¿Qué rol desempeñan los hombres en el nuevo nacimiento?
Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, 15 sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo. 17 Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, 19 sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. 20 Porque El estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros 21 que por medio de El sois creyentes en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 22 Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. 23 Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. 24 Porque: Toda carne es como la hierba, y toda su gloria como la flor de la hierba. Secase la hierba, cáese la flor, 25 mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que os fue predicada.
Estoy leyendo la autobiografía del Juez de la Corte Suprema de Justicia Clarence Thomas, My Grandfather’s Son: A Memoir. Él había sido criado como católico romano y asistía al Holy Cross College, en Worcester, Massachusetts. Pero mientras estaba allí, se separó de la iglesia, aunque no para siempre. Esto es lo que dijo:
Durante mi segunda semana en los terrenos universitarios, asistí a una misa por primera y última vez en el Holy Cross. No sé por qué me aburrí –probablemente por el hábito, o la culpa- por las razones que fuera, me levanté y me fui en medio de la homilía. Todo lo que se decía tenía que ver con los dogmas de la iglesia, no con los problemas sociales con que yo estaba obsesionado, y todo me parecía desesperanzadoramente irrelevante. (51)
La Verdadera Relevancia–No Depende De Usted
Como predicador, pienso mucho en la relevancia. Es decir, ¿por qué alguien debería escuchar lo que tengo que decir? ¿Por qué a alguien debiera importarle? La relevancia es una palabra ambigua. Pudiera tener más de un significado. Pudiera significar que un sermón es relevante si a los oyentes les parece que produce un cambio importante a sus vidas. O pudiera significar que un sermón es relevante si producirá un cambio importante en sus vidas, aunque los oyentes no se percaten. La esencia de mis sermones está dada por este segundo aspecto de la relevancia. En otras palabras, yo trato de estar tan cerca como pueda a aquello que Dios dice que es importante en su Palabra, no a lo que pensamos que es importante aparte de la Palabra de Dios.
De modo que en cualquier servicio –como este- pudieran estar presentes una docena de jóvenes idealistas como Clarence Thomas, llenos de ira en por del racismo, o por el calentamiento global, o el aborto, o por los limitados cuidados médicos para los niños, o por los desamparados, o la pobreza, o por la guerra en Iraq, o por los delitos de los funcionarios públicos u hombres de negocio, o por el tráfico humano, o por la crisis global del SIDA, por el abandono paterno, por la avaricia oculta detrás de la crisis del impuesto de hipoteca, o por el tratamiento a los emigrantes ilegales, o por la situación de los cristianos que acaban de salir de la cárcel. Y estos muchachos pudieran reaccionar como Clarence Thomas e irse diciendo «esto tiene nada que ver con los problemas reales que este mundo enfrenta».
La Relevancia Suprema del Nuevo Nacimiento
Pudieran estar equivocados –doblemente equivocados. Estarían equivocados, en primer lugar, al no ver que lo que Jesús quiso expresar al decir nuevo nacimiento, es supremamente relevante para el racismo y el calentamiento global, y para el aborto, y para los servicios de cuidados médicos, y para todos los problemas de la actualidad. En las próximas semanas veremos cómo, necesariamente, debe ser el fruto del nuevo nacimiento.
Y pudieran estar equivocados, en segundo lugar, al pensar que esos temas son los más importantes de la vida. No lo son. Son temas de vida y muerte, pero no son los más importantes, porque tienen que ver con el alivio del sufrimiento durante esta breve vida, no con el alivio del sufrimiento durante la eternidad que sigue. O para decirlo en un sentido positivo, buscan maximizar el bienestar ahora, durante unos ochenta años o más, pero no buscan maximizar el bienestar en la eternidad durante ochenta trillones de años y más.
Mi trabajo como pregonero de Dios cada semana es abordar siempre lo más importante, y mantenerme cerca a la voluntad revelada de Dios en la Biblia (de modo que ustedes puedan verificarlo por sí mismos), y orar para que, por la gracia de Dios, los jóvenes e idealistas como Clarence Thomas que escuchen, y todos los demás, vean y sientan la magnitud y verdadera importancia de lo que Dios dice.
