El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo
1ra de Juan 3:1-10
Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como Él es puro.
Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los pecados, y en El no hay pecado. Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido. Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como Él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.
Las personas que experimentan el significado más pleno de la navidad en martes son las personas que saben y sienten que hay algo en ellos que necesita ser destruido. Es cierto, como dijo Juan (Juan 3:17), que "Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El". Pero Él salva al destruir. Como un doctor que amputa un pie lleno de gangrena o extrae un pulmón canceroso.
Jesús vino a destruir algo
Jesús dijo: "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17). Los únicos que comprenden la navidad y aceptan la navidad por lo que es, son las personas que se sienten enfermos y quienes desesperadamente quieren que su enfermedad sea destruida. A menos que usted reciba a Jesús como destructor en su vida, no podrá tenerle como salvador.
La idea central del mensaje de esta mañana está tomada de 1ra de Juan 3:8: "El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo". La navidad es la celebración de la aparición del Hijo eterno de Dios sobre la Tierra. Y Él se manifestó para destruir las obras del diablo. Así que la navidad existe porque Dios quiere destruir algo. O, si a usted le gusta la imagen de las odiseas espaciales contemporáneas, imagine a la navidad como la infiltración de Dios al planeta rebelde Tierra, en una misión de búsqueda y destrucción. O, si viene de la era del Dr. Kildare y Ben Casey, imagine a la navidad como la llegada de un único doctor brillante a una villa apalache destrozada por un virus mortal. O, si es anterior a toda estas épocas, imagine a la navidad como la llegada de Jhon Joseph Pershing como comandante supremo del 1er Ejército de los Estados Unidos en el Frente Occidental del Bosque Argonne, en el otoño de 1818.
El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. La nave espacial ha descendido, el doctor ha llegado, el general ha tomado el mando, ¿misión?: búsqueda y destrucción de las obras del diablo.
Tres preguntas sobre la misión de navidad
Hay tres preguntas que quiero tratar de responder en relación a esta misión de navidad.
¿Qué vino a destruir el Hijo de Dios?
¿Cómo lo destruyó?
¿Cómo podemos participar personalmente en Su victoria?
1. ¿Qué vino a destruir el Hijo de Dios?
El versículo 8 dice que vino para destruir: "las obras del diablo”. ¿Cuáles son las obras del diablo? Trabajemos en círculos concéntricos, partiendo del término "obras del diablo" en el versículo 8. El círculo concéntrico más cercano es la oración anterior en el versículo 8a y la oración posterior en el versículo 9. Versículo 8a: "El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio". Luego llega nuestro texto que dice que el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo. Versículo 9: "Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios".
Las "obras del diablo" son pecados
Primero, Juan dice que el diablo peca y que los que pecan son suyos. Luego dice que Cristo vino para destruir las obras de Satanás. Y por tanto, dice, nadie nacido de Dios practica el pecado. ¿No estaría de acuerdo usted, entonces, que "la obras del diablo" que vino a destruir el Hijo de Dios, son pecados? Ciertamente, deberíamos poner la palabra "por tanto" al comienzo del versículo 9. "El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. Por tanto, ninguno nacido de Dios comete pecado". Cuando las personas cometen pecado, ésa es una obra del diablo. La obra del diablo es tentar a las personas a pecar. Cuando pecan, su obra tiene éxito. Por tanto, el Hijo de Dios no solo vino a destruir la culpa del pecado (que nos hace quedarnos como estamos y seguir pecando hasta el cielo), sino la acción real de pecar. El Hijo de Dios vino a destruir el pecado. El enemigo en el planeta rebelde es el pecado. El virus mortal en la villa apalache es el pecado. La fuerza a conquistar en el Frente Occidental es el pecado. La navidad es la invasión de Dios en territorio enemigo para rescatar a un pueblo de manos del diablo, y para destruir el pecado en sus vidas.
El pecado es infracción de la ley
Hagamos ahora otro círculo concéntrico en nuestro texto, y tratemos de definir más precisamente la "obras del diablo". ¿Qué es pecado? Versículo 4: "Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley". La ley en la mente de Juan aquí no es la constitución de los Estados Unidos. Es la ley de Dios. Es la expresión de la voluntad revelada de Dios para Sus criaturas.
