La palabra de fe que predicamos, parte 1
Porque Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella. 6 Pero la justicia que es de la fe, dice así: No digas en tu corazón: “¿Quien subirá al cielo?” (esto es, para hacer bajar a Cristo), 7 o “¿Quien descenderá al abismo?” (esto es, para subir a Cristo de entre los muertos). 8 Más, ¿qué dice? Cerca de ti esta la palabra, en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de fe que predicamos: 9 que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; 10 porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: "Todo el que cree en El no será avergonzado." 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13 porque: "Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.
Sería razonable si alguien preguntara: ¿Por qué Estados Unidos se pasa el tiempo en la actualidad, pleno siglo XXI, pensando en el problema con Israel? Sobre todo en el problema con el antiguo Israel de los tiempos bíblicos. Aquel Israel está tan distante del terrorismo en Riyadh y Casablanca, de la inanición en Etiopía, de las graves neumonías en Taiwán y Toronto, parece tan alejado de los déficits presupuestarios y de las economías aplastadas, de las bajas tasas de interés y de un posible baño de sangre en la República del Congo entre las tribus Hema y Lindu.
En Romanos capítulos 9 al 11 se trata principalmente con el problema del fracaso de Israel en encontrar la justicia ante Dios y por consiguiente, la salvación y la vida eterna. El resto del mundo, los llamados gentiles se exponen en Romanos 9:24 y se mantienen expuestos durante es resto del tiempo, sin embargo, ocupan un segundo lugar en la mente de Pablo a lo largo de estos versículos. El asunto principal, una y otra vez, es: ¿es acaso Israel el pueblo elegido por Dios? Y si es así, ¿que fue lo que falló? ¿Por qué debiera importarnos esto?
Israel: El Microcosmos Histórico de la Conciencia del Mundo
Permítame enfocarme en la razón principal. Según el esquema de Dios, Israel es el microcosmos histórico de la conciencia del mundo, como también es el microcosmos de la conciencia de todos ustedes. Israel es el teatro histórico donde el drama de cada alma humana es escenificado a la vista de todos. Lo que sucede espiritualmente dentro de usted - y dentro de cada persona –ha sucedido en Israel a lo largo de su historia. La historia es narrada de manera que podamos vernos a nosotros mismos y de que podamos hacer entender al mundo. Si usted quiere saber cuál es su propia condición espiritual ante Dios, como ser humano; si quiere conocer los más grandes problemas del mundo, usted puede aprenderlo mirando la historia de Israel según es interpretada en la Biblia.
Describo esta verdad partiendo de Romanos 3:19. Allí Pablo dice: "Ahora nosotros sabemos que lo que la ley dice [es decir, la ley del Antiguo Testamento para Israel] lo dice a los que están bajo la ley [es decir, Israel], para que cada boca sea callada, y todo el mundo se mantenga responsable delante de Dios." ¿Ve lo que sucede? Dios trata con Israel en su ley no sólo para tener las cuentas claras con Israel, sino para tener las cuentas claras con "el mundo entero". Dios le dice esto a Israel: "cada boca debe ser callada". La de usted y la mía. Israel es un microcosmos de nuestra conciencia. Israel es un teatro donde podemos mirar nuestras propias luchas espirituales escenificadas en la historia, aprender lo que ellas significan y cómo responder ante ellas. Ésta es una de las razones por la cual la iglesia primitiva nunca dejó el Antiguo Testamento, a pesar de que ya Cristo había venido y había cumplido a cabalidad todas las esperanzas del Antiguo Testamento.
Israel Como Microcosmos Explicado En Cinco Pasos
Permítame intentar explicar este microcosmos, este teatro, un poquito más ampliado en cinco pasos.
Primero, cada corazón humano tiene en sí un modelo de la ley de Dios escrito en él. Pablo dice en la carta a los Romanos 2:15:
Refiriéndose a los gentiles “…ya que muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos…”
Así que tenemos dentro, escrito en nuestros corazones un modelo de la ley de Dios; mientras que Dios le dio a Israel un modelo de la ley escrito en el Antiguo Testamento. El nuestro es invisible. El de Israel es visible y legible.
