La profundidad del amor de Cristo: objetos inmerecedores
Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Revisión
Si alguien realiza una acción amorosa a su favor, existen cuatro formas en las que puede ver la profundidad de ese amor.
Una es por el alto precio de la obra. ¿Cuántos inconvenientes o sacrificios costaron al que le amó? Mientras mayor sea el sacrificio, mayor es el amor. Si consume toda una tarde y mucho sudor, tiene un nivel de amor. Si cuesta la vida de quien le ama, es otro nivel.
Una segunda manera de ver la profundidad del amor es percatarse de cuán inmerecedor es usted de este acto de amor, Jesús dijo:
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? (Mateo 5:46-47).
En otras palabras, la profundidad de nuestro amor es mostrada no solo por la medida de nuestro sacrificio, sino por darlo a personas que no nos recompensarán –y que de ninguna manera merecen tal sacrificio. El amor que nos controla es el amor auténtico de aquellos a quienes hemos agraviado fuertemente.
Una tercera forma de ver la profundidad del amor es por la grandeza del beneficio que viene a nosotros en el acto de amor. Si una persona dice que nos ama con su sacrificio, pero no somos verdaderamente ayudados por su amor, pudiéramos comenzar a preguntarnos si este tipo de amor significa realmente algo. El amor no es solo hacer un sacrificio. Amar es hacer contribución a la vida de alguien, al menos esa es la intención. Y mientras mayor es el regalo, más sorprendente es el amor. Juan escribió:
Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1ra de Juan 3:1).
La grandeza del amor de Dios es vista en el increíble beneficio de ser hechos hijos de Dios.
Finalmente, vemos la profundidad del amor que alguien nos muestra por lo gratuito que es. Si por diez o quince años, le digo a mi hijo que le consiga a su hermano un regalo de cumpleaños, y en ocasiones, aun le compré uno para que tuviera algo que dar, este es un nivel de amor entre hermanos. Pero, si en su primer año lejos de casa, a los diecinueve, llama una semana antes del cumpleaños de su hermano para decirme que conoce una tienda donde hay un cuchillo especialmente afilado que su hermano menor anhela tener y me pide que tome dinero de su cuenta y lo compre, sin que sus padres le hayan recordado, entonces el amor se ha manifestado de una manera totalmente diferente.
Jesús nos ha amado en todas esas formas y a un nivel que va más allá de la comprensión humana. La semana pasada vimos la profundidad de su amor por nosotros demostrada en la proporción de su sacrificio –él dio su vida por nosotros, ¡y qué clase de vida dio! Hoy veremos la profundidad de su amor –especialmente el amor de su Padre- al ver cuán inmerecedores somos de recibirlo.
El ánimo en estos mensajes es profundizar las raíces de nuestras vidas en la tierra del amor de Dios que no tiene límite de profundidad, de manera que estemos firmes e inconmovibles, y de manera que tengamos los nutrientes del mismo amor de Dios fluyendo por las ramas de nuestras vidas para llevar el costoso y hermoso fruto del amor para que comamos unos de los otros.
La Clave para Comprender el Incomprensible Amor de Cristo: El Espíritu Santo
Dije, Jesús nos ha amado de estas cuatro maneras a un grado que está más allá de la comprensión humana. Comencemos allí esta mañana. Si eso es cierto, entonces, ¿qué esperanza hay de que yo pueda ayudarle a comprender el amor de Dios y el amor de Cristo? ¿Cuál es la base de mi esperanza de que a través de mi predicación usted pueda experimentar realmente la incomprensible profundidad del amor de Cristo?
En Romanos 5:3 Pablo nos llama a exultarnos en nuestras tribulaciones:
... sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, [produce] carácter probado; y el carácter probado [produce], esperanza; 5 y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios [es decir, el amor de Dios por nosotros, no el nuestro por el suyo, como los próximos versos mostrarán] ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
Esta es la base de mi esperanza de que en esta mañana en mi predicación acerca del amor de Dios y Cristo, ustedes experimentarán realmente el amor de Cristo. La base de mi esperanza es que Dios les ha dado –a quienes creen en Cristo- el Espíritu Santo. Lo pueden ver al final del verso 5: “...Espíritu Santo que nos fue dado”. Mientras están allí sentados, el Espíritu Santo de Dios mora en ustedes, está en ustedes.
... vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios (1ra a los Corintios 6:19)
Si esta no fuera mi intención en mi predicación acerca del amor a esta iglesia, todo sería futilidad. Estoy predicando a personas que son morada del Espíritu Santo del Dios viviente, y a algunos que todavía pueden ser morada del Espíritu Santo de Dios. ¿Cómo? Hechos 2:38 dice:
Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo y el Rol de la Predicación
Ahora, ¿Cómo la presencia del Espíritu Santo me da la seguridad de que mi predicación sobre el amor de Dios dará como resultado en ustedes una experiencia real de ese amor? Respuesta: Porque el verso 5 dice que la obra del Espíritu Santo es ser el Agente de Dios para derramar su amor en su corazón. Verso 5:
... la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.
