La fatal desobediencia de Adán y la triunfante obediencia de Cristo
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; 13 pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. 14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15 Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos. 16 Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó; porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación; pero la dádiva surgió a causa de muchas transgresiones resultando en justificación. 17 Porque si por la transgresión de uno, por éste reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos. 20 Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, 21 para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor”.
Jesús es supremo
Uno de los propósitos de estas series es imprimir en nuestras mentes el hecho de que Jesucristo es la persona más importante en el universo –no más importante que Dios el Padre, o Dios el Espíritu, es igual a ellos en dignidad, y belleza, y sabiduría, y justicia, y amor, y poder. Pero es más importante que todas las demás personas (sean ángeles, o demonios, o reyes, o generales, o científicos, o artistas, o filósofos, o atletas, o músicos, o actores), que viven ahora, o que hayan vivido, o vivirán alguna vez. Jesucristo es supremo.
Todas las cosas para Jesús –aun el mal
Esta serie también busca demostrar que todo lo que existe –incluyendo el mal- es ordenado por un Dios infinitamente santo y sabio, para hacer que la gloria de Cristo resplandezca más abundantemente. Algunos acabamos de leer en esta semana, en nuestro plan de lectura bíblica, a Proverbios 16:4. “Todas las cosas hechas por el Señor tienen su propio fin, aun el impío, para el día del mal”. Dios lo ha hecho de una forma misteriosa que preserva la responsabilidad del impío y la santidad de su propio corazón. Hace dos semanas vimos que todas las cosas fueron hechas por medio de Cristo, y para Cristo (Colosenses 1:16). Y ello incluye, en las palabras de Pablo, “tronos o dominios o poderes o autoridades” que fueron derrotados por Cristo en la cruz. Estos poderes fueron creados “para el día del mal”. Y ese día, en la cruz, se mostró el poder y la justicia, y la ira, y el amor de Cristo. Más tarde o más temprano, cada rebelión en su contra alcanzará la ruina.
El Dios que está allí
Esta serie también busca solidificar la convicción de que el cristianismo no es solo un conjunto de ideas, prácticas y sentimientos diseñados para nuestro bienestar psicológico –sea que haya sido diseñado por Dios o por los hombres. Esa no es la esencia del cristianismo. El cristianismo comienza con la convicción de que Dios es una realidad objetiva fuera de nosotros mismos. Nosotros no le convertimos en lo que es al pensar de él en cierta firma. Como dijera Francis Shaefer: él es el Dios que está allí, nosotros no le hacemos, él nos hace; nosotros no decidimos cómo será, él decide cómo seremos. Él creó el universo, y el universo tiene el significado que Dios le dio, no el significado que nosotros le damos. Si le damos un significado diferente, entonces somos necios, y nuestra vida, al final, será trágica. El cristianismo no es un juego; no es una terapia. Todas sus doctrinas fluyen a partir de lo que Dios es y de lo que ha hecho en la historia, se corresponden con hechos indiscutibles. El cristianismo es más que hechos, hay fe, esperanza, y amor; pero nada flota en el aire, todo crece como los grandes árboles de cedro, sobre la roca de la verdad de Dios.
Y la razón por la que hago que este sea uno de nuestros propósitos es que estoy profundamente convencido, a partir de la Biblia, de que nuestro gozo eterno, nuestras fuerzas, y nuestra santidad, dependen de la solidez de esta cosmovisión que añade fibras fuertes a la columna vertebral de nuestra fe. Las cosmovisiones débiles hacen cristianos débiles. Y los cristianos débiles no sobrevivirán los días que se acercan. El emocionalismo sin fundamentos, que trata al cristianismo como una opción terapéutica será desechado en los Últimos Días. Y solo quedarán quienes hayan edificado su casa sobre la roca de la gran verdad objetiva con Jesucristo como su origen, centro, y meta.
