La Palabra de Dios está obrando en usted
1ra a los Tesalonicenses 2:13-16
Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotas, tal como ellos padecieron a manos de los judíos, los cuales mataron tanto al Señor Jesús como a los profetas, y nos expulsaron, y no agradan a Dios sino que son contrarios a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que se salven, con el resultado de que siempre llenan la medida de sus pecados. Pero la ira ha venido sobre ellos hasta el extremo.
El jueves en la tarde, escuché el sermón de la semana pasada de Bud Burk sobre la oración. Fui profundamente conmovido. Cristo fue a Getsemaní y a la cruz para que yo pudiera orar. El acceso a Dios en el nombre de Jesús fue amorosamente comprado.
Mi tarea hoy es hacer con la Biblia lo que Bud hizo con la oración. Nuestra costumbre en la semana de oración es intercalar la semana con un mensaje sobre la oración y uno sobre la Palabra de Dios, porque ambos están muy íntimamente relacionados en la Biblia y en la experiencia cristiana.
El salmista ora, "Inclina mi corazón a tus testimonios" (Salmo 119:36). Él ora para querer leer y meditar en la palabra de Dios. La oración y la Palabra.
Él ora: "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18). Ora para poder ver las maravillas en Las Escrituras. La oración y la Palabra.
Pablo dice: "Tomad [...] la espada del Espíritu que es la palabra de Dios Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu" (Efesios 6:17-18). Tome la Palabra orando. La oración y la Palabra.
Dice: "orad por nosotros, para que la palabra del Señor se extienda rápidamente y sea glorificada" (2da a los Tesalonicenses 3:1) Ore para que la Palabra se abra paso y triunfe. La oración y la Palabra.
Y los apóstoles dijeron: "Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra". (Hechos 6:4). La oración y la Palabra.
Así que intercalamos la semana de oración con mensajes sobre la oración y la Palabra en la semana de oración, porque la Biblia pone estos dos elementos muy estrechamente relacionados y porque creemos que esta yuxtaposición es la clave para vivir la vida cristiana. Eso es lo que trataré de mostrarles hoy con ilustraciones sobre cómo es que esto funciona en realidad.
El texto sobre el que edificaremos es 1ra a los Tesalonicenses 2: 13-14.
Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea,
Siete observaciones partiendo del texto
1. Dios ha hablado
Versículo 13b: "Recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios". Así en dos ocasiones dice que esta comunicación es la "Palabra de Dios". Esta no es solo la palabra de un hombre. Pablo está hablando. Pero es la Palabra de Dios. Dios ha hablado y ahora habla mediante Pablo.
Creemos que Dios ha hablado en la historia, y que, por inspiración, la Biblia es el depósito autoritativo de esa Palabra para todos los tiempos.
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra. (2da de Timoteo 3:16–17).
Ésa es la primera observación. Dios ha hablado.
2. Su Palabra viene a nosotros en palabras humanas.
En medio del versículo 13, Pablo dice: "recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios”. De nosotros, usted escucha la Palabra de Dios. Somos humanos. Dios es divino. Estamos hablando a Su favor. Su Palabra es escuchada en palabras humanas.
Cristo había señalado apóstoles que serían sus voceros autorizados. Él les enseña y guía e inspira (y a un grupo de hermanos cercanos a ellos) y ellos hablan Su Palabra en Su favor, con Su autoridad.
Pablo dijo en 1ra a los Corintios 2:13: "hablamos [la verdad de Dios], no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales". Esto es lo que tenemos en el Nuevo Testamento - la Palabra de Dios mediada a nosotros en las palabras divinamente enseñadas de los hombres. Las Palabras de Dios vienen a nosotros en palabras humanas.
3. Los tesalonicenses escucharon las palabras de Pablo.
Versículo 13b: "Recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios...". Dios habló, los humanos dieron Su Palabra mediante sus palabras, y los tesalonicenses la escucharon. Ellos escucharon los sonidos. Conocían el idioma griego. Interpretaron el significado con sus mentes.