Viendo y Disfrutando la Magnificencia de Jesús
Jesús dice en Juan 3:3: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. No ver el reino de Dios significa ser excluidos del reino de Dios. Jesús dijo en Mateo 8:11-12 que fuera del reino están “las tinieblas de afuera ; allí será el llanto y el crujir de dientes”. El las llamó el “castigo eterno” (Mateo 25:46). La alternativa es estar en el reino de Dios y vivir una eternidad en gozo eterno con la persona más significativa del universo (Juan 18:24).
Nada es más importante que la posibilidad de que la gloria de Cristo sea personalmente vista y disfrutada en el reino de Dios por tantas personas como podamos reunir en su nombre. Y esa gloria, un día, llenará la tierra con paz y justicia como las aguas cubren el mar. Así que espero que usted no se retire –por el bien de su alma, y por el bien del mundo.
Nuestro Rol en el Nuevo Nacimiento: Fe
El asunto en este décimo mensaje sobre el nuevo nacimiento es: ¿Cuál es nuestro Rol? ¿Qué papel desempañamos en el nuevo nacimiento? ¿Cómo participamos en este evento? Permítanme darles la primera respuesta que veo en la Biblia, y luego volveremos y veremos dónde se encuentra.
Nuestro rol en el acto del nuevo nacimiento es la fe –la fe en el Hijo de Dios crucificado y resucitado, en Jesucristo como Salvador y Señor, y como Tesoro de nuestras vidas. En el acto del nuevo nacimiento nosotros creemos en Cristo. Participamos en el evento del nuevo nacimiento al recibir a Cristo como quien realmente es, el Salvador supremo y valioso, Señor y Tesoro del universo.
La Simultaneidad del Nuevo Nacimiento y la Fe
La respuesta sería así: Nuestra acción de creer y la acción de Dios al regenerarnos son simultáneas. Nosotros hace lo primero, y él hace lo segundo al mismo tiempo. Y –esto es muy importante- la acción de Dios es la causa decisiva de nuestra acción. La regeneración de Dios es la causa decisiva de nuestra fe.
Si le resulta difícil pensar en un evento que provoca a otro, cuando los dos son simultáneos, piense en el fuego y el calor, o el fuego y la luz. En el momento en que hay fuego, hay calor. En el instante en que hay fuego, hay luz. Pero no podríamos decir que el calor causó el fuego, o que la luz causó el fuego. Decimos que el fuego causó el calor y la luz.
De modo que esta es la respuesta que veo en la Biblia a la pregunta ¿Cuál es nuestro rol en el nuevo nacimiento? Veamos ahora, por tanto, algunos pasajes de Las Escrituras.
“Obediencia A La Verdad”
Comenzaremos aquí, en nuestro texto en 1ra de Pedro 1:22-23: “Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. 23 Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece”.
Note algunas verdades. Primero, lo que ocurre es para el amor: “en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos” (para, o «hacia» un amor sincero de hermanos. Así que la purificación de las almas no representa en sí misma la existencia del amor fraternal, aun no. La purificación del alma es “para un amor […] de hermanos”. Existe con el objetivo de producir un amor fraternal. El amor es un fruto básico del Espíritu. Así que el versículo 22 significa que algo más básico que el amor fraternal está ocurriendo cuando dice: “en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas”.
Esta “obediencia” no es la obediencia de amor, nos lleva hacia la obediencia de amor ¿Qué es entonces? Es la respuesta correcta a “la verdad”. Es llamada la “obediencia a la verdad” (versículo 22). Y, ¿qué es esta verdad? En el contexto, la verdad es muy probablemente la Palabra de Dios, y es llamada en el versículo 25 “la palabra”: “Y esta es la palabra que os fue predicada”. De modo que obedecer la verdad en el versículo 22 significa obedecer el evangelio.