La Gloria de Jesús proyectada en el pecado de Adán
El enfoque de hoy está sobre el espectacular pecado del primer hombre, Adán, y en cómo Adán preparó el escenario para el espectacular contraataque de Jesucristo. Volvamos a Romanos 5:12-21. En el verano del 2000, dedicamos cinco semanas a estos versos. Hoy el enfoque es diferente a cualquiera que hayamos tenido en aquellas semanas.
Quiero que nos enfoquemos en la gloria de Cristo como el propósito fundamental que Dios tuvo en mente cuando planificó y permitió el pecado de Adán, y con él, permitió la caída en pecado de toda la humanidad. Recuerde lo que dije la semana pasada: Cuando Dios permite algo, lo hace por una razón. Y sus razones siempre son infinitamente sabias y llenas de propósito. Él no tenía por qué permitir que ocurriera la Caída. Él pudo haberla detenido, como también pudo haber detenido la caída de Satanás (como vimos la semana pasada). El hecho de que no haya detenido estas caídas tiene una razón, un propósito. Y Dios no prepara sus planes improvisando a medida que suceden las cosas. Dios siempre ha sabido qué es sabio y qué no lo es. Por tanto, el pecado de Adán y la caída de la raza humana en pecado y miseria junto a él, no tomaron a Dios por sorpresa, todo es parte de su plan universal para mostrar la plenitud de la gloria de Cristo.
Una de las maneras más fáciles de demostrar esta afirmación a partir de la Biblia (y no vamos a entrar en detalles) es mirar hacia esos lugares donde se muestra que en la mente de Dios, desde antes de la creación del mundo, estaba el sacrificio de Cristo que derrota al pecado (para más detalles vea el mensaje de la conferencia del 09 de octubre 2005: “El sufrimiento de Cristo y la Soberanía de Dios”). Por ejemplo, en Apocalipsis 13:8, Juan escribe acerca de “todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no han sido escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado”. Antes de que el mundo fuera creado, Dios ya había planeado que su Hijo sería inmolado como Cordero para salvar a los que estaban inscritos en el libro. Pudiéramos ir a otros textos como este (Efesios 1:4-5; 2da a Timoteo 1:9; Tito 1:1-2; 1ra de Pedro 1:20) para ver la perspectiva bíblica de que los sufrimientos y la muerte de Cristo no fueron planeados después del pecado de Adán, sino antes. Por tanto, cuando ocurrió el pecado de Adán, Dios no se sorprendió, ya lo había convertido en parte de su plan –a saber, un plan para mostrar su maravillosa paciencia, gracia, justicia, e ira en la historia de la redención, y entonces, en el clímax, revelar la grandeza de su Hijo como el segundo Adán, superior en todo sentido, al primer Adán.
Así que miraremos a Romanos 5:12-21, esta vez tendremos en mente que el espectacular pecado de Adán no frustró los propósitos de Dios que exaltarían a Cristo, al contrario, sirvió para esos propósitos. Así es como miraremos estos versos. Hay cinco referencias explícitas a Cristo. Una establece el modo en que Pablo piensa acerca de Cristo y de Adán, y el resto muestran cómo es que Cristo es superior a Adán. Dos son tan similares que las uniremos en una sola. Lo que significa que estaremos mirando tres aspectos de la superioridad de Cristo.
Jesús, “El que había de venir”
Así que primeros veremos la referencia a Cristo en el verso 14 y leeremos los versos 12-13 a fin de analizar el contexto: “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; 13 pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley 14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir”. Aquí está la referencia a Cristo: el “que había de venir”.
El verso 14 establece el pensamiento de Pablo para el resto del pasaje. Adán es llamado “figura” del que había de venir, es decir, figura de Cristo. Note primeramente lo más evidente: Cristo “había de venir”. Pablo muestra que Jesús no es una idea tardía. Él no dice que Cristo fue concebido como copia de Adán. Dice que Adán era una figura de Cristo, Dios lidió con Adán de modo que pudiera convertirle en una figura según había planeado glorificar a su Hijo. Una figura es un vislumbre de algo que vendrá después y será como la figura, solo que mayor. Así que Dios lidió con Adán a fin de convertirlo en una figura de Cristo.
