Los Escogidos están Protegidos por el Poder de Dios
Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
No hay mandamientos en los primeros 12 versículos de esta carta. No hay demandas, requerimientos u órdenes. Lo que Pedro hace aquí no es decirnos lo que tenemos que hacer, sino lo que tenemos que disfrutar. No está exhortando, está mostrando alegría.
Donde Terminamos la Semana Pasada
La semana pasada, vimos esto en el versículo 3, donde Pedro empieza el párrafo con alabanzas, no con mandatos o instrucciones. “Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo”. Su objetivo es inducirnos a bendecir a Dios. Mostrarnos que Dios es el valor más grande del mundo.
Empieza bendiciendo y honrando a Dios. Dios es el centro de lo que dice en los versículos 3 y 4:
- Dios es grande en su misericordia.
- Dios nos ha hecho nacer de nuevo.
- Dios nos da una esperanza nueva.
- Dios resucitó a Jesucristo de entre los muertos.
- Dios promete una herencia indestructible
- Dios preserva esa herencia para que sea incorruptible, inmaculada e imperecedera.
La semana pasada terminamos en el versículo 4. La razón por la cual terminamos allí es porque creo que el versículo 5 merece un sermón aparte. Podrían creer toda la gran verdad sobre Dios en los versículos 3 y 4 y luego preocuparse por un peligro importante que no se trata allí; al menos no explícitamente.
Estamos Protegidos Ahora, por el Poder de Dios Mediante la Fe
Saben que Dios es misericordioso. Saben que Dios los ha hecho nacer de nuevo. Saben que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Saben que Dios prometió preservar la herencia incorruptible en el cielo. En otras palabras, saben lo que Dios hizo en el pasado para darles vida y saben lo que Dios va a hacer en el futuro para darles la herencia.
Pero ¿qué sucede con el ahora? ¿Qué hay del tiempo entre el nacimiento y la salvación final? ¿Qué de las tentaciones, presiones, stress, agotamiento, persecución, frustraciones, sufrimiento, confusión, perplejidad, temores y trampas que enfrentamos ahora? ¿Hace algo Dios acerca de eso? ¿Envía su Hijo para morir por nuestros pecados, lo resucita de entre los muertos para acceder a la vida eterna, nos hace nacer de nuevo y luego se aparta para ver si llegamos al cielo? Pedro no está por dejar esa pregunta sin responder, ni siquiera implícita. En el versículo 5, su respuesta es explícita, clara y poderosa.
Aquellos que nacieron de nuevo “están protegidos [es decir, ahora están siendo protegidos] por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo”. Allí está la respuesta de Pedro: NO. Dios no se aparta apenas después que nos hizo nacer de nuevo. Usa su divino poder para protegernos toda la vida, para la salvación que será revelada.
Lo que Pedro quiere que entendamos es que Dios desea que su pueblo se sienta profundamente seguro en Él. Quiere que sintamos que Dios mismo está haciendo lo que tiene que ser hecho para garantizarnos nuestra salvación final y eterna.
La Ilustración de la Cadena
Imagínenlo así. La salvación es como una cadena que se extiende hacia atrás y hacia adelante en la eternidad. Es una cadena irrompible. Dondequiera que miren a esta cadena, van a encontrar eslabones de hierro forjados por Dios mismo.
Si miran hacia atrás en la eternidad, tan lejos como puedan ver, van a encontrar la elección (1:1-2): “A los expatriados elegidos”. “Dios os ha escogido desde el principio para la salvación”, dice Pablo en 2 Tesalonicenses 2:13.
Si miran hacia adelante en la eternidad, tan lejos como puedan, en esta cadena de salvación van a ver una herencia que Dios reserva para ustedes (según el versículo 4) y por lo tanto es incorruptible, inmaculada e imperecedera. Dios se hizo cargo de la salvación de ustedes al principio, antes de que existieran, y Dios asegura su gran objetivo antes de que lleguen allí en el futuro.
Si miran esta cadena un par de miles de años atrás, van a encontrar a Dios enviando a su Hijo, Jesús, para derramar su sangre por nuestros pecados (el rociae del Versículo 2) y luego lo van a encontrar resucitándolo de entre los muertos para conquistar a la muerte y darles esperanza (versículo 3).
Si miran hacia atrás como creyentes uno, dos, veinte o setenta años, van a ver ese gran eslabón de la cadena llamado nacimiento nuevo, van a ver en el versículo 3 que no es un eslabón forjado por ustedes, sino por Dios: “Bendito sea Dios que nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva”.
Si miran la cadena de salvación que se está forjando en este preciso día de sus vidas, ¿qué ven? Si miran la cadena que conecta el nacimiento nuevo en el pasado con la herencia en el futuro ¿qué ven?
Dos imágenes que Espero No Vean
Déjenme decirles qué espero que NO vean primero. Espero que no vean dos imágenes.
