El nuevo nacimiento produce amor
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 8El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 9En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 11Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. 12A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. 13En esto sabemos que permanecemos en El y El en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. 14Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. 15Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. 17En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como El es, así somos también nosotros en este mundo. 18En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. 19Nosotros amamos, porque El nos amó primero. 20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 21Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
Mientras comenzamos la Semana Santa, el aspecto del nuevo nacimiento en que quiero enfocarme es el hecho de que el nuevo nacimiento crea una relación entre el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por los demás. Si alguien alguna vez preguntara: « ¿Cómo, el hecho de que Dios nos ame, termina produciendo amor en nosotros por los demás?». La respuesta es: «El nuevo nacimiento crea esa relación. El nuevo nacimiento es la acción del Espíritu Santo conectando nuestros corazones muertos, egoístas, con el corazón amante del Dios viviente, de modo que la vida de Dios se vuelve nuestra vida, y su amor se vuelve nuestro amor».
Esta respuesta se ve con claridad en 1ra de Juan 4:7-12. Y Juan muestra esta relación de dos maneras: Primero, Juan muestra que la naturaleza de Dios es amor, de modo que cuando nacemos de nuevo por medio de él, compartimos esa naturaleza. Segundo, Juan muestra que la manifestación de esa naturaleza en la historia, fue el envío de su Hijo para que podamos tener vida eterna por medio de él. Veamos una respuesta a la vez, notemos cómo están conectadas con el nuevo nacimiento.
La Naturaleza de Dios Es Amor
Primero, los versículos 7-8 muestran que la naturaleza de Dios es amor: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. Fíjense que Juan hace dos declaraciones. En el versículo 7 dice que “el amor es de Dios”. Y en el versículo 8, al final, dice: “Dios es amor”. Estas ideas no se contradicen. Porque cuando Juan dice que “el amor es de Dios”, no quiere decir que sea de Dios de la forma en que las cartas son del cartero, ni siquiera de la forma en que las cartas son de un amigo. Él quiere decir que el amor es de Dios de la misma forma en que el calor proviene del fuego, o de la misma forma en que la luz proviene del fuego. El amor pertenece a la naturaleza de Dios. Está incorporado a su naturaleza. Es parte de lo que significa ser Dios. El sol da luz, porque es luz. Y el fuego da calor, porque es calor.
Así que el propósito de Juan es decirnos que en el nuevo nacimiento, este aspecto de la naturaleza divina se vuelve parte de quienes somos. El nuevo nacimiento es la comunicación de vida divina, y una parte indispensable de esa vida es amor. La naturaleza de Dios es amor, y en el nuevo nacimiento esa naturaleza se vuelve parte de quienes somos. Vean el versículo 12: “A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros”. Cuando nacemos de nuevo, recibimos al mismo Dios. Él mora en nosotros y derrama ampliamente de su amor en nuestros corazones. Y su propósito es que este amor sea perfeccionado en nosotros. Fíjense en la frase “su amor” en el versículo 12. El amor que tenemos como personas nacidas de nuevo no es una simple imitación del amor divino. Es una experiencia del amor divino y una extensión a otros de ese amor.
El Amor de Dios Revelado al Enviar a Su Hijo
Así que la primera forma en que Juan enlaza el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por las personas se enfoca en la naturaleza de Dios como amor, y en la forma en que el nuevo nacimiento nos conecta con esa naturaleza. Entonces, en segundo lugar, considere los versículos 9-11 donde Juan se enfoca en la principal manifestación de ese amor divino en la historia.
En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.11 Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
Así que en la mente de Juan, la gran manifestación del amor de Dios es que Dios envió a su Hijo (él lo dice dos veces, en los versículos 9 y en el 10). El propósito de Dios al enviar a su Hijo, dice, era que fuera la propiciación por nuestros pecados. Este propósito es lo que hace que el envío de Dios fuera amor ¿Qué es propiciación? Propiciación es venir a llevar nuestro castigo por los pecados y además quitar la ira de Dios de sobre nosotros ¡Piénselo! Esto significa que el amor de Dios fue quien envió a su Hijo para tomar el castigo de Dios y para tomar la justa ira de Dios. La mayor manifestación del amor de Dios es la acción unilateral de Dios donde él satisfizo su propia ira.