Obedezca el Evangelio: Crea en Jesús
¿Y qué significa obedecer el evangelio? Significa creer en Jesús, porque la oferta gratuita del evangelio es “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa” (Hechos 16:31; 1ra a los Corintios 15:1-2). Y primer mandamiento del evangelio, y el más básico, no es ama a tu hermano. El primer mandamiento del evangelio es fe. De modo que obedecer el evangelio, en este nivel básico, es tener fe. Usted podrá ver que así se expresa Pedro en el capítulo 3, donde los esposos sin fe en Cristo son descritos como “desobedientes a la palabra”: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra” (1ra de Pedro 3:1). La desobediencia a la Palabra significa que no son creyentes. Lo mismo ocurre en 1ra de Pedro 2:8: “son desobedientes a la palabra”, y en 4:17: “[quienes] no obedecen al evangelio de Dios”. En fin, la desobediencia a la Palabra, es la desobediencia al evangelio, es la incredulidad.
De la misma forma habló Pablo en 2da a los Tesalonicenses 1:8, donde dice que Dios estará “dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús”. En otras palabras, el evangelio del Señor Jesús demanda fe, y estas personas no obedecieron. No creyeron. Rechazaron “el mensaje de la verdad, el evangelio” (Efesios 1:13; Colosenses 1:5).
Así que cuando 1ra de Pedro 1:22 dice que ustedes “en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos”, quiso expresar que «ustedes han purificado sus almas por fe en el evangelio de Jesucristo y esta fe nos lleva hacia el amor fraternal”. La fe obra por el amor (Gálatas 5:6). El amor proviene de la fe sincera (1ra a Timoteo 1:5).
Creer: Participar en el Nuevo Nacimiento
Ahora, recuerde que en Juan 3:5 y en Tito 3:5 el nuevo nacimiento involucra a la purificación –el simbolismo del agua y el lavamiento. Jesús dijo: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”. Y Pablo dijo que Dios “nos salvó […] por medio del lavamiento de la regeneración”. De modo que cuando Pedro dice que nuestras almas han sido purificadas por la obediencia a la verdad –es decir por la fe en el evangelio- y dice que esta purificación nos guía hacia el amor, y no es lo mismo que el amor, asumo que él quiere decir que esta purificación es la purificación del nuevo nacimiento. Es la purificación mencionada en el agua de Juan 3:5 y el lavamiento de Tito 3:5. Este es el nuevo nacimiento.
Lo que significa que el nuevo nacimiento es por la “obediencia a la verdad”. Es decir, el nuevo nacimiento ocurre por la fe en el evangelio de Jesucristo. Es por esto que digo que nuestro rol en el nuevo nacimiento es: creer. Al creer participamos en el nuevo nacimiento.
La Acción de Dios al Regenerar Causa Nuestra Fe
Ahora, en el versículo 23, Pedro explica la misma idea utilizando las palabras: nacido de nuevo. Leamos los dos versículos (22-23) para que pueda ver la relación: “Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. 23 Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece”. La relación entre nuestra acción en el nuevo nacimiento (versículo 22) y la acción de Dios en el nuevo nacimiento (versículo 23) esta dada por la ley de causa y efecto. La acción de Dios sustenta nuestra acción. Nosotros purificamos nuestros corazones en obediencia al evangelio, es decir, participamos en la regeneración; y podemos participar activamente en esta regeneración, porque Dios nos regenera.
Hay tres pistas en este texto que nos muestran que la mano de Dios es la causa de nuestra fe en el nuevo nacimiento. Es decir, su acción al regenerarnos, causa nuestra fe.
1) El Orden de Mención: Nuevo Nacimiento, Fe, Amor
La primera pista es simplemente el orden en son hechas las declaraciones: el versículo 22 contiene un mandamiento: “amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”. Y el versículo 22 contiene un prerrequisito para ese amor, a saber, que hayamos purificados nuestros corazones por fe en el evangelio. Entonces, por último, el versículo 23 parece ser un prerrequisito para estas dos obras. Por la obra de Dios al regenerar, ustedes pueden creer al evangelio, que purifica sus corazones y les permite amarse unos a otros. De modo que la regeneración de Dios es quien provoca nuestra fe y nuestro amor. Hace que sea posible creer y amar.
