Llamados a sufrir y regocijarnos: Para completar el propósito de las aflicciones de Cristo
Colosenses 1:24-29
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por su cuerpo, que es la iglesia, de la cual fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio vuestro, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones pasadas, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. A El nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. Y con este fin también trabajo, esforzándome según su poder que obra poderosamente en mí.
Quiero que nos enfoquemos en el versículo 24 y en Pablo "completando lo que falta de las aflicciones de Cristo". ¿Cómo es que algo pudiera faltar en las aflicciones de Cristo? ¿No fue absolutamente suficiente su sufrimiento y muerte? Entonces, ¿qué quiere decir él en el versículo 24, y cómo se aplica a nosotros?
Resumiendo este párrafo
Pero para ver apropiadamente el versículo 24, veámoslo en relación con los versículos restantes. Comenzando en el versículo 29, regresemos y resumamos qué está diciendo Pablo en este párrafo.
Versículo 29: Pablo dice que hay un propósito para el cual trabaja. Y el esfuerzo, la agonía de este trabajo no es solo su propia energía. Es el poder de Cristo obrando poderosamente en él.
El versículo 28 describe el propósito para el que Pablo trabaja, a saber, presentar "perfecto en Cristo" a cada persona que alcance. Y lo hace proclamando a Cristo, amonestando y enseñando a todos los hombres. Esta es la incesante labor de Pablo que Cristo energiza.
El versículo 26-27 define más explícitamente lo que Pablo proclama y enseña. Es llamado un "misterio" en el versículo 26, no porque no pueda ser comprendido, sino porque ha estado oculto por siglos y ahora es revelado a los santos. Entonces, el versículo 27 describe las riquezas de la gloria de este misterio. Es "Cristo en vosotros [gentiles] la esperanza de la gloria". Lo que no fue plenamente revelado en los siglos anteriores es que el Mesías judío (el Cristo) alcanzaría realmente a las naciones no-judías, y moraría en personas no-judías, que viviría realmente en ellos y les daría la promesa de Abraham, la esperanza de gloria en el reino de Dios con todos los santos.
Pero ahora es revelado el misterio, y Pablo proclama a Cristo y enseña en todas partes que la morada del Mesías y la esperanza de la gloria de Dios, pertenecen a todos los que confíen en Cristo y realmente esperen en la gloria de Dios (1:4, 23).
El versículo 25 dice simplemente que esta proclamación de Cristo es el cumplimiento de una administración que Dios ha dado a Pablo, para esparcir la Palabra de Dios. Él es un siervo de la iglesia y un administrador de Dios. Su responsabilidad es llevar la Palabra de Dios a las naciones, ofrecerles la esperanza de gloria, y llamarlas a la fe. Y por eso es un ministro de la iglesia al reunir a los escogidos de Dios de entre las naciones, y al enseñarles y amonestarles, de modo que puedan ser presentados perfectos en Cristo.
El versículo 24 dice que este ministerio de extender el ministerio de Cristo y la esperanza de gloria a las naciones, y de amonestarlo y enseñarlo, involucra sufrimiento. "Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por su cuerpo, que es la iglesia".
¿Qué Significa "completando lo que falta"?
Ahora, ¿qué significa entonces que cuando Pablo sufre por la iglesia (extendiendo la esperanza de gloria a más y más personas, y enseñándoles acerca del misterio de Cristo, y sufriendo al hacerlo) está "completando lo que falta de las aflicciones de Cristo"? ¿Cómo puede hombre alguno completar un sufrimiento que ciertamente está tan lleno como puede estar cualquier sufrimiento?
El contexto sugiere el significado
Pienso que el contexto que acabamos de mirar sugiere que los sufrimientos de Pablo completan los de Cristo, no al añadir algo a esa dignidad, sino al extender ese sufrimiento a las personas para quienes fue diseñado a bendecir. Lo que falta de las aflicciones de Cristo no es que fueran deficientes en dignidad o mérito, como si no pudieran cubrir suficientemente los pecados de todos los que creen. Lo que falta es que el valor infinito de las aflicciones de Cristo no es conocido en el mundo. Son todavía un misterio (oculto) para la mayoría de los pueblos. Y la intención de Dios es que el misterio sea revelado, extendido a todos los gentiles. Así que las aflicciones faltan en el sentido de que no son vistas y conocidas entre las naciones. Deben ser llevadas por ministros de la Palabra. Y esos ministros de la palabra completan lo que falta en las aflicciones de Cristo al extenderlas a otros.