Y en 1ra de Juan 3:16 Juan menciona la forma en que el hijo se convierte en nuestra propiciación: “En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”. Así que el hijo se vuelve nuestra propiciación al poner su vida por nosotros. Muriendo por nosotros. Y Juan dice que esta es la manifestación de la naturaleza de Dios. Así es Dios.
No En Que Nosotros Hayamos Amado A Dios
Y fíjese en otra declaración que Juan lanza en el versículo 10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” ¿Cuál es la precaución que hay en esta negación: “en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios…”? Juan está enfatizando que la naturaleza y el origen del amor no descansan en nuestra respuesta a Dios. No es allí donde comienza el amor. El amor no es principalmente que nosotros le hayamos amado. El amor es, y comienza con Dios. Y si algo hacemos o sentimos que puede ser llamado amor, es llamado así porque, por el nuevo nacimiento, estamos conectados con Dios.
Así que ahora hemos visto dos verdades acerca del amor de Dios. Primero, Juan nos muestra que la naturaleza de Dios es amor, de modo que cuando nacemos de nuevo por él, compartimos esa naturaleza; y luego, en segundo lugar, Juan nos muestra que la manifestación de ese amor en la historia fue el envío de su Hijo para que pudiéramos tener vida eterna por medio de él.
Nosotros Debemos Amarnos Unos A Otros
Pero no pierda de vista el lugar esencial del nuevo nacimiento en relación con la manifestación del amor de Dios y la naturaleza del amor de Dios. Cuando Juan dice en el versículo 11: “Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Cuando Juan hace esta declaración, ¿cómo debemos interpretar la palabra “debemos”? Si usted olvida todo lo que precede en los cinco versículos anteriores, pudiera decir: «Bueno, el propósito de la encarnación es la imitación. Dios nos amó. Debemos ver cómo él lo hizo, y hacerlo nosotros también. Es nuestra obligación».
Pero Juan no ha olvidado que ha escrito los versículos 7-8: “todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. Así que cuando dice: “debemos amarnos unos a otros”, quiere decir que debemos, de la misma forma en que el pez nada en el agua y las aves vuelan en el viento y las criaturas vivientes respiran y los melocotones deben ser dulces y los limones ácidos, y las hienas deben reír. Las personas nacidas de nuevo deben amar. Así somos. No es una simple imitación. Para los hijos de Dios, la imitación se vuelve un logro. Cuando amamos, logramos lo que somos, en nosotros se perfeccionan la semilla de Dios, el Espíritu de Dios, y la naturaleza de Dios.
El Amor De Dios Al Enviar A Cristo Es Nuestro Impulso Interno
Sí, hay un impulso externo que nos constriñe al ver la historia del Hijo de Dios poniendo su vida por nosotros. Pero un aspecto único de la vida cristiana es que también hay un impulso interno que proviene de haber nacido de nuevo y experimentar que el mismo amor que envió al Hijo al mundo, también late en nuestras almas por la vida que Dios ha puesto en nosotros. El nuevo nacimiento nos capacita para experimentar la manifestación del amor de Dios en la historia como una realidad interna del Espíritu de Dios en nosotros.
Así regreso a lo que afirmé al comienzo. Mientras comenzamos la Semana Santa, el aspecto del nuevo nacimiento en que quiero enfocarme es el hecho de que el nuevo nacimiento crea una relación entre el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por los demás. Si alguien alguna vez preguntara: « ¿Cómo, el hecho de que Dios nos ame, termina produciendo amor en nosotros por los demás?». La respuesta es: «El nuevo nacimiento crea esa relación. El nuevo nacimiento es la acción del Espíritu Santo conectando nuestros corazones muertos, egoístas, con el corazón amante del Dios viviente, de modo que la vida de Dios se vuelve nuestra vida, y su amor se vuelve nuestro amor».