Iinfracción de la ley es vivir como si nuestras propias ideas fueran superiores a las de Dios. La infracción de la ley dice: "Dios puede exigirlo, pero yo prefiero otra cosa". La infracción de la ley dice: "Dios puede prometerlo, pero yo no lo quiero". La infracción de la ley reemplaza la ley de Dios con nuestros deseos contrarios. Yo me hago ley para mí mismo. La infracción de la ley es la rebelión contra el derecho de Dios a hacer leyes y gobernar a Sus criaturas.
Así que ahora podemos ver mejor qué vino a destruir el Hijo de Dios. Las "obras del diablo" son pecados. El pecado es infracción de la ley. Y la infracción de la ley es rebelión contra el derecho de Dios a gobernar sobre nosotros. La obra de Satanás es tentarnos a rechazar la autoridad de Dios y tentarnos a volvernos como Dios para nosotros mismos. Satanás trabaja para alimentar y cultivar el orgullo que pone nuestros propios deseos por encima de la ley de Dios. Esto es infracción de la ley; ésta es la esencia del pecado; y ésto es lo que vino a destruir el Hijo de Dios en usted y en mí.
2. ¿Cómo la destruyó?
El texto da dos respuestas y necesitamos preguntar cómo se relacionan entre sí.
Dos respuestas: Su aparición, y el Nuevo Nacimiento
Primero, el versículo 8 dice que el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo. En otras palabras, Cristo destruye el pecado al aparecer, es decir, al venir desde los cielos y al haber nacido en forma de hombre. Probablemente, Juan no solo tuviera en mente la presencia del Hijo de Dios, sino todo lo que hizo al vivir y morir y resucitar de entre los muertos. Así que la primera respuesta a cómo Cristo destruye las obras del diablo es que Él aparece: Él viene para vivir y morir y resucitar, y de alguna forma éso destruye el pecado.
La segunda respuesta está en el versículo 9. "Ninguno* nacido* de Dios comete pecado". Cuando una persona es nacida de Dios, el pecado queda conquistado, la obra del diablo es destruida.
Por tanto, hay dos maneras en que son destruidas las obras del diablo en este texto. Una es la aparición del Hijo de Dios y la otra es el Nuevo Nacimiento. Ahora, ¿cómo se relacionan estas dos? ¿Por qué son necesarias las dos y no solo una? No es suficiente que Jesús viniera y muriera y resucitara. Las personas deben nacer de Dios. De otro modo, las obras del diablo no son destruidas. El pecado sigue reinando. Tampoco es posible que Dios pudiera hacer que las personas nacieran de nuevo sin la aparición del Hijo de Dios. Ambas son necesarias. Así que preguntamos, ¿cómo se relacionan estas dos?
*Lo que significa ser nacido de Dios *
Para responder, necesitamos ver qué significa ser nacido de Dios. El versículo 9 nos dice: Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios". Ahora, cualquiera puede pecar si quiere pecar. Así que cuando Juan dice que una persona nacida de Dios no puede pecar, debe querer decir que una persona nacida de Dios tiene nuevos deseos, nuevos anhelos. Es como un nacimiento; comienza a existir algo nuevo. Pablo lo llama una nueva creación (Efesios 2:10; 4:24). Jeremías lo llama un nuevo corazón (24:7). Ezequiel lo llama un nuevo espíritu (36:26). Nacer de Dios es ser cambiado por Dios de modo que sea quebrantada la dominación del pecado.
¿Cómo es quebrantada? El versículo 9 dice que cuando una persona es nacida de Dios, la simiente de Dios permanece en él. Es por eso que no podemos pecar. Esta imagen es tomada de un nacimiento humano normal. Cuando un padre engendra a un niño, la semilla del padre permanece en el niño. Algo del padre está en el niño y le hace como el padre. El carácter de Dios es lo opuesto al pecado, por tanto, el hijo de Dios será como su Padre, no podremos pecar.
¿Por qué Juan no está enseñando la perfección sin pecado?
