El sello peculiar de la majestad, parte 1
Domingo de ramos
¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra, que has desplegado tu gloria sobre los cielos! 2 Por boca de los infantes y de los niños de pecho has establecido tu fortaleza, por causa de tus adversarios, para hacer cesar al enemigo y al vengativo. 3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, 4 digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides? 5 ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad! 6 Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies: 7 ovejas y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo, 8las aves de los cielos y los peces del mar, cuanto atraviesa las sendas de los mares. 9 ¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
El Domingo de Ramos, nos da una muy buena oportunidad para hablar acerca de una de las características de la majestad de Dios, porque este sello de la majestad es revelado con más insistencia y belleza en Jesucristo, el Dios-Hombre, en la última semana de su vida sobre la tierra, y de un modo inusual en ese primer día de la Entrada Triunfal. Y este sello de la majestad de Dios eventualmente se convierte en el medio de nuestra propia salvación, y en una imagen de cómo debiera ser el verdadero cristianismo –de cómo debiéramos verdaderamente ser.
El Domingo de Ramos y la Majestad de Cristo
El Domingo de Ramos es el domingo que antecede a la Pascua, es el día en que celebramos la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén, al final de su vida terrenal. Dentro de unos minutos estaremos viéndolo en el Evangelio de Mateo. Pero, antes de que lo hagamos, quiero que comprendamos algunas verdades del Salmo 8. Y quiero que vayamos a al Salmo 8 porque es el salmo que Jesús cita en la Entrada Triunfal. Y por la manera en que lo cita tiene grandes implicaciones para su propia majestad.
Eso es lo más importante que quiero que veamos hoy –la majestad de Dios, la majestad de Cristo, y su implicación para nuestras vidas. Y específicamente, quiero que veamos el sello más importante de la majestad de Dios que enfatiza el Salmo 8 y en el cual Jesús se enfoca durante su entrada Triunfal a Jerusalén camino a ser crucificado.
El Majestuoso Nombre de Yahvé
Así que, por favor, vayan conmigo al Salmo 8. El salmo comienza y termina con la declaración de su idea central. Verso 1: “¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!”. Verso 9: “¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!”. Las dos palabras traducidas como Señor (“Oh Señor, Señor Nuestro”) no son las mismas en hebreo. La primera, en letras versales, es una traducción del nombre Yahvé –no se refiere al nombre genérico para Dios, sino al nombre personal del Dios de Israel según la declaración de Éxodo 3:14: “YO SOY EL QUE SOY”. Dios se nombró a sí mismo Yahvé, es decir: el que existe absolutamente –el único que simplemente es, quien no vino a existencia, y no dejará de ser, y nunca cambia en su existencia, porque es un ser absoluto. Quien depende de nada para su existencia y todo lo demás depende de él.
Este nombre es majestuoso en toda la tierra. “¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre [Yahvé, el que existe absolutamente] en toda la tierra!”. No hay lugar en toda la tierra donde Dios no sea Yahvé –donde Dios no sea el absoluto. En todo lugar, todo depende absolutamente de él. En ningún lugar hay alguien verdaderamente capaz de competir en su contra. Él es por encima de todas las cosas en todo lugar. Él lo sostiene todo en todo lugar. Él es el fundamento y propósito de todas las cosas en todo lugar. Él es más sabio y más grande, y más hermoso, y más maravilloso que cualquier cosa en cualquier lugar. “¡Oh Señor, Señor [Maestro, Rey, Gobernador] nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!”. Ese es el tema central del salmo y el propósito es que estemos en temor reverente ante su presencia y le adoremos.
Ahora, ese es el tema central, sin embargo, entre los versos 1 y 9, David quiere que veamos un sello o característica muy peculiar de majestad de Dios. Este sello peculiar de su majestad es visto en la forma en que Dios se relaciona primeramente con sus hijos y luego con los hombres en general. Veamos estas dos formas de interrelación.