Ahora fíjese con más detalle en el momento en que, siguiendo su pensamiento, Pablo escoge decir que Adán es una figura de Cristo. Verso 14: “Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir”. Pablo elige decirnos que Adán es una figura de Cristo justo después de decir que aun las personas que no pecaron como él de todas formas llevan el pecado que Adán albergó ¿Por qué Pablo, justo en este momento, dice que Adán es figura de Cristo?
Jesús, nuestra cabeza representativa
Porque lo que acaba de decir apunta hacia la esencia misma de cómo Cristo y Adán son similares y diferentes. Este es el paralelo: las personas que tuvieron una trasgresión como la de Adán, murieron como Adán ¿por qué? Porque estaban vinculadas a Adán. Él era la cabeza representativa de la humanidad de todos los hombres, y su pecado es contado como el pecado de todos los hombres por la conexión de los hombres con él. Por esta razón Adán es llamado figura de Cristo –porque nuestra obediencia no es como la obediencia de Cristo, pero de todas formas tenemos vida eterna con Cristo ¿Por qué? Porque estamos conectados con Cristo por fe. Él es la cabeza representativa de la nueva humanidad y su justicia es contada como nuestra justicia por nuestra conexión con él. (cf. Romanos 6:5).
Ese es el paralelo implícito al decir que Adán es figura de Cristo.
Adán » pecado de Adán » la humanidad es condenada en él »muerte eterna
Cristo »la justicia de Cristo » la nueva humanidad es justificada en él »vida eterna
El resto del pasaje revela cuán superiores a Adán y su obra destructora son Cristo y su obra salvadora. Tenga en mente lo que dije al principio. Lo que estamos viendo aquí es la revelación de Dios de algunas realidades que definen el mundo en que vive cada persona de este planeta. Cada persona en este planeta está incluida en este texto porque Adán es el padre de todos. Por tanto, cada persona que usted encuentra en los Estados Unidos o en cualquier otro país o etnia, enfrenta el tema que aborda este texto. La muerte en Adán o la vida en Cristo. Este es un texto global. No pierda el hilo. Esta es la realidad que define a cada individuo que usted conozca en su vida. Las cosmovisiones débiles producen cristianos débiles. Esta no es una cosmovisión débil. Transforma toda la historia y toda la tierra. Afecta profundamente a cada persona y a cada titular de Internet.
Celebrando la superioridad de Jesús
Veamos ahora tres formas en que Pablo celebra la superioridad de Cristo y su obra sobre Adán y su obra. Estar formas pueden resumirse en tres frases: 1) la abundancia de la gracia, 2) la perfección de la obediencia, 3) el reino de la vida.
1) La Abundancia de la gracia
Primero, el verso 15 y la abundancia de la gracia. “Pero no sucede con la dádiva [la dádiva de la justicia, v.17 (RVA)] como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos”. El punto es que la gracia de Dios es más poderosa que la trasgresión de Adán. Esto es lo que significan las palabras “mucho más”: “mucho más, la gracia de Dios… [abundó] para los muchos”. Si la trasgresión del hombre trajo muerte, cuánto más la gracia de Dios traerá vida.
Pero Pablo es aun más específico. La gracia de Dios es específicamente “la gracia de un hombre, Jesucristo”. “…mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos”. Estas dos gracias no son diferentes. “…la gracia de un hombre, Jesucristo” es la encarnación de la gracia de Dios. Así es como Pablo habla acerca de ella, por ejemplo, en Tito 2:11: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado [en Jesús], trayendo salvación…”. Y en 2da a Timoteo 1:9: “su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús” [RVA]. Así que la gracia que hay en Jesús es la gracia de Dios.
Esta gracia es gracia soberana. Conquista todo lo que se encuentra en su camino. En un momento veremos qué tiene el poder del Rey del universo. Es gracia que reina. Esa es la primera celebración de la superioridad de Cristo sobre Adán. Cuando la trasgresión de un hombre Adán y la gracia de un hombre Jesucristo, se encuentran, Adán y su trasgresión pierden. Cristo y la gracia ganan. Esta es la esencia de las buenísimas noticias para quienes pertenecen a Cristo.