Y ahora hemos visto que este amor existe en nosotros por la naturaleza de Dios y por la manifestación de lo que Dios ha hecho en la historia al enviar a su propio Hijo a poner su vida a fin de que fuera la propiciación por nuestros pecados de tal modo que definiera quiénes somos como hijos de Dios, si hemos nacido de nuevo para amarnos unos a otros.
¿Cómo Ama El Que Ha Nacido De Nuevo?
En el tiempo que nos queda quiero aplicar esta enseñanza a nuestra iglesia, Bethlehem. Quiero decirles lo que el apóstol Juan nos dice a todos en el versículo 11: “Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Si somos un pueblo regenerado, si somos un pueblo que ama, si hemos nacido de nuevo, el amor de Dios está en nosotros. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos” (1ra de Juan 3:14).
¿Cómo Se Manifiesta Este Amor?
Juan menciona muchos modos específicos en que el amor de Dios se hará real en nuestras vidas por medio del nuevo nacimiento. Mencionaré dos, y la manera en que transforman nuestras vidas juntos en Bethlehem (y cada vez más debiéramos actuar así).
1) Regocijándonos Humildemente en la Bondad de Otros
1ra de Juan 3:11-14: “Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; 12 no como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. 13 Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos”.
Ahora, esta forma específica de amor en el versículo 12 pudiera parecerles totalmente innecesaria: “como Caín que era del maligno, y mató a su hermano” ¿Estoy realmente preocupado de que halla una avalancha de asesinos en Bethlehem? No, no creo que Juan también tuviera ese temor. Él no se enfoca en el asesinato. Juan pregunta en el versículo 12: “¿Y por qué causa lo mató?”. Esa es la preocupación de Juan. Hay algo en el motivo de Caín que Juan cree que será relevante en la forma en que la iglesia se ama, y en la manera en que nosotros nos amemos.
Juan responde al final del versículo 12: “Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”. Él no solo está diciendo que el amor no mata al hermano, sino que el amor no se siente resentido cuando un hermano es superior de alguna manera espiritual o moral. Caín no mató a Abel solo porque Caín era malo. Lo mató porque el contraste entre la bondad de Abel y su propia maldad le puso furioso, le hizo sentirse resentido. Le hizo sentirse culpable. Abel no tenía que decir nada; su bondad era un recordatorio constante a Caín de que Caín era malo. Y Caín, en lugar de lidiar con su propia maldad con arrepentimiento y cambiar, se deshizo de Abel. Si a usted no le gusta lo que ve en el espejo, rompa el espejo.
Entonces, ¿cómo sería si alguno de nosotros fuera como Caín? Significaría que en cualquier momento alguna debilidad o mal hábito en nuestras vidas es expuesto por el contraste con la bondad de cualquier otra persona, y en lugar de lidiar con la debilidad o el mal hábito, nos alejamos de aquellos que con sus vidas nos hacen sentir defectuosos. No los matamos, los evitamos. O peor, buscamos formas de criticarlos a fin de neutralizar la parte de sus vidas que nos hace sentir convictos. La mejor manera de anular la bondad de otra persona es exaltando sus debilidades. Y así nos protegemos de cualquier bien que pudieran tener o que nosotros debiéramos tener.
Pero el mensaje de Juan es: el amor no actúa así. El amor se alegra cuando nuestros hermanos y hermanas progresan en los buenos hábitos, o en las buenas actitudes, o en el buen comportamiento. El amor se regocija en este crecimiento. Y si sucediera que el crecimiento de otros fuera más rápidamente que el nuestro, entonces el amor es humilde y se regocija con aquellos que se regocijan.
