesucristo), si no incluye esto, es una perspectiva distorsionada, irrealista. Dios es un Dios de venganza, y caer en sus manos es algo terrible. Cuando Jonathan Edwards predicó su famoso sermón, hace alrededor de 260 años atrás: "Pecadores en manos de un Dios airado", su texto provenía de Deuteronomio, pero las palabras de su título venían de este texto. "¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!"
Entre estas dos descripciones del juicio de Dios al comienzo y final de nuestro texto, hay una más en el medio. Después de decir, en el versículo 28, que los que rechazaron la ley de Moisés murieron, dice en el versículo 29: "¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios [...]?" El juicio de Dios es descrito como el castigo, y es un castigo peor que la muerte, porque va más allá de la muerte.
Ahora, este es un retrato de Dios (desde el comienzo, el medio, y el final de este texto), que nuestra época extraña no quiere escuchar, y no cree que sea útil o verdadero. Para la mayoría de las personas hoy, Dios, si es que existe, existe para agradecer después de un logro, o para ser cuestionado después de una tragedia. La semana pasada recibí una llamada telefónica de un hombre de otro estado quien dijo: "Estoy pasando por la época más oscura de mi vida, y me gustaría ir a Minneapolis a hablar con usted sobre ello". Él estaba dispuesto a viajar más de doce horas para hablar conmigo una tarde. Le pregunté: ¿Por qué? Dijo: "Porque he buscado consejo de muchas fuentes, y todos comienzan con la suposición de que Dios nada tiene que ver con esta tragedia. Y sé, por la Biblia, que no es cierto. Necesito ayuda de alguien que comience con la convicción de que Dios está en control de esta situación, por horrible que sea".
La respuesta de este hombre al sufrimiento no es típica, pero es bíblica. La mayoría de las personas hoy no tiembla ante el poder y la ira y el juicio de Dios. Él es un buen chico anciano. O un padre que nos mima. O un amigo amoroso. Pero muy raramente Él es el fuego de indignación y la ira santa ante el pecado. Dios puede enviar lluvia a los buenos granjeros, pero ciertamente no es Él quien causa las inundaciones. Él quizá da vida a los bebés, pero ciertamente no la quita de nuevo, eso es seguro, si usted tiene menos de 40 años. Este es un Dios creado a la imagen de las necesidades que sentimos, no el Dios que se revela a Sí mismo en la historia y en Jesús y en la Biblia.
Así que necesitamos escuchar este texto y hacer un examen de la realidad de nuestra perspectiva de Dios. Horrenda expectación de juicio. . . furia de un fuego. . . consumir a los adversarios. . . merecedores de un castigo peor que la muerte. . . el pago de la venganza. . . con manos terribles. Ésa también es la verdad acerca de Dios.
¿Cuándo es que Dios es fuego consumidor?
Así que la pregunta que se abre paso ante nosotros es: ¿cuándo es así?
La respuesta es que Él es así cuando: "ya no queda sacrificio alguno por los pecados". Versículo 26: "Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados". Luego el versículo 27 comienza: "sino [por el contrario] cierta horrenda expectación de juicio”. En otras palabras, hay dos posibilidades. 1) Un horrendo juicio, o 2) un sacrificio por los pecados. Esto significa que con quien Dios está airado es con el pecado. Y significa que Él ha hecho una provisión para escapar de Su ira, a saber, el sacrificio de Su Hijo en lugar de los pecadores. El amor de Dios provee una escapatoria de la ira de Dios, al sacrificar al Hijo de Dios a fin de vindicar la gloria de Dios en la acción de perdonar a los pecadores. Ése es el evangelio. El evangelio de Jesucristo, la esencia del cristianismo, no tiene sentido sin tener en cuenta la ira de Dios. Si no hay ira y no hay juicio para escapar, entonces Cristo fue sacrificado en vano.
Pero Él no murió en vano. Él murió para que usted y yo y cualquiera que cree en Él podamos ser salvos de la ira de Dios y tener vida eterna en el amor de Dios, en el apacible ojo del huracán de su ira santa. Así que ni su amor, ni su ira, son la historia completa de quien es Dios. Él es ambos, y estos no son de igual importancia porque Él ha hecho un camino para que los pecadores escapen de Su ira y disfruten de Su amor. Su gloria no resplandece más brillante en el fuego de Su ira, sino en las ardientes y cálidas y apacibles brazas de su amor sobre una destrucción infinitamente merecida.
