El efecto de la hipocresía, parte 1
Deshonrando a Dios
17He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, 18y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 19y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. 21Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
Advertencia Contra el Antisemitismo
Esta mañana quiero comenzar con una advertencia. El antisemitismo ha sido un gran pecado en el mundo, realizado por cristianos y no cristianos durante siglos. Con esto quiero decir que ha habido un terrible maltrato hacía los judíos por la sencilla razón de ser judíos. Solo un horrible vistazo desde 1919, durante la Revolución Bolchevique en Rusia: Habían grupos de bandidos Ucranianos.El grupo más temido estaba bajo el mando de un anarquista y antisemita llamado Makhno. Los hombres de Makhno se deleitaban en “secar el arengue”, como llamaban ellos al proceso de colgar a los judíos. Suspendían a varios entre postes, de una cuerda floja; a medida que la soga se apretaba, las victimas en su agonía de muerte, trataban de trepar unas por encima de otras. La banda de Makhnovtsi se sentaban alrededor, riendo bebiendo, y apostando a quien sobreviviría más. [D.M. Thomas, Alexander Solzhenitsyn: A Century in His life (New York: St. Martin’s Press, 1998) p.31].
En la Inglaterra Cristiana, los judíos fueron exiliados de la isla en 1290 y no se les permitió entrar a Inglaterra de nuevo durante 365 años, hasta que Oliver Cromwell otorgó la libertad de religión a los puritanos y a otros no conformistas en 1655. La historia del antisemitismo es terrible, y la menciono como advertencia.
Es cierto que Dios Reina sobre cosas tan terribles, y en ocasiones hasta las utiliza para provocar sus propios juicios (como el profeta deja bien claro, Deuteronomio 28:20-68; Jeremías 9:16; 24:10; 25:16; Ezequiel 5:17), pero eso nunca hace que el odio o la persecución sea menos pecaminosa. Recuerden la palabra de Jesús en Mateo 18:7, “… porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” En otras palabras, aún si hay juicio en el mundo sobre los judíos y gentiles, ay de los cristianos (o cualquier otro) que se tome la libertad de usurpar la venganza del Señor (Romanos 12:19-20).
Hablo del peligro del antisemitismo porque Pablo está ahora, en este texto, continuando su acusación a los judíos como pecadores. Versículo 17: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío… ” y así sigue. Cuán fácil sería convertir este pasaje en un agravio étnico. No es eso. El mismo Pablo era judío, todos los apóstoles lo eran, Jesús era judío. En Romanos 9:3, Pablo estaba dispuesto a ser acusado por sus parientes judíos no creyentes. En Romanos 10:1 dijo, “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.” Pablo amaba a sus parientes judíos que no eran cristianos y arriesgó su vida una y otra vez por la salvación de ellos.
Ambos, Judíos y Gentiles Necesitan el Evangelio
El punto de estos versículos no es un agravio étnico, sino un argumento de que los judíos, como todos los gentiles, son pecadores y necesitan el evangelio a pesar de tener tantas ventajas en la ley. Recuerden desde donde Pablo viene y hacia donde va en este libro. Él parte de la gran declaración del evangelio de Romanos 1:16-17, “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. En otras palabras, la justicia que Dios demanda de nosotros, pero que no tenemos y no podemos producir en nuestra depravación, ahora está disponible mediante la fe en Cristo (ver Romanos 3:21-24).
Luego, en Romanos 1:18, Pablo comienza su explicación del por qué el evangelio es tan desesperadamente necesario para ambos, judíos y no judíos. Primero, trata el moralmente corrupto mundo de los gentiles en Romanos 1:19-32; y después, trata el mundo más moral de las personas con normas más elevadas, para mostrar que ellos también son pecadores, y los judíos están entre aquellos con las normas más elevadas de todas en el antiguo mundo pagano. De modo que tiene que mostrar que aun ellos necesitan el evangelio de Cristo para la salvación. Está señalando a Romanos 3:9, “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado”.
Entonces el punto no es sitiar a los judíos como los únicos equivocados. Sino señalar que hasta sus más elevadas normas de moralidad, incluso el hecho de que posean la ley de Dios, no los excluye de la necesidad de escuchar y creer en el evangelio de Cristo. Están bajo el poder del pecado, justo como lo está el resto del mundo. Pablo busca mostrar que todos, no solo ellos, sino todos nosotros, somos pecadores y necesitamos la salvación que viene solo mediante el evangelio de Cristo. Esto es un acto de amor hacia judíos y gentiles, aun cuando es interpretado como arrogante o degradante.
“¿Deshonras a Dios?”
