La misma solicitud hasta el fin

Pero en cuanto a vosotros, amados, aunque hablemos de esta manera, estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación. Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, a fin de que no seáis indolentes, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas.

"Amados"

Recientemente, he estado profundamente consciente de que vivimos en una época donde las emociones de las personas son la medida más importante para amar. Si las emociones son vulnerables y pueden ser dañadas por ciertas acciones, entonces decimos: "quizás esta no es la acción más amorosa que hacer". Esto significa que fácilmente podemos ser rehenes de las emociones de las personas. El bien y las buenas acciones serán rechazados porque la línea superior de amor no es la verdad o los principios o lo que sea mejor para esa persona, sino sus sentimientos. Así que si ellos pueden decir que se sentirán mal, se protegerán a sí mismos de cualquier bien.

Lo que me hace pensar en esto es la palabra "amados", en el versículo 9. Significa, simplemente, "los que son amados"—"a quienes amo". Es el único lugar en todo el libro donde el escritor lo dice de esta forma —donde los llama "amados". La razón para esta proyección es que acababa de decir una de las palabras más duras del libro.

Él dijo que eran tardos para oír, pues ya deberían ser maestros (5:11-12). Dice que ellos son como bebés bebiendo leche todavía (5:13-14). Y se resiste a la posibilidad de que algunos de ellos hayan tenido grandes bendiciones y elevadas experiencias religiosas, pero no sean salvos, y sean como un campo sobre el cual llueve por meses y nunca produce fruto (6:4-8).

Sobre la hipersensibilidad y la vulnerabilidad

Y entonces dice: "Sí les amo". Ahora, hago este señalamiento porque necesitamos dejar que la Biblia moldee nuestra perspectiva del mundo. Somos una nación, en gran medida, de víctimas y personas que se quejan y hacen pucheros. Es decir, si alguien dice algo negativo acerca de nosotros —no importa cuán constructivos traten de ser— o caemos en un arrebato de auto-justificación herida, o nos vestimos con el traje de acosados. En estos días, en los Estados Unidos, somos personas muy sensibles. Fácilmente podemos resultar ofendidos y provocados.

Esto no es bueno. Y los seguidores de Cristo debieran ser diferentes. No necesitamos ser sensibles y vulnerables. Somos escogidos por Dios, amados por Dios, perdonados por Dios, aceptados por Dios, tenemos la morada de Dios en nosotros, somos guiados por Dios, protegidos por Dios, fortalecidos por Dios —y Dios es más importante que cualquier otra persona en el universo. No tenemos que sentirnos vulnerables o inseguros. No tenemos que auto-justificarnos, o ponernos a la defensiva o tener lástima de nosotros mismos. Como dice Santiago, Podemos ser rápidos para oír, lentos para hablar, lentos para la ira (Santiago 1:19). Podemos ser como Pablo, quien dijo: "cuando nos ultrajan, bendecimos; cuando somos perseguidos, lo soportamos; cuando nos difaman, tratamos de reconciliar" (1ra a los Corintios 4:12-13).

Y si podemos relacionarnos de esta forma con nuestros enemigos, ¡cuánto más podemos lidiar con el amor duro de los que vienen a nosotros con palabras fuertes para nuestro bien! El escritor de Hebreos dice: "amados", les hablé así, porque les amo.

Tomando los riesgos del amor

Unas pocas veces, durante estos últimos cinco años, he llevado a personas amadas a almorzar con el propósito expreso de hacerle algunas preguntas fuertes acerca de sus vidas espirituales. Esto es algo muy arriesgado y difícil. Pues usted sabe que sus acciones pueden ser fácilmente malinterpretadas. Pueden acusarle de curioso, de meterse donde no debe. Pueden acusarle de enjuiciador, señalando, en cambio las imperfecciones de la vida que usted ha llevado. Pueden acusarle de desconfianza, asumiendo lo peor, en lugar de esperar lo mejor. Y así continuaría. Son muchas las posibilidades de malinterpretación y acusaciones falsas.

