El placer de Dios en Su creación
Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras.
En nuestro primer mensaje de esta serie de los placeres de Dios vimos que Dios se deleita en su Hijo. Por toda la eternidad, Dios ha sido exuberantemente feliz en la comunidad de la Trinidad. Él se ha estado desbordando de satisfacción mientras ve el panorama sin fin de sus propias perfecciones reflejadas en el brillo de la cara de su Hijo.
Después vimos que una de las lecciones que debe ser aprendida de la divina felicidad es que Dios está completo en sí mismo. No tiene defectos y, por lo tanto, no puede ser sobornado con algo que se le antoje o chantajeado con alguna debilidad secreta o forzado por un poder superior. Y por eso, todo lo que hace lo hace sin limitaciones y de acuerdo a su voluntad. Él es libre y se place en todo lo que haces.
Hoy nos enfocamos en una de las cosas más impresionantes que Dios ha hecho: a creado el universo, ¡y qué universo! Y hay dos preguntas que quiero tratar de contestar:
- Se place Dios en su creación?
- Y si sí, ¿por qué?
1. ¿Se Place Dios en Su Creación?
La primera pregunta la contestaré con un resonante “¡sí!” Dios sí se place en su creación.
El testimonio de Génesis 1
¿Cómo sabemos esto? Génesis 1 nos describe no solamente el hecho de una creación ordenada por Dios, sino también su respuesta a su creación. Si te acuerdas, son cinco veces las que Dios se aleja y admira su creación. Cada vez el texto dice, “Y vio Dios que era bueno” (vv. 4, 12, 18, 21, 25). Y cuando todo fue terminado y el hombre y la mujer fueron creados a su imagen, la Biblia dice, “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.”
Yo veo que esto significa que Dios estaba deleitado con su trabajo. Cuando él lo vio, le plació. Él estuvo feliz y satisfecho con su esfuerzo creativo.
El testimonio del Salmo 104
El texto de hoy, el Salmo 104, es una canción para expresar el gozo que Dios tiene por su creación. El versículo clave para nuestro propósito es el versículo 31:
Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras.
Ésta no es una oración para algo que tal vez no ocurra. El salmista no quiere decir: “Oh, espero que Dios se regocije en sus obras, pero no estoy seguro de que lo hará.” Si ese fuera el significado, entonces la primer parte del versículo tendría que tener el mismo tiempo: “Oh, espero que la gloria de Dios dure para siempre, pero no estoy seguro de ello.”
Claramente, esto no es lo que él quiere decir. La fuerte confidencia de toda la Biblia es que la gloria de Dios no solamente durará para siempre, sino que también cubrirá toda la tierra como las aguas cubren el mar (Números 14:21; Habacuc 2:14).
El salmista no está orando para que la incertidumbre pase. Se está regocijando en la certeza de que pasará. No hay duda acerca del grito: “¡Sea la gloria de Jehová para siempre!” Y no hay duda acerca del grito: “¡alégrese Jehová en sus obras!”
Así que la respuesta a la primera pregunta es ¡SÍ! Dios sí se place en su creación. Él se deleita en la obra de sus manos.
Por qué es importante preguntar la siguiente pregunta
Ahora la pregunta es, ¿por qué? Hay dos razones de porque esto es importante para mí.
1. La primera es que me siento inclinado a explicar porque el placer que Dios tiene por su creación no es un acto de idolatría.
¿Por qué el placer de Dios por su creación no es una deshonra a su Hijo? ¿Por qué el Hijo no está celoso? ¿Debería el Padre realmente compartir su afección con el mundo? ¿No debería estar completamente satisfecho en la belleza de sus perfecciones reflejadas en la persona del Hijo?
2. La otra razón de preguntar por qué Dios se deleita en su creación es que necesitamos saber esto antes de que el deleite mismo nos diga mucho acerca del carácter de Dios.
Dos personas pueden desear la misma cosa por diferentes razones; una honorable y otra perversa.
2. ¿Por qué toma Dios placer en su creación?
Así que por estas dos razones al menos intentemos contestar la pregunta de por qué Dios toma placer en su creación. Intentaré condensarlo en cinco declaraciones basadas en este salmo y en otras partes de la Escritura.
Estas declaraciones sobre porque Dios se deleita en su creación no son razones separadas porque coinciden en muchas partes. Lo que pasa es que cada una explica la razón básica diferentemente. Así que empecemos con la razón básica que me parece que está aquí, en el versículo 31.
Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras.
