La Batalla Contra el Alma y la Gloria de Dios
Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma. Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.
Estos dos versículos dejan bien en claro que hay dos cuestiones enormes en el mundo. Creo, que son las cuestiones más importantes del mundo. Y una de las razones, por las que sabemos que somos extranjeros y peregrinos en el mundo, es que el mundo moderno en que vivimos no considera que estos temas sean los más importantes. Si el mundo lo creyera, los periódicos, la televisión, el teatro, la universidad, la música popular, las declaraciones de objetivos de la industria y las metas gubernamentales parecerían y sonarían muy diferentes a como lo hacen. Pero, en realidad, vivimos en un mundo que, de acuerdo a sus prioridades, valores, compromisos, estándares, preocupaciones y placeres, demuestra que no estima que estas dos cuestiones sean primordiales. De hecho, no están ni siquiera en la lista de prioridades del mundo.
Los dos puntos que dominan estos dos versículos – y que de hecho prevalecen en todo el Nuevo Testamento – son la salvación del alma humana y la gloria de Dios. Los dos grandes temas de la Biblia son: qué hacer para que no se destruya el alma del hombre y no se menosprecie la gloria de Dios.
La Salvación del Alma
En el versículo 1, Pedro dice: “Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma”. La cuestión fundamental en ese versículo es que el alma humana se encuentra en peligro de ser destruida. Se está desatando una batalla contra el alma en este mundo. Si ésta triunfa, el alma se pierde.
Jesús dijo: “¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? (Mateo 16:26). Si se pierde el alma, se pierde la persona entera. Y no hay manera de negociar para regresarla. Cuando esta batalla contra el alma termina, termina. Existe un gran abismo y nadie puede cruzar ni de un lado ni del otro – desde el Cielo o desde el Infierno (Lucas 16:26). Si las fuerzas anti-alma ganan esta guerra, se pierde el alma para siempre.
Por lo tanto, este es uno de los grandes problemas del mundo. Afecta a todos sin excepción. Los afecta para siempre. Y afecta a todos para siempre de una manera grave y definitiva. Y aún así, nuestro mundo no le presta debida atención. No hay una columna en el periódico, ni un anuncio de servicio público en la radio, ni una entrevista en televisión, ni un curso de explicación de los valores en nuestras escuelas, ni una agencia gubernamental o siquiera un folleto de beneficios sociales que nos asesoren cómo librar una batalla por la vida eterna de nuestras almas. Nos dicen cómo debemos librar la batalla contra el SIDA, la insolación, los mosquitos, contra manejar alcoholizado, contra el polen, la depresión, la violación, el fuego, el robo, el colesterol y las plantas diente de león. Pero, el mundo en el que vivimos no nos asesora sobre cómo luchar por la vida eterna del alma.
Nuestro mundo moderno está masivamente preocupado con lo que es inconsecuente. Como cultura, somos tan inconscientes sobre lo que algún día parecerá tan obvio, que nosotros mismos vamos a considerarnos ciegos por no haberlo visto – concretamente, el eterno bienestar del alma y su relación con Dios. ¿No es asombroso que Pedro comience esta segunda sección de su carta llamándonos “extranjeros y peregrinos” (cf. 1:1), de la misma manera que lo hizo en la primera?
Esta es el gran punto en estos dos versículos y en la Biblia – la salvación del alma. Es la cuestión de cómo librar una batalla para no perder nuestras almas.
La Gloria de Dios
El segundo gran tema se menciona en el versículo 12 – el de la gloria de Dios. En el versículo 11, el punto es cómo hacer para que el alma no sea destruida. En el versículo 12, el punto es cómo hacer para que no se menosprecie la gloria de Dios.
Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.
El objetivo del comportamiento humano es la gloria de Dios. “Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que . . . glorifiquen a Dios”. El significado positivo de nuestras vidas depende del hecho que nuestras vidas dirijan la atención de la gente a la gloria de Dios.
Si vivimos nuestras vidas de tal manera que no orientemos a la gente hacia la gloria de Dios, entonces, nuestras vidas no tienen un significado positivo desde el punto de vista cristiano. Nos convertimos solo en un eco de la cultura negligente hacia Dios. Encajamos tan bien en el mundo que nuestras vidas no van dirigidas más allá del mundo. No somos más extranjeros y peregrinos, sino simples ciudadanos conformistas del mundo que ignora a Dios.
