La felicidad de Dios: fundamento del hedonismo cristiano
Ahora pues, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, en cuanto a esta ciudad de la cual vosotros decís: "Va a ser entregada en mano del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la pestilencia." 37 He aquí, los reuniré de todas las tierras a las cuales los he echado en mi ira, en mi furor y con gran enojo, y los haré volver a este lugar y los haré morar seguros. 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios; 39 y les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. 40 Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí. 41 Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.
Una vez, en un servicio me referí a la idea de hedonismo cristiano, y un padre se me acercó y me dijo, “¿Sabe que nuestra hijita pensaba que usted estaba hablando acerca de paganismo cristiano?” Sé que aunque lo pronuncié claramente, hedonismo cristiano, probablemente algunos de ustedes aun seguirán pensando en "paganismo", porque creen que hedonismo es una filosofía de vida pagana. Y probablemente tengan razón porque el significado popular de hedonismo es la búsqueda del placer y la indiferencia moral. En 2 Timoteo 3:4 Pablo advirtió que en los postreros días los hombres serán “amadores de los deleites más que de Dios.” Y seguramente ya estamos viviendo en esos días.
Hace dos años Daniel Yankelovitch publicó un libro titulado Nuevas Reglas: Buscando la auto-satisfacción en un mundo al revés. Yankelovitch argumenta, sobre la base de extensas entrevistas y encuestas nacionales, que los cambios masivos que han ocurrido en nuestra cultura y la búsqueda de auto-satisfacción ha creado un grupo de reglas que gobiernan la manera en que pensamos y sentimos como americanos. Él dice, “en su forma extrema las nuevas reglas ponen a las viejas reglas simplemente de cabeza, y en lugar de la ética de auto-negación nos topamos con gente que rehúsa negarse a cualquier deseo – no por un apetito desmesurado sino por un extraño principio moralista: “Tengo un deber para conmigo mismo” (p. xviii). Él cuenta acerca de una joven en sus treintas que se quejaba con su psicoterapeuta de que se estaba volviendo nerviosa y temerosa porque la vida se le había vuelto muy agitada – demasiados fines de semana maravillosos, demasiadas discotecas, demasiadas amanecidas, demasiado hablar, demasiado vino, demasiada droga, demasiado sexo. “¿Por qué no paras?” le preguntó suavemente el terapeuta. La paciente se le quedó mirando desconcertadamente por un momento. Entonces se le encendió el rostro, deslumbrado por una iluminación. “¿Quiere usted decir que realmente no tengo que hacer lo que quiero?” Ella prorrumpió en asombro. El sello de los nuevos buscadores de auto-satisfacción es que “ellos operan en la premisa de que los antojos emocionales son objetos sagrados, y que es un crimen en contra de la naturaleza abrigar una necesidad emocional no satisfecha” (p. 59). “Nuestra era es la primera en la que diez millones de personas ofrecen como justificación moral para sus actos la idea de un “yo” ideal y presumiblemente más “real” que no encaja bien con el rol social que se le ha asignado.”
Probablemente el matrimonio es la relación en la que los buscadores de auto-satisfacción y sus nuevas reglas han causado más revuelo. Yankelovitch tiene una buena percepción al decir, “Los matrimonios exitosos son un entretejido de deseos inhibidos-ceder ante los deseos del otro; aceptar las violaciones a nuestros propios deseos; disgustos tragados; confrontaciones evitadas; oportunidades de ira desviadas; oportunidades de auto-expresión silenciadas. El introducir la fuerte urgencia de auto-satisfacción en este proceso es como pasar una escoba por una delicada telaraña. Con frecuencia todo lo que queda es la cosa pegajosa que se adhiere a la escoba; la estructura de la telaraña queda destruida” (p.76).
Por lo tanto siento profunda empatía hacia aquellos de ustedes que están lo suficientemente libres de nuestra cultura como para reaccionar a la palabra hedonismo diciendo, “¡Ya basta! Nuestras casas, nuestras escuelas, nuestros negocios y nuestra sociedad están siendo destruidos por buscadores de auto-satisfacción hedonística quienes no tienen el coraje moral, ni la auto-negación, ni el severo compromiso, ni la lealtad sacrificial que mantiene unida la preciosa estructura de la vida y que trae nobleza a nuestra cultura. No necesitamos hedonismo; ¡necesitamos el regreso a la rectitud, la integridad, la prudencia, la justicia, la sobriedad, la firmeza, el dominio propio!” Créanme, probablemente estamos más de acuerdo de lo que se imaginan. Todo lo que pido es que me den un oído abierto y discerniente por nueve semanas antes de que pasen juicio final sobre el Hedonismo Cristiano.