Por tanto, esta es la lección que debemos recibir: Dondequiera que usted vea algún crecimiento, alguna virtud, alguna disciplina espiritual, algún buen hábito, o buena actitud, regocíjese. Dé gracias por ello. Hónrelo, no lo resienta, no sea como Caín. Responda diferente a Caín. Sea inspirado por la bondad de otras personas. El amor es humilde. El amor se deleita en el bien de otras personas. El amor no protege las fallas de los demás, da un paso para cambiarlas ¡Qué hermosa comunión hay donde todos se regocijan en las fuerzas de los demás y nadie se resiente! Así se ve el amor de Dios cuando el nuevo nacimiento da vida en el pueblo de Dios.
2) Satisfaciendo las Necesidades de Otros--Incluso a un Gran Costo
La segunda forma específica en que Juan dice que el amor de Dios se hace real en nuestras vidas por medio del nuevo nacimiento, se encuentra en 1ra de Juan 3:16-18: “En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 17 Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? 18 Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
Juan dice tres verdades acerca del amor, y cada una es más específica que la anterior. Primero, dice que el amor obra prácticamente para las personas. Versículo 18: “Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Juan no quiere decir que hablar no sea una manera importante de amar a las personas. La lengua está llena de potencial para amar y para odiar. Él quiso decir que dónde hagan falta obras de ayuda práctica, no hay lugar para las pláticas. Hagan obras prácticas los unos por los otros.
Entonces, Juan nos dice algo acerca de cuán seriamente debiéramos entender esta verdad: “nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”. Jesús nos amó poniendo su vida por nosotros. Cuando nacemos de nuevo, este amor se vuelve nuestro amor. En la persona que ha nacido de nuevo hay un impulso a morir al ego para que otros puedan vivir. La presencia de Cristo en la persona que ha nacido de nuevo, es la presencia del corazón de un siervo, de un espíritu sacrificado, es la disposición a descender mientras otros crecen. El amor no quiere prosperar a expensas de otros. El amor quiere que las personas prosperen, y si nos cuesta la vida, está bien, Jesús cuidará de nosotros.
Así que Juan, en primer lugar, que el amor es práctico y hace bien por los demás; y, en segundo lugar, que nosotros haremos bien, aunque nos cueste muchísimo: “El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”.
En tercer lugar, Juan dice que este amor implicará sacrificios muy prácticos de bienes que la gente necesita. Versículo 17: “Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?”. Juan tiene en mente que nosotros pongamos nuestras vidas por los demás al compartir lo que tenemos. El amor no piensa posesivamente. El amor sabe que todo pertenece a Dios. Solo somos administradores de sus posesiones. Todo lo que tenemos está a su disposición. Y Dios es amor. Y cuando hemos nacido de nuevo, su amor se vuelve el nuestro. Y ahora su amor gobierna sus posesiones en nuestras manos.
Por tanto, seamos primeramente personas prácticas, que aman en obras y no solo en palabras. Seamos luego personas sacrificadas que se niegan a sí mismos por amor de otros y ponen sus vidas de la misma forma en que Jesús puso su vida, hasta la muerte. Y luego seamos personas espléndidas, generosas con todo lo que tenemos, sabiendo que todo pertenece a Dios, y que nosotros pertenecemos a Dios. Somos sus hijos, tenemos su naturaleza, y él es amor.
La Muerte de Jesús Muestra el Amor de Dios
Por tanto, a medida que comenzamos la Semana Santa, veamos una nueva forma, fresca, en que el amor de Dios se manifestó al enviar a su Hijo, y veamos el amor en su Hijo quien puso su vida para mostrarnos cómo es el amor del Padre. Y enfoquémonos en las glorias del amor de Dios en Cristo, oremos fervientemente para que el nuevo nacimiento sea confirmado en nosotros a medida que crea una conexión entre el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por los demás.
Amados, amémonos unos a otros,
Porque el amor es de Dios,
Y todo el que ama es nacida de Dios
Y conoce a Dios
1ra de Juan 4:7