Lo que esto me sugiere es que la alegría que Jehová tiene por sus obras se debe a que ésta es una expresión de su gloria. En otras palabras, yo pienso que las dos mitades de este versículo se relacionan de la siguiente manera: “Mientras la gloria de del Señor se mantenga en sus obras, Dios verdaderamente se alegrará en sus obras.” O podrías decir, “Que la gloria del Señor se mantenga para siempre, para que el Señor se alegre en sus obras.” Por lo tanto, mi primera y más básica declaración es que…
1. Dios se alegra en sus obras porque sus obras son una expresión de su gloria.
Esto es lo que el Salmo 19 deja muy claro:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Así que la razón más básica por la que Dios se deleita en su creación es que en su creación Él ve el reflejo de su propia gloria, y por lo tanto no es un idólatra cuando se deleita en su trabajo.
¿Pero qué hay del Hijo de Dios? ¿Significa que la creación compite con el Hijo por el afecto del Padre? Recordemos que el Hijo, también, es la reflexión de la gloria de Dios (Hebreos 1:3). ¿Se deleita el Padre parcialmente en el hijo y parcialmente en la creación? ¿Le roba la creación al Hijo el deleite del Padre? ¿Debería estar celoso el Hijo de la creación?
No. Antes de la creación, el Padre y el Hijo se regocijaban entre ellos con gran satisfacción. Y cuando el tiempo de la creación llegó, la Biblia dice que tanto el Padre como el Hijo fueron activos en la obra de la creación (1 Corintios 8:36; Colosenses 1:16).
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. (Juan 1:1-3)
En otras palabras, la obra de la creación no es solamente el trabajo del Padre como si tuviera que satisfacer una necesidad del Hijo. Tampoco es solamente el trabajo del Hijo como si tuviera que satisfacer una necesidad del Padre. Al contrario, fue un trabajo de los dos juntos.
Así que cuando la Biblia enseña que la creación expresa la gloria de Dios, no debemos simplemente pensar en la gloria del Padre o del Hijo, sino en la gloria que tienen juntos. Y la gloria que tienen juntos es un gozo que sobreabunda en sus perfecciones. Por lo tanto, la creación es una expresión del sobreabundante gozo y vida que el Padre y el Hijo tienen mutuamente.
No hay una competencia o celos en Dios. El Hijo y el Padre son glorificados de igual manera en la creación, porque la creación es el desbordamiento de su felicidad mutua.
Así que la primera y más básica declaración que podemos hacer sobre por qué Dios se goza en su obra de la creación es porque su creación es una expresión de su gloria.
2. Dios se regocija en las obras de la creación porque éstas lo alaban.
En el Salmo 148, el salmista incita a la creación misma a alabar a Dios.
Alabadle, sol y luna;
Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
Alabadle, cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre los cielos.
Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados…
Alabad a Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos los abismos. (Versículos 3-5, 7)
¿Qué significa todo esto? Bueno, podríamos decir que el sol y la luna y las estrellas alaban a Dios al testificarnos acerca de Dios. Esto es verdad—es lo que dice el Salmo 19. Pero qué hay del versículo 7: “Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos.”
Uno de mis poemas favoritos es “Elegía Escrita en un Cementerio de Aldea.” por Thomas Gray en 1571. Una de las estrofas dice,
Gemas llenas del rayo más puro y sereno,
Durmiendo en las ignotas cuevas del océano:
Flores que nacen para un rubor invisible,
Gastando su dulzura en el aire desierto.
Gray había sido conmovido por la idea de que en el fondo del océano habían preciosas gemas que ningún ojo humano jamás vería, y que en un desierto distante millones de flores florecerían, brillarían con vívidos colores, soltarían una fragancia dulce, y nunca serían tocadas ni olidas por nadie—¡nadie sino Dios!
El salmista es conmovido por lo mismo, al parecer, en el versículo 7: “Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos.” ¡Ni siquiera él sabe que hay en los abismos del océano! Así que la alabanza de los abismos no es simplemente una que pueda testificar a los humanos.
Me parece que la creación alaba a Dios al simplemente ser lo que fue creada para ser en toda su increíble variedad. Y como la mayor parte de la creación está más allá del conocimiento humano (en la infinidad del espacio, en las alturas de las montañas y en el fondo del mar), no fue creada solamente para servirnos a nosotros. Fue creada para el deleite de Dios.
La revista Ranger Rick llega a nuestro hogar. La abro y leo acerca de la araña de agua Europea que vive en el fondo de un lago, pero respira aire. Da una voltereta en la superficie del agua y atrapa una burbuja de aire, y la sostiene sobre sus respiradores en medio de su cuerpo mientras nada al fondo del lago y teje una telaraña entre las algas. Después, vuelve a la superficie y regresa con burbuja tras burbuja hasta que un pequeño globo de aire ha sido formado, donde puede vivir y reproducirse.
Estoy yo ahí sentado boquiabierto y pienso que Dios sonríe y dice, “Sí, John, yo he disfrutado esa pequeña obra maestra por 10,000 antes de que alguien en la tierra supiera que existía. ¡Sí sólo supieras cuántas otras millones de maravillas están fuera de tu vista y yo las veo con alegría diariamente!