Dios Derrota A Sus Enemigos Por Medio De La Debilidad De Los Bebés
Compare, primeramente, el verso 1b y el verso 2. Verso 1b: “¡Has desplegado tu gloria sobre los cielos!.”1 Verso 2: “Por boca de los infantes y de los niños de pecho has establecido tu fortaleza, por causa de tus adversarios, para hacer cesar al enemigo y al vengativo”. En el verso 1b vemos la gloria de Dios exaltada hasta lo sumo. Él es el mayor de todos los seres. Nadie pudiera ser más fuerte, más sabio o más grande. Pero, en el verso 2, vemos bebés. Y el contraste es extremo. Los bebés son fuertes; no parecen tener sabiduría ni entendimiento. Son absolutamente dependientes de otros. Son insignificantes ante los ojos del mundo.
¿Por qué, entonces, están aquí? ¿Qué hacen? Bien, está claro lo que hacen: Están derrotando a los adversarios de Dios. Están abriendo sus bocas y diciendo o llorando algo. Y sea lo que sea que dicen, o lloran, es lo suficientemente fuerte como para pacificar al enemigo y al vengativo. “Por boca de los infantes y de los niños de pecho [Dios] has establecido tu fortaleza”. Dios hace que lo que sale de sus bocas sea fortalecido. Sea lo que sea que está saliendo de sus bocas, está sometiendo a los enemigos de Dios: “Por boca de los infantes y de los niños de pecho has establecido tu fortaleza, por causa de tus adversarios, para hacer cesar al enemigo y al vengativo”.
Así que el sello o característica de la majestad de Dios que David quiere que veamos es que Dios, en su majestad y grandeza, se inclina para hacer que los bebés sean el medio por el que su majestad triunfa. Dejemos que la peculiaridad de esta declaración nos inunde. El verso 2 dice que Dios tiene adversarios “por causa de tus adversarios”. Pero Dios es Dios, y cuando tiene un adversario, no hay problema; él es Dios, si quiere, solo tiene que cortarlo. Dios puede hacer que cualquier cosa que elija deje de existir. Pero en lugar de hacerlo así, escoge derrotar a sus enemigos por medio de bebés. Y no solo con bebés, sino con lo que los bebés dicen: “Por boca de los infantes y de los niños de pecho has establecido tu fortaleza, por causa de tus adversarios, para hacer cesar al enemigo”.
Ya lo vemos, este sello peculiar de la majestad de Dios no es solo que él se inclina para escuchar o recordar, o cuidar a los infantes, sino que los convierte en medios para sus triunfos. Dios conquista a sus adversarios por medio de la debilidad de los débiles –el discurso de los débiles. Cuando usted piense en Dios como guerrero, recuerde esto: Él vence con debilidad.
Dios Gobierna Su Universo Por Medio De La Debilidad De Los Hombres
Considere ahora un segundo contraste en los versos 3-8. En los versos 3-4, David describe a Dios como el majestuoso Creador quien hizo las estrellas con sus dedos. “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, 4 digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?”. La idea en estos dos versos es que Dios es infinitamente grande, y el hombre, en comparación, es nada: “¿Qué es el hombre para que [...] lo cuides?”. Tú creaste las estrellas con tus dedos. El hombre es infinitamente pequeño comparado con la Tierra, para no mencionar una estrella, para no mencionar millones de estrellas. Así como sucede con el contraste entre Dios y sus Hijos, la distancia entre Dios y el hombre es infinitamente grande.
Por tanto, ¿qué hace aquí este hombre diminuto y aparentemente insignificante? ¿Por qué aparece en un salmo que comienza y termina con: “¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!”? La respuesta es que él está aquí para tomar dominio sobre la obra de la mano de Dios. Verso 6: “Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies”. Ahora, esto es algo absolutamente sorprendente. El hombre es como un bebé. Es nada comparado con Dios Y comparado con la obra de los dedos de Dios, el hombre es infinitamente pequeño.
Pero de la misma forma en que Dios usa a los niños para derrotar a sus adversarios, así usa al hombre para gobernar su gloriosa creación. Leamos los versos 5-8 para ver toda la dimensión de lo que decimos:
¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad! 6 Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies: 7 ovejas y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo, 8 las aves de los cielos y los peces del mar, cuanto atraviesa las sendas de los mares.