El Creyente Inseguro
Una imagen es la del cristiano caminando al lado de un precipicio que tiene que cruzar para llegar al cielo. Se aferra a un extremo de la cadena que conduce al pasado. Día tras día forja los eslabones de la fidelidad lo mejor que puede, con alguna ayuda del Espíritu Santo (no es una ayuda infalible), para que eventualmente pueda tratar de conectarse con la cadena del cielo, que cuelga del acantilado sobre el otro lado. Pero, nunca está seguro de que vaya a forjar los eslabones lo suficientemente bien o tener la fuerza de terminar la cadena.
En otras palabras, espero que la imagen que tienen de la cadena de salvación no sea la que deja al creyente inseguro y dispuesto a apartarse de la fe y entrar en la destrucción. En un minuto, les explico por qué.
La Seguridad del Creyente está en el Lugar Equivocado
La otra imagen, que espero que no tengan, se desvía hacia la dirección opuesta. Es casi la misma imagen anterior. El cristiano, con la cadena de salvación que conduce al pasado, camina al lado del precipicio intentando, con alguna ayuda del Espíritu Santo (no es una ayuda infalible), forjar los eslabones de la fidelidad y eventualmente conectarlos con la cadena del cielo que está del otro lado. Pero, en esta imagen el cristiano tiene un cinturón de seguridad alrededor de su cintura, atado a la cadena del cielo que está del otro lado, para no caer en su propia muerte, aunque suelte la cadena que lleva al pasado o deje de forjar eslabones de fidelidad, sino entrar al cielo de una manera diferente que por medio de la cadena.
En la primera imagen, el creyente no tiene la seguridad o la confianza de que llegará al cielo. En la segunda imagen el creyente tiene seguridad pero está equivocado; cierta clase de seguridad automática eterna que puede conducir al cielo de una manera distinta a la de la cadena de obras salvadoras y perseverantes de Dios, reveladas en las Escrituras.
La Imagen en el versículo 5
El versículo 5 indica una imagen muy diferente. Recuerden, lo que preguntamos es: "Si ahora miran la cadena de salvación (que conecta el nuevo nacimiento del pasado con la herencia del futuro) forjándose este mismo día en sus vidas, ¿qué ven?"
El versículo 5 dice: “[Nosotros] estamos (ahora siendo) protegidos por el poder de Dios a través de la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo”. ¿Qué imagen ven de la cadena de salvación en este versículo? Lo que veo yo es lo siguiente.
Paradosen el medio de este precipicio, que desaparece en el abismo tan profundo que nadie puede ver el fondo, está Dios Todopoderoso. Con su brazo derecho sujeta contra su pecho la cadena de mi salvación, que conduce al pasado y se conecta con la elección, la muerte de Jesús, su resurrección y mi nacimiento nuevo. Con su brazo izquierdo tiene sujeta la cadena del cielo. El extremo de la cadena del cielo cuelga suelto sobre su antebrazo, esperando la eventual unión a mi vida. El extremo de la otra cadena está en sus manos. Él está forjando los eslabones de fidelidad necesarios para hacer la cadena lo suficientemente larga y conectarla apropiadamente con la cadena del cielo.
Dos Diferencias Importantes
Hay dos diferencias importantes entre esta imagen y las otras dos:
Una de las diferencias es que en la última imagen parece hacer incierta la seguridad del creyente, mientras que en la segunda imagen es cierta. La razón por la cual en la última imagen parece que nuestra seguridad es incierta es que no hay cinturón de seguridad y los eslabones de la cadena todavía no están conectados. Tendrá que haber eslabones de fidelidad forjados en nuestras vidas o no nos conectaremos con el cielo. La Biblia no garantiza la seguridad a expensas de la fidelidad a Jesús. A muchos les parece que eso hace incierta nuestra seguridad.
La otra diferencia es que Dios mismo está sosteniendo la cadena y forjando los eslabones con poder infalible. Somos nosotros los que hacemos los actos de fidelidad – la cadena de salvación está forjándose ahora en nuestras vidas – pero es Dios quien “obra en nosotros, tanto en el querer como en el hacer, para su beneplácito” (Filipenses 2:13).
¿De qué Protege Dios a sus Elegidos?
Verifiquémoslo en el versículo 5. “[Nosotros] estamos [ahora siendo] protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo”.
Observen Varias Cosas:
- Hay una salvación preparada para ser revelada. Estamos salvados ahora, pero nuestra salvación no es completa. Hay una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera por recibir aún. Hay mucha más gracia y gloria que experimentar (1:13; 4:13; 5:10). Todavía no hemos atravesado el precipicio.
- Hay peligro en el camino a la salvación en el cielo. Después de nuestra conversión, necesitamos protección continua. Que tengamos seguridad no significa que estemos a salvo. Hay que pelear una batalla. Y en esa batalla necesitamos protección y ayuda, mucho más de la que podamos proveernos nosotros mismos.
