A los que predestinó, a ésos también llamó, parte 1
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. 29 Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.
Cuando el pueblo de Dios es liberado de la adicción a la auto exaltación, la auto justificación, y la auto protección, y vive para el bien eterno de otros pueblos, entonces se convierte en la luz del mundo y la sal de la tierra, y los pueblos verán en él la realidad de Dios y le darán gloria (Mateo 5:14-16). Por tanto, si el propósito de Dios en nosotros debe ser cumplido en el mundo (para dar a conocer su gloria a través de nuestras vidas de amor), entonces debemos encontrar un arma con la que podamos conquistar el orgullo y la inseguridad que alimenta nuestra necesidad de exaltarnos y justificarnos y protegernos con actitudes, planteamientos, y prosperidad.
El arma que Dios ha puesto en las manos de su pueblo es la promesa de Romanos 8:28. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (RVR 1960). La profunda confianza en el corazón de que el Dios Todopoderoso hace que todo lo que me pasa sea bueno es la espada que corta la raíz de la auto exaltación, la auto justificación, y la auto protección. Como dice el verso 31: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”.
Si, por la gracia perpendicular de su voluntad soberana, Dios le ha separado, y hace que todo el dolor y el placer cooperen para su bien, entonces ningún oponente puede realmente tener éxito contra usted. Así que ¿para qué auto exaltarse?, ¿para qué auto justificarse?, ¿para qué desgastarse auto protegiéndose? Si el Señor del Universo ha jurado actuar a su favor, ¿por qué se siente ansioso por lo que otros piensan? ¿Por qué son todos atrapados en la búsqueda de la comodidad y la seguridad? Su Padre sabe lo que necesitan, y hace que todo coopere para su bien. Dejen su exaltación, justificación, y preservación en las manos soberanas de Dios y vivan en libertad para otros.
Cuando el pueblo escogido de Dios crea de corazón en Romanos 8:28, desde el sarampión hasta la morgue, será el pueblo más libre y fuerte, y más generoso del mundo. Si Romanos 8:28 es tan de poderoso en la vida diaria, entonces su fundamento es totalmente práctico. Romanos 8:29-30 es ese fundamento. Mientras mejor lo comprendamos y más profundamente lo creamos, más seguros estaremos de Romanos 8:28. Y eso nos hará un pueblo extremadamente fuerte y amoroso ¡Para la gloria de Dios!
Hoy nuestro enfoque está en la primera oración del verso 30: “y a los que predestinó, a ésos también llamó”. El domingo pasado nos enfocamos en el significado de nuestro llamado y en el significado de nuestra predestinación. Hoy quiero enfocarme sobre la relación entre estos dos. Pero recordemos primero las conclusiones de la semana pasada.
Romanos 8:28 dice que todas las cosas cooperan para el bien de los que son llamados “conforme a su propósito”. ¿Qué significa ser llamados? Significa que Dios ha vencido la rebelión de nuestros corazones y nos ha dirigido hacia Cristo y ha creado fe y amor donde antes había un corazón de piedra. El llamado es creativo y poderoso. Crea lo que ordena. No es como decir « ¡Ven Blackie! ¡Ven Blackie!». Es más como “¡Lázaro, ven fuera!” o “Sea la luz”. El llamado ocurre en la predicación de la Palabra de Dios por el poder del Espíritu de Dios y vence toda resistencia para producir la fe que justifica.
Una de las evidencias fundamentales de esta verdad estaba en el verso 30: “a los que llamó, a ésos también justificó”. Solo las personas con fe son justificadas. Pero Pablo dice que los llamados son justificados. Así que el llamado debe, de alguna forma, garantizar la fe. ¡Y lo hace! El llamado es la creación de la fe. Por tanto, todos los llamados son, de hecho, justificados.
