Los gentiles alcanzaron la justicia que es por fe
¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31 pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. 32¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 tal como está escrito: "He aquí, pongo en Sión una piedra de tropiezo y roca de escándalo; y el que crea en él no será avergonzado”.
La situación que emerge en estos versículos se presentó en los tiempos de Pablo, y también aparece en la actualidad. La semana pasada vimos, en el versículo 24, cómo algunos judíos estaban siendo llamados a la salvación, y cómo ahora los gentiles también están siendo incluidos en la salvación que una vez fue prometida a Israel. El tema principal que Pablo ha estado tratando desde el versículo 3 se refiere a que solo algunos judíos están siendo llamados. Muchos se encuentran malditos y están separados de Cristo.
¿Por qué? ¿Por qué hay tan pocos judíos creyendo en Cristo? Su primera respuesta en los versículos 6-9 es que Dios ha escogido a algunos israelitas para que sean salvos, pero no a todos. Dios no está obligado a salvar a todos los israelitas: “[…], no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes” (versículo 8). Según el versículo 11, Dios obra de esa manera “para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama”. Así que la libertad de Dios para elegir es la primera respuesta de Pablo a la pregunta inicial: ¿por qué solo algunos judíos y también ahora los gentiles (versículo: 24) están siendo llamados a la salvación?
Pero cuando llegamos a Romanos 9:30 Pablo da una respuesta más. Es una respuesta familiar que proviene de Romanos 1-8: ¿Por qué (actualmente) son salvados tantos gentiles y solo algunos judíos, pero no la totalidad de Israel? Respuesta: Los gentiles están alcanzando la justicia pero los israelitas no. Versículos 30-31: “¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe [he ahí la razón por la que están siendo incluidos]; 31 pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley [he ahí la razón por la que no están siendo incluidos]”.
Dos Razones No-Contradictorias para la Salvación
Ahora hagamos una pausa aquí para asegurarnos de ver lo que es sumamente obvio e importante. Hay al menos dos razones, no-contradictorias, por las que una persona puede ser salvo. Una es que Dios le ha escogido incondicionalmente (Romanos 9:11, 21-23) y evidentemente le ha llamado hacia él (9:8, 24). Dios es el Actor decisivo de la salvación. Pero hay otra razón por la cual una persona alcanza la salvación, específicamente: "alcanza la justicia". El versículo 30 nos dice: “los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe”. Es por esta razón que fueron salvos. Los gentiles alcanzaron la justicia.
Por tanto, asegurémonos de recordar juntamente estas dos razones: La elección incondicional, y alcanzar la justicia. Cuando Dios elige incondicional e inmerecidamente a un pecador como usted o como yo, para convertirlo en su hijo, para salvarlo de la ira, y para entregarle el gozo eterno, Dios no puede simplemente traerlo a su comunión sin que exista justicia alguna. Dios es santo, perfecto, y justo. Él odia el pecado. Su justicia resplandece contra todos los actos y acciones de menosprecio hacia él. Ninguna clase de imperfección puede aproximarse a su resplandeciente santidad sin ser castigada. Las únicas personas que permanecen ante Dios sin ser destruidas, son aquellas perfectamente justas.
Y el problema está en que nadie es perfectamente justo (excepto Uno). Pablo dijo en Romanos 3:9-10: “[…] tanto judíos como griegos están todos bajo pecado; 10 como está escrito: No hay justo, ni aún uno”. Por tanto, la verdad de la elección incondicional de Dios no es suficiente para salvar a alguien. Los pecadores elegidos aún no somos aceptables. Tenemos que “alcanzar la justicia”, que es un hecho no muy probable. Pero por esa razón Dios envió al mundo a su Hijo Jesucristo. Para muchos, Cristo se convirtió en la “piedra de tropiezo” y en la “roca de escándalo” (Romanos 9:33), pero para otros, era la misma justicia de Dios. Su justicia fue el don de justicia que necesitábamos y que nunca podríamos alcanzar por nosotros mismos. Un versículo absolutamente importante respecto a este tema es Romanos 10:4: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”. Hoy regresaremos a este texto una y otra vez.