Sé que suena como si Juan estuviera enseñando la perfección sin pecado. Pero hay muchas razones por las que sabemos que no es así. Una es que la palabra griega "pecar" o "pecado", en el versículo 9, implica una acción continua. Bien traducido diría: "Ninguno que es nacido de Dios está contento con seguir pecando, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede seguir pecando, porque es nacido de Dios".
La razón más obvia (incluso si usted no sabe griego) por la que sabemos que Juan no está enseñando la perfección sin pecado es que en el 1:8 y 10 dice: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. . . Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso y su palabra no está en nosotros". Así que Juan llega a decir a los cristianos que es pecado decir que no tenemos pecado.
La vida cristiana es caminar en la luz
Bien, si una persona que es nacida de Dios no llega a ser perfectamente sin pecado en esta vida (3:2), y sin embargo (como dice el 3:9) no puede estar satisfecha si continua pecando, ¿qué es la vida cristiana? ¿Cómo la describiríamos?
1 de Juan 1:7 nos da una inmensa ayuda aquí. "Mas si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado". La sangre de Jesús le limpiará de todo pecado, si camina en la luz. Así que caminar en la luz es muy diferente a caminar en las tinieblas, pero no significa perfección sin pecado. El versículo 7 enseña que si usted camina en la luz, los pecados que comete son limpiados, perdonados, barridos, tachados, por la sangre de Jesús.
Caminar en la luz no significa que estamos sin pecado; significa que ahora vemos nuestros pecados a la luz de Dios y respondemos a ellos como Dios lo hace. El versículo 9 es un paralelo evidente del versículo 7 y enseña lo mismo. "Si confesamos nuestros pecados [esto corresponde a 'si caminamos en luz'], El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad [esto corresponde a 'la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado']". Una persona que camina en la luz confiesa el pecado. Esto significa que ve el pecado como Dios lo ve, y que está de acuerdo con Dios. Odia el pecado, lamenta el pecado, se vuelve y huye del pecado reconocido. Cuando el pecado es señalado en nuestras vidas, él no se envuelve en la auto-justificación, sino que confiesa, admite, se arrepiente.
Caminar en la luz significa haber abierto los ojos a la verdad sobre Dios y el pecado y Cristo.
Cuando las luces están apagadas en una habitación, quizás usted esté en ella junto un horrible monstruo oscuro llamado pecado, listo para devorarle, y junto a un gran caballero de armadura reluciente llamado Cristo, listo para salvarle; pero usted no puede verlo porque está en la oscuridad. Y en la oscuridad el monstruo pudiera tener una capa lanuda y cálida que se siente atractiva, y la armadura del caballero pudiera sentirse fría y prohibida.
Pero llega la luz, usted puede ver al pecado y a Cristo como realmente son: el pecado es un horrible destructor, y Cristo es un glorioso Salvador. Cuando la luz llega, el pecado no muere. Es entonces cuando realmente comienza la batalla. Usted lo ve como Dios lo ve y lo odia, y lo confiesa y lo enfrenta.
Resumiendo el argumento.
Ahora, regresemos y veamos si podemos resumir los cabos sueltos del argumento. Estamos en la segunda pregunta del mensaje. La primera era: ¿Qué vino a destruir el Hijo de Dios? Respuesta: las obras del diablo, a saber el pecado o infracción de la ley o rebelión. Vino para darnos victoria sobre el pecado en nuestras vidas. La segunda pregunta era: ¿Cómo destruyó Cristo las obras del diablo? Vimos dos respuestas. Primero, lo hizo al aparecer en la navidad como Hijo de Dios, viviendo, muriendo por nuestros pecados, y resucitando. Segundo, lo hizo mediante el nuevo nacimiento. 1ra de Juan 3:9 dice que cuando somos nacidos de Dios no podemos pecar. Pero vimos que esto no significa la perfección sin pecado en esta vida; significa que Dios obra un cambio en nosotros de modo que no podemos sentirnos satisfechos si seguimos pecando.
