¿Acaso es importante qué ocurrió primero: la circuncisión o la justificación?
¿Es, pues, esta bendición sólo para los circuncisos, o también para los incircuncisos? Porque decimos: A Abraham, la fe le fue contada por justicia. 10 Entonces, ¿cómo le fue contada? ¿Siendo circunciso o incircunciso? No siendo circunciso, sino siendo incircunciso; 11 y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras aún era incircunciso, para que fuera padre de todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también a ellos les fuera imputada; 12 y padre de la circuncisión para aquellos que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen en los pasos de la fe que tenía nuestro padre Abraham cuando era incircunciso
¿Por qué Pablo está tan enfocado en la verdad de que la justicia de Dios es otorgada solo por fe aparte de las obras? Podríamos sentirnos tentados a decirle a Pablo: « ¡hey ya lo entendimos! Lo entendimos en Romanos 3:22. Lo comprendimos en Romanos 3:28. Lo aprendimos en la historia de Abraham 4:1-5. En la ilustración del salmo de David en 4:6-8 ¡Ya lo comprendimos! ¿Por qué sigues insistiendo en esto? ¿Por qué regresas a Abraham en Romanos 4:9-12 (que es el texto de hoy)?»
Hay, al menos cuatro respuestas a esa pregunta, dos en los textos que ya hemos visto, y dos en el texto de hoy.
“La Fe Sola, Aparte de las Obras” – Menoscaba La Jactancia
Primero, Pablo está tan enfocado en esta verdad porque la justificación por fe menoscaba el orgullo y la jactancia. Vea Romanos 3:27-28: “¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”.
Pudiera parecer extraño en nuestros días saturados de egocentrismo, auto exaltación y autosuficiencia, que alguien enfatice algo para destruir la jactancia en lugar de permitirla. Las calcomanías en los parachoques son una jactancia lanzada en nuestras caras: «Soy pagano y estoy orgulloso de serlo»; «Yo Fumo y Yo Voto»; «Conéctate con tu Adulto Interior si Quieres Cambiar». La línea rápida, ingeniosamente escrita, sarcástica comunica la elección de las personas. Las figuras públicas, desde los políticos hasta los predicadores, adoptan una postura con una especie de jactancia y vanagloria: si no conocen la respuesta a la pregunta, entonces responden una pregunta que no les fue hecha y tratan de dar la impresión de que el rey sabe lo que hace. Esta es una época auto-asertiva.
En esta atmósfera donde todos vivimos, la historia de Jesús acerca del fariseo y el recolector de impuesto (Lucas 18:9-14) no es citada en la mayoría de nuestros pulóveres. El fariseo oró y miró hacia el recolector de impuestos con desdén. Pero el recolector de impuestos se paró a la distancia, golpeó su pecho con sus puños, y dijo: “Dios, ten piedad de mí, pecador”, a lo que Jesús contestó: “Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”.
Pablo está en total sintonía con Jesucristo cuando dice, en efecto: «Estoy enfocado en la verdad de la justificación por fe aparte de las obras, porque esta verdad socava mi jactancia y la de todos ustedes. La jactancia queda excluida cuando las buenas relaciones con la Persona más importante del universo, Dios, están fundamentadas en una dependencia infantil, y no en las realizaciones voluntarias de buenas obras.
Y esto es importante porque al final, el propósito de este universo es la grandeza de Dios, no la grandeza del hombre. Fuimos puestos aquí para regocijarnos exaltando a Dios; no fuimos puestos aquí para ser exaltados por Dios o los hombres. La creación es para Dios. Es necesario que él crezca, pero que nosotros disminuyamos (Juan 3:30). “Si alguno quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor” (1ra a los Corintios 1:31; DHH). La manera más básica de exaltar a Dios es confiar en su misericordia gratuita e inmerecida, confiar como los niños confían en su padre. Nuestro gozo no está fundamentado en la auto-exaltación, sino en la exaltación de Dios. Hay mucha más satisfacción, y ésta satisfacción es más duradera, cuando miramos hacia el Himalaya en vez de mirarnos en el espejo.
