El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; 5 y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. 6 Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. 7 Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. 8 Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Un Posible Malentendido
Una buena manera de revisar lo que vimos dos semanas atrás acerca de Romanos 5:3-5 es aclarar un posible malentendido. Lo que aprendimos de los versos 3-5 es que Pablo nos quiere ayudar a ver el propósito misericordioso de Dios en nuestras tribulaciones, para que cuando vengan no seamos choqueados y pensemos que Dios se ha vuelto nuestro enemigo. Al contrario, Dios es tan misericordioso en lo que hace con las tribulaciones que deberíamos gloriarnos en ellas, el verso 3 dice: “nos gloriamos en las tribulaciones”. ¡Porque sabemos algo! ¿Qué es entonces lo que sabemos que nos ayuda en medio del problema más que los refunfuños las quejas y las acusaciones contra Dios?
La respuesta es dada en tres efectos que tienen los problemas en el pueblo de Dios. Efecto Nº1 (verso 3b): “la tribulación produce paciencia”. Las amenazas a nuestra fe permiten que nuestra fe atraviese momentos difíciles. Efecto Nº2 (verso 4a): “La paciencia [produce] carácter probado”. Cuando su fe atraviesa momentos difíciles, demuestra por sí misma ser genuina y real. Las tribulaciones prueban la fe de la misma manera en que el fuego forja el acero, lo hace más fuerte y demuestra que no es plomo (el plomo luce fuerte pero se derrite en el fuego de la aflicción). Efecto Nº3 (verso 4b): “el carácter probado [produce] esperanza”. Si su fe persevera y demuestra que es acero endurecido y no plomo que se derrite, entonces usted tiene más esperanza. ¿Por qué? Porque ve y siente que es real, su fe no es una farsa.
Pero aquí hay un posible malentendido. Pudiera parecer, según el final del verso 4, que la esperanza es en primer lugar el resultado de haber sido probados por la tribulación. Dice: “el carácter probado [produce] esperanza”. Así que la esperanza es lo que aparece solo después de haber pasado el fuego. Pero este sería un malentendido letal.
El hecho es que nadie podría ser paciente en la fe sino tiene primero la esperanza de que Dios es por nosotros y nos dará la salida. De hecho, la esperanza está en el corazón de la fe que está siendo probada, es lo que nos hace salir victoriosos en la tribulación. No obtenemos la fe en primer lugar por desarrollar la paciencia y el carácter probado. Primero tenemos esperanza, y solo entonces podemos soportar la prueba para la gloria de Dios.
¿Por qué digo esto? Bien, mire los versos 1-3 para ver cómo Pablo nos ha preparado para las pruebas de la tribulación. Tres cosas. Primero (verso 1): Ya que somos justificados por fe, tenemos paz con Dios a través de nuestro Señor Jesucristo. No encontramos paz con Dios al tener paciencia. Tenemos paciencia porque tenemos paz con Dios y sabemos que somos justificados, aceptados, perdonados, amados y asegurados en Cristo. Segundo (verso 2): Estamos firmes en la gracia antes de encontrarnos con la tribulación: “por medio de [Cristo...] también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes”. No entramos en la tribulación tambaleándonos en nuestro propio poder, sino firmes en el poder de la gracia. Esta es la obra de Cristo antes de que encontremos la prueba, para que estemos firmes en la ella. Y la gracia ciertamente nos hará estar firmes si realmente somos hijos de Dios (Romanos 14:1). Tercero (verso 2b): “y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Esta es la glorificación de la esperanza de gloria antes de que el verso tres nos introduzca a las tribulaciones.
La Tribulación Produce Esperanza y es Resistida por la Esperanza
Así que con esto pongo en claro la idea de hace dos semanas. Las tribulaciones no solo producen esperanza, como dice el verso 4b que hacen (“el carácter probado [produce] esperanza”); las tribulaciones son resistidas por la esperanza con que ya nos hemos acercado a ellas, gracias a lo que Cristo ha hecho en nosotros al justificarnos, ponernos en el poder de la gracia y darnos la esperanza de gloria.
Entonces, ¿cómo enlazamos todo esto? Estaría inclinado a decir, sin mirar ningún otro texto que la vida cristiana comienza con la esperanza por medio de la obra de Cristo por nosotros y en nosotros, y luego sigue avanzando hacia una esperanza mayor y mayor a medida que experimentamos más y más la protección de Dios, al descubrir la gracia en medio de la tribulación. Soportar la tribulación no produce la primera esperanza, pero refina la primera esperanza y hace que esa esperanza abunde más y más.