¿Para quiénes ya no hay sacrificio por los pecados?
Así que la siguiente pregunta es: ¿Para quiénes ya no hay sacrificio por los pecados? Si Dios es un Dios de ira, y venganza, y juicio, y furia cuando "ya no queda sacrificio alguno por los pecados", entonces debemos preguntar (sería un desatino no preguntar): ¿para quiénes “ya no hay sacrificio por los pecados"? En este texto, ¿quiénes son las horrendas bajas del fuego consumidor de Dios?
La respuesta es dada en dos formas en el texto. Una es para describir que estas personas que perecen han hecho algo que las hace merecedoras del juicio, y la otra es para describir qué fueron ellas anteriormente, que les hace tan reprensibles en su condición presente. El contraste es lo que hace que sus culpas sean tan grandes.
Miremos primero en qué se han convertido. ¿Cómo se describen a las personas que perecen en el fuego consumidor de Dios? Hay, al menos, cinco descripciones:
Versículo 26: continúan pecando, deliberadamente. Tanto el tiempo del verbo (el presente en griego denota una acción continua) -continúan pecando-, como la palabra "deliberadamente" nos muestran que no se refiere a un pecado en particular. El enfoque aquí está en la extensión e intención. El pecado imperdonable no es un tipo de pecado específico, sino una extensión e intención específica de pecar en contra de la gran gracia, hasta que esa persona se vuelve como Esaú y no se puede arrepentir (12:16-17).
Versículo 27: al final del versículo esas personas son llamadas "adversarios". La furia del fuego de Dios consumirá a los adversarios. Esto significa que se está hablando de personas que han rechazado a Dios y son ahora sus oponentes. Son los que llamamos apóstatas.
Versículo 29: han hollado bajo sus pies al Hijo de Dios. El Hijo de Dios entregó Su vida por ellos para que le recibieran como sustituto, y en lugar de recibirle como su vida y esperanza, se detuvieron, tomaron algo de religión, y luego le pisotearon y fueron a hacer otras cosas.
Versículo 29b: tuvieron como inmunda la sangre del pacto. "Inmunda" no es la palabra más correcta. Ellos la consideraron común, ordinaria, como nada especial, ni sagrada, ni preciosa. Bebieron de la copa del nuevo pacto y dijeron: "Buen jugo", y luego continuaron pecando, como si no fuera la realidad más preciosa en el universo.
Versículo 29, al final: Ultrajaron "al Espíritu de gracia". Probaron la gracia de Dios en sus vidas, en alguna medida fueron influenciados por ella, pero luego se tornaron hacia la licencia y la usaron para justificar su amor por el pecado y, eventualmente, la desecharon como innecesaria.
Y para estas personas, dice el escritor, Dios es fuego consumidor.
Lo que alguna vez fueron
Finalmente, el escritor describe a estas personas que perecen bajo la ira de Dios, no solo en términos de en lo que se han convertido, sino en términos de lo que una vez fueron y lo que hace que su condición actual sea mucho más culpable.
Mencionaré tres breves características de estas personas.
Ellos habían recibido algún conocimiento de la verdad. Versículo 26: "Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados". Estas bajas de la ira quienes hollaron al Hijo de Dios, conocen la verdad. Todos seremos juzgados en proporción a la cantidad de luz y verdad disponibles a nosotros. Estas personas habían recibido el evangelio. Estaban alejándose de Cristo en la amplia senda de la verdad.
Son descritos, sorprendentemente para nuestros oídos, como parte del "pueblo de Dios". Para explicar qué está ocurriendo con la venganza divina, el escritor dice en el versículo 30b: "El Señor juzgará a su pueblo". Esto parece significar que él ve a la iglesia visible, a la iglesia externa como nosotros vimos al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento: son un grupo mezclado. Algunas personas en el "pueblo de Dios" serán salvas, y algunas se perderán. Por ejemplo, en Ezequiel 34:17, Dios dice: "Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías [el pueblo de Dios, la iglesia externa], así dice el Señor Dios: “He aquí, yo juzgaré entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos". Como dice Pablo en Romanos 9:6: "No todos los descendientes de Israel son Israel".