Palabras similares en Filipenses 2:30
Hay una fuerte confirmación de esta interpretación en el uso de palabras similares en Filipenses 2:30. En la iglesia de Filipo había un hombre llamado Epafrodito. Cuando la iglesia reunió apoyo para Pablo (quizás dinero, o suministros, o libros), decidieron enviarlos a Pablo en Roma mediante Epafrodito. En sus viajes con estos suministros, Epafrodito casi pierde su vida. El versículo 27 dice que estuvo enfermo hasta casi morir, pero Dios le guardó.
Entonces, en el versículo 29, Pablo dice a la iglesia en Filipo que honren a Epafrodito cuando regrese y, en el versículo 30, explica por qué. Este versículo tiene palabras muy similares a Colosenses 1:24. "porque estuvo al borde de la muerte por la obra de Cristo, arriesgando su vida para completar lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí". Ahora, la frase original "completar lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí" es casi idéntica a "completando lo que faltaba de las aflicciones de Cristo", en Colosenses 1:24.
¿En qué sentido, entonces, "faltaba" el servicio de los Filipenses para Pablo y en qué sentido Epafrodito "completó" lo que faltaba en el servicio de ellos? Hace cien años, un comentarista, Marvin Vincent, creo que lo comprendió exactamente bien.
El don de Pablo era un don de la iglesia como un cuerpo. Era una ofrenda sacrificada de amor. Lo que faltaba, y por lo que debería estar agradecido Pablo y la iglesia también, era la presentación que la iglesia hace de esta ofrenda en persona. Esto era imposible, y Pablo representa a Epafrodito como quien suple esta falta mediante su ministerio afectivo y celoso. (Epistle to the Philippians and to Philemon, ICC, p. 78)
¿Cómo completamos lo que falta de las aflicciones de Cristo?
Pienso que eso es exactamente lo que significan las palabras en Colosenses 1:24, también. Cristo ha preparado una ofrenda de amor para el mundo mediante su sufrimiento y muerte por los pecadores. Es completa y nada le falta, excepto una cosa, una presentación personal por Cristo mismo a las naciones del mundo y a las personas en nuestro centro de trabajo. La respuesta de Dios a esta falta es llamar al pueblo de Cristo (personas como Pablo) a presentar las aflicciones de Cristo al mundo, para llevarlas desde Jerusalén hasta los confines de la Tierra.
Al hacerlo completamos lo que falta de las aflicciones de Cristo. Damos fin al propósito de ellas, a saber, la presentación personal al mundo de personas que no conocen Su dignidad infinita.
Pero note cómo lo dice Pablo en el versículo 24: Dice que es en sus sufrimientos y en su carne, es decir, es en su cuerpo sufriente actual que él participa en la culminación de las aflicciones de Cristo. Así que Pablo ve una relación estrecha entre sus sufrimientos y las aflicciones de Cristo. Lo que esto significa, pienso, es que Dios tiene el propósito de que las aflicciones de Cristo sean presentadas al mundo mediante las aflicciones de Su pueblo. Dios realmente quiere que el cuerpo de Cristo, la iglesia, experimente algo del sufrimiento que Él experimentó, de modo que cuando ofrezcamos al Cristo de la cruz a las personas, ellos vean al Cristo de la cruz en nosotros. Debemos hacer que las aflicciones de Cristo sean reales para las personas, mediante las aflicciones que experimentamos al ofrecerles a Cristo, y viviendo la vida de amor que Él vivió.
"me alegro de mis sufrimientos por vosotros. . . completando lo que falta de las aflicciones de Cristo". Cristo desea tener una presentación personal de sus sufrimientos al mundo. Y quiere ofrecerse a Sí mismo como sufriente para el mundo mediante Su pueblo quien, como Él, está dispuesto a sufrir para el mundo. Sus sufrimientos son completados en nuestros sufrimientos, porque en los nuestros el mundo ve los suyos, y logran el efecto para el que fueron diseñados. El amor sufriente de Cristo por los pecadores es visto en el amor sufriente de Su pueblo por los pecadores.
Pienso que lo que vemos en Colosenses 1:24, es la representación de las palabras de Jesús en Marcos 8:35: "Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará". El camino de salvación es el camino de perder la vida por causa del evangelio. La idea es que llevar el evangelio a las personas (a través de la oficina, o a través del océano), generalmente requiere un sacrificio y un sufrimiento, una pérdida de la vida y una negación del ego. Es por esto que Cristo tiene el propósito de que sus sufrimientos salvadores sean llevados al mundo mediante los sufrimientos de Su pueblo.