Pero miremos otro texto que enseña lo mismo. Vea Romanos 15:13. Vea la espiral natural de la esperanza: “Que el Dios de la esperanza [fíjese en esto] los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza [fíjese en esto] por el poder del Espíritu Santo” (NVI). Entonces, ¿cómo trabaja la esperanza en la vida cristiana? Comenzamos con el Dios de la esperanza, él nos llena con alegría y paz. ¿Cómo? A los que “creen”, ¿Creer qué? Creer en todo lo que Cristo ha hecho y en todo lo que promete hacer para nosotros. En otras palabras, nuestra alegría y paz surgen a partir de lo que creemos que el Dios de esperanza es para nosotros en Cristo. La alegría y la paz son sostenidas por la esperanza. Pero entonces el verso dice que Dios nos llena con alegría y paz “para que rebosen de esperanza”. Así que aquí tenemos más esperanza que proviene del fruto de la esperanza. La esperanza produce nuestra alegría y paz. Y nuestra alegría y paz producen más y más esperanza.
Así aclaramos lo que hablamos hace dos semanas. La tribulación produce paciencia, la paciencia produce un carácter probado, y el carácter probado produce esperanza –no la primera esperanza, sino más y más esperanza y esta esperanza es cada vez más y más fuerte. Comenzamos con esperanza, y vamos de esperanza en esperanza.
El Amor de Dios ha Sido Derramado en Nuestros Corazones
Ahora, lo que prometí explicar hoy con lujo de detalles es la promesa en el verso 5 de que esta esperanza no nos desilusionará: “la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado”. La última vez dije que existe otra amenaza a nuestra confianza. Una amenaza era que nuestra fe pudiera ser falsa, y el fuego de la tribulación es un don para probarnos y mostrarnos a nosotros mismos que nuestra fe es verdadera. La otra amenaza es que el objeto de nuestra fe pueda ser falso. ¿Qué sucedería si lográramos pasar la tribulación con una fe poderosa y con una esperanza creciente, y al final esa esperanza demuestra estar edificada sobre la arena? ¿Creímos que Dios nos amaba, pero descubrimos que no era así?
Eso es lo que Pablo enfrenta en el verso 5. Dice que Dios ha provisto un remedio para este tipo de desgaste y de duda. Él lo llama el derramamiento del amor de Dios en nuestros corazones. Entiendo que la frase “el amor de Dios” en el verso 5 (“el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”) se refiere fundamentalmente al amor de Dios por nosotros, no a nuestro amor por Dios. Mi base es que los versos 6-8 se relacionan con este verso que les mostraré en un instante, sin embargo, pueden ver que el verso 8 dice: “Dios demuestra su amor para con nosotros”. Esa es la clave, creo, para comprender la frase “amor de Dios” en el verso 5.
Hace dos semanas enfaticé que el remedio de Pablo para la duda acerca del amor de Dios por nosotros no es principalmente un argumento acerca de ese amor, sino una experiencia. ¿Cómo podemos saber si Dios nos ama? ¿Cómo podemos saber si su amor es real y si no estamos esperando en un espejismo? Respuesta: Dios provee una experiencia del amor de Dios para autentificarse. Cuando sucede, usted sabe que es el amor de Dios. Así que estamos hablando de experimentar el amor de Dios. Esta es la base subjetiva de nuestra confianza de que el amor de Dios por nosotros es real.
Así que quiero decir al menos tres cosas acerca de esta experiencia según este texto, pero solo tendré tiempo para decir dos de ellas hoy. Por tanto seguiremos hablando de esto la próxima semana.
1. Esta experiencia del amor de Dios es derramada por medio del Espíritu Santo.
“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado”. No importa lo que digamos acerca de esta experiencia, esto debe ser dicho: No es la obra decisiva del hombre, sino de Dios, es sobrenatural, no está en nuestras manos, no es el resultado de simples circunstancias. No es debido a que provengamos de una buena familia, es por tener al Espíritu Santo. Usted no hace que suceda. El Espíritu Santo hace que suceda, es su trabajo.
Sucede algo realmente malo cuando nos volvemos tan naturalistas y tan psicologizados que pensamos que una persona con un pasado traumático, abusivo, no puede conocer por experiencia el amor de Dios. Damos la impresión de que conocer el amor de Dios es realmente un asunto de educación. Pero cuando lo llevamos hasta el punto de que oscurecemos la verdad fundamental y gloriosa de que conocer el amor de Dios por experiencia es la obra sobrenatural y soberana del Espíritu Santo, hemos ido demasiado lejos. Para equilibrar las cosas, considere esto: ¿No es también probable que muchos adultos saludables, bien ajustados, productivos, de familias llenas de seguridad confundan la esencia natural de existir para el amor de Dios, y sean por tanto, peores espiritualmente que las personas quebrantadas, quienes, más allá de toda expectativa, han probado el amor de Dios por el poder del Espíritu Santo?