Dios utiliza a los humanos para entregar Su Palabra, y la entrega a los humanos. La mente humana escucha y comprende la Palabra de parte de Dios, y entonces otro grupo de mentes humanas la recibe de esas bocas humanas y nuevamente la escucha y comprende.
Nada se ha sido dicho aun sobre cómo los tesalonicenses han evaluado las palabras. Solo que están escuchando y, por implicación, están interpretando. Ellos tratan de dar sentido a lo que escuchan. Así es como hacemos cuando escuchamos a alguien hablar. Así que los tesalonicenses escucharon las palabras de Pablo.
4. Mientras escuchaban, Dios actuó en sus mentes y corazones.
¿Qué hizo? ¿Y cómo lo sabemos?
Lo que hizo fue capacitarles para recibir las palabras de Pablo como la Palabra de Dios. Versículo 13b: "Cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios". Es lo que Dios hizo. Él abrió sus mentes y corazones para que conocieran que Pablo estaba hablando la Palabra de Dios, y les inclinó a recibirla como lo que realmente es, no simples palabras humanas, sino la Palabra de Dios.
¿Cómo sabemos que esto es lo que Dios hizo? Porque al comienzo del versículo 13, justo antes de decir que ellos recibieron su palabra como la Palabra de Dios, Pablo dice: "Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios". ¿Por qué?: “que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios".
Pero, ¿por qué Pablo daría gracias por esta razón? ¿Por qué agradecería él a Dios que los corazones de los tesalonicenses aceptaran la naturaleza divina de la palabra humana? ¿Por qué agradecería él a Dios que los corazones de los tesalonicenses abrazaran las palabras humanas como palabras divinas? La razón es que fue Dios quien les capacitó para hacerlo.
Es lo mismo que cuando Pedro dijo a Jesús: "Eres [...] el Hijo de Dios" y Jesús respondió: "esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mateo 16:17). En otras palabras, Dios capacitó a Pedro para a ver la persona humana de Jesús como a alguien más que humano. Dios capacitó a los tesalonicenses para ver que las palabras humanas de Pablo, eran más que humanas.
"Damos gracias a Dios de que... aceptasteis [el mensaje] no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios”. Damos gracias a Dios porque Él les dio ojos para ver la Palabra como realmente es.
Si usted ha recibido el evangelio como la Palabra de Dios, y creyó, entonces éso fue lo que le pasó. Dios abrió sus ojos. Dios inclinó su corazón. Vio, en las palabras de los hombres, la Palabra de Dios (vea Juan 8:47, 18:37; 1ra de Juan 4:6).
5. Los tesalonicenses aceptaron la palabra de Pablo como la Palabra de Dios.
Lo hemos dicho pero merece su propio punto. Punto 4: Dios actuó. Punto 5: el resultado fue que los tesalonicenses aceptaron la palabra de Pablo como Palabra de Dios.
Hay otra palabra para esta aceptación en el versículo 13: Creencia, fe, o confianza. "La aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis”. Él les llama creyentes no precisamente porque aceptaron su palabra como palabra de Dios.
Así que la fe salvadora involucra la obra de Dios abriendo nuestros corazones (Efesios 1:18) para ver el mensaje de Pablo como Palabra de Dios y aceptarlo, recibirlo. La fe no mira la Palabra de Dios desde la distancia y la declara verdadera. ¡Se aferra a ella, la recibe, la toma, la abraza como "la Palabra de Dios"! Es decir, como algo supremamente valioso, precioso, e importante. Así que los tesalonicenses aceptaron, recibieron, y abrazaron el mensaje de Pablo como la misma Palabra de Dios, como algo supremamente importante y precioso y valioso en sus vidas. Fue recibida como un tesoro, cuyo valor solo es excedido por Dios.
6. Esta Palabra de Dios está obrando ahora en los tesalonicenses.
Versículo 13b: "Recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis”. Así que Dios actuó porque ellos aceptaron la Palabra. Y ahora la misma Palabra está viviendo y está activa en ellos.