Segundo, todos fallamos en guardar la ley que se nos dictó. Pablo dice en Romanos 3:9:
“¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado”.
Así que no sólo tenemos un modelo de la ley escrito en nuestros corazones, que Israel tenía por escrito en el Antiguo Testamento, sino que nosotros y ellos, los dos fallamos en guardarlo. Todos pecamos. Pero el pecado de Israel es más claro, porque nosotros podemos ver la ley que ellos quebrantaron. Está escrito en la historia. La ley escrita en nuestro corazón no es visible, así es que nuestra desobediencia y rebelión es grave. ¡Pero no es evidente! Israel es el teatro visible dónde usted puede ver plasmado, en la historia, lo que realmente está viviendo.
Tercero, todos sabemos que no cumplimos la ley de Dios escrita en nuestros corazones, y nuestra conciencia nos condena.
E intuitivamente, sabemos que esta condenación es un eco de la condenación de Dios que es aun más severa y justa. La voz de la conciencia - tan débil e imperfecta como es - es el eco del juicio de Dios. Y cuando vemos a Israel juzgado bajo la mano de Dios en la historia, estamos viendo una representación de nuestra propia situación ante Dios. Cuando sus bocas se callan, las nuestras se callan.
Cuarto, el remedio por la culpa de Israel y la condenación es adecuado a nosotros, porque el propósito de Dios es que su manera de salvar a los pecadores culpables sea la misma para Israel Y para el mundo - pero nosotros lo aprendemos mejor mirando el la represetación teatral de la historia de Israel.
El remedio de Dios no es hacernos buenos cumplidores de la Ley, sino poner en nosotros la fe en el que cumple la ley, en la muerte y en la resurrección de Jesucristo. Atendiendo a Romanos 3:28-30:
“Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. 29 ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles, 30 porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos”.
En otros términos, podemos ser salvos de la violación de la ley y de la condenación mediante la "justificación por la fe, no por obras", y esto significa que el camino está abierto para todas las naciones, para Israel y para todo el mundo.
Usted puede ver lo mismo justo en nuestro texto, Romanos 10:11-13:
“Pues la Escritura dice: Todo el que cree en El no será avergonzado. 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13 porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.
El punto es: "todo el que cree" en Cristo será justificado ante el tribunal de Dios. Y esa justificación es solo por fe, por consiguiente la salvación de la culpa y la condenación universal están disponibles para Israel y para todas las naciones.
Hemos visto cuatro maneras de cómo Israel es la representación histórica del drama de nuestras propias vidas ante Dios:
- Tenemos la ley de Dios escrita en nuestros corazones, e Israel tiene la ley de Dios escrita en la historia para que todos podamos leerla.
- Nosotros fallamos en cumplir nuestra ley invisible, y la ley fracasó al no permanecer como una ley visible y escrita para que todos la observáramos.
- Nos condenamos por nuestra conciencia que nos dicta justa sentencia y que es el eco más severo de Dios, nuestra conciencia es condenada visible y públicamente por Dios.
- El remedio ofrecido a Israel es la fe en el Mesías, que proporciona una justicia que ellos mismos no podrían proveerse y esta justicia también está absolutamente preparada para nosotros los gentiles. Así la historia de Israel y nuestra historia personal interior se conectan en Jesús. Su historia señalaba a Jesús, y nuestras luchas espirituales señalaban a Jesús.
¿Qué nos lleva a una última ilustración de Israel como la representación histórica del drama de nuestras vidas?
Quinto, Pablo describe porque Israel no entendió el remedio, la fe en Jesucristo, fue para que no cometiéramos el mismo error, y para que ellos pudieran encontrar su camino de regreso.