Y por ello, no lo hacemos tan a menudo como debiéramos. El escritor a los Hebreos nos llama, mediante su ejemplo, a agruparnos y tomar el riesgo del amor. También nos está llamando a no sentirnos ofendidos tan fácilmente. Ni sentirnos tan fácilmente heridos. Tenemos un gran fundamento para nuestra salvación en la muerte del Hijo de Dios, y tenemos un abogado en los cielos, más poderoso y convincente que cualquier acusador sobre la tierra. Debiéramos ser las personas más libres para escuchar la crítica y tomarla en cuenta y no ser heridos por la auto-compasión o el resentimiento.

Así que lo primero en el mensaje de hoy es: aprendamos cómo amar y ser amados cuando el cielo y el infierno están en la balanza y hay asuntos difíciles con los que lidiar.

En Cuanto a vosotros, estamos persuadidos de las cosas que son mejores

Lo segundo que debemos notar en este texto, es por qué el escritor está tan confiado de que sus lectores no caerán y demostrarán que nunca fueron salvos. Él dijo en los versículos 4-8 que es posible tener grandes bendiciones y experiencias religiosas elevadas sin haber sido salvo alguna vez. Es una advertencia fuerte, y él la da en amor.

Pero entonces, en el versículo 9, dice: "Pero en cuanto a vosotros, amados, aunque hablemos de esta manera, estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación". Así que él no cree que ellos caerán y se perderán. Está lleno de esperanzas. Él cree que ellos escucharán su advertencia y en lugar de sentir resentimiento y decir: "Tú no tienes nada que hacer hablando de esa manera a los cristianos que ya nacieron de nuevo", cree que dirán: "sabemos cuán frágiles somos en nosotros mismos. Gracias por advertirnos de los peligros del engaño del pecado, y por recordarnos que debemos pelear cada día la batalla de la fe". Él cree que las advertencias no les alejarán con resentimientos, sino que profundizarán su vigilancia y anhelo de buscar una certeza.

Así que esto es lo que dice en el versículo 9: "Pero en cuanto a vosotros [...] estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación".

Él está confiado a causa de la justicia de Dios

Pero, ¿por qué está tan confiado? ¿Qué pudiera incrementar nuestra confianza, hoy, en que no caeremos sino que perseveraremos en las cosas mejores que pertenecen a la salvación? Él da la razón en el versículo 10. Dice: "Porque Dios no es injusto [no-recto] como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos”.

Ahora, esto es sorprendente porque el versículo habla de la justicia de Dios, no de Su misericordia. Hay algo en la justicia o rectitud de Dios (es la misma palabra griega) que hace que este escritor se sienta confiado de que sus lectores perseverarán en fe y paciencia y no caerán. "En cuanto a vosotros [...], estamos persuadidos de las cosas que son mejores. . .porque Dios no es injusto. . ." ¿Cómo es que la rectitud o justicia de Dios le dan este tipo de confianza al escritor?

Generalmente pensamos en la justicia de Dios trayendo juicio sobre nosotros porque lo merecemos por nuestros pecados y en la misericordia de Dios rescatándonos del juicio porque Cristo murió en nuestro lugar. Y los dos criterios son verdaderos. Pero aquí la justicia de Dios es la razón por la cual él se siente confiado de que ellos serán salvos y no se perderán. ¿Cómo es que la justicia de Dios le da este tipo de confianza al escritor?

Él dice, en el versículo 10, que la justicia de Dios no permitirá que Dios olvide su obra y el amor que ellos mostraron al nombre de Dios (una buena traducción literal). Y él define esta obra y el amor que ellos mostraron al nombre de Dios (en el versículo 10b) cuando ministraron a los santos en el pasado, y en su ministerio continuo en el presente. Así que él dice que Dios, al acordarse del pasado de ellos, y de su ministerio continuo a los santos y de su amor a Su nombre, le da la confianza de que serán salvos y no se perderán. Y es la justicia de Dios quien le hace no olvidarse de este ministerio y amor.

¿Cómo es que Dios, al recordar, les garantiza que perseverarán?