Aquí lo vemos nuevamente, el peculiar sello de la majestad de Dios: Dios no solo derrota a sus enemigos con la debilidad de los niños, sino que gobierna su mundo con la debilidad de los hombres. “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?” (verso 4). Sin embargo lo haces señorear sobre todas tus obras. Y ¿qué son los niños para que de ellos te acuerdes, o los bebés para que los cuides? Sin embargo, haces que llanto conquiste a tus enemigos.
¡Majestad! La Fortaleza De Dios Establecida Por Medio De La Debilidad Humana
No pierda de vista esta característica de la majestad de Dios. Es visible a todo lo largo de la Biblia. La gloria de la fortaleza de Dios es mayor porque está establecida por medio de la debilidad humana. La gloria de la sabiduría de Dios es mayor porque está establecida por medio de la necedad humana. Lo que el hombre considera débil, Dios lo convierte en un medio para la victoria. Lo que el hombre considera necedad, Dios lo vuelve un medio para el triunfo.
Por eso es que cuando Jesús, el Dios-Hombre, vino a este mundo, ese fue el sello de su majestad. La fortaleza de Dios magnificada en la debilidad humana. La victoria de Dios alcanzada a través de una humildad semejante a la de los niños. El gobierno de Dios establecido a través del servicio humilde.
Vayamos a la entrada triunfal y veamos cómo usó Jesús el Salmo 8 para que esta verdad quedara clara. Vayan conmigo a Mateo 21.
La Majestad En Mateo 21
Él se acerca a Jerusalén (v.1) y se las arregla para entrar en Jerusalén montado en una asna. En el verso 2, da instrucciones a sus discípulos: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos” ¿Por qué quería montar una asna en Jerusalén? Mateo nos dice en los versos 4-5: “Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sion: “Mira, tu Rey viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de bestia de carga.” Él escogió una asna porque era el Rey de Israel y porque llevaba el sello de la majestad divina. Manifestaría su reinado sobre una asna. Su magnificencia sería mostrada a través de un humilde animal. Este es el sello de la majestad divina.
Las multitudes vieron un destello de lo que esto significaba y exclamaron en el verso 9: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. Hosanna significa “salvación”. Ellos estaban gritando que la salvación de Dios estaba llegando. Este es un profeta, o quizás el mismo Mesías. El Redentor. El Rey de Israel quien derrotaría a los enemigos de Dios.
La Majestad Manifestada En El Templo
Entonces Jesús actúa con sorprendente autoridad cuando entra al templo, en el verso 12, y expulsa a los cambistas. Jesús se explica en el verso 13: “Escrito está: “Mi casa será llamada casa de oración”, pero vosotros la estáis haciendo cueva de ladrones”. Entonces, en el verso 14, actúa nuevamente en autoridad y poder: “Y en el templo se acercaron a Él los ciegos y los cojos, y los sanó”.
Ahora, los niños no estaban ciegos. Ellos veían lo que pasaba. Y habían escuchado a sus padres voceando el significado de todo eso. Así que toman el cántico del verso 15: “¡Hosanna al Hijo de David!”, ¡Hijo de David!, ese es el título del Mesías.2 Estos niños le llaman el Rey de Israel. El tan esperado Salvador.
Los principales sacerdotes y escribas no podían soportarlo más. Pensaron que era ultrajante que Jesús escuchara este tipo de aclamación y no los detuviera para corregirlos. Así que le dijeron a Jesús en el verso 16: “¿Oyes lo que éstos dicen?” Lo que querían decir era: «sabemos que puedes escuchar lo que dicen los niños, pero no podemos imaginarnos por qué no los detienes, ya que ciertamente no eres el Mesías».
La respuesta de Jesús es clara en su simplicidad, y nos deja la boca abierta en su relación con el Salmo 8. Primero dice solamente: “Sí”. «Jesús ¿Escuchas lo que éstos dicen? Te están llamando el Hijo de David. Están diciendo que tú eres el que trae liberación y salvación. Te están llamando Rey de Israel ¿Los escuchas?» “Sí”. Hay muchísimo significado en esa palabra. «Sí, escuché, y lo apruebo. Acepto lo que dicen. Ellos no están equivocados, no están blasfemando. Parecen necios, pero no lo son. Para ustedes, los sabios, fuertes e importantes, parecen ignorantes, débiles e insignificantes».
