No hay acepción de personas para con Dios, parte 1
Porque no hay acepción de personas para con Dios. 12Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Creo que sería bueno para nosotros, finalizando el año, ver una gran verdad acerca de Dios y una gran verdad acerca del hombre; y ver como estas dos verdades aportarán algo al mundo en el 1999, si las ve y las abraza como lo que son. No traigo dos verdades a este texto, ellas llegaron a mí a través del texto. Entonces, leamos y tratemos de seguir la línea de pensamiento de Pablo en Romanos 2:11-16.
Entrando en la Mente de un Escritor Inspirado
Y digo, ‘línea de pensamiento’ porque así es. Su pensamiento no se mueve en círculos, sino que es una línea desde una premisa hasta la próxima para establecer su punto principal. Solo cuando usted reflexiona sobre este argumento, y acerca de cómo lo elabora, ve las dos verdades (una acerca de Dios, y otra acerca del hombre). Tratemos entonces de seguir el razonamiento de Pablo. Razonemos junto a él.
Hacer esto es apasionante: ser capaces de razonar junto a un escritor inspirado. Algunos han descubierto cuan excitante puede ser razonar junto a un gran escritor, digamos, Agustín, o Anselmo, Aquino, Calvino, Descartes, Lutero, Pascal, Locke, Kant, Milton, o Shakespeare. Sentir que de verdad se ha entrado en el mundo de sus pensamientos, y se ha visto lo que el escritor vio, y que se ha apropiado de eso a través de la asombrosa acción de entender. Pero todos pueden experimentar algo aun más apasionante, y es entrar al mundo del pensamiento, no de un gran escritor, sino de un escritor divinamente inspirado, que no está escribiendo a partir de un mero don natural, sino de una revelación sobrenatural. Entrar a esa clase de mente, y seguir esos pensamientos, y ver aquella realidad es una emoción que no tiene paralelo en la lectura de toda la literatura, ni en el visionado de toda la televisión, o de todos los videos y películas. Yo anhelo eso para todos ustedes.
Entonces acompáñenme. Revisen solo por un momento lo que Pablo está haciendo aquí en Romanos 2. En los versículos del 1-5 hizo notar que las personas de su tiempo con altas normas de moral, especialmente muchos parientes suyos, los judíos, eran culpables de hipocresía. Ellos señalan con el dedo a los inmorales gentiles mencionados en el capítulo uno, pero haciendo eso, dice Pablo, se acusan a sí mismos, porque hacen la misma serie de cosas.
Luego el explica en los versículos 6-10 que el juicio sobre los judíos y los gentiles va a ser “conforme a sus obras”, no conforme a sus etnias o ventajas religiosas. Los judíos y los gentiles recibirán o no la vida eterna sobre las mismas bases. ¿Corroboran sus obras su fe?
No Hay Acepción de Personas para con Dios
Ahora, en el versículo11 Pablo expone el principio de la verdad acerca de Dios, subrayando este contundente argumento: “porque no hay acepción de personas para con Dios”. Es por esto que Dios no juzgará a los judíos y los gentiles conforme a su experiencia, circunstancias, cultura, o ventajas religiosas, sino conforme a algo más íntimo. Esto es fundamental acerca de Dios, la imparcialidad. Ésta es una de las dos verdades que quiero que comprendan en esta mañana, así que necesitamos abundar en ella. De hecho, el resto de este texto se basa en ella y la enlaza a una segunda gran verdad acerca del hombre.
Ésta es una verdad tan importante acerca de Dios que el Nuevo Testamento parece haber inventado, no una palabra para ella, sino varias. Antes del Nuevo Testamento no aparece el uso de la palabra utilizada aquí para “parcialidad”o “acepción de personas”. La idea estaba allá, en el Antiguo Testamento: Dios no “recibe-rostros”, dirían ellos, o sea, es “imparcial”; no es conmovido por las irrelevantes apariencias externas. Ve a través de ellas y va al corazón del asunto. No es parcial con las apariencias o circunstancias. Nadie rompe las reglas y se sale con la suya, no importa cuan poderoso, hábil, rico, o trabajador pueda ser. Todos son juzgados con la misma medida.