Lo otro que vimos la semana pasada fue que este llamado no es, en ninguna manera, una respuesta a algo que hayamos hecho. El verso 28 dice que somos llamados “conforme a su propósito”. Su plan y propósito es el fundamento de nuestro llamado, no nuestro plan o propósito. Este propósito es descrito en el verso 29. Fíjese al principio del verso 30, que nuestro llamado está basado en nuestra predestinación: “a los que predestinó, a ésos también llamó”. Así que la frase “llamados conforme a su propósito” (v.28), es prácticamente lo mismo que decir que somos llamados sobre la base de la predestinación de Dios en el verso 30. Su propósito y su predestinación son lo mismo.
Y el contenido está dado en el verso 29: “a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. El propósito para el que somos predestinados es compartir la gloria del preeminente Hijo de Dios. El origen de este propósito o predestinación se puede rastrear hacia atrás hasta llegar finalmente al conocimiento previo de Dios: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó...”.
Y el domingo pasado, en la noche, argumentábamos que esto no significa que Dios basa su predestinación sobre nuestra fe auto determinada, la que él sabe, desde antes, que tendremos. Esa interpretación tiene el propósito de preservar la idea de la autodeterminación de la voluntad humana. Pero ya hemos visto que esa fe es producida por el llamado de Dios y no por la auto determinación humana.
Al contrario, lo que hemos visto es hay muchos otros textos que muestran que cuando Dios conoce de antemano, favorece, reconoce, o elige. Así que el significado del verso 29 es que «a quienes Dios elije por su voluntad, o a quienes Dios favorece por su voluntad, también los predestinó para ser conforme a su Hijo, y a quienes predestinó, llamó». Por eso, el llamado de Dios está basado en la predestinación que Dios ha hecho, la que, a su vez, está fundamentada en la elección o selección que Dios hace sin tener en cuenta ninguna de nuestras diferencias.
La conclusión práctica de esta última semana era: si Dios le ha elegido desde antes de la fundación del mundo, sin tener en cuenta ningún mérito o característica distintiva que tenga, y le ha destinado para un futuro glorioso a la semejanza de Cristo, y para lograr ese propósito le ha llamado produciendo fe hacia Cristo y amor hacia Dios, y además le ha calificado entre los que se beneficiarán de la promesa de Romanos 8:28. Entonces ¿no es su confianza en esta promesa mucho mayor ahora, que si hubiera descansado solamente sobre algo tan fluctuante e incierto como su voluntad y decisión? La frase “llamados conforme a su propósito” es el mayor fundamento para nuestra confianza de que la promesa de Romanos 8:28 es realmente cierta para nosotros.
Hoy quiero que descansemos sobre la verdad de que nuestro llamado está fundamentado sobre la predestinación de Dios. Verso 30: “a los que predestinó, a ésos también llamó”. Nuestro llamado, nuestra conversión, nuestra regeneración, la dádiva de nuestra fe, todo está fundamentado sobre la elección y predestinación eternas de Dios, no sobre nuestra auto determinación. Y quiero que descansemos al mirar otros textos del Nuevo Testamento que dicen lo mismo, para que veamos cuán amplio es verdaderamente, en la palabra de Dios, el fundamento de nuestra confianza en Romanos 8:28:
Pablo recuerda como Elías una vez pensó que era el único creyente que quedaba, al igual que algunos, en los días de Pablo, pensaban que Dios había rechazado a su pueblo.
Romanos 11:4-8:
Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla a Baal. 5 Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia de Dios. 6 Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. 7 Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos; 8 tal como está escrito: Dios les dio un espíritu de estupor, ojos con que no ven y oídos con que no oyen, hasta el día de hoy.
Note que tal como Dios había obrado a fin de guardar para sí mismo un grupo de verdaderos creyentes en los días de Elías, así ha obrado en los días de Pablo. Y Pablo los llama un remanente “conforme a la elección de la gracia de Dios”. El hecho es que existe un grupo de personas que creen, que han nacido de nuevo, que se han convertido, y que son llamados a ser conforme a Cristo en un acto de elección por gracia. La elección es el fundamento del remanente que cree, no al revés. No dice que Dios los eligió según ellos creían, como si la elección se basara en la fe que se sabía que existiría de antemano. No. Verso 5: “ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia de Dios”.