Ahora, estamos aquí, en Romanos 10:5-13. He empezado de esta manera para que usted pueda ver por qué este texto debiera importarle. Pablo está tratando de explicarnos por qué Israel no entendió el objetivo de su propia ley. Su propósito es que entendamos el objetivo de esa ley o el objetivo de la ley escrita en nuestros corazones. Ellos leyeron su historia y no vieron el objetivo. ¿Usted está leyendo su propia historia y no está percibiendo el objetivo? ¿Sabe cual es el propósito de sus fracasos, de su conciencia y de sus sentidos de culpa? ¿Ha observado el trato de Dios con Israel y ha aprendido acerca del trato de Dios con usted?
Debemos detenernos y contemplar por un momento esta maravillosa obra de Dios. ¿El Dios Todopoderoso, el Creador del universo, Gobernante de todas las cosas, ha intervenido en la historia durante los últimos 4,000 años para tratar con un pueblo llamado Israel? - ¿Para qué? - para que el mundo entero pueda reconocerse en ellos mismos, en sus luchas, en su Hacedor y en la forma de salvación por Cristo. Él trata con el microcosmos por amor al macrocosmos. Él trata con un pueblo pequeño por amor a todos los pueblos. Él interviene en una historia visible por amor a las almas invisibles, por amor a las mentes y corazones que están deprimidos con la culpa y la condenación. ¿No es maravilloso que la historia de Israel - contada en la Biblia – trate acerca de usted? ¿Que trate acerca de manteneros íntegros ante un Dios santo, y que trate sobre el cambio que debe haber en nosotros?
Así que en definitiva resulta que el trato de Dios con Israel sí se relaciona con la ira y la pena del terrorismo, se relaciona con las severas neumonías, con el dolor y los miedos que traen consigo, se relaciona con una mala economía, con su desempleo, sus desalientos y penalidades, el trato de Dios con Israel se relaciona con la rabia tribal seguida de la venganza y los rencores - porque la historia entera de Israel, su fracaso, está llevándonos a Cristo para recibir perdón, justicia y para ayudar a todo aquel que cree.
La Manera En Que Israel No Entendió El Objetivo De Su Historia (Versículos 5-8)
Así que pregunto, ¿usted ha evitado el error de Israel, o está cometiendo el mismo error? Veamos cómo Pablo nos muestra en los versículos del 5-8 la manera en que Israel no entendió el objetivo de su historia. Pablo ya expuso el objetivo en Romanos 10:3-4. Israel impuso su propia justicia a pesar de que ya existía la de Cristo:
“Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. 4 Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”.
Israel falló en ver que su ley, su historia, tenía el propósito de llevarlos hacia Cristo para justicia por la fe, no por obras.
Ahora, en los versículos 5-8 Pablo ilustra este fracaso en el Antiguo Testamento. Debemos mirar la historia de Israel y asegurarnos de no cometer el mismo error usando la ley de Israel o la ley escrita en nuestros propios corazones. Lo que Pablo dice aquí es que el Antiguo Testamento enseñó dos tipos de justicia: La justicia de la ley y la justicia de la fe en Cristo.
La Justicia de La Ley
Pablo ilustra el primer tipo de justicia en el versículo 5 citando Levítico 18:5:
“Porque Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella”.
En otros términos, Pablo dice que Moisés entendió el principio de que la obediencia perfecta a la ley les resultaría en la vida eterna de Dios. Si confiáramos en él y por su gracia nunca pecáramos, seríamos salvos y tuviéramos la vida eterna.
Ambos, Pablo (Romanos 3:9-10; 3:23) y el Antiguo Testamento (1er libro de los de Reyes 8:46) están absolutamente de acuerdo en que nadie gana la vida eterna de esta manera, porque todos pecamos. Pero el principio, la demanda original y suprema de Dios es la fe perfecta y sin pecado - ese principio es totalmente esencial- ninguno de los sacrificios del Antiguo Testamento, o la cruz de Cristo, tiene sentido sin esta perfecta fe. La justicia por medio de la perfecta fe sin pecado haría una fe perfecta ajustada a la medida de la vida eterna. Usted puede verlo en Gálatas 5:3: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley”. En otras palabras, si usted quiere la "justicia de la ley", debe guardar perfectamente toda la ley, por medio de una fe perfecta (vea Números 14:11; 20:12). Pero nadie nunca ha estado a la altura de este modelo, excepto uno.