A veces una ilustración vale más que mil palabras de definiciones abstractas. Así que en vez de darles una definición precisa de Hedonismo Cristiano permítame comenzar dando algunos ejemplos Bíblicos de esto. David aconseja al Hedonismo Cristiano cuando manda, “Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.” (Sal. 37:4) Y él demuestra la esencia del Hedonismo Cristiano cuando exclama “Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?” (Sal 42:1-2). Moisés fue un Hedonista Cristiano (de acuerdo con Hebreos 11:24-27) porque rechazó los “placeres temporales” del pecado, “considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.”. Los santos en Hebreos 10:34 fueron Hedonistas Cristianos porque escogieron arriesgar sus vidas visitando prisioneros Cristianos y aceptaron gozosamente el despojo de sus propios bienes ya que sabían que ellos tenían una mejor y perdurable herencia. El apóstol Pablo comentó sobre el Hedonismo Cristiano cuando dijo en Romanos 12:8, el que hace misericordia, lo haga con alegría. Y Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe, puso el estándar más grandioso de Hedonismo Cristiano porque su deleite está el temor del Señor (Is. 11:3) y, por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (Heb. 12:2).
El Hedonismo Cristiano enseña que el deseo de ser feliz es dado por Dios y no debe ser negado o resistido, sino dirigido a Dios para satisfacción. El Hedonismo Cristiano no dice que cualquier cosa que te guste es buena. Dice que Dios te ha mostrado lo que es bueno y el hacerlo debe traerte gozo (Miqueas 6:8). Y ya que el hacer la voluntad de Dios debe traerte gozo, la búsqueda del gozo es parte esencial de todo esfuerzo moral. Si abandonas la búsqueda del gozo (y por ende te niegas a ser un Hedonista, como yo uso el término) no puedes satisfacer la voluntad de Dios. El Hedonismo Cristiano afirma que los santos más piadosos de cada época no han encontrado contradicción al decir, por un lado “POR CAUSA TUYA SOMOS PUESTOS A MUERTE TODO EL DIA; SOMOS CONSIDERADOS COMO OVEJAS PARA EL MATADERO.” (Rom 8:36) y por otro lado, “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4). El Hedonismo Cristiano no se une a la cultura de auto-gratificación que te hace esclavo de tus impulsos pecaminosos. El Hedonismo Cristiano te manda a que no seas conformado a este siglo sino que seas transformado conforme a la renovación de nuestro entendimiento (Rom. 12:2) para que podamos deleitarnos al hacer la voluntad de nuestro Padre en los cielos. De acuerdo al Hedonismo Cristiano el gozo en Dios no es un ingrediente opcional del pastel del Cristianismo. Cuando lo meditas, el gozo de Dios es parte esencial de la fe salvadora.
Hoy quiero presentarles la base del Hedonismo Cristiano: La Felicidad de Dios. Trataré de apoyarme en tres observaciones de las escrituras: 1) Dios es feliz porque se deleita en sí mismo. 2) Dios es feliz porque es soberano. 3) La felicidad de Dios es el fundamento para el Hedonismo Cristiano porque se derrama en misericordia para con nosotros.