2da a Timoteo 1:8-9:
Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios, 9 quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad.
Nuevamente Pablo dice que el llamado no se debe a nuestras obras. Se debe al propósito de Dios. Verso 9: “nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia”. Nuestro llamado descansa en su propósito, no en el nuestro. Y la gracia de este propósito “nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad”. Nuestro llamado está fundamentado en la elección eterna de Dios. A los que predestinó, a esos también llamó.
2da a los Tesalonicenses 2:13:
Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
No dice que Dios les escogió sobre la base de la previsión de que ellos tendrían fe. Dice lo opuesto: Dios los escogió con el objetivo de salvarlos por la obra del Espíritu y por fe. La fe auto-determinada del hombre no dio lugar a la elección de Dios. Por el contrario, la elección dio lugar a la fe. “A los que predestinó, a ésos también llamó”.
Efesios 2:4-6:
Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, 5 aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), 6 y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús...
Usted pudiera preguntar, «En este texto ¿dónde ve la predestinación y la elección?» La respuesta es que la veo en la palabra amor. Pero usted pregunta: « ¿No ama Dios a todos? La respuesta es que Dios no ama a todas las personas de la misma manera. El amor mencionado aquí no es el amor universal que hace que Dios dé vida y aliento, sol y lluvia. Oh no, es un amor muchísimo más precioso que eso.
Pablo dice: debido a ESTE amor Dios nos dio vida cuando estábamos muertos. Ahora, si Dios amó a todas las personas con ese amor, todas las personas deberían tener vida en Cristo y todas deberían ser salvas. Cuando Pablo se glorió en el amor de Dios para él en Cristo Jesús, no se glorió solo en la OFRENDA de salvación que Dios proveyó para todos los que vendrían a Cristo. Se glorió en una verdad más maravillosa y profunda: Dios le había llevado hacia Cristo. Una vez estuvo muerto en pecado, ahora está vivo. Y la fuente desde donde fluyó este milagro es el amor de Dios. Y como Dios no hace esto para todos, este es un amor que selecciona. Y por tanto, la elección sí se encuentra en este pasaje y es el fundamento de nuestra conversión, de nuestra regeneración y de nuestra fe: “a los que predestinó, a ésos también llamó”.
1ra a los Corintios 1:26-31:
Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; 28 y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; 29 para que nadie se jacte delante de Dios. 30 Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús [literalmente: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús”, RVR 1960], el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención, 31para que, tal como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
Consideren su llamado. Es decir: miren alrededor suyo en Corinto y vean el tipo de personas que se han vuelto cristianas. Consideren quiénes han sido llamados creativamente a la fe ¿Qué ven? No hay muchos sabios, o poderosos, ni muchos nobles ¿Por qué no? Porque Dios es quien está escogiendo a los que serán salvos en Corinto. Y Dios tiene el propósito de elegir de esa manera para cortar la raíz de cualquier auto exaltación. Tres veces Pablo dice: “Dios ha escogido”. Dios no deja el asunto de la salvación en las manos de la autodeterminación del hombre, porque entonces nosotros determinaríamos cual fuera la estructura de la iglesia y tendríamos algo de qué gloriarnos.
El verso 30 dice literalmente: “Mas por él [es decir: por Dios] estáis vosotros en Cristo Jesús”. Nosotros no nos pusimos a nosotros mismos en Cristo Jesús. Dios obró para que fuéramos unidos a Cristo en fe ¿Para qué? Para que nadie se jacte en su presencia. Por tanto, ¡el que se gloríe, gloríese en el Señor! Dios eligió en Corinto. Y sobre la base de esa elección, llamó, es decir, injertó a las personas en el olivo que es Cristo. “A los que predestinó, a ésos también llamó”.
