La Santidad de Dios, Nuestro Pecado, y el Amor de Jesús
Jueves Santo
Todo empieza con Dios. No entendemos el significado completo de nada hasta que comprendemos su relación con Dios. Él fue el único hecho real un trillón de siglos antes que el universo o el hombre existieran. Él es absolutamente singular porque él es infinito, inmutable, eterno. Él es infinitamente más importante que cualquier hombre o mujer. Su valor es supremo. No existe nadie del mismo género. Y Él es más digno, diez mil veces más digno, que cualquier otra categoría de seres.
¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza? ¿Quién guió al Espíritu del SEÑOR, o como consejero suyo le enseñó? ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia? He aquí, las naciones son como gota en un cubo, y son estimadas como grano de polvo en la balanza; he aquí, El levanta las islas como al polvo fino. El Líbano no basta para el fuego, ni bastan sus bestias para el holocausto. Todas las naciones ante El son como nada, menos que nada e insignificantes son consideradas por El. (Isaías 40:12-17)
Cuando decimos que Dios es santo queremos decir que, junto con la inconmensurabilidad de su grandeza, su carácter es irreprochable. A él no se le puede acusar de haber hecho algún mal. El tiene un amor infinito por lo infinitamente valioso y un odio infinito por lo que se opone a lo infinitamente valioso. Su delicia en cosas elogiables no tiene límite, y su aborrecimiento por lo que es digno de culpa es perfecto. Como Habacuc 1:13 dice: “Muy limpios son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión.”
La respuesta de Dios a nuestro pecado
Todo el mal en el mundo es una ofensa contra la santidad de Dios y está preparando este mundo para un cataclismo de venganza divina. El celo de Dios arde por la santidad de su gran nombre. Ezequiel 36:22, 23 (LBLA):
Por tanto, di a la casa de Israel: "Así dice el Señor DIOS: 'No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. 'Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones … Entonces las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR'--declara el Señor DIOS--'cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas.
Dios ama su santidad con amor infinito y atesora su pureza. Este es el punto de partida para entender a Dios y al hombre y el mundo. Si no empezamos aquí todo se desvía. Si no tenemos un sentido de reverencia y temor y admiración por la infinita santidad de Dios que se opone al mal con ira y furia, entonces todos nuestros sentimientos y pensamientos serán imperfectos en el mejor de los casos.
En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima de El había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: “Santo, Santo, Santo, es el SEÑOR de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.”