2) La Perfección de la obediencia
Segundo, Pablo celebra la manera en que la gracia de Cristo conquista la trasgresión de Adán y su muerte, a saber, la perfección de la obediencia de Cristo. Verso 19: “así como por la desobediencia de un hombre [a saber, Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [a saber, Cristo] los muchos serán constituidos justos”. Así que la gracia de un hombre, Jesucristo, evita que peque, le mantiene en obediencia hasta la muerte, aun hasta la muerte en la cruz (Filipenses 2:8) –así que Jesús ofrece una obediencia perfecta y completa al Padre a favor de los que están conectados a él por fe. Adán falló en su obediencia. Cristo tuvo un éxito perfecto. Adán era la fuente del pecado y la muerte. Cristo era la fuente de la obediencia y la vida.
Cristo es como Adán, quien fue figura de Cristo –ambos son cabezas representativas de una vieja y una nueva humanidad. Dios imputa el fracaso de Adán a su humanidad, y Dios imputa el éxito de Cristo a su humanidad, dependiendo de cómo estas dos humanidades estén unidas a sus respectivas cabezas. La gran superioridad de Cristo está en que él no solo tuvo éxito al obedecer perfectamente, sino en que por su obediencia millones de personas son tenidas como justas ¿Está usted vinculado a Adán? ¿Es usted solamente parte de la primera humanidad destinada a la muerte? ¿O está además vinculado a Cristo, y es parte de la nueva humanidad destinada a la vida eterna?
3) El Reino de vida
Tercero, Pablo celebra no solo la abundante gracia de Cristo y su perfecta obediencia, sino, en definitiva, el reino de vida. La gracia nos dirige por medio de la obediencia de Cristo hacia el triunfo de la vida eterna. Verso 21: “…así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor”. La gracia reina a través de la justicia (es decir, por medio de la perfecta justicia de Cristo) al gran clímax de la vida eterna –y todo es “mediante Jesucristo nuestro Señor”.
O el mismo mensaje, una vez más en el verso 17: “Porque si por la transgresión de uno, por éste reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. El mismo patrón: la gracia por medio del don de la justicia nos dirige hacia el triunfo de vida, y todo por medio de Jesucristo.
Anteriormente mencioné que la gracia de Dios en Cristo, que Pablo menciona en estos versos, es gracia soberana. Aquí es donde usted lo podrá observar, en la palabra reinarán. La muerte tiene un tipo de soberanía sobre el hombre y reina sobre todos. Todos mueren. Pero la gracia conquista el pecado y la muerte. Reina en vida aun sobre los que una vez estuvieron muertos. Esta es la gracia soberana.
La Espectacular obediencia de Jesús
Esta es la gran Gloria de Cristo –él eclipsa ampliamente al primer hombre, Adán. El espectacular pecado de Adán no es tan grande como la espectacular gracia y obediencia de Cristo y como el don de la vida eterna. De hecho, el plan de Dios, desde el principio, en su perfecta justicia, era que Adán, como cabeza representativa de la humanidad, fuera una figura de Cristo como cabeza representativa de una nueva humanidad. Su plan era que por esta comparación y por este contraste, la gloria de Cristo resplandecería más abundantemente.
El verso 17 representa el tema más personal y urgentemente ¿Dónde está usted? “Porque si por la transgresión de uno, por éste reinó la muerte, mucho más reinarán , los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Fíjese que las palabras son muy cuidadosas y personales: “los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.
Palabras preciosas para los pecadores
Estas son las preciosas palabras para los pecadores: La gracia es gratuita, la justicia de Dios es gratuita ¿Las recibirá como el tesoro y esperanza de su vida? Si lo hace, reinará “en vida por medio de uno, Jesucristo”. Recíbala ahora. Testifique de ello en el bautismo, y vuélvase una parte viva del pueblo de Cristo.