El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo
No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo 18Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
Romanos 14 es un llamado principalmente a que el fuerte ame al débil. Esto se expresa de otra manera también. Por ejemplo, en el verso 3 Pablo dice: “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido”. Así, tanto quienes están libres en su conciencia para comer, como aquellos que no lo están, deben aprender como amar unos a los otros y no enjuiciar o despreciarse unos a los otros. El capítulo está dirigido al fuerte quien está en peligro de ostentar su libertad y causar tropezar al débil.
Exhortación al Fuerte
La exhortación al fuerte recorre el capítulo:
Verso13: “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”. Verso15b: “No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió”. Verso20: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida”. Verso21: “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite”. Verso22: “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios”.
Dejo fuera una parte importante en el verso 19 porque quiero finalizar con una exhortación: “sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Regresaremos a esto.
Razones Por Las Que Estas Exhortaciones Deben Ser Obedecidas
Además de estas exhortaciones principalmente al fuerte, el capítulo se entreteje junto a razones que Pablo da para que estas exhortaciones de amar y no destruir sean obedecidas. Por ejemplo verso9: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven”. Verso3: “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” Verso10: “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido”. Verso6b: “El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Regresaremos a esto. En verso 18: “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres”.
Ahora en el texto de hoy lo que Pablo hace es dar más razones por las que el fuerte no puede ostentar su libertad y poner piedras de tropiezo en el camino del débil. Vemos la exhortación en el verso 16 y entonces su expresión positiva en el verso19: “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Verso16: “No sea, pues, vituperado vuestro bien”. Entonces entre estas dos exhortaciones (la negativa en verso 16, la positiva en verso 19) da una razón que no ha mencionado antes en este capítulo. Pero está profundamente arraigada en capítulos 1-8.
Dice en verso 17: “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Entonces en verso 18 confirma que servir así a Cristo ya es una manifestación del reino de Dios, porque esto agrada a Dios y gana la aprobación del hombre. “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres”.
No Use Lo Bueno Para Herir a Su Hermano (v. 16)
Así que empecemos con el verso 16-17: “No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Pablo simplemente ha dicho en verso 15: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.” Ahora dice, ‘por consiguiente’ (oun) “No sea [...] vituperado vuestro bien”. En otras palabras, si usted toma su buena fe y libertad y su buen y limpio alimento, y lo usa de manera que aflige a su hermano, y posiblemente lo destruye, entonces su “buena” fe y “buena” libertad y “su” buena y limpia comida, no serán alabadas. Se hablará de ellas como malas -ya no está usted “caminando en amor” (v. 15). Y los que caminan sin amor serán conocidos como malos.
Así que Pablo dice en verso 16: “No sea, pues, vituperado vuestro bien” ¿Por qué haría usted eso? Y nos da la nueva razón en verso 17: “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.
Lo Que Pablo Quiere Decir Con “Reino de Dios”
Éste es el único lugar en el libro de Romanos donde Pablo usa la palabra “reino”. Sin embargo, la usa en otra parte y podemos saber lo que quiere decir por “reino de Dios”. Cuatro aclaraciones:
- Primero, quiere decir el reinado de Dios, no el reino como área de dominio de Dios. Tendemos a pensar en ‘reino’ como un lugar. Pero para Jesús y para Pablo esto no tiene casi nunca ese significado. Más bien significa el reino o la regla de Dios. Puede ver eso aquí: Donde el Espíritu Santo trae como consecuencia justicia, paz y gozo en el reino (es decir, el reino de Dios siendo manifestado).
- El reino de Dios se refiere a su reino de seguridad, no a su total providencial por encima de todas las cosas. En un sentido, Dios reina por encima de todos. Así que usted podría llamar a todo “el reino de Dios”. Pero ésa no es evidentemente la manera en que Pablo usa el término. El reino de Dios es el reino redentor de Dios. Su reino de seguridad. Cuando Jesús dijo orar así: “Venga tu reino” (Mateo 6: 9-10), quiso decir que la venida del reino sería la prolongación de la ley de Dios donde su Nombre es bendito y su voluntad es hecha por los ángeles de manera obediente y gozosa. Así que el reino de Dios es el reinado de Dios, no el lugar de Dios, y es seguridad, redentora que provoca santidad a su Nombre y el hacer gozosos su voluntad.