En el Nuevo Testamento era tan importante aclarar esto, que los escritores tomaron estas dos palabras, “recibe rostros” y la combinaron para formar un nuevo verbo en Santiago 2:9: “ser-unos-recibe-rostros” (prosopolempteo) y dos nuevos sustantivos- “recibe-rostros” (prosopolemtes, Hechos 10:34) y “recepción-de-rostros” (propolempsia, Romanos 2:11; Efesios 6:9; Colosenses 3:25, Santiago 2:1) Pablo dice que no hay “recepción-de-rostros” con Dios.
¿Cómo Puede Dios ser imparcial si solo los judíos habían recibido la ley?
Aquí hay un problema, una objeción que tiene que ser respondida. Por eso Pablo avanza otro paso en su argumento. Esta es la objeción: Dice usted Pablo, que Dios va a juzgar a todas las personas conforme a sus obras, y por ende imparcialmente; pero de hecho, Dios le dio la ley de Moisés solo a los judíos, y solo ellos tienen acceso a lo que la ley demanda, mientras que el resto del mundo no. Entonces ¿cómo puede usted decir que Dios es imparcial al juzgar conforme a las obras, cuando solo le ha dicho a un grupo de personas cuáles son las obras que deben hacer?
Esta es la primera parte de su respuesta, desde el versículo 12: Dios es imparcial “Porque todos los que sin ley han pecado [es decir, las naciones que no tienen la ley del Antiguo Testamento de Moisés] sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado [los judíos que tienen la ley de Moisés] por la ley serán juzgados.” Pueden ver que ésta es la respuesta directa a la objeción: ¡No tienen igual acceso a aquello por lo que tendrán que responsabilizarse!
Esta es una objeción que surge mucho cuando se defiende al cristianismo de sus críticos: ¿Y qué hay con las personas que no tienen el mismo acceso a la Biblia que ustedes? ¿Cuál es la respuesta de Pablo? Dice: ‘usted tiene razón: diferentes grupos de personas tienen diferentes ventajas cuando se mide la cantidad de verdad que Dios ha revelado’; pero después añade: ‘en su juicio, Dios no hará acepción de personas con los que tenían mayor acceso a la verdad, el juicio de Dios será conforme a la verdad que estas personas tengan’. Entonces, en el versículo 12: “todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados”. No se acudirá a la ley de Moisés para condenar a aquellos que pecaron sin tener acceso a la ley de Moisés. Solo será utilizada para juzgar a aquellos que tuvieron acceso a ella.
No Tener la Ley no es el Principio Fundamental del Juicio
Cuando perece alguien que nunca ha escuchado la ley de Moisés, no es porque nunca haya escuchado la ley. No escuchar la ley de Moisés no condenará a alguien. Y escucharla no le salvará tampoco. Eso es lo que Pablo dice en el versículo 13, “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” En otras palabras, tener acceso a la ley moral de Moisés, escucharla y conocerla no es una ventaja en el día del juicio final. En el juicio, la cuestión no será: ¿Cuánto de la ley poseía, escuchó y conoció usted? Sino: ¿Cómo respondió en su corazón y con sus acciones a la ley que conocía?
En pocas semanas regresaremos a la frase del versículo 13, “los hacedores de la ley serán justificados” para explicar como concuerda esto con la justificación que es por la fe. Mientras, percátese de tres cosas: 1) Obedecer la ley podría incluir confiar en la gracia de Dios para la salvación, si la ley ordena que debemos confiar en Dios de ese modo; 2) No dice que la justificación se basa en hacer la ley, sino solamente que los hacedores serán justificados; no se dice si el “hacer” o alguna otra cosa es la base de la justificación; 3) Percátese de que la justificación es futura: “los hacedores de la ley serán justificados” Esto probablemente hace referencia al juicio final, como también en los versículos 7-10. Así que por ahora, les sugiero interpretar “los hacedores de la ley serán justificados”, porque es la misma enseñanza que aparece en el versículo 7, la vida eterna se les dará a los que perseveran en bien hacer.
No pierdan aquí el punto principal de este argumento: Tener o no la ley no es la el principio fundamental sobre el que se establece el juicio en el último día. El principio es hacerla.
¿Cómo Puede Usted Hacer La Ley Si No La Ha Leído?