La Vía de Salvación Según la Ley
Entonces no hay justo, ni aún uno, excepto Cristo el perfecto, el que no conoció pecado. Pablo dice: “Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree” ¿Qué nos enseña la ley como vía de salvación? Nos imparte dos mensajes en perfecta armonía:
- Primeramente, si creemos y obedecemos a Dios perfectamente, seremos considerados justos y seremos salvos. Si cumplimos a cabalidad la perfecta obediencia de la fe permaneceremos justos ante Dios. Aquí tenemos el primer mensaje de la ley. Nadie en el mundo entero, excepto Jesús, ha cumplido o cumplirá jamás lo que la ley demanda para una fe perfecta y para la obediencia que mana de ella. Dios tenía conocimiento de esa realidad cuando escribió la Ley. Y es por esa razón que, en la gracia de Dios, la Ley tiene otro mensaje más, en perfecta armonía con el primero.
- El siguiente es el segundo mensaje de la ley: Ya que no podemos cumplir lo que se exige para una perfecta obediencia de la fe, veamos (a través del Cordero sacrificado sin mancha) el objetivo y fin de la ley, a largo plazo. Es decir, miremos al supremo Cordero de Dios que fue ofrecido sin mancha en lugar nuestro. Busquemos a “Cristo para justicia”. Que nuestra fe no sea simplemente la confianza en Dios para que nos ayude a llevar a cabo una justicia imperfecta (¡la cual nunca será suficiente!), más bien dejemos que nuestra fe sea también la confianza en que Dios nos proveerá una justicia perfecta que otro ha llevado a cabo por nosotros: “Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Aquí tenemos el segundo mensaje de la ley referente la salvación.
Veamos la manera en que Pablo describe la relación entre la ley y la justicia en Romanos 3:19-22:
Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios; 20 porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado. 21 Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; 22 es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción.
Y aquí vemos nuevamente esta verdad, justo como en Romanos 10:4: Nuestra justicia basada en el cumplimiento de la ley nunca será lo suficientemente buena, siempre será imperfecta. Nuestras bocas serán frenadas ¡No hay ninguno justo! Pero la ley y los profetas dan testimonio de otra justicia (la propia justicia de Dios); o sea: “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción” (versículo 22). Las palabras de este versículo son casi idénticas a las de Romanos 10:4 que nos dice: “Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”. De manera similar el versículo 22 dice: “La justicia de Dios [...], para todos los que creen”.
La elección incondicional no puede salvar a nadie por sí sola. Debemos alcanzar la justicia ¿Cómo? Mediante la fe en Cristo Jesús quien es nuestra justicia (“Cristo […] para justicia a todo aquel que cree”).
¿Por Qué los Gentiles Son Salvos y los Israelitas No?
Ahora regresemos a Romanos 9:30-33 para ver porque los gentiles están siendo salvos y los israelitas no. “¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe”. Los gentiles, que no iban tras la justicia, y que posiblemente nunca habían escuchado que existía la ley de Moisés, están siendo aceptados por Dios como justos. ¿Cómo? Alcanzando la justicia que es por fe. ¿Y cuál es la justicia que es por fe? Respuesta: Romanos 10:4: “Cristo […] para justicia a todo aquel que cree”. Porque Cristo para justicia es el fin de la ley, usted puede alcanzar el fin [el propósito] de la ley sin haber conocido jamás la ley. Así de perfecto es Cristo.
Pero, ¿qué sucede con Israel? ¿Por qué Israel (no cada israelita de manera individual, sino Israel como un todo) no alcanza la justicia? Versículo 31-32: “Pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley 32¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo”.
¿Quién es la piedra de tropiezo? Cristo Jesús. en el versículo 33 podemos ver que: “tal como está escrito: He aquí, pongo en Sión una piedra de tropiezo y roca de escándalo; y el que crea en él no será avergonzado”. Creer en Cristo es la clave. Aquí tenemos el tema sobre la fe referido en el versículo 32 (la fe que ellos no tenían). Pero el versículo 32 dice que los judíos en vez de creer en él tropezaron con esta piedra de tropiezo. ¿Qué quiere decir esta expresión? ¿Qué quiere decir tropezar con Cristo?
En este contexto la expresión anterior quiere decir que no creyeron en Cristo, no creyeron que su justicia era el fin de la ley. Ellos no veían a "Cristo“para justicia a todo aquel que cree” como la ley enseñaba. Ellos se desviaron del propósito más grande de la ley. La ley, en su más amplio mensaje a largo plazo, decía: "Deben buscar más allá de la ley, la justicia perfecta que Dios proveerá a su debido tiempo. Deben buscar más allá de su obediencia a la ley, una justicia perfecta que Dios proveerá, específicamente: 'Cristo, para justicia a todo aquel que cree'."