Una de las razones fundamentales por las que Dios les ha dado el Espíritu Santo, es que él pueda derramar el amor de Dios en sus corazones.
¿Ve lo que significa? Significa que sin la operación sobrenatural del Espíritu Santo, no podemos experimentar y comprender el amor de Dios en Cristo. El amor de Dios es una realidad divina y sobrenatural. Pero usted y yo, sin el Espíritu Santo, somos seres simplemente naturales y no espirituales, y no reconocemos o valoramos el amor de Dios en Cristo. Pero cuando Dios abre sus ojos a su verdad, y el Espíritu Santo viene a nuestros corazones por fe, nos despierta a la realidad del amor de Dios y comienza a derramarlo en nuestros corazones.
Esto debería animar fuertemente a algunos de ustedes que sienten que sus antecedentes hacen difícil, sino imposible, que puedan sentirse amados. El hecho es, no es solo difícil, es imposible –y no solo para usted, sino para todos nosotros. Oh, esto es tan importante de comprender. Aferrarse del amor de Dios –experimentarlo, ser apresado por él, disfrutándole- no es el producto de una buena predicación y unos buenos antecedentes familiares. No es simplemente el producto de las fuerzas naturales –buenas o malas. Es la obra de Dios, del Espíritu Santo. El amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Sin eso usted puede tener el mejor antecedente familiar del país, y nunca conocerá verdaderamente el amor de Dios. Y también, puede tener el peor antecedente familiar, y el Espíritu de Dios puede derramar el amor de Dios en su corazón.
Pero alguien pudiera preguntar, ¿Dónde queda la predicación en todo esto? ¿Qué tiene que ver con la obra del Espíritu santo derramando el amor de Dios en sus corazones lo que haré ahora? Las respuestas son dadas en los versos 6-8 y la conexión que tienen con el verso 5.
El verso 6 comienza:
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.
Note la relación. En el verso 6 lo que tenemos es el recuento de un hecho histórico. “Cristo murió”. Y tenemos el significado de ese hecho, es decir, el propósito de Dios en él: “Cristo murió por los impíos” -para tomar el lugar de los impíos, para salvar a los impíos. Ahora, esto es diferente del verso 5. En el verso 5 tenemos una experiencia cristiana –el Espíritu santo derramando el amor de Dios en nuestros corazones. En el verso 6 tenemos historia (“Cristo murió”), y tenemos teología (para salvar a los impíos).
Y la conexión entre la historia y la teología, por un lado (v.6), y la experiencia por el otro (v.5), es que la historia y la teología son el fundamento y el contexto de la experiencia. Esto es lo que sucede: Pablo ha dicho que el Espíritu Santo derrama el amor de Dios en nuestros corazones, pero entonces Pablo nos muestra qué es ese amor, y sus bases en la historia. Esto significa que la obra del Espíritu Santo en su corazón no es mostrarle el contenido del amor de Dios. No es trabajo del Espíritu Santo describirle a usted el amor de Dios. Ese es el trabajo que Dios ha asignado a la historia y a la Palabra de la Escritura que interpreta esa historia, y a la predicación que hace que ambas produzcan fruto en sus mentes.
Usted aprende la naturaleza y el contenido del amor de Dios por la manera en que el amor actúa en la historia en Jesucristo, y experimenta ese amor como una realidad presente que cambia la vida a medida que el Espíritu Santo lo derrama en su corazón. Tanto lo uno como lo otro es completamente crucial. Si reclamamos tener experiencias del amor de Dios sin un fundamento sólido en la historia y el significado que Dios le dio, nos volvemos ritualistas, emocionalistas, fanáticos; y si reclamamos entender la historia y el significado de la historia pero no experimentamos el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos volveremos áridos, impotentes e intelectualistas.
Este es el punto; mi mensaje esta mañana no puede tomar el lugar del Espíritu Santo en su vida. Y el Espíritu santo no hará la obra asignada a la Palabra de Dios. Mi llamado es describirles el amor de Dios. Su llamado es derramarlo en sus corazones. Mi llamado es señalarles lo que Cristo hizo; su llamado es abrirles los ojos para que le vean tanto de manera gloriosa como personal. Mi llamado es decirlo con sencillez; su llamado es hacerlo precioso. El mío es decirlo con claridad, el suyo es hacerlo querido. El mío es llevarle a un viaje alrededor del profundo y hermoso lago del amor de Dios; el suyo es zambullirle y saturar su vida con el amor de Dios –para bautizarle en él.