Sé que estamos en la senda correcta porque unos versos después, en Romanos 4:20-21, Pablo muestra que Abraham glorifica a Dios al confiar en él: “No dudó ni desconfió de la promesa de Dios, sino que tuvo una fe más fuerte. Alabó a Dios, 21plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete”. Así que Pablo está enfatizando la verdad de la justificación solo por fe aparte de las obras, en primer lugar, porque las buenas relaciones con Dios, sustentadas por la fe, menoscaban la jactancia y glorifican a Dios.
“La Fe Sola Aparte De Las Obras” – Preserva La Bendición De La Justicia Imputada
Pablo está enfatiza la verdad de que la justicia nos es imputada solo por fe aparte de las obras porque esta verdad preserva, para nosotros, la gran bendición de los pecados perdonados y la justicia imputada. Esto es lo que aprendimos la semana pasada en Romanos 4:6: “también David habla de la bendición que viene sobre el hombre a quien Dios atribuye justicia aparte de las obras”. Pablo quiere bendecirnos. Quiere que veamos que el evangelio es una buena noticia, no es una noticia pesada o difícil. Pablo está a nuestro favor, no en nuestra contra. Quiere que nos regocijemos y que estemos alegres. Su propósito, al eliminar nuestra jactancia, no es quitarnos el gozo, no es quitarnos la bendición, es preservar la bendición.
Si poder estar a bien con Dios (ser justificados) estuviera fundamentado en las obras, o en la fe más las obras, entonces la bendición nos sería quitada. La bendición de Romanos 4:6, que Dios y su vocero, Pablo, quieren para nosotros, es un fundamento sólido e inconmovible para nuestra aceptación con Dios, es decir, para la justicia de Dios en Cristo, no para nuestra propia justicia. Es por esto que Pablo está celoso por nosotros, para que obtengamos esta justicia, y esta aceptación con Dios de la única manera que puede obtenerse, es decir, por la fe aparte de las obras.
Así que Pablo enfatiza la verdad sobre la justificación solo por fe, en segundo lugar, para preservarnos la gran bendición de que nuestros pecados sean perdonados y nos sea imputada la justicia divina. La jactancia queda excluida; la justificación ante Dios es incluida.
Ahora vamos a Romanos 4:9-12 y encontramos otras dos razones por las que Pablo enfatiza tanto la verdad de que la justicia nos es acreditada solo por fe aparte de las obras. Orientémonos en este texto y veamos estas dos razones.
“¿Es, pues, esta bendición […] también para los incircuncisos…?”
Después de describir la bendición de la justificación y el perdón en los versos 6-8, Pablo pregunta en el verso 9, “¿Es, pues, esta bendición sólo para los circuncisos, o también para los incircuncisos?” ¿Por qué hace esta pregunta? Para el pueblo judío, la circuncisión era un acto básico de obediencia que les definía como judíos. Esta era la señal de que tenían un pacto especial de aceptación con Dios. Así que la pregunta de Pablo es: ¿Fueron justificados los judíos al ser circuncidados? ¿La circuncisión, esta obra de obediencia, les puso en una buena posición ante Dios?
Así que pregunta: “¿Es, pues, esta bendición [referida en los versos 6-8 acerca de la justicia imputada de Dios y el perdón de pecados] sólo para los circuncisos, o también para los incircuncisos?”. Su respuesta tiene dos pasos y una conclusión.
Paso uno, en el verso 9b: “decimos: A Abraham, la fe le fue contada por justicia”. El paso uno dice, «tomemos nuevamente a Abraham como ejemplo, el padre de todo el pueblo judío. Su fe le fue contada como justicia (Génesis 15:6)».
Paso dos, en el verso 10: “Entonces, ¿cómo le fue contada? ¿Siendo circunciso o incircunciso? [Respuesta:] No siendo circunciso, sino siendo incircunciso”. Génesis 15:6, donde Abraham es declarado justo por la fe, ocurre antes de Génesis 17 donde se instituye la práctica de la circuncisión.