- El reino de Dios se establece parcialmente en el presente y se consumará al final de la edad cuando Cristo venga por segunda vez. Pablo habla de incrédulos que no heredan el reino de Dios (1 corintios 6:9) y trata el reino como futuro todavía. Pero entonces él también dice a los creyentes que “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”, y así el festín, presente del reino está listo.
- El reino de Dios y el reino de Cristo son el mismo. Nos dice en Efesios 5:5: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”, servir a Cristo es servir el reino de Dios.
Así que Pablo está diciendo en verso 16: “No sea, pues, vituperado vuestro bien”, su buena fe, su buena libertad, para dañar a nadie, no pongan tanto énfasis en comer o beber, eso no es crucial. ¿Por qué? Él contesta en verso 17: “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. El gobierno de Dios -el reino de Dios- salvador, redentor y santificador ha irrumpido en el mundo de Jesucristo, el Mesías -el Rey- y la evidencia de su gobierno en nuestras vidas no es beber y comer. Usted puede pensar que su libertad de comer todas las cosas es lo que el reino de Dios produce. Pero eso no es cierto. Lo que el reino produce es algo más profundo y más grande que gobierna el cómo usted usa su libertad para comer todas las cosas.
Justicia y Paz y Gozo en el Espíritu Santo (v.17).
¿Qué quiere decir que el Reino de Dios es justicia, paz, y gozo en el Espíritu Santo? La respuesta no es claramente visible porque Pablo usa al menos dos de estos términos en más de una manera. La justicia puede significar la justicia que Dios nos imputa cuando nos declara justos por la fe cuando aun cuando somos los pecadores culpables (Romanos 4:5). Puede significar la justicia que comienza a obrar en nosotros (Romanos 6:13, 16, 18, 19, 20). La paz, significa la paz que tenemos con Dios (Romanos 5:1) o la paz que con otros (2 Corintios 13:11).
Me inclino a pensar que Pablo tiene en mente el segundo tipo de justicia y paz, el tipo que obra en relación a otros. Pero pudiera ser que quisiera que pensáramos en los dos y que recordáramos que nuestra justicia y paz prácticas que obramos sobre otros están edificadas sobre la justicia perfecta que él nos imputa solo por la fe y la paz que disfrutamos con él.
Digo esto porque es notable cuán similar esta secuencia de justicia, paz, y gozo es a la sucesión de pensamientos en Romanos 5:1-2. “Justificados, pues, por la fe [es decir, declarados justos], tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Entonces, existe la justicia imputada por la fe, la paz con Dios, y el gozo en la esperanza de su gloria. Por eso, yo me pregunto si Pablo no quiere que tengamos esto en mente como la base de la justicia, la paz y el gozo a que se refiere a aquí en Romanos 14:17.
Lo que me hace pensar que probablemente se refiere a nuestra vida práctica sin justicia, es decir sin la justicia imputada de Cristo, y a nuestra vida práctica sin paz con los demás; es la frase “en el Espíritu Santo”: “el reino de Dios […] es […] justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Esto parece querer decir que el Espíritu Santo está obrando sobre estas cosas ahora mismo. Está gobernándonos para hacernos más justos, más pacíficos, y más gozosos. Esto parece ser el fruto del Espíritu ahora, no un acto ocurrido al comienzo de nuestras vidas cristianas. Esta obra es edificar sobre la justificación por fe. Pero ahora el Espíritu está produciendo en nosotros estas cosas: justicia, paz y gozo.
Esto es, dice Pablo, el reino de Dios. En otros términos, el trabajo del Espíritu Santo y el avance del reino de Dios son la misma cosa. Esto es exactamente lo que vimos en el ministerio de Jesús, por ejemplo, en Mateo 12:28. Jesús dijo, “ero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”. La obra del Espíritu es la presencia del reino de Dios. O, para decirlo de otra manera: El reino de Dios se ejerce a través de su Espíritu.