Hechos 13:47-48
Pablo estaba predicando en la sinagoga de Antioquía de Pisidia. Cuando el sermón había terminado Lucas hace un comentario que nos muestra su profunda armonía teológica con los mismos escritos de los apóstoles. Pablo cierra su presentación con estas palabras:
Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los gentiles a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra. 48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna.
Este pasaje es casi idéntico al texto de Pablo en Romanos 8.30. Decir que “a los que predestinó, a ésos también llamó” es lo mismo que decir: “creyeron cuantos estaban ordenados [desde antes] a vida eterna”. La doctrina de la predestinación de Pablo no le disuadió en lo más mínimo en su labor misionera en las fronteras no alcanzadas. Todo lo contrario, le incitó al saber que Dios tenía a muchos entre las naciones a quienes llamaría con un poder creador en la predicación del evangelio (Hechos 18:10). Aquellos a quienes Dios predestinó, Dios ciertamente llamaría. En esto yace la esperanza y confianza de toda la empresa misionera.
Juan 8:46-47; 10:25-27
En este evangelio Jesús repetidamente plantea el asunto de por qué algunas personas creen en él y otras no. Él nunca dio la respuesta popular de que se debe a la autodeterminación humana. Una y otra vez señala hacia atrás, hacia algo más profundo.
¿Quién de vosotros me prueba que tengo pecado? Y si digo verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios. (8:46-47)
Que una persona esté dispuesta a creer la palabra de Dios se debe a algo mucho más profundo ¿Es esa persona DE DIOS o no es DE DIOS? Es decir, ¿es esa persona escogida de Dios?, ¿nacida de Dios?, ¿llamada de Dios? Y así podríamos seguir con tantos “de Dios” como queramos escuchar. Todos los que están ordenados para vida eterna creen. “A los que predestinó, a ésos también llamó”.
las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí. 26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen... (Juan 10:25b-27)
“Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas”. Fíjese que no dice: «Ustedes no pertenecen a mis ovejas, porque no creen». Mi pertenencia al rebaño de Jesús no depende de mi fe. Debo creer para dar evidencias de que pertenezco a las ovejas del Señor. Y si persisto en la incredulidad entonces es evidente que no pertenezco al rebaño del Señor. Pero mi fe no me convirtió en una oveja. Dios me hizo una oveja según la elección de gracia que hizo conmigo por medio de Cristo Jesús desde la eternidad. Y cuando las ovejas escuchan el evangelio, creen. A los que predestinó para ser ovejas, ¡también los llamó creadora para creer!
Llego entonces a la conclusión de que hay un amplio fundamento en el Nuevo Testamento para la verdad que hay en Romanos 8:30: El llamado de Dios está fundamentado principalmente en la predestinación, y esta predestinación no está fundamentada en nada que tengamos: no en nuestra valía como individuos (porque entonces todos calificarían), ni en nuestra fe (que es un don de Dios). Nuestra elección es incondicional. Nuestra predestinación es incondicional. Y nuestro llamado creativo es incondicional. “A los que de antemano conoció, también los predestinó [...] a los que predestinó, a ésos también llamó”.
Implicaciones
1. Somos confrontados con las opciones de la especulación filosófica popular, por un lado, y la doctrina bíblica profunda, por el otro. La filosofía popular dice que debemos tener el poder de la última auto-determinación, para que podamos ser responsables de nuestras elecciones. La Biblia, por otro lado, deja en claro en cientos de lugares que no tenemos el poder de la última autodeterminación y sin embargo, somos responsables de nuestras elecciones ¿Creerá a la filosofía humana, o a la Biblia? ¿Ha ganado la Biblia suficientemente su confianza de modo que usted terminará sometiendo sus propias suposiciones heredadas ante sus juicios de ella? ¿O seguirá tratando de someterla ante sus juicios propios?