Esto es lo primero que debemos comprender acerca de esta experiencia: nos es dada sobrenaturalmente por el Espíritu Santo, no por el hombre, ni por nosotros mismos o por un trance espiritual, o un régimen de auto control que nos impongamos.
2. Lo segundo que debemos decir acerca de esta experiencia es que es un hecho, con contenido real.
Otra manera de decirlo es que esta experiencia desarrollada por el Espíritu Santo es mediada por hechos históricos. Hay un componente de conocimiento en esta experiencia y hay hechos reales detrás de este conocimiento.
La razón fundamental es que Cristo no será glorificado por una experiencia que no está basada en el conocimiento de Cristo. Y sabemos que el Espíritu Santo es enviado al mundo para glorificar a Cristo (Juan 16:14). Si el Espíritu obra como un impulso eléctrico y solo hace que sintamos un corrientazo feliz en medio de la noche sin que los pensamientos de Jesús inunden nuestra mente, entonces Cristo no sería más honrado de lo que es por una vívida experiencia con la heroína. La razón fundamental por la que la experiencia del amor de Dios es mediada (o dada) a través del conocimiento de la obra histórica de Cristo en la cruz es que la experiencia existe para darnos gozo y que vivamos la gloria de Cristo. Pero Cristo no obtendrá ninguna gloria a menos que nuestra experiencia del amor de Dios sea una respuesta a la historia del amor de Dios en la obra de Cristo.
Ahora, ¿de dónde saco esta información en el texto? De la conexión entre el verso 5 y los versos 6-8. El verso 5 dice que la experiencia del amor de Dios es derramada a través del Espíritu santo. Entonces el verso 6 está conectado a esta declaración con la palabra “porque”. “Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos”. Luego, en los versos 7 y 8 Pablo nos muestra el hecho histórico y real de que Cristo murió por los débiles e impíos pecadores. Y entonces, en el verso 8 deja bien claro lo que dice: en esta acción histórica, “Dios demuestra su amor para con nosotros.”
Un Hecho y una Experiencia
Ahora piensen en esto. ¿El amor de Dios nos es demostrado históricamente para que lo estudiemos, meditemos y conozcamos como un hecho objetivo (verso 8)? ¿O el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo para que nos sintamos y estemos seguros al enfrentar las dudas (verso 5)? Por supuesto, la respuesta es que Pablo no nos dejará dividir esto en dos. No nos atrevemos a escoger entre las dos opciones o poner a una en contra de la otra. El amor de Dios es experimentado en el corazón, y el amor de Dios es demostrado en la historia. Hay un hecho, y hay un sentimiento. Hay un conocimiento en el corazón y un afecto en el corazón. Hay verdad y hay Espíritu.
La pregunta clave es: ¿cómo se relacionan? Sobre la base de la relación entre el verso 5 y los versos 6-8, digo: El Espíritu Santo toma la realidad histórica de la muerte de Cristo y abre los ojos de nuestro corazón para que veamos la totalmente satisfactoria belleza divina del amor de Dios en ella. Y además, al ver espiritualmente el amor de Dios en la obra de Cristo, él derrama ese amor de manera que le podamos experimentar en nuestros corazones. No es una experiencia como la electricidad. Es una experiencia mediada. Es un contenido lleno de hechos. Y por tanto, cuando viene, no es una experiencia vaga, al estilo de la nueva era, fuera del cuerpo o de estado hipnótico, o de una posición extática producida al dejar nuestra mente en blanco. Es ser llenos de la gloria del amor de Dios demostrada en Jesús, el Hombre-Dios, quien murió por nuestros pecados y se levantó de nuevo para nuestra justificación.
Tengo al menos un mensaje que quiero traer sobre de este texto. ¿Cómo buscar esta experiencia? ¿Es variable? ¿La experimentan todos los cristianos? ¿Cómo hacer que se incremente?
Hemos visto suficiente esta noche para saber al menos esto: Por medio de la meditación de los versos 6-8 es que experimentamos lo que dice el verso 5. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo ha sido enviado para glorificar a Jesucristo. El Espíritu Santo no es una droga que altera el estado de ánimo. Es un iluminador de la gloria del amor de Dios en la obra de Cristo. Es quien abre los ojos a la encantadora realidad de que en la muerte de Cristo por nosotros, Dios nos amó infinitamente.
Volveremos a esto la próxima semana.