Justo aquí en nuestro texto, Salmo 104:25-26 dice,
He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.
¿Por qué creó Dios los grandes monstruos marinos? Simplemente para que jugaran y retozaran en el mar donde nadie puede ver sino Dios. El movimiento del océano declara la gloria de Dios, y lo alaba cientos de millas lejos de cualquier ojo humano. Ése es la segunda declaración sobre por qué Dios se regocija en sus obras.
3. Dios se regocija en las obras de la creación porque revelan su incomparable sabiduría.
Mira el versículo 24:
!Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría;
La tierra está llena de tus beneficios.
“!Hiciste todas ellas con sabiduría!” En otras palabras, el Señor se deleita en la expresión de su sabiduría. Este universo es simplemente una obra maestra de sabiduría y orden. O, si lo comparamos con el cuerpo humano—que gran obra de sabiduría y conocimiento. ¡Quién podrá entender el cerebro humano y el misterio de la mente y el cuerpo!
El mundo está lleno de la sabiduría de Dios. Tomemos como ejemplo a las diatomeas. En Diciembre, Ranger Rick mostró fotografías a color de las microscópicas diatomeas. ¡Se conocen 10,000 especies de diatomeas! En una cucharadita de agua de lago puede haber un millón de estas plantas diminutas e invisibles. ¿Y qué es lo que hacen mientras que entretienen a Dios con su belleza microscópica? ¡Están haciendo toneladas y toneladas de oxígeno para que los animales en el agua puedan respirar!
!Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría;
El salmista simplemente se maravilló al ver que todo funcionaba juntamente. Esto es evidente en el versículo 14.
El hace producir el heno para las bestias,
Y la hierba para el servicio del hombre,
Sacando el pan de la tierra.
¡Qué increíble experiencia es cuando Dios nos regala un momento en el que no tomamos nada por sentado, sino que vemos el mundo como si hubiera sido inventado ayer! Cómo nos maravillaríamos de la sabiduría de Dios.
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. (Isaías 40:28)
4. Dios se regocija en las obras de la creación porque revelan su poder incomparable.
En Isaías 40:26, Isaías mira al cielo lleno de estrellas—tal vez como una noche de la cual yo me acuerdo, en una montaña en Utah en Septiembre de 1968, cuando el cielo era literalmente una cortina de luz y una estrella no se distinguía de otra—él mira al cielo y dice,
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas;
Él saca y cuenta su ejército;
A todas llama por sus nombres; ninguna faltará;
Tal es la grandeza de su fuerza,
Y el poder de su dominio.
Si Isaías estaba atónito cal ver el poder de Dios crear y nombrar y sostener cada estrella en los cielos que él podía ver, ¿cuál sería su alabanza hoy si le mostráramos que las estrella más cercana, Alfa Centauri y Próxima Centauri, están a 25 millones de millas de aquí, y que lo que veía esa noche era un pequeño parche de nuestra galaxia, la cual tiene cien mil millones de estrellas, y que más allá de nuestra galaxia hay millones de galaxias?
¡Qué es este universo, sino una demostración del increíble, incomparable, inimaginable y exuberante sabiduría y poder y grandeza de Dios! ¡Y qué Dios debe ser! ¡Qué Dios debe ser!
Esto me trae a la declaración final.
5. Dios se regocija en las obras de la creación porque nos apuntan más allá de nosotros mismos, hacia Dios mismo.
Dios quiere que nosotros nos quedemos atónitos y boquiabiertos con su obra de la creación, pero no por el bien de ésta. Él quiere que nosotros siempre veamos su creación y digamos: ¡Si la obra de sus manos es tan llena de sabiduría y poder y grandeza y majestad y belleza, cómo debe ser Dios en si mismo!
Estas cosas son solamente la superficie de su gloria vistas a través de un vidrio oscuro. ¡Cómo va a ser el ver al Creador mismo! ¡No sus obras! Ni siquiera cien mil millones de galaxias van a satisfacer el alma humana. Dios y solamente Dios es la meta del alma.
Y así es como nuestro texto cierra (Salmo 104:31-35)
Sea la gloria de Jehová para siempre;
Alégrese Jehová en sus obras.
El mira a la tierra, y ella tiembla;
Toca los montes, y humean.
A Jehová cantaré en mi vida;
A mi Dios cantaré salmos mientras viva.
Dulce será mi meditación en él;
Yo me regocijaré en Jehová.
Sean consumidos de la tierra los pecadores,
Y los impíos dejen de ser.
Bendice, alma mía, a Jehová.
Aleluya.
Al final, no serán los mares ni las montañas ni los cañones ni las nubes ni las grandes galaxias las que llenarán nuestros corazones hasta desbordar de asombro y llenarán nuestras bocas de alabanza eterna. Será Dios mismo.