¿Cuál, entonces, es el sentido fundamental del texto de hoy, Romanos 2:17-24? El punto principal se encuentra en el versículo 23: “Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?”. La respuesta a esa pregunta es: ‘sí’. Sabemos esto porque el versículo 24 asume un “sí” como respuesta. Pablo lo pone en forma de pregunta para ayudar a sus lectores a ser honestos con ellos mismos: Usted se pregunta y responde, busca en su propio corazón. ¿No es así?
Así que el versículo 23 realmente significa: ‘Tú que te jactas de la ley, con infracción de la ley deshonras a Dios’. El punto fundamental de este pasaje es que los judíos, junto con el mundo entero, deshonran a Dios. Digo, “con el mundo entero”, debido a que anteriormente, en Romanos 1:21 vimos que todos los gentiles eran culpables de las mismas cosas: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios”
Los judíos y gentiles temerosos de Dios pueden haber escuchado esto y haber dicho, ‘Eso es correcto, esos impíos, e irreligiosos paganos deshonran a Dios’. Pero Pablo se ha esforzado desde Romanos 2:1, de decir, ‘que no hay ninguno mejor entre las personas con altas normas morales, incluso los judíos, también deshonran a Dios’.
De modo que el gran tema en estos capítulos es la honra [de la gloria] de Dios. Es crucial ver esto. Si queremos pensar bíblicamente, pensar como los apóstoles pensaron y como piensa Dios. No hablamos meramente señalando a todo el mundo pecador; nos volvemos más específicos todavía y preguntamos, ‘¿Qué es el pecado? ¿Cuál es el meollo de nuestra corrupción y nuestra depravación como seres humanos? ¿Qué es lo que anda mal en nosotros? ¿Por qué existe tanto mal en el mundo y cual es la esencia de esto?’
La Esencia del Mal: Deshonrar a Dios
Dado lo que hemos visto en Romanos 1:21 (los paganos deshonran a Dios) y Romanos 2:23 (los judíos deshonran a Dios), obtenemos el mensaje de que la esencia del mal está en deshonrar a Dios. El mal es el sentimiento, el pensamiento, y la acción que trata a Dios como a alguien menos que infinitamente valioso y gratificante. Luego, cuando llegamos a Romanos 3:22b-23 y Pablo da su propia definición de pecado, esto es lo que dice: “Porque no hay diferencia, 23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. La esencia del pecado es estar destituidos de la gloria de Dios, es decir, no tratar a la gloria de Dios como lo que realmente es, la realidad más valuable y el tesoro más gratificante en el universo.
Es por esto que necesitamos ser salvos. Es por eso que necesitamos el regalo de una justicia que no sea la nuestra. Estamos destituidos de la gloria de Dios. O, como Romanos 1:21 dice, no le hemos glorificados ni le dimos gracias como a Dios. O, como Romanos 2:23 dice, con infracción de la ley deshonramos a Dios.
Oh, cuánto necesitamos escuchar esto hoy, porque casi todas las fuerzas que nos rodean nos instan a pensar en el pecado, si acaso, como una ofensa contra el hombre, no contra Dios. Pensamos que se hace mal cuando el hombre es herido, no cuando Dios es deshonrado. Existe mal cuando se abusa de mí, no cuando Dios es deshonrado. Existe mal cuando soy traicionado, no cuando Dios es deshonrado. Necesitamos escuchar el implacable testimonio de Pablo de la comprensión del pecado y de la justicia con Dios en el centro. Solo esto nos preparará para comprender y recibir el evangelio del regalo de la justicia de Dios. Y esa es la meta de Pablo en estos capítulos: preparar a los judíos y a los gentiles para recibir el evangelio.
Preguntemos ahora, ¿Cómo fue deshonrado Dios entre los judíos? La próxima semana responderemos esa pregunta desde los versículos 17 al 22. Preguntaremos, ¿Cómo puede Pablo realmente afirmar que los judíos eran ladrones, adúlteros, y saqueadores de templo, cuando esa no era su principal reputación? Regresaremos a eso.
Arruinando la Reputación de Dios
Hoy preguntamos: ¿Cómo fue deshonrado Dios según Romanos 2:24? Aquí Pablo cita a un profeta del Antiguo Testamento parta explicar y apoyar su declaración en el versículo 23 de que los judíos ‘deshonran a Dios’. Dice, “Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito [y aquí cita a Isaías 52:5], el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”. En otras palabras, el deshonor que Pablo tiene en mente es que la reputación de Dios entre las naciones está contaminada. Las naciones miran al pueblo de Dios y menosprecian su Dios. La cita de Isaías se remitía a la burla que hacían las naciones sobre el pueblo de Israel cuando este cayó en la esclavitud. Sabemos que fue el pecado de Israel lo que trajo la esclavitud sobre ellos. Así, en su infringir de la ley, como dice el versículo 23, ellos deshonraron a Dios. Ellos trajeron el menosprecio sobre el nombre de Dios.