- Nuestra protección proviene de Dios. Más específicamente del poder de Dios. “[Nosotros] estamos [ahora siendo] protegidos por el poder de Dios”. En el versículo 3, vimos que Dios nos da un nuevo nacimiento y en el versículo 5, vemos que Dios protege a sus hijos durante todo el camino al cielo. Por lo tanto, nuestra seguridad no significa que no hay una batalla, o que no tenemos que ganarla, sino que Dios la peleará por nosotros con su habilidad infalible y su poder omnipotente.
- El medio que Dios usa para protegernos es la fe. “[Nosotros] estamos [ahora siendo] protegidos por el poder de Dios mediante la fe”.
¿Qué es lo único que nos Impide la Salvación?
Piensen cuidadosamente acerca de esto por un momento. ¿De qué nos protege Dios? Es decir, ¿qué es lo único que nos impide la salvación, preparada para ser revelada en el último tiempo?
La muerte no nos va a impedir la salvación. Nos lleva directo al cielo. Por lo tanto, no necesitamos protección de eso. El sufrimiento no nos va a impedir el cielo. Los versículos 6 y 7 dicen que el sufrimiento mejorará nuestra fe. Por tanto, no es de eso que necesitamos protección.
Es cierto que necesitamos protección de Satanás “que anda al acecho, como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Y necesitamos protección de las tentaciones abrumadoras y de las “pasiones carnales que combaten contra el alma” (2:11). Entonces debemos orar: “No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal” (Mateo 6:13; ver 1 Corintios 10:13).
Pero, ¿por qué? ¿Cuál es el resultado del daño que pueden hacer estos enemigos? ¿Qué es lo que nos aparta del cielo? La respuesta es la incredulidad. No confiar en Dios. No vivir “por fe en el Hijo de Dios, que nos amó y se entregó por nosotros” (Gálatas 2:20).
El Significado del Versículo 5
¿Qué quiere decir el versículo 5 cuando expresa que estamos “protegidos [de perder nuestra salvación final] por el poder de Dios mediante la fe”? Quiere decir que el poder de Dios nos protege para la salvación al preservar nuestra fe. Lo único que puede impedirnos llegar al cielo es abandonar nuestra fe en Cristo y recurrir a otras esperanzas, otros tesoros. Para protegernos, Dios lo previene. Él inspira, nutre, refuerza y construye nuestra fe. Al hacerlo, nos protege contra lo único que nos puede destruir: la incredulidad, la falta de confianza en Dios.
Esto es muy diferente de la protección que da el cinturón de seguridad. Algunos piensan que, por tener experiencias pasadas, poseen un cinturón de seguridad y pueden dejar de lado el forjado de la fe, caer en el precipicio del pecado y la incredulidad y balancearse a poca altura sobre la tierra prometida. Bueno, no hay cinturón de seguridad. Hay un solo camino al cielo: el camino de perseverar en la fe. Por eso es tan importante el versículo 5.
Nuestra seguridad no está en hacer incondicional el cielo. Nuestra seguridad está en el compromiso infalible de Dios para cumplir las condiciones del cielo.
La Negación de Pedro y la Restauración
Voy a concluir con una experiencia que tuvo Pedro, que le enseñó esta lección de una manera muy poderosa. La noche que Pedro traicionó a Jesús, el Señor le dijo: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; [en otras palabras, para presionar a Pedro mediante un tamiz de tentaciones y así poner a prueba su fe], pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos.” (Lucas 22:31-32).
Jesús oró para que la fe de Pedro no fallase de forma absoluta. Por eso Pedro lloró amargamente y regresó de su pecado. Pero, ¿a quién oró Jesús? A Dios, su Padre. ¿Qué le pidió a Dios que hiciese? Que la fe de Pedro no terminase. ¿Quién forjó los eslabones de fidelidad en Pedro aquella noche terrible? Dios lo hizo. ¿Quién lo trajo de vuelta del precipicio de la incredulidad y le hizo brotar lágrimas de remordimiento? Dios lo hizo.
Pedro sabe de lo que está hablando por experiencia. Aquellos que nacieron de Dios “están protegidos por el poder de Dios mediante la fe” – a través de Dios que sustenta su fe – para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. Él nos hizo nacer de nuevo creando nuestra fe; y nos protege en el camino al cielo al preservar nuestra fe.
La cadena de la salvación es una cadena forjada por Dios. Por lo tanto, es gloriosa e invenciblemente segura. ¡Tenemos un gran Dios y una salvación grandiosa!
Para más información sobre el poder preservador de Dios en la vida del creyente ver: 1 Pedro 4:19; 5:10; Juan 6:37-39; 10:27-30; 1 Corintios 1:8-9; Filipenses 1:6; 1 Tesalonicenses 5:23-25; 2 Tesalonicenses 3:13; 2 Timoteo 1:12; Hebreos 13:20-21; 1 Juan 2:19.