Una de las críticas que algunas veces vienen contra aquellos de nosotros que abrazamos las doctrinas de la elección incondicional y de la soberanía de la gracia, es que estamos esclavizados a la lógica y somos guiados por un racionalismo inexorable que nos fuerza a decir cosas acerca de Dios que no son enseñadas en Las Escrituras. Creo que esto es cierto en algunas personas.
Pero mi experiencia me enseña que también ocurre exactamente lo opuesto. Recientemente le pregunté a un amigo cómo lidiaba con las palabras de Hechos 13:48: “creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna”. «Oh, lo interpreto a la luz de todas las otras Escrituras que enseñan que el hombre tiene el poder final de auto determinación». Así que pregunté « ¿Cómo cuál? ¿Pudiera darme un ejemplo de esos textos?». Él dijo «Bueno no, pero está implícito en todas».
Lo que se hizo evidente después de una pequeña discusión fue que él ASUMÍA, PRESUPONÍA, que no podemos tener responsabilidad sin auto determinación humana, y por eso, donde quiera que veía responsabilidad en la Biblia, veía el poder de la auto determinación humana. Pero ¿de dónde obtuvo esta SUPOSICIÓN y esta PRESUPOSICIÓN? No de la Biblia. La obtuvo de las habituales suposiciones de la humanidad (caída). ¿Quién está ahora esclavizado a la filosofía y a la lógica?
Estamos ante una elección crucial: ¿dejaremos que las Escrituras nos enseñen cosas que son extrañas a nuestro modo de pensar? ¿O traeremos nuestras suposiciones heredadas ante el texto y diremos: «Estas cosas no pueden ser ciertas, no están de acuerdo con mis presunciones»?
2. Las doctrinas de la elección y predestinación incondicionales de Dios y del llamado creador tienden a arrancar de raíz toda nuestra jactancia y nuestro orgullo y nuestra auto confianza. Muchas veces he argumentado con otros teólogos que dicen: «No es necesario eliminar la autodeterminación final del hombre a fin de eliminar la jactancia. Todo lo que hay que hacer es insistir en la fe para salvación en lugar de las obras meritorias». Ellos argumentan a partir de Romanos 3:27 que la fe elimina la jactancia. Así que no necesitamos decir que la fe es un don a fin de sacar de raíz la jactancia y el orgullo y la auto confianza.
Mi respuesta es doble. Primero, no me siento guiado por la lógica al llamar a la fe un don para de gobernar a nuestro orgullo; soy guiado por la exégesis. El Nuevo Testamento enseña que estamos muertos en nuestros pecados y debemos ser llamados creadoramente. La fe exigida debe, también, ser creada si alguien debe ser salvado. No evoqué esta idea porque crea que es una buena manera de destruir el orgullo. La Biblia lo ENSEÑA. Y ella sí ayuda a vencer el orgullo.
Y segundo, creo que la razón genuina por la que la fe del Nuevo Testamento gobierna completamente nuestra jactancia es que ella es una confianza en Dios, no solo para la provisión de la salvación en la cruz, sino también para la aplicación de la salvación en mi corazón. En otras palabras, mi fe no solo dice: «Escojo confiar en Cristo». También dice: «Escojo confiar en que Dios el Padre me guiará hacia Cristo y me dará la voluntad para confiar en Cristo» (Juan 6:44,65). O, para decirlo aún de otra manera, la fe descansa en todas las verdades de la Biblia, no solo en algunas de ellas. La fe elimina toda jactancia y orgullo y auto confianza precisamente hasta el punto de que es una fe en que Dios hará por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos (lo que incluye la voluntad de creer). La fe confía en Dios para todo lo que tiene que ver con la salvación, no solo algunas cosas. Y la salvación incluye nuestro llamado creador que produjo nuestra fe.
Si usted se estuviera ahogando, y el hijo de Dios lanzara un salvavidas cerca suyo, y usted nadara hasta allí, y luego remara hacia la orilla, le agradecería. Usted no tendría ningún crédito por el salvavidas.