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12)
Y, ¿cuál fue, específicamente, el efecto de esta obra? Ésa es la última observación:
7. La obra de la Palabra de Dios produjo una firmeza gozosa en medio del sufrimiento.
Note la relación entre los versículos 13 y 14. Final del versículo 13: "... la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotas, tal como ellos padecieron a manos de los judíos".
Pablo está dando evidencia de que la Palabra de Dios está obrando en ellos. Y dice que esta aceptación de la Palabra de Dios les había guiado hacia el sufrimiento. Pero eso solo no probaría que Dios estuviera obrando en ellos, porque ellos podían haber respondido a su aflicción con ira y duda e incredulidad. Pero no lo hicieron, ¿cómo lo sabemos? Porque Pablo ya lo había dicho claramente y esta es la razón por la que no necesitaba decirlo aquí. Vea 1ra a los Tesalonicenses 1:5-6:
Nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como sabéis qué clase de personas demostramos ser entre vosotros por amor a vosotros. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo.
Mediante el Espíritu Santo, Dios les había dado, poderosamente, gozo en medio de su aflicción. "Nuestro evangelio no vino a vosotros [...] en poder y en el Espíritu Santo...* habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo"*.
Cuando regresamos a 1ra a los Tesalonicenses 2:13-14, vemos cómo es que Dios lo hace. Lo hace mediante Su Palabra, versículo 13, al final: "la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis. . .". De hecho, ustedes sufrieron con gozo. Gozo en el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo les ha dado gozo en el sufrimiento mediante la obra de la Palabra en sus corazones y mentes.
Aplicando el texto a nuestra vida
Así que esta es la verdad que extraigo de aquí para la vida cristiana: Mediante la obra del Espíritu Santo, Dios derrota la tentación (como la tentación a enojarnos y deprimirnos por el sufrimiento), al despertar el gozo mediante la fe en la Palabra de Dios que está obrando en nosotros. Y esa Palabra es, principalmente, la buena noticia de que Cristo murió por nosotros para que todas las promesas de Dios sean sí en Él (2da a los Corintios 1:20).
Veamos ahora, entonces, otra forma de decir la lección. Cuando el Espíritu Santo vence nuestras tentaciones a pecar, al despertar gozo mediante la fe en las promesas de Dios compradas por sangre que obran en nosotros, entonces vivimos la vida cristiana, caminamos por el Espíritu Santo. Así usted puede ver la dinámica que funciona aquí: El Espíritu Santo, la Palabra de Dios, la fe, y el gozo. Por el Espíritu, confiamos en las promesas que traen un gozo que derrota la tentación. ¡Y mientras tanto estamos orando!
Por tanto, permítanme ilustrar ahora cómo es que ésto funciona. Me es útil tener un acrónimo llamado AOCAA [APTAP en inglés]
A - Admito que no puedo, por mí mismo, hacer lo que es necesario hacer.
O - Oro pidiendo la ayuda de Dios.
C - Confío en una promesa específica que Él ha hecho.
A - Actúo para hacer lo que Dios me esté llamando a hacer.
A - Le agradezco por Su ayuda cuando he terminado.
De modo que es así como funciona.
La tentación de temor
Dios le llamó a hacer algo. Usted sabe que es cierto, pero tiene miedo. ¿Qué hace?
Admite honesta y humildemente: "Tengo miedo y no lo puedo hacer por mí mismo". Entonces ora: "Oh Dios, dame coraje. Por favor, no dejes que sea controlado por el miedo. Llévatelo".
Entonces recuerda una promesa específica, hecha a la medida, comprada por sangre, que Cristo ha garantizado para usted mediante Su sangre: "No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10). Usted confía en esta promesa. Dice a Dios: "Tomo esta promesa para mí mismo. Confío en Ti. Ahora eres mi ayuda".
Y actúa. Actúa creyendo que Dios, el Espíritu Santo, está actuando en usted mediante Su Palabra, a través de su fe. Y cuando termina, inclina su cabeza y dice: "Te agradezco, Gracias".
La tentación de la codicia o avaricia
Usted desea algo que no necesita. Y el deseo crece y comienza a ser muy poderoso. Está perdiendo su contentamiento en Cristo, comenzando a sentir que si no lo tiene, será miserable e incluso dejará de buscar a Dios. ¿Qué hace?