1) Primero, Dios es feliz porque se deleita en sí mismo. Dios sería injusto si valorara cualquier cosa más que aquello que es supremamente valioso. Y él es supremamente valioso. Si él no se deleitara infinitamente en su propia gloria sería injusto, porque es correcto deleitarse en una persona en proporción a la excelencia de su gloria. Las escrituras están saturadas con textos que muestran cómo Dios determinadamente actúa por amor a su propia gloria. “Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro.” (Isa 48:11)
Lo mismo aparece cuando ponderamos la relación de Dios Padre con Dios Hijo. Existe un misterio aquí, que va más allá de todo entendimiento humano. Y admito que nuestros esfuerzos teológicos para describir el auto-conocimiento de Dios y su relación con la Trinidad, vienen a ser como el balbuceo de un pequeñuelo hacia su padre. Pero aun de la boca de los bebés puede salir sabiduría si seguimos las Escrituras. Las Escrituras enseñan que Jesucristo, el Hijo de Dios, es Dios (Juan 1:1). Y en Hebreos 1:3 dice que “El es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza”. 2 Corintios 4:4 habla de la gloria de Cristo el cual es la imagen de Dios. De estos pasajes aprendemos que desde la eternidad Dios el Padre contempló la imagen de su propia gloria perfectamente representada en la persona de su Hijo. Por lo tanto, una de las mejores maneras de pensar acerca de la inmensa felicidad en su propia gloria es pensar en ella como el deleite que tiene en su Hijo quien es la imagen de esa gloria. Cuando Jesús entró al mundo Dios el Padre dijo, “este es mi hijo amado en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17). Cuando Dios Padre contempla la gloria de su propia esencia en la persona de su Hijo, él es infinitamente feliz. “He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace.” (Isa 42:1) Así que la primera observación es que Dios es feliz porque se deleita en sí mismo, especialmente al reflejar su naturaleza en su Hijo amado.
2) Segundo, Dios es feliz porque es soberano. Salmo 115:3 dice, “Nuestro Dios está en los cielos; El hace lo que le place.” (Sal 115:3) Lo que este versículo implica es que la soberanía de Dios es el derecho y poder que él tiene para hacer lo que le place-él siempre actúa para preservar su felicidad máxima. Dios es feliz porque sus hechos justos, los cuales son siempre hechos por amor a su propia gloria, nunca pueden ser frustrados fuera de su voluntad. Isaías 43:13, “Aun desde la eternidad, yo soy, y no hay quien libre de mi mano; yo actúo, ¿y quién lo revocará?” Isaías 46:10 “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré.” Daniel 4:35, “El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ‘¿Qué has hecho?’” Podemos estar seguros entonces, que Dios es inmensamente feliz porque él tiene derecho y poder absoluto como Creador para superar cualquier obstáculo de su gozo.
Vale la pena preguntar aquí, haciendo un paréntesis ¿cómo puede Dios ser feliz cuando el mundo está repleto de sufrimiento y maldad? Es una pregunta inmensa y difícil. Dos cosas me ayudan. Una es que no ayuda mucho tratar de preservar la reputación de Dios diciendo que él realmente no tiene control de todo. Si alguien hubiera intentado consolarme en diciembre de 1974 cuando mi madre murió en un accidente de autobús, diciendo “Dios no quería que esto pasara. Todavía puedes confiar en él. Él es bueno.” Le hubiera respondido diciendo, “Mi consuelo no viene de pensar que Dios es tan débil que no puede evitar que un madero caiga encima de un minibús Volkswagen.” Mi Dios es soberano. “Él se la llevó en su tiempo señalado; y ahora yo creo, y algún día veré que fue bueno. Porque he aprendido en Jesucristo que Dios es bueno. La solución Bíblica para el problema de la maldad no es robarle la soberanía a Dios.
La otra observación que me ayuda con esta pregunta es que la actitud de Dios hacia los eventos trágicos depende del foco de la lente. Dios no se deleita en el dolor y la maldad considerados como tales. Cuando su lente es estrecho y se enfoca sólo en eso, él puede sentirse lleno de aborrecimiento y dolor. Pero cuando él abre su lente para alcanzar todas las conexiones y los efectos de un evento, aun hasta la eternidad, el evento forma parte de un patrón o mosaico en el que él se deleita, y el cual es su voluntad. Por ejemplo, la muerte de Cristo fue obra de Dios Padre. “y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido…Pero quiso el SEÑOR quebrantarle, sometiéndole a padecimiento.” (Isa 53:4,10)” Aun así, mientras Dios Padre veía la agonía de su amado Hijo y la iniquidad que lo llevó a la cruz, él no se deleitaba en esas cosas en sí mismas. El pecado mismo y el sufrimiento del inocente son aborrecibles para Dios. Pero según Hebreos 2:10, Dios
Padre consideró conveniente perfeccionar por aflicciones al autor de nuestra salvación. Dios quiso que sucediera lo que era aborrecible al mirar por el lente estrecho, porque al mirar por el lente ancho de la eternidad resultaba ser una forma conveniente de demostrar su justicia (Rom 3:25f) y llevar a su pueblo a la gloria (Heb. 2:10). Cuando Dios en su omnisciencia inspecciona la extensión de la historia redentora de principio a fin, él se goza en lo que ve. Por lo que concluyo que nada en todo el mundo puede frustrar la felicidad de Dios. Él se deleita infinitamente en su propia gloria; y en su soberanía hace lo que le place.