Todo esto da inmediatamente origen a otro problema al que Pablo tiene que responder ahora. Alguien va decir: ‘¿Cómo puede alguien hacer lo que exige la ley, si no tiene una copia de la ley para leer y seguir? Pablo, usted dice que hacer (y no escuchar) es lo que cuenta, pero aun aquellos que tienen la ley tienen una ventaja, porque ellos saben lo que tienen que hacer.
Los versículos 14 y 15 son la respuesta de Pablo. “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.”
Así que la respuesta de Pablo a la pregunta: ¿Cómo puede Dios ser imparcial al juzgarnos conforme a nuestras obras, si los judíos tienen la ley y los gentiles no? Es que los gentiles tienen la ley, la ley moral de Dios escrita en sus corazones, lo dice el versículo 15. O como dice el versículo 14, “son ley para sí mismos.” Luego en el versículo 15b él nos muestra como evidencia que todas las personas alrededor del mundo sienten una obligación moral correcta, y sus conciencias confirman esto con el conflicto de auto-defensa y auto acusación que siempre se origina.
Ahora bien, entendemos toda la línea de pensamientos que tenemos delante nuestro, desde el versículo 11 en adelante. Primero Pablo dice que “no hay acepción de personas para con Dios” (versículo 11). Luego lo defiende en el versículo 12 diciendo que el juicio de Dios será conforme al cómo respondemos a la cantidad de verdad a que tengamos acceso. Después explica (versículo 13) que el mero escuchar de la ley no es una ventaja para los judíos en el día del juicio, y que el no haberla escuchado no es una desventaja para los gentiles, porque la cuestión no es escucharla sino hacerla. Después explica (versículos 14 y 15) que en realidad la ley sí está disponible para aquellos que no tienen copia de la ley de Moisés, porque Dios la ha escrito en nuestros corazones y nos ha dado una conciencia para despertarnos a este conocimiento moral en nuestros corazones.
Todos Tienen la Ley de Dios en sus Corazones
Ahora aquí está la segunda gran verdad que quiero que vean en esta mañana; la verdad acerca del hombre. Todo ser humano tiene la ley moral de Dios estampada en su corazón. Pablo está enseñando algo inmensamente importante acerca de la naturaleza humana. Note la redacción del versículo 14: “cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos” En otras palabras, Pablo nos está diciendo algo fundamental sobre la naturaleza humana. Esto es lo que significa ser humano, tener la ley de Dios impresa, o estampada, escrita en nuestros corazones.
Ya hemos visto ésta enseñanza anteriormente en el verso 1:32 (“quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte”), el 1:26 (“sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza”) y el 1:21 (“habiendo conocido a Dios”). El objetivo de todo esto es acentuar que todo ser humano es culpable ante Dios porque todos (1:18) detienen la verdad y ninguno está contento ni siguiera con las demandas de su propia conciencia, mucho menos con todas las demandas que Dios le ha dado a conocer. A pesar de esto, todos son responsables para Dios y estarán sin excusa en el día del juicio. Todos los judíos y todos los gentiles son responsables para Dios, son culpables y están bajo el poder del pecado.
Ahora estamos en una posición que nos permite ver claramente las dos grandes verdades que mencioné en el comienzo: una acerca de Dios y otra acerca del hombre.
La verdad acerca de Dios es que él no hace acepciones de personas. Lo que significa que no juzga en base a la suposición de que todos tenemos acceso a la misma cantidad de verdad, sino de que todos tenemos la verdad que necesitamos para ser considerados responsables, y seremos juzgados por nuestra respuesta a la cantidad de verdad que poseemos, no a la que no tenemos. Dios está tan comprometido con esta dimensión de su justicia, que la asegura creando a cada ser humano con su ley moral inscrita, y con la capacidad de reconocer su gloria revelada en la naturaleza. Él es imparcial, no solo con lo que encuentra en el mundo; además Él ve el mundo algo que se ajusta a su imparcialidad.
Y la segunda gran verdad (acerca del hombre) está elaborada sobre la primera (acerca de Dios), o sea, todo ser humano tiene la ley moral de Dios estampada en su corazón. Toda alma humana, a medida que adquiere conciencia, sabe que está creada por Dios, que depende de Dios y debe honrar y darle gracias a Dios (1:20-21). Debe, además, hacer las cosas que están escritas en su corazón (2:14-15) y dejar de ser dignos de muerte (1:32).