Admite que no puede derrotar esta tentación. Es demasiado fuerte. Necesita la ayuda de Dios. Una ayuda poderosa. Entonces ora: "Padre, necesito tu ayuda. Por favor, conquista mi codicia. Echa fuera este anhelo. Restaura mi gozo y contentamiento".
Entonces recuerda una promesa específica, hecha a la medida, comprada por sangre, que Cristo ha garantizado para usted mediante Su sangre, como Hebreos 13:5-6. "Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé, de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Que podrá hacerme el hombre?”
Y confía en esa promesa. Dice: "Sí Señor. Sí. Nunca me dejarás, Tú cuidarás de mí. Eres suficiente. Eres mi contentamiento. Confío en Ti. Creo en ti". Y actúa. Se aleja del ídolo. Y al alejarse del ídolo codiciado, le agradece. "Gracias, Señor. Gracias".
La tentación de amargura por ser agraviado
Alguien le ha herido muy gravemente. O quizás usted ha herido a alguien cercano. Se ha cometido una gran injusticia. Sabe que está mal. Todos saben que está mal. Ya hizo un esfuerzo para lograr una reconciliación bíblica. Quizás usted vio un progreso, o quizás no. Pero se descubre siendo consumido por una ira y amargura recurrentes contra el ofensor. Quizás esté casado con él o ella. O quizás sea su padre o antiguo jefe.
Y sabe que la amargura es mala, pero no parece poder despojarse de ella, porque cada vez que trata, la injusticia sobresale con tanta fealdad que cierra su puño y aprieta sus dientes debido a que este mal no este siendo apropiadamente castigado. No se está haciendo justicia. De hecho, él o ella, quizás ni piensen que hayan hecho algo malo. La vida quizás esté yendo muy bien para ellos mientras usted lidia con el destrozo. ¿Qué hace?
Admite: "No puedo quitármela, necesito ayuda. Estoy siendo esclavizado por esta amargura Está destruyéndome, a mí y a nadie más" Entonces ora: "Padre, realmente necesito tu ayuda. No puedo evitar sentir ira contra esta persona. Ayúdame, por favor quítala de mí".
Entonces recuerda una promesa hecha a la medida, comprada por sangre (y ello es especialmente significativo aquí porque Jesús se desangró antes que permitirse un sentimiento de amargura), como Romanos 12:19: "Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor”
Y confía en esta promesa: Él pagará. Él pagará. La venganza pertenece a Él, y Él se encargará de que sea hecha una justicia perfecta por cada pecado en mi contra, de hecho, por cada pecado en el universo. Él lidiará con el pecado, sea en el infierno o en la cruz. Ya no necesitamos defender esta causa Podemos entregarla a Quien juzga con justicia (1ra de Pedro 2:23). Y lo hago ahora. "Confío en Ti Padre, para que resuelvas perfectamente este asunto. Confío en Ti".
Y entonces, actúa. Se deshace de los recuerdos que ha estado usando. No va a los lugares donde acostumbra a recordar. Quema las cartas que ha estado usando para recordar. Deja de recrear los escenarios de venganza. Cuando reaparecen en su cabeza dice: ¡No!, y se vuelve a la Palabra de Cristo, a la cruz, a las promesas, al juicio.
Y te miro a ti Dios, Padre misericordioso, y te agradezco por ser un Juez perfectamente santo que quita de sobre mí la carga mortal de la venganza.
La Palabra obra
Asi se lo recomiendo: AOCAA. Admita, Ore, Confíe, Actúe, Agradezca. Creo que esto es lo que significa caminar mediante el Espíritu. Caminar por fe. Creo que esto es lo que significa que la Palabra de Dios esté obrando en los que creen.
Y oro para que, en el futuro, yo pueda mirar el año 2012 y decir:
Agradezco a Dios constantemente porque durante todo el año ustedes recibieron la Palabra de Dios, que leyeron en su Biblia y que escucharon de mí; y porque la aceptaron, no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es: la Palabra de Dios, que también hace su obra entre ustedes los que creen, para liberarles.
Amén.