Pero en lugar de creer, los judíos tropezaron con Cristo. Así lo ilustra el versículo 31: “pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley”. En otros términos, Israel no alcanzó la justicia que la ley demanda. O sea, no alcanzaron la perfecta obediencia personal, ni tampoco alcanzaron a “Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Cristo es la meta, y los judíos no la alcanzaron. Ellos tropezaron y cayeron.
¿Por qué? El versículo 32 dice que no alcanzaron la ley de justicia porque iban tras ella (tras la justicia que la ley demanda) como si la justicia fuera por las obras. Ellos iban tras la ley como si la ley enseñara que realmente podrían ser justificados por guardarla. Iban tras la ley como si por medio de ella no viniera el conocimiento del pecado, como si no cerrara toda boca, y como si no hiciera que todos fueran culpables ante Dios. Iban tras la ley como si realmente fuera posible que la ley les proporcionara justicia por medio del cumplimiento de los mandamientos. Pero estaban equivocados. Una vez que aprendemos de la ley, que nadie será declarado justo por las obras de la ley (3:21), entonces entendemos que la justicia perfecta que la ley demanda, no puede ser buscada por obras, sino solamente como un regalo que se obtiene solo por fe.
Aprendamos pues, aquí en el versículo 32, de los errores de Israel ¿Por qué Israel no llegó a alcanzar la ley (o sea el fin de la ley: la justicia que demanda la ley? Pues, “Porque no iban tras ella por fe”. Es decir, no vieron ni disfrutaron a “Cristo para justicia”, como dice Romanos 10:4, que es el “fin de la ley”. En lugar de ello, iban tras el fin de la ley (la justicia que demanda la ley) “como si fuera por obras” (como si pudieran ser aprobados por su propio comportamiento). En lugar de creer en la justicia de otro (o sea, de Cristo), procuraron establecer la suya propia (Romanos 10:3-4).
Introduciendo la Cena del Señor
A medida que avanzamos hacia la cena del Señor, y conmemoramos la muerte de Jesús (el Cordero sin mancha, el sustituto perfectamente justo) regocijémonos en este glorioso evangelio. La mayoría de los que estamos aquí somos gentiles. Así que debemos considerar el versículo 30 como una de las mejores noticias que hemos escuchado jamás: ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe”. ¿Y quién es esa justicia? Romanos 10:4: es “Cristo, para justicia a todo aquel que cree”.
Aquí todos somos pecadores. ¿Quién pues puede llegar a la mesa? ¿Quién puede tener comunión con el Padre y el Hijo por medio del Espíritu? Respuesta: Aquellos pecadores que tienen a Cristo como justicia solo por fe. Que Dios le bendiga mientras usted come y bebe. Y que Cristo le confirme en su comida y en su bebida, que él es su justicia y su grandiosa recompensa.
Nota adjunta #1: La evidencia de que caer ante la piedra de tropiezo en el versículo 32b, se refiere a fracasar (no en guardar la ley como una obediencia de la fe, sino en creer en el Redentor para alcanzar su justicia), la encontramos en la relación que existe entre el versículo 32 y Romanos 10:10-11: “porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo el que cree en él no será avergonzado”. Esta última cita también la encontramos en Romanos 9:33 y muestra que creer en la piedra de tropiezo es equivalente a creer en “Cristo, para justicia”, como dice Romanos 10:4. Por tanto, cuando Romanos 9:32 termina con la frase “tropezaron en la piedra de tropiezo”, se refiere a que fracasar en creer y preferir las obras (como se menciona en este mismo versículo), es tener fe en Cristo para justicia, pero no fe fundamentalmente como un medio para apropiarse de la gracia necesaria para cumplir la ley.
Nota adjunta #2: El concepto de obediencia de la fe como demanda la ley no es incorrecto, pero es irrelevante en el versículo 32. Aún si Israel hubiera buscado cumplir los mandamientos por fe, esta no habría sido justicia suficiente para alcanzar la aceptación ante Dios (por ser una obediencia imperfecta), a menos que la fe incluyera creer en la venida de un Redentor sin mancha, que cubriría las fallas a la hora de cumplir los mandamientos y las fallas de la fe; y que se convertiría en justicia para los que creen. Pero Israel no creía que ésta era el medio para alcanzar justicia ante Dios. En cambio, asumieron que sus obras serían suficientes para alcanzar la clase de justicia que la ley demandaba. Pensar así fue un error aún cuando las obras fueran “obras de fe” porque las obras no son perfectas. Solamente la justicia perfecta de Dios es suficiente “para todo el que cree” (Romanos 10:4).