Pero suponga que usted ha sido enemigo de Dios durante toda su vida, y estuviera muerto en el fondo del lago, y él le encontrara y le trajera hasta la orilla, y peleara tan arduamente a su favor que cuando usted vuelve a vivir, él cae a su lado exhausto, y muere. Y suponga que mientras usted se arrodilla junto a su cuerpo con lágrimas de amor corriendo por su rostro, escuchara una voz del cielo diciendo: «Este es mi Hijo amado, en él tengo complacencia ¡Levántate Hijo mío!». Y él resucita y se levanta sobre sus pies y mira hacia abajo (donde está usted) con la satisfacción más profunda que haya visto jamás. Y le toma por la mano y le pone sobre sus pies con gentileza y con firmeza, y le dice: «Sígueme, y haré que todas las cosas obren para tu bien todos los días de su vida».
¿Cuál es su idea de cómo fue salvado? ¿Pudiera ser que muchas de las batallas de su vida se deban al hecho de que nunca entendió como fue salvado? ¿O quizás en realidad nunca fue salvado?
3. Las doctrinas de la soberana gracia de Dios tienden a producir humildad, mansedumbre y paciencia entre los que la abrazan. Efesios 4:1-2 dice: “que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros”. Una de las razones por las que un llamamiento muy elevado produce un peregrinaje muy humilde es que la decisión de Dios de llamarnos a su Reino no se debe, en lo absoluto, a nada que tengamos.
Una vez que usted es atrapado en su corazón por la seguridad de que Dios le escogió para salvación desde antes que creyera o hubiera hecho algo, su inclinación a jactarse por encima de otras personas será arrancada de raíz. “¿Qué tienes que no recibiste? [Dijo Pablo] Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? (1ra a los Corintios 4:7).
Un niño que tiene dos cohetes en Navidad puede jactarse ante su hermano que solo tiene un cohete, pero solo SI sus padres fundamentan sus elecciones en la valía relativa del niño o en las decisiones auto determinadas que haya tomado. Pero si la elección es hecha sin tener en cuenta la valía del niño, si la elección es hecha buscando fines buenos y sabios, que están mucho más lejos de la habilidad de comprensión que tiene el niño, entonces, la jactancia ante su hermano es excluida. La manera más humillante de ser tratado en todo el mundo es ser tratado con misericordia absoluta.
4. Si la doctrina de la gracia soberana de Dios es cierta, entonces Dios realmente puede cumplir las promesas de su nuevo pacto al escribir su ley en nuestros corazones (Jeremías 31:33) y hacer que caminemos en sus estatutos (Ezequiel 36:27), y además hacernos conforme a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29). Si Dios dejara el poder de la autodeterminación final en nosotros, no podría cumplir sus promesas de tener algún día un pueblo que realmente le obedeciera.
Si todos los pueblos del mundo tuvieran realmente el poder de la autodeterminación final y decidieran usarlo para rebelarse contra Dios, él no pudiera hacer nada para detenerlos. La única manera en que la promesa de Dios de tener un pueblo con un nuevo corazón de obediencia puede ser garantizada es decir que Dios vencerá la autodeterminación al pecado de los pueblos y les dará un nuevo corazón y hará que caminen en sus caminos. Y así, la doctrina del llamado creador de Dios fundamentada en su elección incondicional, se convierte en la base misma de nuestra confianza de que Dios cumplirá en nosotros sus promesas del nuevo pacto: “les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre” (Jeremías 32:39).
5. No solo eso, la promesa misionera de que un día habrá creyentes de toda tribu, lengua, y nación adorando a Dios en el Reino, estaría sin garantía si la salvación fuera dejada en las manos de la autodeterminación final de los seres humanos. El realidad de que Dios tiene el poder y derecho de llamar creadoramente a quien decide de entre cada grupo de personas sobre la tierra, es un sólido fundamento para nuestra confianza de que la gran comisión no será frustrada por la dureza de los corazones humanos. Las doctrinas de la gracia son la dinamita de Dios en los lugares más difíciles para la evangelización mundial.
