El Dios viviente es un Dios misionario
(Estas son las notas generales usadas durante la lección.)
El objetivo final de Dios en la creación y la redención
- Afirmar y demostrar su gloria
- para el deleite de su pueblo redimido
- de cada pueblo, tribu, lengua y nación.
Creación
Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra". Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:26-27, LBLA).
La torre de Babel
Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas palabras. Y aconteció que según iban hacia el oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: "Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien." Y usaron ladrillo en lugar de piedra, y asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: "Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la faz de toda la tierra”. (Génesis 11:1-4).
El llamado de Abram
Y el Señor dijo a Abram: "Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición". (Génesis 12:1-2).
Sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo. (Romanos 4:20-21).
Tú eres mi siervo, Israel, en quien yo mostraré mi gloria (Isaías 49:3).
El Éxodo
Y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘El día que escogí a Israel y juré a los descendientes de la casa de Jacob, me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, y les juré diciendo: Yo soy el Señor vuestro Dios; aquel día les juré que los sacaría de la tierra de Egipto a una tierra que yo había escogido para ellos, que mana leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras. ‘Y les dije: “Arroje cada uno las cosas detestables que os atraen, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto; yo soy el Señor vuestro Dios.” ‘Pero se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme; no arrojaron las cosas detestables que les atraían, ni abandonaron los ídolos de Egipto.
Entonces decidí derramar mi furor sobre ellos, para desahogar contra ellos mi ira en medio de la tierra de Egipto. Pero actué en consideración a mi nombre, para que no fuera profanado ante los ojos de las naciones en medio de las cuales vivían, y a cuya vista me había dado a conocer sacándolos de la tierra de Egipto. (Ezequiel 20:5-9)
Nosotros hemos pecado como nuestros padres, hemos hecho iniquidad, nos hemos conducido impíamente. Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo. No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder. (Salmos 106:6-8)
Y yo endureceré el corazón de Faraón, y él los perseguirá; y yo seré glorificado por medio de Faraón y de todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy el Señor. Y así lo hicieron.... Entonces sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando sea glorificado en Faraón, en sus carros y en su caballería. (Éxodo 14:4,18).
La entrega de la ley
No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (Éxodo 20:3-5).
Vagar en el desierto
Pero los hijos se rebelaron contra mí, no anduvieron en mis estatutos, ni tuvieron cuidado de cumplir mis decretos, por los cuales el hombre que los cumple vivirá, y profanaron mis días de reposo. Entonces decidí derramar mi furor sobre ellos, para desahogar contra ellos mi ira en el desierto. Pero retiré mi mano y actué en consideración a mi nombre, para que no fuera profanado ante los ojos de las naciones a cuya vista los había sacado. (Ezequiel 20:21-22).
Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo ni su maldad ni su pecado. De otra manera los de la tierra de donde tú nos sacaste dirán: ‘Por cuanto el Señor no pudo hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los aborreció, los sacó para hacerlos morir en el desierto’. Sin embargo, ellos son tu pueblo, tu heredad, a quien tú has sacado con tu gran poder y tu brazo extendido. (Deuteronomio 9:27-29).
La conquista de Canaán
Entonces envié delante de vosotros avispas que expulsaron a los dos reyes de los amorreos de delante de vosotros, pero no fue por vuestra espada ni por vuestro arco. Y os di una tierra en que no habíais trabajado, y ciudades que no habíais edificado, y habitáis en ellas; de viñas y olivares que no plantasteis, coméis.
Ahora pues, temed al Señor y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres sirvieron al otro lado del Río y en Egipto, y servid al Señor. (Josué 24:12-14).
¿Y qué otra nación en la tierra es como tu pueblo Israel, al cual viniste a redimir para ti como pueblo, a fin de darte un nombre, y hacer grandes cosas a su favor y cosas portentosas para tu tierra, ante tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de naciones y de sus dioses? (2 Samuel 7:23).
Los comienzos de la monarquía
Entonces todo el pueblo dijo a Samuel: Ruega por tus siervos al Señor tu Dios para que no muramos, porque hemos añadido este mal a todos nuestros pecados al pedir para nosotros un rey. Y Samuel dijo al pueblo: No temáis; aunque vosotros habéis hecho todo este mal, no os apartéis de seguir al Señor, sino servid al Señor con todo vuestro corazón. No os debéis apartar, porque entonces iríais tras vanidades que ni aprovechan ni libran, pues son vanidades. Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo. Y en cuanto a mí, lejos esté de mí que peque contra el Señor cesando de orar por vosotros, antes bien, os instruiré en el camino bueno y recto. (1 Samuel 12:19-23).
Oh Señor, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande. (Salmos 25:11).
El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. (Salmos 23:3).
El templo de Dios
También en cuanto al extranjero que no es de tu pueblo Israel, cuando venga de una tierra lejana a causa de tu nombre (porque oirán de tu gran nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido), y venga a orar a esta casa, escucha tú desde los cielos, el lugar de tu morada, y haz conforme a todo lo que el extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre para que te teman, como te teme tu pueblo Israel, y para que sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que he edificado.
Cuando tu pueblo salga a la batalla contra su enemigo, por cualquier camino que tú los envíes, y oren al Señor vueltos hacia la ciudad que tú has escogido y hacia la casa que he edificado a tu nombre, escucha desde los cielos su oración y su súplica, y hazles justicia. (1 Reyes 8:41-45).
Liberación en el tiempo de los reyes
Porque defenderé esta ciudad para salvarla por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David. (2 Reyes 19:34).
Y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria; y defenderé esta ciudad por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David. (2 Reyes 20:6).
Exilio y restauración prometida
Por amor a mi nombre contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo contigo a fin de no destruirte. He aquí, te he purificado, pero no como a plata; te he probado en el crisol de la aflicción. Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro. (Isaías 48:9-11).
Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Dios: No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el Señor —declara el Señor Dios— cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas. . . No hago esto por vosotros —declara el Señor Dios— sabedlo bien. Avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, casa de Israel. (Ezequiel 36:22-23,32).
Profetas post-exilio
Y gloria seré en medio de ella (Zacarías 2:5).
Reedificad el templo, para que yo sea glorificado (Hageo 1:8).
[Los Sacerdotes] no decidís de corazón dar honor a mi nombre (Malaquías 2:2).
Vida y ministerio de Jesús
Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. (Juan 17:4).
El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero y no hay injusticia en El. (Juan 7:18).
Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: “Por tanto, te confesaré entre los gentiles, y a tu nombre cantaré”. (Romanos 15:8-9)
Muerte de Jesús
Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: “Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré.” (Juan 12:27-28).
por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús (Romanos 3:23-26).
La vida Cristiana
Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios 10:31).
El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:11).
Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16).
La segunda venida y consumación
Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros. (2 Tesalonicenses 1:9-10).