El Impacto De Estas Dos Grandes Verdades
Ahora bien, estas son grandes verdades que debemos conocer y tendrán un impacto en su vida si las abraza como lo que son: Aquí están tres ejemplos de la clase de diferencias que esto podría causar en su vida: si sabe que usted es así, que sus hijos son así y que los demás son así.
1. Considere una consecuencia de saber que usted es así. Si Dios es imparcial y juzga a través de normas fijadas que ha revelado, y si usted en lo profundo de su naturaleza humana como imagen de Dios, tiene la ley moral de Dios estampada en su ser, entonces saber y abrazar esto le dará una tremenda seriedad, solidez y estabilidad a sus convicciones acerca de Dios y la verdad, de lo correcto e incorrecto. Porque usted claramente ve que existen normas morales y verdades establecidas que no surgen de usted. No son meras opiniones humanas, vienen de Dios, sin nuestra influencia. La vida no es una cafetería de igualdad de opiniones de entre las cuales puede escoger. La vida viene con profundas dádivas. Dios existe. Dios es imparcial. Dios es y conoce la verdad. Dios la ha impreso en los corazones humanos. Esta verdad es reconocible. Seremos juzgados por ella. Por tanto la vida no es trivial. Y nuestras convicciones acerca de Dios y la moralidad ganan seriedad, solidez y estabilidad.
2. Considere una consecuencia de saber que sus hijos son así. Mire a sus hijos como a seres cuyas almas Dios creó a su imagen, con la ley moral de Dios inscrita. Mire a ellos como a seres dotados, como a ninguna otra criatura, con la capacidad de conocer a Dios. De hecho, conocerán a Dios lo suficiente como para perecer o vivir gracias a ese conocimiento. Reflexione, mientras mira a su hijo, en que ahí está una persona que ha sido preparada especialmente para vivir de acuerdo con la bondad y la verdad. Ahí está un ser que debes apreciar debidamente, un ser que hay que respetar, que no debe ser abandonado, cuyo propósito principal en el universo ha sido establecido por Dios: que él o ella conozca a Dios y haga su voluntad. Saber que su hijo es así le hará tomar más en serio su paternidad y el glorioso privilegio y responsabilidad de unirse a la labor interna de Dios para traer a este niño a Cristo y hacer que conozca a Dios y le ame.
3. Finalmente, considere dos consecuencias de saber que los demás son así. Todas las personas que conoce en el trabajo, la escuela, o el barrio tienen escrita la ley de Dios en sus corazones. Todas las personas que conoce, conocen al Dios imparcial. Sea que ‘detengan’ o no la verdad, el hecho es que la tienen. En lo profundo de su ser conocen a su Creador. Dios ha tratado profundamente con ellos antes que usted ni siguiera entrara en escena. Dios se ha adelantado a usted preparándolos para sí mismo y para que hagan su voluntad.
Entonces aquí esta la primera consecuencia: No pierdan la esperanza cuando hagan evangelismo en 1999, no minimicen el poder segador del pecado, pero tampoco se desesperen pensando que no existe conexión entre Dios y la persona con que trata. Existe una conexión, más profunda de lo que jamás haya soñado. Hablen la verdad con amor y a Dios puede que le agrade establecer la conexión entre lo que ellos conocen por naturaleza, y lo que les está diciendo de la palabra de Dios.
Y la última consecuencia es esta: ¡cuidado con despreciar a alguien! Cada vez que desaprueba a alguien: un político, colega, miembro de la iglesia, líder, o persona de otra raza o cultura, recuerde que Dios ha escrito su ley en el corazón de esa persona y le ha dado el conocimiento de Dios. Esto es para maravillarnos y asombrarnos, no para despreciar a nadie. La naturaleza humana a la imagen de Dios, caída y depravada como está, a pesar de todo, debe esparcir el aroma de la santidad y reverencia por encima de toda repugnancia y desacuerdo. Existe una honra que pertenece al hombre, como imagen de Dios que es, y es que Dios escribe su ley en todos nuestros corazones.