La alegría de Pablo en este llamamiento
Y Pablo se alegra en esto. Versículo 24: "Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros". El camino del calvario no es un camino sin alegría, sin gozo. Es doloroso, pero profundamente feliz. Cuando elegimos los placeres efímeros de la comodidad y la seguridad, antes que los sacrificios y sufrimientos de las misiones y el evangelismo y el ministerio y el amor, elegimos en contra del gozo. Elegimos cisternas rotas que no pueden retener agua, y rechazamos la fuente de agua cuyas aguas nunca fallan (Isaías 58:11).
Las personas más felices en el mundo son quienes conocen el misterio de Cristo en ellos, la esperanza de gloria, satisfaciendo sus anhelos más profundos y liberándolos para extender, mediante sí mismos, los sufrimientos de Cristo al mundo.
Dios está llamándonos, en este texto, a vivir por la causa del evangelio, y a hacerlo mediante el sufrimiento. Cristo eligió sufrir, no solo fue algo que le ocurrió. Lo eligió como modo para crear y perfeccionar a la iglesia. Ahora nos llama a elegir el sufrimiento. Es decir, nos llama a tomar la cruz y a seguirle en el camino al Calvario, y a negarnos a nosotros mismos y a hacer sacrificios con el objetivo de presentar sus sufrimientos al mundo y de ministrar a la iglesia.
Acabo de leer un modo memorable de decir esto. Fueron las palabras de un pastor y líder misionero rumano, Joseph Tson. Dijo: "La cruz de Cristo fue para propiciación, nuestra cruz es para propagación". Es decir, Cristo sufrió para lograr la salvación; nosotros sufrimos para esparcir la salvación. Y nuestra disposición para soportar las dificultades por la causa de otros, está completando las aflicciones de Cristo porque las extienden a otros y las hacen visibles.
La historia de un misionero nativo de la India
Mientras trabajaba en el libro de misiones, en Mayo, tuve la oportunidad de escuchar hablar a J. Oswald Sanders. Su mensaje me ministró profundamente en el tema del sufrimiento. Tiene 89 años y todavía viaja y predica alrededor del mundo. Ha escrito un libro al año desde que cumplió 70 años. Lo menciono solo para gloriarnos en la absoluta dedicación de una vida derramada para el evangelio sin pensar en deslizarse hacia la indulgencia desde los 65 años hasta la tumba.
Él contó la historia de un misionero nativo quien caminó a pie de villa en villa predicando el evangelio en la India. Sus dificultades fueron muchas. Después de un largo día de muchas millas y mucho desánimo, llegó a cierta villa y trató de hablar el evangelio y pero fue expulsado del pueblo y rechazado. Así que fue al borde de la villa abatido y se dejó caer bajo un árbol y cayó dormido exhausto.
Cuando despertó las personas estaban rodeándole, y todo el pueblo estaba a su alrededor para escucharle hablar. El líder de la villa explicó que vinieron a verle mientras dormía. Cuando vieron sus pies ampollados, concluyeron que debía ser un hombre santo, y que ellos habían sido malos al rechazarle. Lo lamentaban y querían escuchar el mensaje por el que estaba tan dispuesto a sufrir con el fin de llevárselo a ellos.
Así que el evangelista completó las aflicciones de Cristo con sus hermosos pies ampollados.
La historia de un guerrero masai llamado Joseph
Uno de los hombres que con menos probabilidad asistiría a la conferencia de evangelistas itinerantes en Amsterdam, patrocinada por la Asociación Billy Graham, era un guerrero masai llamado Joseph. Pero su historia le ganó una audiencia con el mismo Billy Graham. La historia es contada por Michael Card.1
Un día, Joseph, quien camina por una de estas calientes y sucias calles africanas, conoció a alguien que le compartió el evangelio de Jesucristo. Entonces aceptó a Jesús como su Señor y Salvador. El poder del Espíritu comenzó transformando su vida; fue llenado con tal emoción y gozo que lo primero que quiso hacer fue regresar a su propia villa y compartir las mismas buenas noticias con los miembros de su tribu local.