Conclusión: la bendición de estar bien delante de Dios y de ser aceptados por él, no llegó por medio de la circuncisión. Vino antes de la circuncisión e independientemente de la circuncisión. Vino por fe aparte de las obras. Esto es lo que Pablo quiere demostrar con el ejemplo de Abraham.
Veamos ahora dos implicaciones que muestran dos o más razones por las que Pablo enfatiza tanto la verdad de la justificación por fe aparte de las obras.
“La Fe Sola, Aparte De Las Obras” – Muestra Claramente El Lugar Correcto De Las Obras Y La Obediencia
Primero, Pablo enfatizaba la justicia de Abraham solo por fe aparte de la obra de la circuncisión porque quería mostrar el lugar y valor correcto de la circuncisión. Pablo está preocupado por la verdad de la justificación que es acreditada solo por fe, en tercer lugar, para mostrar con claridad que las obras o actos de obediencia tienen su lugar adecuado y esencial en la vida del creyente, pero no son medios de justificación.
¿Cuál es el lugar adecuado para las obras y la obediencia? Verso 11a: “y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras aún era incircunciso”. Hay dos palabras que describen la relación entre la circuncisión y la justicia de Dios que viene por fe: señal y sello.
Esta es la tercera razón por la que Pablo se preocupa tanto acerca de este asunto. Quiere que pongamos a la obediencia y a las obras en su lugar adecuado en relación con la fe y la justificación. Pablo no está interesado simplemente en deshacerse de las obras y la obediencia. De hecho, él dice en Romanos 1:5, que el propósito de todo su ministerio era la obediencia a la fe: “hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a su nombre”
Y creo que esto significa que la verdadera obediencia que exalta a Dios viene de la fe. Cualquier otro tipo de obediencia no es verdadera. De modo que Pablo está totalmente comprometido a mostrar con claridad que, en todo su debate acerca de la justificación solo por fe aparte de las obras, su propósito es ubicar a las obras en el lugar apropiado. Las obras no son el fundamento de la justificación, sino una señal y sello de la justicia que viene solo por fe.
Cuando nuestras vidas comienzan a conformarse a la voluntad de Dios, esto es una señal. Es una señal y un sello de que nuestra fe es real y de que tenemos una justicia inconmovible, a saber, la justicia de Dios en Cristo. Los actos como la circuncisión, o cualquier otro acto de obediencia a Dios, no nos permiten estar justificados ante Dios. La fe sola sí. Pero los actos de obediencia son una señal y un sello de que nuestra fe es real y de que Cristo es nuestra perfecta justicia.
Esta es la tercera razón por la que Pablo habla tanto acerca de esta verdad: su propósito no es destruir las obras, sino ubicarlas sobre el fundamento adecuado, es decir, sobre el fundamento de nuestro perdón completo –la perfecta justicia de Dios imputada a nosotros. Como escribiera Carlos Wesley: “Él destruye el poder del pecado cancelado” ["Oh, For a Thousand Tongues to Sing!"]. Dios, primero, canceló el pecado, luego quebrantó el poder del pecado cancelado. Primero nos dio la justificación, luego, sobre la base de la justificación, la santificación. Pablo quiere que estos principios queden claros para nosotros. Quiere que los disfrutemos y nos gloriemos en ellos. No tenemos que romper, primeramente, el poder del pecado y esperar luego que Dios lo cancele. Esto no solo cancelaría la posibilidad de justificación, destruiría, en esta vida, cualquier esperanza de santidad.
“La Fe Sola, Aparte de Las Obras” – Abre el Camino para Que Todos los Pueblos Sean Hijos de Abraham
Finalmente, la cuarta razón por la que Pablo enfatiza tanto la verdad de que la justicia es acreditada a las personas solo por fe aparte de las obras, es porque esta justicia solo por fe abre el camino para que los gentiles sean parte del pueblo del pacto que un día heredará el mundo (verso 13), que sean parte del pueblo que tiene a Abraham como su padre. En pocas palabras, la justificación por fe es una doctrina misionera de primer orden. Trata en todos sus aspectos acerca del amor de Dios por las naciones, tanto judías como de todos los grupos étnicos restantes en el mundo –incluyendo a los anglosajones, los afroamericanos, los hispánicos, los asiáticos, los somalíes, los etíopes, los turcos, los kosovianos, los kasacos, los uzbecos, los manikianos, los sukumíes.