3) Lo cual nos lleva a la observación final: La felicidad es el fundamento del Hedonismo Cristiano porque su felicidad se derrama en misericordia para con nosotros. ¿Puedes imaginarte cómo sería si el Dios que gobierna el mundo no fuese feliz? ¿Qué tal si Dios fuese dado a la queja y al mal humor y a la depresión como si fuera Juan y el gigante de las habichuelas mágicas en el cielo? ¿Qué tal si Dios fuera melancólico, desanimado, sombrío, deplorable, descontento, afligido y frustrado? ¿Podríamos unirnos a David y decir, Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá? “Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua.” (Sal 63:1) ¡De ninguna manera! Nos relacionaríamos con Dios como los niños pequeños lo hacen con un papá desanimado, sombrío, descontento y frustrado. No lo pueden disfrutar. Sólo pueden tratar de evitarlo y quizás tratar de comportarse para hacerlo sentir mejor. Por lo tanto, la base del Hedonismo Cristiano es que Dios es infinitamente feliz, porque el objetivo del Hedonismo Cristiano es ser feliz en Dios, deleitarse en Dios, apreciar y disfrutar la comunión con Dios. Pero los niños no pueden disfrutar la compañía de su padre si este es sombrío, frustrado y triste. Por lo que la base y el fundamento del Hedonismo Cristiano es que Dios es el ser más feliz de todos.
Otra forma de decirlo sería ésta. Para que un pecador pueda buscar gozo en Dios, debe estar seguro de que Dios no lo despreciará cuando venga buscando perdón y comunión. ¿Cómo podemos ser alentados a que Dios nos tratará con misericordia cuando nos arrepintamos de nuestro pecado y vayamos a buscar gozo en él? Considera el estímulo que hayamos en Jeremías 9:24, “yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Dios muestra misericordia porque se deleita en ella. Dios no está forzado a salvar por cierto principio o regla formal. Él está tan lleno de vida y gozo en su propia gloria que el clímax de su placer es derramar su misericordia sobre nosotros. La base de nuestra confianza en la misericordia de Dios es que él es un Hedonista Cristiano perfecto. Dios se deleita por encima de todas las cosas en su divina excelencia, y su felicidad es tan completa que se expresa en el placer que tiene en compartirla con otros.
Escucha el latido del Hedonista celestial perfecto en Jeremías 32:40-41. ¿Por qué hace Dios el bien? ¿Cómo procura amarte? Escucha:
Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí. Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.
¡Dios te hace el bien porque lo disfruta mucho! Él se esfuerza en amarte con todo su corazón y con toda su alma. La felicidad de Dios que se derrama en amor gozoso, es el fundamento y el ejemplo del Hedonismo Cristiano.
Cierro esto con una invitación. Estas preciosas y asombrosas promesas del favor de Dios no le pertenecen a todos. Existe una condición. No es una condición de obras o pago. Un Dios infinitamente soberano no necesita de tus obras y es dueño de todos los recursos. La condición es que te conviertas en un Hedonista Cristiano-que dejes de tratar de pagar o trabajar para él o huir de él, y en vez de eso comiences a buscar con todo tu corazón el incomparable gozo de la comunión con el Dios vivo.
No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en las piernas ágiles del hombre.
El SEÑOR favorece a los que le temen,
A los que esperan en su misericordia.
(Sal 147:10-11)
La condición para heredar todas las promesas de Dios es que todas las esperanzas de felicidad que has puesto en ti mismo, en tu familia, en tu trabajo y en tu descanso, las transfieras a él. “Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.” (Sal 37:4)