Joseph comenzó yendo de puerta en puerta, contando a todos lo que había descubierto sobre la cruz [¡el sufrimiento!] de Jesús y de la salvación que ofrecía, esperando ver sus rostros iluminarse como el suyo propio. Para su sorpresa a los de la villa no solo no les importaba, sino que se volvieron violentos. Los hombres de la villa le agarraron y sostuvieron en el suelo mientras las mujeres le golpeaban con trenzas de alambre de púas. Fue arrastrado fuera de la villa y abandonado para que muriera solo en el monte.
De alguna manera, Joseph se las arregló para arrastrarse a un hueco de agua, y allí, después de varios días de inconsciencia, encontró fuerzas para levantarse. Se preguntó por la recepción hostil que había recibido del pueblo que había conocido toda su vida. Decidió que debió haber olvidado decir algo, o que contó de un modo incorrecto la historia de Jesús. Después de repasar el mensaje que había escuchado la primera vez, decidió regresar y compartir una vez más su fe.
Joseph cojeó hasta el círculo de cabañas y comenzó a proclamar a Jesús. "Él murió por ti, para que pudieras encontrar perdón y llegaras al conocer al Dios vivo", clamó. Nuevamente fue agarrado por los hombres de la villa y sostenido en el suelo mientras las mujeres le golpeaban reabriendo las heridas que acababan de comenzar a sanar. Una vez más fue arrastrado inconscientemente desde la villa y abandonado para que muriera.
Fue realmente sorprendente haber sobrevivido a la primera golpiza. Vivir a pesar de la segunda fue un milagro. De nuevo, días después, Joseph se despertó en el desierto, amoratado, lleno de cicatrices, y decidió regresar.
Volvió a la pequeña villa, y esta vez le atacaron antes de que tuviera una oportunidad de abrir su boca. Mientras le azotaban por tercera, y probablemente última vez, les habló nuevamente de Jesucristo, el Señor. Antes de desmayarse, lo último que vio fue a una mujer, que le golpeaba, quien comenzó a llorar.
Esta vez despertó en su propia cama. Quienes antes le habían golpeado tan severamente estaban tratando de salvar u vida y le cuidaban para que recuperara la salud. Toda la villa se había convertido a Cristo.
Éste es un ejemplo vívido de lo que Pablo significó cuando dijo: "completando lo que falta de las aflicciones de Cristo [...] por su cuerpo".
Hay algo profundamente liberador y estabilizador en conocer que Cristo nos llama al sacrificio por la causa del evangelio. Ello nos estabiliza impidiendo que seamos tomados por sorpresa cuando llegue. Y nos libera, para elegir el sacrificio, cuando el amor nos llama por señas. Y comienza a liberarnos de la increíble seducción de la prosperidad norteamericana.
Una historia de entrega sacrificada en Haití
Es casi imposible que los norteamericanos comprendan el cumplido de Jesús a la viuda quien "de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir" (Lucas 21:4). De hecho, Él la alabó. No la acusó de irresponsabilidad. Alabó su sacrificio por la causa de Dios. Para ver este espíritu encarnado, quizá necesitemos dejar a Norteamérica e ir a otro lugar. Stanford Kelly lo ilustra en Haití.2
La iglesia estaba teniendo un festival de acción de gracias y cada cristiano estaba invitado a traer una ofrenda de amor. Un sobre de un hombre haitiano llamado Edmund tenía $ 13.00 en efectivo. Esa era la cantidad de tres meses de trabajo para un obrero allá. Kelly etaba tan sorprendido como quienes cuentan una ofrenda de domingo en los Estados Unidos y descubren un donativo de $ 6000.00 Buscó a Edmund, pero no pudo encontrarlo.
Después Kelly se encontró con él en la villa y le cuestionó. Le exigió una explicación y descubrió que Edmund había vendido su caballo para dar el donativo de $13.00 para la causa del evangelio. Pero, ¿por qué no había venido al festival? Edmund dudaba y no quería responder.
Finalmente dijo, "no tenía camisa para usar".
Lo que estamos viendo en estas semanas es que Dios nos está llamando a prepararnos para sufrir. . . no solo por los efectos morales de la purificación y el refinado; y no solo por el factor de intimidad de ir más profundo con Jesús y conocerle mejor; también porque es necesario completar lo que falta de las aflicciones de Cristo, que sea completado por quienes llevan esos sufrimientos al mundo y muestran el sacrificio amoroso de Cristo mediante los sacrificios amorosos de Su pueblo.
1 Michael Card, "Wounded in the House of Friends," Virtue, Marzo/Abril, 1991, pp. 28–29, 69.
2 Norm Lewis, Priority One: What God Wants (Orange, California: Promise Publishing, 1988), p. 120.