Así, cuando el Espíritu gobierna y conquista nuestro egoísmo y orgullo, y lo reemplaza con la justicia de Cristo, entonces no nos afligiremos y destruiremos a un hermano por causa del alimento. El Espíritu de Dios -el reino de Dios- crea la justicia, la paz y el gozo. Esto es lo que el Espíritu de Dios hace. Crea la justicia la paz y el gozo. Y cuando usted tiene esto, no se aflige y destruye a un hermano más débil.
El que en Esto Sirve a Cristo, Agrada a Dios, y Es Aprobado Por los Hombres. (v. 18)
Entonces en el verso 18 Pablo confirma esto explicando que lo que él ha dicho es de hecho lo que agrada Dios y gana la aprobación sobria de otros. “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres”. Es decir, quienquiera que sirve a Cristo de la manera que describió el verso 17 está agradando a Dios.
¿Qué dice el verso 17? Dice que la justicia viene “en el Espíritu Santo”. Y cuando viene “en” o “por” “el Espíritu Santo”, es el reino de Dios. Así, si usted sirve a Cristo de esa manera, complace Dios. ¿Qué significa esto? ¿Qué existe aquí que agrade a Dios?
Lo que agrada Dios no es solo cuando servimos, ni solo cuando intentamos hacer lo correcto que él ordena; sino cuando lo hacemos de una cierta manera. Y esa manera se describe en verso 17 como “en el Espíritu Santo”.
Hay una manera de servir a Cristo que lo deshonraría. Por eso Jesús dijo en Marcos10:45, “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” Hay una manera de servir a Cristo que lo deshonraría. Y hay una manera de servir Dios que deshonraría Dios. Por eso Pablo dijo en Hechos 17:25 que Cristo no “es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”.
La manera de servir a Cristo y a Dios de modo que sean deshonrados es servirles con la mente pensando que ellos nos necesitan, que son dependientes de usted en lugar de usted ser dependiente de ellos para la vida, la respiración y todo. A Dios le agrada cuando es mostrado como el dador de nuestro servicio a él. Si servimos a Dios como si fuéramos el dador y él el necesitado, no estaría contento. Le hace parecer necesitado y dependiente. Pero no es así.
Así que verso 18 dice, “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres”. Es decir, quienquiera que sirva a Cristo (obedece a Cristo, sigue la justicia que él ordena) de la manera descrita en verso 17 agrada a Dios. A saber, el que depende del Espíritu Santo para lo que persigue. El que sirve con la confianza feliz y profunda de que Dios siempre está ministrándonos en nuestro servicio a él. Él es siempre el proveedor. Siempre.
El texto que oramos más que cualquier otro en nuestro servicio a Cristo en Bethlehem está probablemente en 1 Pedro 4:11. Pedro nos exhorta a cada uno a ser quien: “ministra […] conforme al poder que Dios da”. Ministre esperando la fortaleza para hacerlo vendrá de Dios. Entonces Dios tendrá toda la gloria. ¿Quiere servir para ser una expresión del reino o del poder de Dios?
Lo que agrada Dios, y gana la aprobación seria de otros, es que nuestro ministerio sea un fruto del Espíritu Santo. Con esto bendición el escritor a los Hebreos finalizó su libro: “Y el Dios de paz […] os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Dios obra en nosotros lo que agrada a su vista. Y el hecho de que él sea quien obre en nosotros es parte de lo que hace que agrademos su vista.
El reino de Dios no es comida y bebida. Es la justicia, la paz, y el gozo que vienen por el poderoso obrar del Espíritu Santo en nuestras vidas. El que ministra a Cristo en esta manera (dependiendo del trabajo del Espíritu para toda la ayuda que necesita y renunciando a toda la confianza en sí mismo) agrada Dios y manifiesta su reino en la iglesia y extiende su reino en el mundo.
Entonces, Bethlehem, como dice el verso 19: “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. No haga alarde de su libertad. Ame a sus hermanos y hermanas. Y no lo haga en su propia fuerza, sino en el Espíritu Santo. Éste es el reino de Dios. Ésta es su regla en nuestro medio.