Así es como parece estar pensando este escritor. Esto es muy importante para comprender el lenguaje que usa y el modo en que advierte. Externamente, él llama a la iglesia "pueblo de Dios". Les incluye como hermanos al decir "continuamos pecando", incluso les llama "santificados", dando el beneficio de la duda a cualquiera que ha profesado fe en Cristo. Pero él sabe que la iglesia visible y la iglesia verdadera de los elegidos de Dios no son lo mismo. Hay muchos hipócritas. Y, como muestra este texto, muchas de estas personas se hacen visibles al pecar deliberadamente y abandonar al cuerpo reunido (vea el versículo 25).
Finalmente, en el versículo 29, dice que estas personas que perecen bajo la ira de Dios fueron santificados. "¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda [o común] la sangre del pacto por la cual fue santificado [...]?"
¿En qué sentido fueron "santificados"?
Ahora, esta tercera descripción es muy controversial. Y no reclamo infabilidad en mi propia interpretación. Pero la recomiendo como una interpretación consistente con el resto del libro y de las Escrituras, así lo creo. Algunos interpretan que significa que usted realmente puede nacer de nuevo y ser justificado por fe en su camino hacia el cielo mediante una vida de santificación espiritual, y aun así perderse al final y ser destruido abandonando la verdad. Porque dice que estos apóstatas habían sido santificados.
Otros dicen que la posibilidad mencionada aquí, de personas santificadas cometiendo apostasía nunca ocurrirá, porque los verdaderamente elegidos y nacidos de nuevo se guardarán de la apostasía por la obra del Espíritu Santo. Así que nunca una persona santificada apostatará. Y este prospecto, en Hebreos 10:26-31, nunca ocurre. Los elegidos prestan atención a la advertencia y perseveran en fe y santidad.
La primera de estas interpretaciones la considero inadmisible en vistas a lo que este escritor dice en otras partes y a lo que enseña el Nuevo Testamento sobre la seguridad del creyente en Cristo. En Hebreos 3:14 dice: "Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin", expresando que si no retenemos hasta el fin, entonces no hemos sido "hechos partícipes de Cristo". El fracaso en la perseverancia no es señal de haber perdido la salvación, sino de nunca haber sido hecho partícipe de Cristo. Y en este mismo capítulo (10:14), dice: "Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando”. En otras palabras, esta es una especie de santificación verdadera, espiritual, que es la evidencia cierta de ser perfeccionado eternamente a la vista de Dios. La obra justificadora, perfeccionadora de Dios, no es temporal. Y la evidencia de que esta hecha es que verdaderamente estamos siendo santificados.
Así que concluyo que la santificación del versículo 29 no es la misma santificación del versículo 14. Una demuestra una perfección eterna (versículo 14), y la otra demuestra gran culpa e incluso apostasía (versículo 29). ¿Qué es esta santificación sin frutos? Parece ser la separación religiosa y la purificación externa que ocurre a menudo cuando una persona se vuelve parte de la iglesia visible. Ellos vienen bajo la influencia de la verdad en la predicación y la enseñanza. Vienen bajo la influencia del amor entre los santos. Vienen bajo la influencia de las ordenanzas e incluso beben y comen de los sagrados emblemas del cuerpo y la sangre de Cristo. Sienten el viento del Espíritu de la gracia de Dios y degustan sus galantes y victoriosas influencias. Y en todo esto, son apartados visiblemente del mundo, santificados del modo en que el pueblo de Israel fue santificado entre las naciones, incluso cuando muchos de ellos no eran fieles. Y toda esta graciosa influencia fue adquirida por la sangre de Cristo, de modo que, como dice el versículo 29, fue efectivamente por la sangre del pacto que fueron santificados estos hipócritas.
Presten atención a ustedes mismos
Esto me lleva a concluir con una simple y sorprendente advertencia. Presten atención a sí mismos. Ustedes han recibido el conocimiento de la verdad. El Hijo de Dios ha derramado Su vida por ustedes como sustituto. Ustedes están bajo la influencia de muchas influencias santificadoras. No hollen al Hijo de Dios o hagan vana Su sangre o ultrajen al Espíritu de gracia que sopla sobre su alma, incluso ahora.