La Justicia de La Fe
Todos estos planteamientos expuestos en el párrafo anterior nos llevan al otro tipo de justicia, llamada, justicia por la fe en Cristo. Pablo ilustra esta justicia en los versículos 6-8 refiriéndose a Deuteronomio 30:11-14. Recuerde, esto es lo que Pablo está explicando desde el versículo 4: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”. ¿Cómo ilustra esto a partir de Deuteronomio 30? Escuche mientras leo los versículos originales de Deuteronomio 30:11-14. ¡Su mensaje es que la ley es asequible!
Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni fuera de tu alcance. 12 No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?” 13 Ni está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará el mar por nosotros para traérnoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo guardemos?” 14 Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes.
Para Pablo este texto señala en dirección a Cristo como nuestra justicia. Él dice que este texto realmente se refiere a "la palabra de fe que nosotros proclamamos" (v. 8), es decir, la fe en Cristo. Escuche la manera en que Pablo lo relaciona con Cristo en Romanos 10:6-8:
"Pero la justicia que es de la fe, dice así: No digas en tu corazón: “¿Quien subirá al cielo?” (esto es, para hacer bajar a Cristo), 7 o “¿Quien descenderá al abismo?” (esto es, para subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas, ¿qué dice? Cerca de ti esta la palabra, en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de fe que predicamos”.
Ahora bien, ¿cómo ve Pablo a Cristo en este pasaje? Esta es la pregunta decisiva. Y recuerde que el fracaso de Israel en percatarse de este tipo de cosas es la representación histórica a partir de la cual debemos aprender acerca de nuestras propias almas y de nuestra propia salvación.
¿Cómo Señala a Cristo Deuteronomio 30:11-14? (Cuatro Pasos)
Estas son las cuatro etapas que Pablo utiliza en Deuteronomio 30:11-14 para señalar a Cristo como nuestra justicia (Romanos 10:4).
- Pablo supo del Antiguo Testamento, por experiencia y por inspiración, que todas las personas pecan, y ninguna es justa (Romanos 3:9-10). 1er libro de Reyes 8:46: “…pues no hay hombre que no peque…”. Por consiguiente, supo que había algo extraño sobre esta declaración aparentemente simple en Deuteronomio 30:11: “Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni fuera de tu alcance”. El mandamiento había demostrado ser demasiado duro para todos en el mundo, incluso para el más fiel. Y hubiera demostrado esta dureza incluso en los propios días de Pablo.
- Cuando Pablo, en el versículo 6, utiliza las palabras: "no digas en tu corazón", está citando a Deuteronomio 9:4 donde Dios advierte a Israel: “No digas en tu corazón cuando el Señor tu Dios los haya echado de delante de ti: “Por mi justicia el Señor me ha hecho entrar para poseer esta tierra”, sino que es a causa de la maldad de estas naciones que el Señor las expulsa de delante de ti”. En otras palabras, Pablo sabía que el regalo de la tierra prometida no era debido a lo fácil que era guardar los mandamientos. No era debido a alguna justicia humana. Era por a la gracia totalmente inmerecida de Dios, independientemente de cualquier esfuerzo humano. Pablo ve en todo esto una ilustración que representaba cómo la justificación viene al creyente, una representación de cómo entramos en la tierra prometida del favor de Dios.
- Unos versículos antes (Deuteronomio 30:6) Pablo dice que la obediencia perfecta y eventual de Israel sólo vendrá en el día que Dios cumpla su nuevo pacto, donde cambiará el corazón de Israel, perfecta y totalmente. Moisés escribe: “Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”. Seguramente Pablo leyó este texto con Cristo en la mente. Cristo traería la circuncisión para que aprobáramos. Su sangre sería la sangre del nuevo pacto (Lucas 22:20). Algún día no solo habrá una justificación perfecta, también habrá una santificación perfecta. Los mandamientos realmente serán fáciles, algún día. ¡A través de Cristo!