Vea ahora cómo razona el verso 11: “[Abraham] recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras aún era incircunciso, para que fuera padre de todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también a ellos les fuera imputada”. El propósito de Dios al justificar a Abraham solo por fe antes de su circuncisión era mostrar con claridad que Abraham es el padre espiritual de todos los que son justificados por fe, no importa el grupo cultural a que pertenezcan.
Esto significa que usted no tiene que ser un judío natural o un prosélito kosher para participar del pacto que Dios hizo con Abraham. Usted no es hijo de Abraham y coheredero de la promesa debido a la circuncisión u otra costumbre judía. La fe en Dios justifica al impío. Fue la fe quien unió a Abraham con Dios, y la fe nos unirá a Dios y a Abraham. Pablo lo dice nuevamente en Gálatas 3:7: “Por consiguiente, sabed que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”.
Esta es la importancia evangelística y misionera de esta justificación solo por fe. Al judaísmo no le fue fácil ser una religión misionera en los tiempos del Antiguo Testamento. Existían los obstáculos de la circuncisión, las leyes alimenticias, los difíciles equipamientos para los sacrificios, el tabernáculo central, y las leyes ceremoniales para la purificación ritual. La religión judía era, principalmente, una religión de “ven y ve”, no una religión abierta, misionera, de “ve y habla” y que se adecuara a muchas culturas diferentes.
Pero ahora Pablo está mostrando algo que no era visible en el Antiguo Testamento. Dios quiere que todas las naciones, todos los grupos étnicos, sean incluidos en las promesas a Abraham. Y Pablo lo dice en este texto (aunque en otros pasajes lo dice en otras maneras, 1:16; 2:10, 26-28; 3:22, 29-30; 9:8, 24; 11:17-23), enfocando nuestra atención en el hecho de que Abraham no obtuvo una relación de pacto con Dios por medio de la circuncisión u otro ritual judío, sino por fe –una fe que tuvo antes de ser circuncidado.
Por tanto, Pablo dice (versículo 11), Abraham es “padre de todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también a ellos les fuera imputada”. El mensaje de la justificación por fe sola, debe estar en el corazón de todas nuestras predicaciones misioneras y nuestras enseñanzas, de toda nuestra evangelización. En el evangelio están incluidos todos los tipos de personas –todas las personas que ustedes conocen- porque la fe es la acción humana más universalmente accesible para el corazón humano en cualquier pueblo, tribu, lengua, y nación. La fe no es un ejercicio basado en la educación, o la cultura, o en los rituales, o en las fuerzas propias, o en las riquezas. Es lo que sucede cuando el corazón se descubre a sí mismo abandonando todas las cosas y dependiendo completamente de la misericordia de Dios en Cristo. Pablo está apasionado con el tema de la justificación solo por fe, porque esta justificación es el fundamento de la gran obra misionera de su vida
Conclusión
Resumiendo, Pablo dirige nuestra atención hacia la justificación solo por fe por cuatro razones.
- Porque esta enseñanza menoscaba la jactancia.
- Porque preserva la bendición de los pecados perdonados y la justicia imputada.
- Porque ubica a la obediencia y a las obras en su lugar adecuado, como señales y sellos, que ocurren después de la justificación.
- Porque Pablo está apasionado con la visión de alcanzar a cada persona en el mundo con el evangelio y mostrarle que puede ser hijo de Abraham y heredero de la promesa por fe solo en Jesucristo aparte de los rituales judíos –o de la cultura estadounidense.
Abracemos, por tanto, esta gran verdad para nuestras almas y seamos humildes y bendecidos y obedientes e interesémonos en la gran obra de llevar el evangelio a cada pueblo, lengua, tribu, y nación.