Pero, desde el punto de vista bíblico, la cuestión más importante en este mundo es la gloria de Dios. Todo el comportamiento humano está destinado por Dios a conseguir atención Dios. “Mantened una conducta irreprochable para que ellos glorifiquen a Dios”. En lo que a Dios respecta, sus vidas tienen tal significado positivo que lo que hagan, desde que se levantan en la mañana hasta el momento en que se van a dormir por la noche, encauce a la gente hacia la gloria de Dios (Tengan en cuenta, para que no infieran de esto que la soledad no tiene significado positivo, que ustedes mismos son personas que deben encauzarse hacia Dios).
Por lo tanto, hay dos grandes asuntos en el mundo – la salvación del alma y la gloria de Dios. O: qué hacer para que el alma de los hombres no sea destruida y para que la gloria de Dios no sea menospreciada.
La Necesidad de que Estas dos Grandes Cuestiones se Recuperen
Esta mañana, en cierto sentido, estaría satisfecho si se dedicaran solo a eso con todo el corazón. Si eso fuera la convicción profunda de sus almas y la intensa confianza de sus corazones, creo que el resto de este texto se desarrollaría por sí mismo.
La razón por la que digo esto es que el problema más básico de la vida moderna es la ausencia de la supremacía y la importancia de Dios. Y lo que se necesita desesperadamente en este mundo es gente para la que Dios lo es todo. Estoy de acuerdo con David Wells en su nuevo libro llamado Dios en el Páramo, cuando dice:
Uno de los signos definitorios de Nuestro Tiempo es que Dios no tiene peso hoy día. No quiero decir con esto que es etéreo, sino que no se le da importancia. Él permanece en el mundo tan intrascendentemente que es imperceptible. Él ha perdido importancia para la vida humana. Aquellos que aseguran a los encuestadores que creen en la existencia de Dios pueden considerarlo, sin embargo, menos interesante que la televisión; sus mandamientos menos imperativos que sus apetitos por la opulencia y la influencia; sus juicios menos impresionantes que las noticias de la noche y su verdad menos convincente que los dulces vapores de lisonjas y mentiras de los anunciantes. Esa es la falta de peso. Es la condición que le hemos asignado a Él, después de haberlo empujado fuera de la periferia de nuestra vida secularizada. En nuestro discurso público, ya no se le da la bienvenida a su verdad. El motor de la modernidad sigue rugiendo y Él no es más que un punto en el camino”. (p.88).
Por lo tanto, si esta mañana, un millar de personas no solo estuviéramos de acuerdo verbalmente con este texto, sino que hiciéramos de esto una verdad dominante e integradora de nuestras vidas – que los dos grandes temas en el mundo son cómo salvar el alma y cómo glorificar a Dios – entonces Dios nuevamente volvería a pesar en mil ámbitos alrededor de estas ciudades en vez de no tener peso ni importancia. Y entonces, quizás el evangelio de la salvación misericordiosa de la ira de un Dios santo tendría sentido y se creería.
Pero, hay más en este texto. Y como creo que Dios lo puso allí para ayudarnos a convertirlo en un texto real para nuestras vidas, permítanme pasar el tiempo que nos queda ayudándonos a centrar nuestras vidas y nuestros corazones en él.
Solo mencionaré dos cosas.
Extranjeros, Expatriados y Peregrinos
Pedro ya ha mencionado dos veces (en 1:1 y en 1:17) que los verdaderos cristianos son extranjeros, expatriados y peregrinos en la tierra. Aquí, en el versículo 11, lo menciona por tercera vez: “Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos . . . ” Debe considerarlo importante. Por eso, nosotros también debemos hacerlo.
Recordar que somos extranjeros y expatriados nos va a ayudar a restablecer el peso y la importancia de Dios. La razón por la cual somos extranjeros nos la dio el versículo 9 “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios . . . que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Pertenecemos a Dios, no al mundo, no a América. Aprendemos a vivir por Él, no por la televisión o por los catálogos de moda. Somos extranjeros porque pertenecemos a Dios.
Tenemos que cultivar la mentalidad de los expatriados. Lo que hace esto principalmente es que nos despabilemos y nos despertemos, para que no nos dejemos llevar por el mundo y demos por hecho que la manera que piensa y actúa el mundo es la mejor. No damos por sentado que lo que hay en la televisión es provechoso para el alma; ni suponemos que las prioridades de los anunciantes son útiles para el alma, como tampoco lo son las estrategias y los valores de los negocios y la industria. No damos por hecho que algo de esto glorifica a Dios. Nos detenemos, pensamos y consultamos a la Sabiduría de nuestro propio país, el Cielo, y no suponemos que la sabiduría convencional de esta era es la sabiduría de Dios. Obtenemos la orientación de Dios en su Palabra.