2) El Instrumento: El Evangelio
La segunda pista de que la regeneración de Dios es la causa de nuestra fe, es que Dios hace que su Palabra sea el instrumento del nuevo nacimiento en el versículo 23: “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece”. Algunos asumen que la simiente incorruptible en el versículo 23 es el Espíritu Santo, y bien pudiera ser (vea 1ra de Juan 3:9). Sin embargo, me siento inclinado a pensar que la simiente incorruptible es “la palabra de Dios”. La simiente es descrita como “incorruptible”, y la palabra es descrita como “que vive y permanece”; es prácticamente lo mismo. Por tanto, creo que “nacidos […] de una simiente […] incorruptible” es lo mismo que “[nacer] mediante la palabra de Dios que vive y permanece”. Mi interpretación se confirma por el hecho de que en los versículos 24-25, todo el enfoque está en la Palabra de Dios, no en el Espíritu.
Así que la idea es que Dios hace que la Palabra sea su instrumento en el nuevo nacimiento, y que la Palabra obra en el nuevo nacimiento despertando nuestra fe. Es lo mismo que Pablo dice en Romanos 10:17: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. Por tanto, si nuestro rol en el nuevo nacimiento es creer, y si la palabra es quien causa la fe (y el versículo 23 dice que Dios obra el nuevo nacimiento “mediante la palabra”), entonces detrás de la Palabra y detrás de nuestra fe está obrando, decisivamente, la mano de Dios. Esto es lo que dice Santiago en Santiago 1:18: “En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas”
3) El Actor Supremo: Dios
La tercera pista por la que creo que la paternidad de Dios es la causa de nuestra fe es que Pedro dice, en el concilio de Jerusalén, en Hechos, que tanto gentiles como judíos están siendo salvados, no solo judíos. Y lo dice así: “[Dios] ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:9). Aquí dijo lo mismo que expresó en 1ra de Pedro 1:22: “Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas…”. Es decir, «ustedes han purificado sus almas por la fe…». En Hechos 15:9 Pedro dice algo muy significativo: dice que Dios es quien obra decisivamente esta salvación por medio de nuestra fe: “[Dios] y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones”. Dios limpió aquellos corazones por medio de la fe que tenían. Lo que nos demuestra que nuestra fe es esencial e instrumental en la obra del nuevo nacimiento. Pero no es quien decide si somos salvos o no, Dios es quien decide.
¿Qué Implica esta Afirmación?
¿Qué implica, para nosotros, esta afirmación? Implica cuatro verdades, y oro para que usted las acepte con gozo.
1) Implica que debemos creer a fin de ser salvos: “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa” (Hechos 16:31). El nuevo nacimiento no toma el lugar de la fe; el nuevo nacimiento incluye la fe. El nuevo nacimiento es el nacimiento de la fe.
2) Implica que si dependiera de nosotros, no creeríamos. No hay esperanzas de que los muertos respiren por sí mismos.
3) Que Dios, quien es rico en misericordia y en gran amor y en su gracia soberana, es la causa decisiva de nuestra fe.
4) Según el versículo 22, el fruto de los nacidos de nuevo es el amor. Lo que implica que todo en la vida tiene relación directa con el nuevo nacimiento: el racismo, el calentamiento global, el aborto, la limitada atención médica a los niños, las personas sin hogar, la pobreza, la guerra en Iraq, los delitos de los que están en el poder, el tráfico humano, la crisis mundial del SIDA, el abandono paterno, la codicia detrás de la crisis del impuesto hipotecario, el tratamiento a los inmigrantes ilegales, o la difícil situación de los cristianos que acaban de salir de la prisión. Todo se relaciona con el nuevo nacimiento. Y lo más importante, por el nuevo nacimiento usted entrará al reino de Dios y verá el reino de Dios, para toda la eternidad.
Crea y Alivie
Por tanto, ruego junto a ustedes en el nombre de Cristo, crea en el Señor Jesucristo. Recíbale como el Salvador, y Señor, y el Tesoro de su vida. Y, usted cristiano, humíllese bajo la mano de Dios, llena de gracia, y como hijo eterno de Dios, invencible, entréguese para aliviar el sufrimiento de los demás, especialmente el sufrimiento eterno.