«Pero principales sacerdotes y escribas, ¿no les suena familiar? Ustedes conocen sus Biblias ¿No les recuerda algo la debilidad, necedad, e insignificancia de la voz de los niños voceando?». Jesús sigue en el verso 16 y dice a los principales sacerdotes y escribas: “¿nunca habéis leído: “De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te has preparado alabanza”?”. En otras palabras, Jesús cita el Salmo 8:2.
El Salmo 8 Y La Majestad Del Mesías
Jesús cita específicamente la versión griega el Salmo 8:2.3 Recuerden que la versión hebrea decía: “Por boca de los [...] de los niños de pecho has establecido tu fortaleza”. La versión griega decía: “De la boca de los [...] niños de pecho te has preparado alabanza”. En otras palabras, la versión hebrea no nos dice cómo usan la boca los bebés para establecer la fortaleza y el silencio del enemigo. Solo dice: “Por boca de los [...] de los niños de pecho has establecido tu fortaleza [...] para hacer cesar al enemigo”. Pero la versión griega que Jesús cita plantea una respuesta a la pregunta de cómo estos bebés usan su boca para silenciar al enemigo: alaban a Dios. “De la boca de los [...] niños de pecho te has preparado alabanza”. No sería la única vez en el Antiguo Testamento en que las alabanzas del pueblo de Dios fueran el poder que derrotara a los enemigos de Dios (ej. 2do de Crónicas 20:22).
Pero, ¿por qué citó Jesús este Salmo? Dos cosas sucedieron cuando citó el Salmo. Primero, se hizo cierto. El enemigo fue silenciado. Los principales sacerdotes y escribas no hablaron más. Los niños salen victoriosos, lo que dicen se mantiene; lo que los principales sacerdotes y escribas dijeron se desplomó. Así que Jesús especifica con claridad que este salmo se está haciendo realidad en su ministerio. Dios está derrotando a sus enemigos por medio de la debilidad de los hijos de los hombres. El Rey estaba sobre una asna. Y el triunfo vino sobre la boca de los bebés. Y así será durante todo su camino al Calvario. El reinado de Jesús, el carácter mesiánico de Jesús, y el poder y señorío de Jesús triunfarán en la debilidad.
Pero algo más sucedió cuando Jesús describió a estos niños con las palabras del Salmo 8:2. Cuando Jesús cita el Salmo 8:2: “De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te has preparado alabanza”, sabía que el significado en el salmo es claramente de alabanza a Dios. Pero estos niños estaban diciendo: “¡Hosanna al Hijo de David!”. Su alabanza estaba dirigida hacia Jesús y él lo sabía. Los principales sacerdotes y escribas lo sabían. Así que es sorprendente que Jesús dijera: «Les diré lo que sucede aquí: Salmo 8, verso 2, eso es lo que sucede. Dios está siendo alabado por estos niños. Cuando estos niños me alaban como el Mesías, el Hijo de David, están alabando a Dios. Pero Yo Soy. Antes que Abraham fuese, Yo Soy».
La Majestad De Dios Tiene Un Rostro Y Un Nombre
El significado supremo del Domingo de Ramos es el mismo que tiene el Salmo 8, solo que ahora Dios tiene otro nombre. El Salmo 8 significa que Dios derrota a sus adversarios con la debilidad de los niños, él gobierna este mundo con la debilidad de los hombres. Y el Domingo de Ramos significa lo mismo, solo que ahora Dios tiene un rostro y un nombre: Jesús, el Dios-Hombre derrota a sus adversarios con la debilidad de los niños, y salvará y gobernará el mundo por la debilidad.
El Cristo crucificado parece necio y débil. Pero toda la Escritura tiene el propósito de enseñarnos que “la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres” (1ra a los Corintios 1:25). Si usted quiere un Salvador fuerte, abrace al Cristo crucificado y resucitado. Si usted quisiera ser fuerte, confíe en él y sígale a él como un niño por la senda de la humildad y el amor.
2Mateo 22:42: “¿Cuál es vuestra opinión sobre el Cristo? ¿De quién es hijo? Ellos le dijeron: De David”.
3Asumiendo que Jesús hubiera hablado Arameo o Hebreo, Mateo dice que él comunicó el significado de la versión griega del Salmo 8:2.