Ahora, ¿por qué es que Dios, al recordar el ministerio y amor de ellos, les garantiza que perseverarán y serán salvos? Recuerden que él dice: "En cuanto a vosotros [...], estamos persuadidos de las cosas que son mejores. . . porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor”. Por tanto, es Dios, al recordar el ministerio y amor de ellos, quien les garantiza que perseverarán y serán salvos. Pero, ¿cómo? Esto debe significar que cuando Dios recuerda el ministerio de ellos y su amor, se siente impulsado, en alguna forma, a obrar más para ayudarles perseverando en la fe. Su perseverancia es dependiente de Dios (versículo 3), y la obra preservadora de Dios es impulsada, de alguna forma, por el recuerdo de la obra que ellos mostraron a los santos y el amor que ellos mostraron a Su nombre.

Así que el escritor está diciendo estas cinco verdades: 1) ustedes ministraron a los santos y aún lo hacen; 2) lo han hecho por amor al nombre de Dios; 3) la justicia de Dios lo ve y lo registra, y no lo olvidará; 4) esto impulsa a Dios a obrar la perseverancia de ustedes; 5) tengo una fuerte seguridad, por tanto, de que ustedes perseverarán y experimentarán cosas mejores que pertenecen a la salvación.

¿Estamos mereciendo la obra de Dios en nuestras vidas?

Ahora, aquí hay un detalle crucial para nosotros quienes amamos la misericordia de Dios y sabemos que somos pecadores y no merecemos ser salvos, en primer lugar, ni merecemos ser protegidos, en segundo lugar. No nos volvemos cristianos por méritos, y no permanecemos cristianos por méritos. La pregunta es: ¿cómo es que la justicia de Dios le impulsa a obrar la perseverancia en nosotros cuando ve nuestro ministerio y nuestro amor por Su nombre?

Esto, fácilmente, pudiera sonar como que estamos mereciendo la obra de Dios en nuestras vidas. Pudiera fácilmente interpretarse como que Dios mira nuestro ministerio y nuestro amor por Su nombre y dice: "Ellos no necesitan misericordia; solo necesitan justicia; y por ello ahora lidiaré con ellos solo en términos de justicia: Les daré lo que merecen y lo que se ganen. Les hice comenzar la vida cristiana con la misericordia del perdón; pero terminarán su vida cristiana mediante la justicia: si ministran y aman, entonces la justicia demandará que les dé la salvación. Porque yo no soy injusto para olvidarme de su obra y del amor. Les daré su pago —la salvación".

Este, me temo, es la manera en que muchos cristianos profesantes ven la vida cristiana. Dios puede darnos un empujón importante mediante la misericordia en el invierno del pecado, pero somos nosotros quienes mantenemos la batería cargada y demostramos, con nuestros esfuerzos, que merecemos llegar al cielo después de todo eso.

Pero esto sería una inmensa contradicción a la salvación por gracia mediante la fe. Sería una inmensa contradicción a la vida por fe en la gracia venidera, que es el tema fundamental de Hebreos. Por ejemplo, vea los versículos 11-12,

Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, a fin de que no seáis indolentes, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas.

Mediante la fe y la paciencia heredamos las promesas

Lo incuestionable aquí está en la última frase, que es la meta de nuestro anhelo: "mediante la fe y la paciencia heredan las promesas". ¡Mediante la fe! Mediante la confianza. Mediante la esperanza. La gran batalla de la vida cristiana no es la producción de méritos para que la justicia de Dios nos pague con la salvación. La gran batalla de la vida cristiana es mantenernos confiando pacientemente en Dios, hasta que Él nos dé, gratuitamente, la herencia final.

Así que el escritor no está diciendo, esfuércense para ganarse las justas recompensas de la vida eterna. Él está diciendo: sean diligentes poniendo su esperanza solo en Dios, y no en las cosas del mundo; aprecien a Dios y no a este siglo malo; atesoren a Dios y no a este mundo; confíen en Dios y no en las habilidades que poseen, ni siquiera en las habilidades que tienen para hacer buenas obras. Esta es la seguridad de la esperanza: esperanza en Dios, quien por una sola ofrenda nos perfeccionó para todos los tiempos (10:14).

Entonces, ¿cómo es que la justicia de Dios nos da seguridad?

Pero esto nos deja con una pregunta: ¿qué podemos decir acerca de la justicia de Dios? El versículo 10 dice que la justicia de Dios es quien le hace recordarse de nuestro ministerio y del amor que hemos mostrado a Su nombre, y que ello nos da confianza de que no caeremos y nos perderemos. ¿Cómo es que la justicia de Dios nos da esta seguridad?

