Sujetos a vanidad en la esperanza, parte 2
Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. 19 Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza 21 de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Como les argumentaba la última vez, los versículos del 18 al 25 fueron escritos para ayudarnos a resistir el sufrimiento requerido para los hijos de Dios, según el versículo 17. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El”. Además, expresaba que la suma de todos los argumentos era: « Vale la pena sufrir con Cristo». En otras palabras, en vista de lo que obtendrá por confiar en Cristo y lo que perderá si no lo hace, vale la pena resistir cualquier sufrimiento que usted pueda padecer en su vida como cristiano.
Por lo visto anteriormente, los versículos del 18 al 25, tienen como principal propósito ofrecernos una firme esperanza. Pero, en lugar de dirigirnos en estos versículos directamente hacia la esperanza, agotaremos el tema abordado la semana pasada, estableciendo a la sobriedad, e incluso al temor, como fundamento de esa esperanza. Entiendo que resulta un poco extraño considerar que el temor sea un fundamento de la esperanza. Pero es un hecho real y verdadero. Existe un realismo lamentable en este texto, y es mencionado para ayudarnos a fortalecer nuestra esperanza como cristianos. Este es el realismo: conocer que nuestros padecimientos en esta vida son parte de la vanidad (versículo 20), la corrupción (versículo 21) y el gemido (versículo 23) universales, que se han establecidos divinamente, nos ayuda a resistir nuestros sufrimientos. En otras palabras, los sufrimientos de esta vida son parte del colapso y la confusión mundial, decretados por Dios para toda la creación por causa del pecado. Dios sujetó el mundo a vanidad (versículo 20) por causa del pecado. Y por consiguiente, toda la miseria del mundo –la cual es bien grande- es una sangrienta declaración del terrible horror del pecado.
¿“Sufrimientos” se Refiere a Todo Dolor, o Solo a la Persecución?
Permítanme aclarar aquí una pregunta que me han hecho muchas veces: « ¿usted se refiere a todo sufrimiento, o solo al sufrimiento por ser cristianos?» ¿Estoy hablando de todo tipo de dolor o solo del que viene por la persecución? Respuesta: Me refiero a todo padecimiento que podamos encontrar en el camino a la gloria y que debemos resistir depositando nuestra confianza en Cristo.
Admito que Pablo, en el versículo 17, tenía en mente el sufrimiento en Cristo que viene por causa de nuestros adversarios. Pero refuto la idea de que Pablo solo pensara en este tipo de padecimiento. Por dos razones: la primera razón que expongo es que el resto del texto, desde el versículo 18 hasta el 27, muestra la vanidad, la corrupción, el gemido y la enfermedad en términos generales. El sufrimiento de “este tiempo presente”, citado en el versículo 18, es el sufrimiento proveniente de un mundo sujeto a vanidad (versículo 20), que conduce al gemido y nos hace desear la nueva resurrección de nuestros cuerpos (versículo 23). Es un padecimiento universal procedente de una creación colapsada y no solo el padecimiento por la persecución.
En segundo lugar, en el versículo 17, Pablo no limita el sufrimiento a la persecución, fundamentalmente porque todo sufrimiento experimenta la misma amenaza (sea que provenga de persecuciones humanas, ataques satánicos, enfermedades o desastres naturales) es decir, la amenaza de que nuestra fe en la soberana bondad de Dios sea destruida. Finalmente, el problema no es conocer si nuestro dolor es provocado por el hombre, Satanás, o la naturaleza; sino en confiar en la suprema bondad de Dios por encima de todas las cosas, para que, a través de ella, seamos conducidos a la gloria eterna.
Este texto no nos consuela diciéndonos que Dios no tiene nada que ver con las hostilidades humanas, con los repugnantes demonios, o con la naturaleza adversa; nos consuela diciéndonos que en todos estos padecimientos, y a través de ellos, Dios tiene propósitos colmados de esperanza para sus hijos. En resumen el versículo 28 nos dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”. De modo que cuando hablo acerca de la esperanza en el sufrimiento, me refiero a toda clase de sufrimientos que debemos padecer en el camino a la gloria, y que podremos resistir si nos aferramos firmemente a Jesucristo.
Ahora veamos la forma en que Pablo nos ayuda a mantener nuestra esperanza en Cristo cuando nuestro padecimiento es grande. Comenzaré señalando, al menos, seis promesas divinas que Pablo nos menciona en estos versículos (pueden haber más, en dependencia de cómo usted las fragmente).