Cuando se consideran a ustedes mismos extranjeros o expatriados, con ciudadanía en el Cielo y como Dios el único Soberano, no dejan que la corriente del día los desvíe. Tienen en cuenta lo que es bueno para el alma y lo que honra a Dios en todo: la comida, los autos, los videos, los trajes de baño, el control de la natalidad, la velocidad al manejar, la hora de ir a dormir, los ahorros financieros, la educación de los niños, pueblos inalcanzados, el hambre, los campos de refugiados, los deportes, la muerte y todo lo demás. Los extranjeros siguen el ejemplo de Dios y no del mundo.
Por lo tanto, una de las maneras de hacer que Dios sea perceptible e importante, para bien del mundo, es considerarnos a nosotros mismos como expatriados y refugiados del Cielo.
La Batalla por los Deseos, Primero, Luego por el Comportamiento
Otra cosa para examinar en este texto es que la batalla por el alma y la batalla por la gloria de Dios, se libra primero al nivel de nuestros deseos y luego al de nuestro comportamiento – primero al nivel de lo que sentimos y luego al nivel de lo que hacemos.
Una Conducta Irreprochable Solo Surge de los Deseos Correctos
El versículo 11 dice que son “las pasiones carnales [deseos] que combaten contra el alma”. Por eso, Pedro dice: absténganse de ellas. Luego en el versículo 12, Pedro dice que debemos mantener nuestra “conducta” irreprochable para que la gente considere y glorifique a Dios. Por lo tanto, primero, él se concentra en los deseos y luego en el comportamiento. Este es el mismo patrón que vimos en 1:14-15: “No os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia sino . . . sed santos en toda vuestra manera de vivir”. Primero, luchen al nivel de los deseos y luego al nivel del comportamiento.
La razón de esto es que la conducta no es excelente – no es irreprochable; no va a conducir a la gente a la gloria de Dios – si no fluye de los deseos correctos. Jesús dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. (Mateo 23:25). En otras palabras, no sirve de nada tratar de hacer que nuestro comportamiento brille por fuera sin cambiar los deseos desde adentro. Hay una gran diferencia entre el sonido de un barril lleno de hojas y un barril lleno de aceite.
¿Cómo Conduce a la Gloria de Dios una Conducta Excelente?
¿Cómo funciona el versículo 12? ¿Cómo conduce a la gloria de Dios una conducta excelente? La respuesta, creo, se encuentra en 1 Pedro 3:15: “estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” Lo que ellos ven es alguna acción exterior y lo que quieren saber es sobre la esperanza interior.
Lo que quiere decir Pedro es que cuando la gente los mira, lo que observan reflejado en sus acciones es la esperanza que tienen adentro. Por lo tanto, ven una cierta manera de actuar – algún acto de amor humilde (Gálatas 5:6) o algún acto recto de coraje (Hebreos 10:34) o algún acto de generosidad abnegado (2 Corintios 8:1-2) – y notan que ustedes no deben estar esperando lo que la gente generalmente espera – auto-exaltación, seguridad, dinero – y deben estar desconcertados por lo que significa la esperanza que sienten. Por eso, preguntan qué esperan: ¿de dónde obtienen la confianza, la alegría, la satisfacción cuando actúan de esa manera?
Cuando dirigimos nuestros deseos a Dios y encontramos esperanza y alegría en su misericordia, poder y promesas, entonces nuestra vida exterior empieza a mostrar lo que Pedro llama “conducta excelente” - un amor humilde, un coraje valiente, una generosidad abnegada, una sencillez alegre y un sufrimiento tranquilo. Estos comportamientos conducen a la gloria de Dios porque apuntan a un objeto de deseo y esperanza estables, firmes y provechosos, que no pertenecen a este mundo.
Por lo tanto, si quieren luchar para que el alma no se destruya, engrandecer la gloria de Dios para que no sea menospreciada y decirle sí a la importancia y relevancia de Dios en este mundo moderno, que ignora a Dios, entonces considérense exiliados del Cielo y concentren sus deseos en Dios, para que tengan esperanza en Él y no en este mundo, y el resultado será una conducta emergente hermosa, que domine todas las difamaciones y finalmente traiga alabanza a Dios.