Esta es mi respuesta. La justicia de Dios o la rectitud de Dios, no consiste solo en dar a las personas lo que merecen. Es Su posición para la gloria de Su nombre. Dios sería injusto y no sería recto si actuara alguna vez en una forma que insultara la grandeza de Su nombre. El nombre de Dios, o la gloria de Dios, es el valor más preciado del universo —mayor que todo el valor material, y mayor que todo valor humano. Así que la mayor injusticia en el universo es negar y deshonrar el nombre y la gloria de Dios.

Por tanto, cuando el versículo 10 dice que "Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre", usted puede escuchar lo que está en riesgo de ser cuestionado. Su nombre está en riesgo de ser ofendido. Y la obra que él recuerda es específicamente el ministerio a los "santos", los que han sido apartados para Dios. Por tanto, nuevamente, lo que está en riesgo es el nombre de Dios, su gloria y honor.

En otras palabras, la justicia de Dios mira a este ministerio, a los santos, y a este amor al nombre de Dios, y dice: "Lo que veo aquí no es un desempeño humano que me hace deudor y que merece el pago de la salvación. No veo personas llamando la atención sobre sí mismos y resaltando cuán valiosas son para Dios. No veo personas demandando una recompensa justa por sus obras de mérito. Lo que veo es un pueblo necesitado mirando más allá de sí mismos a la gloria de Dios, una gloria que todo lo satisface, esto es lo que significa amor al nombre de Dios (versículo 10). Y veo corazones llenándose con gozo por todas las promesas de Dios. Y veo a un pueblo cuidando a los santos de Dios porque ellos aman la gloria de Dios".

Y a causa de la justicia de Dios en su firme fidelidad a la gloria de su propio nombre, su justicia dice: "Yo me levantaré por aquellos que miran más allá de sí mismos y del mérito y de las ganancias, y miran solo a Dios para ser aceptos mediante Su Hijo y para la satisfacción de sus corazones". La justica de Dios da seguridad porque la justicia de Dios sostiene a los que aprecian la misericordia de Dios por encima de todas las cosas. La justicia de Dios no da seguridad porque pague al mérito (que no tenemos); sino porque vindica a aquellos que con fe glorifican a Dios como a alguien más digno de confianza que cualquier otra cosa en el universo.

Nuestro ministerio y nuestro amor es la obra de Dios en nosotros

Y luego, finalmente, añade que nuestro ministerio a los santos y nuestro amor por el amor de Dios es la misma gloria de Dios en nosotros, no es realmente nuestra propia obra. Hebreos 13:21 dice que Él obra en nosotros lo que es agradable delante de Él. Por tanto, es imposible que nosotros podamos tener mérito alguna vez delante de la justicia de Dios. Toda nuestra obra y todo nuestro amor, provienen de Su mano. No podemos ganarnos dones de Dios. Y usted no puede poner a alguien en su deuda dándole lo que ya es de esa persona.

Más bien, la justicia de Dios mira el ministerio de los santos y el amor al nombre de Dios y dice: "Ah, allí hay algo bello, la obra de las mismas manos de Dios. Yo soy la justicia de Dios y mi gran obra es levantar y sostener la obra de Dios, honrar la obra de Dios y preservar la obra de Dios y completar la obra de Dios. Y por ello, no olvidaré este ministerio y este amor al nombre de Dios, porque esta es la obra de gracia de Dios".

Y es por esta razón que podemos decir, no solo por la misericordia de Dios, sino por la justicia de Dios: "el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús" (Filipenses 1:6).

El resultado del asunto es que este escritor, inspirado por Dios, y hablando por Dios, quiere que usted tenga la plena seguridad de la esperanza, como dice el versículo 11. Él quiere que usted se sienta fuerte y confiado y seguro y valiente y listo para poner su vida por amor al ministerio y por la gloria del nombre de Dios. Él no quiere que usted tiemble de miedo e inseguridad por su futuro. Él le llama en esta mañana a que depositen su seguridad de la esperanza en la misericordia y en la justicia de Dios. La misericordia de Dios para alcanzar a los que son absolutamente indignos, y para darnos fe y perdón; y la justicia de Dios para levantar y sostener el honor de Su nombre, magnificado en la fe de Su pueblo.