- Ahora Pablo, partiendo el contexto inmediato y distante, se preparó para ver a Cristo implícito en Deuteronomio 30:11-14. Cada vez que Moisés dice que el mandamiento es fácil y cómodo, Pablo lo sustituye por Cristo. Mire el versículo 6:
- “Pero la justicia que es de la fe, dice así: No digas en tu corazón: “¿Quien subirá al cielo? [AT: “¿para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?” [Pero Pablo dice] NT: (esto es, para hacer bajar a Cristo)”.
Pablo sustituye a Cristo en lugar del mandamiento. Entonces, en el versículo 7 Pablo continúa. Ni tampoco lo dice la justicia de la fe.
“¿Quien descenderá al abismo?” [AT: ¿para traérnoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo guardemos?” [Pero Pablo dice] “(esto es, para subir a Cristo de entre los muertos)”.
Nuevamente pone a Cristo en el lugar del mandamiento.
Observe cuidadosamente, Pablo se refiere a la encarnación de Cristo- “para hacer bajar a Cristo” (v.6)- y a su resurrección- “para subir a Cristo de entre los muertos” (v.7). El asunto es que Israel no hizo nada para hacer que esto fuera posible. Pablo pone la vida terrenal de Cristo y la vida ascendida de Cristo en el lugar de nuestra obediencia a los mandamientos. Ésa es la clave para la justificación. Ése es el mensaje fundamental de Romanos 10:4, esto es lo que dicen estos versículos: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”. Éste es el primer paso en que el mandamiento “no es muy difícil para ti”, tampoco era muy difícil para Cristo. Y Dios acepta la obediencia de Cristo como si fuera la obediencia de usted.
En otras palabras, Pablo ve en este texto del Antiguo Testamento un indicador del día en que Cristo sería nuestra justicia y nuestra santificación. Primero, Moisés enseña, nosotros debemos tener una justificación perfecta que sea asequible - pero nadie la logra. Por consiguiente, Pablo infiere, Cristo vendrá, vivirá, morirá, ascenderá, y así logrará la obediencia perfecta por nosotros, y nos la acreditará. Y entonces, debido a esa gran justificación, a este gran paso en el cumplimiento del nuevo pacto, un día, con un corazón perfectamente circuncidado, obedeceremos a Dios perfecta y fácilmente, con gozo.
Nuestra respuesta es tener la fe jubilosa en Cristo, nuestra justicia. Versículo 8: “Mas, ¿qué dice? [La justicia de la fe] Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de fe que predicamos”. Moisés estaba enseñando la forma de tener la fe en Cristo para justicia.
Hay muchísimo más que decir y lo haremos la próxima semana. Pero queremos añadir una última consideración. Jesús dijo: “Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mateo 11:30). Pero también dijo: “Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14). Vivimos entre la perfecta justificación - que ya ha sucedido - y la perfecta santificación - que no ha sucedido todavía. Lo sentimos ahora: ¡Oh, que dulce es la comunión de Cristo al hacer su voluntad! ¡Y cuán fácil es cuando vivimos en la maravillosa justificación de ser un hijo de Dios, totalmente satisfecho en Jesús! Pero ¡Oh, cuanto gemimos en nuestros fracasos al intentar alcanzar la fe y la obediencia! Digamos con el apóstol Pablo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. Jesús es nuestra justicia. Él es nuestra victoria. Él ha circuncidado nuestros corazones. Y él está trabajando en base a nuestra santificación.
¡Oh! hay mil lenguas para cantar,
Las alabanzas a mi gran Redentor,
Las glorias a mi Dios y Rey,
Los triunfos de su gracia.Mi Señor y mi Dios,
Ayúdame a proclamar,
Para extender hasta el fin de toda la tierra,
Los honores de tu nombre.Él rompe el poder del pecado invalidado,
Él liberta al prisionero;
Su sangre puede limpiar al más sucio,
Su sangre es útil para mí.