Mientras Todavía Éramos Pecadores
Vengan entonces conmigo a medida que miramos a la profundidad del amor de Dios en Cristo. Y miraremos esta mañana enfatizando cuán inmerecedores somos de recibirlo. Los versos 6-8 describen el amor de Dios que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones:
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. 7 Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. 8 Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Ahora, el hecho central del amor de Dios es que Cristo murió por nosotros. En esto nos enfocamos la semana pasada –Cristo sacrificó su vida- no solo su tiempo, energía, conveniencia, dinero y salud –sacrificó su vida- su vida sin pecado, santa, tierna, sabia, amante, divina.
Pero en eso no es en lo que Pablo se enfoca en estos versos. Aquí el enfoque está centrado en la condición moral de aquellos por los que murió. Esto es lo que demuestra que el amor de Cristo es tan sorprendente. Esto es lo que el Espíritu Santo derrama en nuestros renovados corazones esta mañana.
Comencemos con la comparación que Pablo hace con el amor humano en el verso 7:
Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno.
La idea es demostrar que el amor humano pocas veces alcanza a ser lo suficientemente alto como para morir por alguien que ha sido especialmente bueno con nosotros. Y casi nunca se sacrificaría por alguien que es una persona justa y de principios. En otras palabras, si usted toma a los dos mejores candidatos para ser amados –al ciudadano justo y honrado; y a la persona amable y generosa que ha sido buena con usted- la probabilidad de que el simple amor humano entregue su vida por ellos es muy pequeña.
En contraste con esto, Pablo describe el amor de Dios. Verso 8:
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros...
Deténgase ahí por un momento. Relacione esto con el verso 5. Aquí Dios demuestra su amor. Allí el Espíritu derrama su amor. ¿Puede verlo? Vemos la demostración del amor de Dios en la historia y en su Palabra; pero experimentamos el amor de Dios por la obra del Espíritu Santo al derramarlo en nuestros corazones.
Ahora volvamos a la contraposición con el simple amor humano que apenas moriría por un buen hombre. Verso 8:
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
La profundidad del amor de Dios por nosotros –y del amor de Cristo por nosotros- es vista en esto: cuando él escogió amarnos, aun al costo de la vida de Jesús, no éramos dignos de su amor. De hecho éramos dignos de su ira. Merecíamos su castigo por nuestros pecados en su contra. Y su amor es demostrado así - exactamente así- en que no esperó ninguna mejora moral en nosotros. Todo el sacrificio fue hecho mientras aun éramos pecadores.
Pablo lo realza con otras tres palabras. Dos de ellas en el verso 6:
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.
Cristo nos amó y se entregó a sí mimo por nosotros mientras éramos “débiles” y mientras éramos “impíos.”
“Débiles” implica desamparo, enfermedad, imposibilidad de afectar o hacer alguna contribución a nuestra salvación. Pablo dijo:
Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; [...] para que nadie se jacte delante de Dios.
El amor de Dios es dado a los indignos y a los que no se esperaba para que nunca nos jactemos ante Dios. Siempre seremos humildes porque una misericordia gratuita y pura nos salvó.
Pero no solo éramos débiles, éramos “impíos”. La palabra significa irreverentes. No temíamos a Dios. No teníamos respeto por Dios. Éramos impíos. Así éramos cuando nos amó y dio su Hijo por nosotros. Lo que es tan sorprendente de esta palabra “impío” es que es usada en Romanos 1:18 cuando Pablo dice:
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad.
Lo que significa que, para todos los que confían en Cristo, el amor de Dios triunfó sobre la ira de Dios, y les salvó. Así que éramos pecadores culpables, débiles y desamparados, impíos y merecedores de la justa y santa ira de Dios. Y, en lugar de todo eso, nos amó y dio a su Hijo para morir para que pudiéramos vivir.
Aquí tenemos una última descripción de nosotros como inmerecedores. Está en el verso 10:
Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida.
Este es un buen lugar para terminar, porque después de la Pascua volveremos nuestras mentes y corazones a la manera en que el amor obra y se ve entre nosotros y en el mundo, y oiremos alto y claro las palabras de Jesús:
Habéis oído que se dijo: “Amaras a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.” 44 Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen (Mateo 5:43-44).
Aquí está el fundamento y la fuente de ese amor. Romanos 5:10:
Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
Dios nos amó mientras éramos enemigos. Dios sacrificó su Hijo por nosotros mientras éramos enemigos.
Guíe sus raíces hacia abajo, hacia este amor. Beba profundamente de este amor. Edifique su vida sobre este amor. Y si anhela experimentarlo cada vez más –como yo ciertamente lo anhelo- ore conmigo, y ayune conmigo, y quiéralo conmigo, que Dios derrame su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Esto es avivamiento. Este es el gran despertar por el que oramos.