Esto es exactamente lo opuesto al por qué Dios había escogido a Israel. “hice juntar a mí toda la casa de Israel […] dice Jehová, para que me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra” (Jeremías 13.11). Ellos fueron creados (Isaías 43:7) y escogidos para la honra de Dios, para mostrar su valía, su belleza, su grandeza, su fiabilidad, y su excelencia que lo satisface todo. Pero en lugar de eso, vivían como si su Dios no tuviera valor y fuera el mundo lo valioso. Por tanto, Dios los entregó a sus enemigos. El resultado es que Dios fue ridiculizado y su reputación menospreciada.
La esencia de todo esto es que el pecado es estar “destituidos de la gloria de Dios” (3:23), y que tanto los judíos, como los gentiles, están bajo el poder del pecado (3:9). Ambos, todos, deshonramos a Dios. Esa es nuestra situación. Ese es el peligro al que estamos expuestos y nuestra responsabilidad. Esa es nuestra maldición, nuestra culpa, y nuestra esclavitud. No amamos la gloria de Dios. O, como dice Romanos 1:23, cambiamos la gloria del Dios incorruptible por imágenes.
Las Buenas Nuevas
El evangelio es la buena nueva de que Dios ha enviado a su Hijo, Jesús, al mundo a corregir esta condición, de tres maneras:
- Jesús vino a vindicar la dignidad de la gloria de Dios, viviendo para ella con todas sus fuerzas (Juan 17:4) y muriendo para mostrar que es digna del sacrificio más grande que sea posible (Juan 12:27-28; Romanos 3:25-26).
- Jesús vino a rescatarnos de la ira de Dios que se revela contra todo el que deshonra su gloria. Hizo esto muriendo en nuestro lugar y volviéndose, para nosotros, una justicia que nunca pudiéramos haber logrado por nosotros mismos (Romanos 3:24; Filipenses 3:9; 2 Corintios 5:21), la justicia que tenemos junto a Cristo al confiar en él (Romanos 3:21).
- Cristo vino para transformarnos en la clase de personas que valoran la gloria de Dios por encima de todas las cosas y viven para mostrar su valía (Mateo5:16; 1 Corintios 10:31; 1 Pedro 4:11).
Por ejemplo, diríjanse conmigo a Romanos 15:8-9. ¿Por qué vino Cristo? ¿Por qué existe un evangelio cristiano? ¿Por qué un libro de Romanos? ¿Por qué una iglesia Bautista Bethlehem? ¿Por qué la salvación de su alma? Aquí está la respuesta de Pablo, y es una respuesta directa al problema de la deshonra de Dios en el mundo y nuestras vidas: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión [i.e. los judíos] para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, 9y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia”
De modo que menciona un propósito de la venida de Cristo en relación con los judíos y un propósito de la venida de Cristo en relación con los gentiles. Para los judíos, es confirmar la fiabilidad de Dios. Para justificar la verdad de Dios. En otras palabras, a confirmar y restaurar la honra e integridad de Dios. Y para los gentiles, el versículo 9 dice que vino para que puedan glorificar a Dios por su misericordia. En otras palabras, Cristo vino a reestablecer la honra de Dios (la gloria de Dios) para judíos y gentiles, es decir, a reparar lo que Romanos 1:19-3:20 dice que estaba arruinado.
Todos Estamos Destituidos
Es aquí donde estamos en esta mañana. Ninguno de los aquí presente ama la gloria de Dios como debiera. Todos hemos sido destituidos. Hemos deshonrado a Dios. Hemos cambiado su gloria por imágenes. Él no está siendo querido, atesorado, admirado y amado con una fracción del fervor que merece. Y hemos sido destituidos. Estamos bajo el poder del pecado. Y somos culpables ante Dios.
Nuestra única esperanza es Cristo quien vino a cambiar esto, a vindicar al Dios que nosotros hemos menospreciado. A ceñirnos con una justicia que no podemos proveer por nosotros mismos. Y a transformarnos en la clase de personas que se deleita en la gloria y honra de Dios por encima de todas las cosas.
Por eso quiero que terminemos con un tiempo de oración pidiéndole a Dios que venga y nos salve de los incrédulos que hacen que otras cosas parezcan más atractivas que Dios.