1. Dios Promete que Después de EsteTiempo de Sufrimiento Veremos una Belleza y Grandeza Completamente Satisfactorias
Versículo 18: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”. Creo que “gloria” significa una belleza y grandeza irresistibles y completamente satisfactorias. Y creo que la frase “que nos ha de ser revelada” significa «que nosotros veremos». Como observaremos hay muchas más promesas que fortalecen nuestra esperanza, pero ahora profundizaremos en esta primera promesa.
Uno de los deseos más apasionantes, y de los más profundos anhelos del corazón humano (cimentados en nosotros por Dios) es apreciar la belleza y la grandeza. Obtenemos placer al ver la belleza y grandeza en el cine, en los museos, en los eventos deportivos a nivel mundial, en las galerías de arte, conciertos, en el Boundary Waters, en el Gran Cañón, en las Montañas Rocosas, en el océano, en cada amanecer, y en las lluvias de meteoritos. Contemplar la belleza y la grandeza es gran parte de nuestro regocijo en la vida.
Todas estas bellezas terrenales son imágenes, reflejos e indicadores de una mayor belleza y de una grandeza superior. Todas manifiestan la gloria de Dios, por esa razón Jesús oró por nosotros en Juan 17:24 diciendo: “Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria.” Esta fue la mayor oración que Jesús pudo pronunciar a favor nuestro. Este fue el clímax de su oración. Contemplar la gloria de Jesucristo, el Hijo de Dios, fue el mejor regalo que Jesús pudo pedir al Padre para que lo recibiéramos después del sufrimiento en esta vida.
Supongamos que hemos sido glorificados, transformados y capacitados para disfrutar lo que vemos. Esto nos conducirá a la segunda promesa acerca de nuestra esperanza.
2. Dios Promete que los Hijos de Dios Serán Revelados con la Gloria que Recibirán
Versículo 19: “Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.” El versículo 18 menciona que algo nos será revelado, y el versículo 19 dice que nosotros mismos seremos revelados ¿Qué significa esto?
Significa que por el momento los hijos de Dios no parecemos gloriosos. Somos como cualquier otra persona. Tenemos hambre, nos cansamos, enfermamos, envejecemos, y morimos. Y camino a la sepultura, logramos superar nuestro egoísmo, orgullo, y avaricia. Sin embargo, nunca llegamos más allá de la necesidad de ser justificados por la fe depositada únicamente en Cristo. Por tanto, diremos con Pablo hasta el día que muramos “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). De manera que no parecemos grandes. No somos titanes, “… tenemos este tesoro en vasos de barro” (2 corintios 4:7).
Jesús dijo en Mateo 13:43: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. y Pablo dijo en Colosenses 3:4: “Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria”. Y lo más relevante de todo, medite en el versículo 21, aquí en nuestro texto: “La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios” ¡La libertad de la gloria de los hijos de Dios!
De modo que ahora, cuando el versículo 19 habla de “la revelación de los hijos de Dios”, entendemos lo que nos será revelado: “La libertad de la gloria de los hijos de Dios”. Al final del versículo 17 vemos que seremos glorificados con Cristo, es decir, que nuestros cuerpos, mentes y corazones van a ser tan completamente renovados, que nada va interponerse ante nuestro gozo en Cristo, porque en él todo es valioso.
En el versículo 18, Dios promete que veremos la gloria más suprema de todo el universo. Y en el versículo 19, nos asegura que disfrutaremos esa gloria al ser transformados por ella de una manera tan completa, que estaremos libre de todo lo que pueda frustrar nuestro gozo en el Señor.
No podemos perder de vista otra importante verdad en el versículo 19: toda la creación se encuentra expectante a la revelación de los hijos de Dios. Dios creó el universo para nosotros y no a nosotros para el universo. Nosotros heredamos el mundo y no el mundo a nosotros. De todo el universo creado por Dios, caído en decadencia, solo los seres humanos tienen la capacidad de glorificar a Dios mediante una adoración consciente. Así que, toda la creación se encuentra esperando atentamente por nuestra revelación –como adoradores glorificados.
3. Dios Promete que el Propósito Supremo de su Decreto de Vanidad es Ofrecer Esperanza a Sus Hijos
Versículo 20: “Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza”. Se supone que el efecto que esta sujeción tiene sobre nosotros sea convertirnos en optimistas sensatos y sobrios. Sensatos y sobrios porque Dios decretó que todo el universo fuera sometido a la vanidad y a la decadencia, al gemido y la enfermedad. Este decreto nos hace permanecer sobrios. Nos hace temblar con el debido respeto al Dios infinito y santo, quien rige todo el universo con justicia y aborrece al pecado.