Entonces preguntamos: ¿cómo se relacionan entre sí estos dos modos de destruir las obras del diablo? ¿Cómo se relaciona la obra de Cristo en Palestina con la obra de Dios en mi corazón? O puede preguntarlo así: ¿Cómo obran la sangre de Cristo con el nuevo nacimiento para destruir las obras del diablo en mi vida?
Y vimos la respuesta en 1:7. "si andamos en la luz, como Él está en la luz,... la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado". Aquí vienen juntas las dos respuestas a cómo se destruyen las obras del diablo. Cuando nacemos de nuevo venimos a la luz de Dios. El nuevo nacimiento es la obra soberana de Dios donde Él enciende la luz en nuestro corazón para que podamos ver las cosas como Él. Vemos a Dios sorprendente en santidad, y al pecado horriblemente feo, y a Cristo como a un hermoso Salvador. Nos inclinamos en adoración ante Dios, confesamos y nos alejamos del pecado y aceptamos a Cristo como nuestra esperanza. Y mientras caminamos en esa mentalidad (en la luz), la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. Las obras del diablo son destruidas en nuestras vidas. Y se cumple la navidad.
*La respuesta a la pregunta 2 *
Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta dos? ¿Cómo se destruyen las obras del diablo? Dos etapas: 1) El Hijo de Dios apareció y murió por nuestros pecados de modo que pudieran ser lavados y el diablo no pudiera acusarnos más o desanimarnos más con ellos. 2) Pero a fin de experimentar esta salvación del pecado, necesitamos nacer de Dios. Tenemos que tener abiertos los ojos de nuestros corazones para poder venir a la luz y ver todo como Dios, y estar de acuerdo con Dios en la belleza de Su santidad y la fealdad de nuestro pecado y el incomparable valor de Cristo. Cuando éso ocurre, la sangre de Jesús, Su Hijo, nos limpia de todo pecado, y son destruidas las obras del diablo.
Prometí una tercera pregunta, pero ya la hemos respondido.
3. ¿Cómo podemos participar personalmente en la victoria de Cristo?
Permítanme referirme a un último verso y terminar con una ilustración. 1ra de Juan 5:4 dice: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe". Al confiar en Cristo (al creer que Él es el Hijo de Dios, con todo lo que ello implica sobre Su poder para obrar para nuestro bien), participamos personalmente en Su victoria sobre el mundo y sobre las obras del diablo.
Una ilustración personal
El Adviento es un tiempo difícil espiritualmente para mí. Cuando era estudiante y enseñaba en la escuela, era un tiempo de alivio y descanso. Pero ahora tiene mucha presión. Tiendo a sentirme desanimado y tengo que pelear contra las obras del diablo en mi vida. Y peleo enfocándome en una promesa de Dios. Algunas veces ocurre en modos extraños.
La semana pasada me levanté desanimado y apenas pude arrastrarme fuera de la cama. Entonces llegó a mi mente el pensamiento: "Hoy pudiera venir mi impresora". Había ordenado una pequeña impresora de matriz de punto para imprimir mis sermones en casa desde el procesador de textos. La idea de que la impresora pudiera llegar hoy me hizo repentinamente feliz. El día parecía prometedor. Supongo que era como se siente un niño antes de las vacaciones. Un posible punto brillante conquistó la penumbra.
Entonces fui a mi cuarto a orar, y leí en el Salmo 139: "Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos". Me impactó la verdad de que Dios hizo todos mis días. Y Él prometió obrar todo para mi bien. En Su misericordia, cada día trae experiencias que son cien veces más valiosas que una impresora. Él diseñó todos mis días para mi fortaleza y gozo. La batalla es creerle, es levantarse en la mañana y meditar en la verdad de que Dios ha planeado un día lleno de impresoras inesperadas, incluso si está veladas en la aflicción o la tragedia.
*Ánimo para los cristianos *
Así que mi exhortación a ustedes en esta navidad es que el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo: nuestros pecados e infracción de la ley y nuestra rebelión. Y lo hizo al morir por el pecado y mediante el nuevo nacimiento. Nosotros participamos en esta victoria al confiar en las promesas de Dios de que Él obrará todas las cosas para nuestro bien.
Que el Señor abra nuestros ojos a Su gloria y nos dé esta fe.