6. La soberanía de Dios en la salvación fortalece la verdadera seguridad del creyente. Si usted cree que Dios le ha escogido desde la eternidad, y que le ha predestinado para compartir la gloria de su Hijo, y que por esa razón ha obrado milagrosamente para llamarle de muerte a vida y convertirle en un creyente de Cristo, entonces tendrá una tremenda confianza de que él está de su parte y terminará la obra de salvación que comenzó en la eternidad.
Pero si usted solo cree que Dios diseñó una forma general para la salvación con ninguna persona específica en mente, y que depende exclusivamente de usted ser parte o no de esta salvación; entonces su seguridad descansará en un fundamento mucho más débil. Considero una verdad muy preciosa saber que Dios ha dicho que mi vida eterna está fundamentada en su decisión eterna de darme un lugar en la gloria de su Hijo y que mi propia fe es parte de su esfuerzo omnipotente de cumplir ese propósito en mí ¡Qué gran seguridad podemos encontrar!
7. La obra del ministerio es indispensable e invencible. Pablo dice en 2da a Timoteo 2:10: “todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna”.
Definitivamente, los elegidos OBTENDRÁN la salvación: “a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”. Nadie descarriar a los elegidos (Mateo 24:24). Por tanto, el ministerio es invencible.
Sin embargo, Dios ha ordenado que la forma en que elije sea guardada del error y la incredulidad, y por tanto la salvación es por el ministerio de la Palabra y la oración. Por eso Pablo dice que lo soporta todo por amor de los elegidos, para que obtengan la salvación. El ministerio de Pablo es el medio señalado de Dios para guardar la fe de los elegidos por medio de la nutrición de la Palabra. El ministerio a los elegidos es indispensable –es el medio ordenado por Dios para hacer que ellos resistan hasta el final; y ese ministerio es invencible- las ovejas siempre escuchan la voz del verdadero pastor, y responden.
8. Hasta que usted abrace la doctrina de la elección y predestinación incondicionales de Dios, y del llamado creador, nunca podrá realmente aceptar el significado de la gracia y nunca dará la gloria a Dios que él merece.
La llamamos “gracia soberana” porque la gracia no es solo una oferta para salvación, es también un poder que salva. Pablo lo muestra claramente en Efesios 2:5: “aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (POR GRACIA HABÉIS SIDO SALVADOS), 6 y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús”. Pablo insertó ese paréntesis para enseñarnos que la gracia es un poder que resucita a los muertos, y es TOTALMENTE inmerecido.
Nunca sentiremos la plenitud de la maravillosa gracia hasta que rindamos nuestro reclamo por tener la última palabra en nuestra propia salvación. Nunca respetaremos lo suficiente la soberanía de Dios sobre nuestras vidas, ni le daremos la gloria por toda nuestra salvación hasta que reconozcamos en nosotros nuestra inutilidad, tan absoluta que provocó que él lo hiciera todo.
Lucas nos dice una historia sobre Herodes en el libro de los Hechos. Un día Herodes se puso sus ropas reales y se sentó en su trono real, y declamó un discurso para sus visitantes de Tiro y Sidón. La gente estaba ansiosa por agradar a Herodes y gritó: “¡Voz de un dios y no de un hombre es ésta!”. Y Lucas dice que inmediatamente un ángel del Señor lo hirió, porque no dio la gloria a Dios; y murió comido por gusanos (Hechos 12:23).
Por esta razón pregunto: Si la ira de Dios se manifiesta contra un hombre por no haber dado la gloria a Dios en algo tan pequeño como la excelencia en la oratoria, ¿cuánto más peligro corren las cabezas de los que rehúsan dar a Dios la gloria por el don de fe que es mucho mayor?