Pero el mensaje principal del versículo 20, es que este decreto de vanidad no es el propósito supremo de Dios. Las palabras “en esperanza”, al final de este versículo, muestran que el propósito divino en este decreto judicial de vanidad y sufrimiento es la esperanza. Por tanto, cuando usted se sienta agobiado por su propio dolor o por los padecimientos del mundo, recuerde: Este no es el propósito supremo de Dios para nuestras vidas. La palabra “esperanza”, al final del versículo 20, significa que si usted confía en Dios y lo atesora fielmente en su corazón, entonces, todos sus padecimientos obrarán en usted para bien.
4. Dios Promete que, No Solo los Hijos de Dios, También Toda la Creación Será Liberada de la Miseria, Vanidad y Corrupción Actuales
El versículo 21 nos dice: “La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”. Como hemos apreciado desde el versículo 19, los hijos de Dios serán revelados con la gloria que les capacitará para disfrutar la gloria de Dios. Veamos ahora la otra parte de la promesa en el versículo 21: “la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”. En otras palabras, el universo será transformado en un lugar totalmente preparado para los hijos de Dios ya perfeccionados y glorificados.
No existirán más los tornados devastadores, los huracanes, las inundaciones o las sequías. Tampoco existirán las plagas, enfermedades, accidentes, los animales dañinos, los insectos, o los virus. Se cumplirá la profecía de Isaías 65:17 que dice: “Pues he aquí, yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria”. También se cumplirá la profecía de Apocalipsis 21:1-5:
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. 2 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. 3 Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. 4 El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado. 5 Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. (Vea también 2 Pedro 3:13).
Como recordará, he dicho repetidas veces, basándome en el versículo17, que debemos ser glorificados a fin de estar capacitados para disfrutar apropiadamente la presencia de Dios y el regalo del mundo que recibiremos como herencia. Pero ahora, sería mejor decir que el mundo tendrá que ser glorificado o transformado en un ambiente idóneo para la libertad de la gloria de los hijos de Dios. En otras palabras, nuestra libertad y nuestra gloria serán tan grandiosas que solo un mundo glorificado será el adecuado para nuestra infinita capacidad de ser felices. Esta es la promesa del versículo21: “La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.”
5. Dios Promete que las Miserias del Universo no Son Dolores de Muerte Sino los Dolores de Parto de un Alumbramiento
El versículo 22 (“Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora”) nos explica, con otras palabras, cómo Dios sujetó la creación a vanidad, en esperanza (versículo 20). Él sujetó a la creación en la esperanza de algo mucho mayor que el dolor proveniente de toda esta situación de decadencia.
Si usted se encontrara en un hospital y escuchara al otro lado del corredor a una mujer lamentándose o dando fuertes gritos, habría una diferencia total en cómo se sentiría, si sabe que se encuentra en una sala de maternidad y no en una unidad oncológica ¿Por qué, no es cierto que dolor es dolor? Pues no, algunos dolores conducen a vida y otros conducen a muerte. Y el versículo 22 promete que, para los hijos de Dios todo sufrimiento conduce a la vida. Los padecimientos de este mundo son los dolores de parto para el nacimiento del reino de Dios. Si usted forma parte de este reino (es un hijo del Rey), entonces todos sus sufrimientos son dolores de parto, y no dolores de muerte ¡Y aquí me refiero a todo sufrimiento, inclusive a los dolores de muerte!
6. Dios Promete que Nuestros Cuerpos Serán Redimidos de todo Padecimiento
Versículo 23: “Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo”. Vea como Pablo nos señala esta verdad en 1ra de Corintios 15:51-55:
He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: devorada ha sido la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro tu aguijón?.
Ustedes, que aguardan en Jesucristo, para el cumplimiento de todas sus promesas en ustedes, conozcan que en esta esperanza hemos sido salvos, y si esperamos lo que no vemos, lo aguardamos –con sufrimientos, con paciencia, pero también con gozo.
Y a quien no ha creído en Jesucristo como su Salvador, recuerde las palabras del Señor: “A todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre.”(Juan 1:12). Y al si usted llega a ser hijo Dios, también serán suyas todas estas promesas divinas. Reciba a Cristo como su Salvador. Confíe en él. Amén.