Con buen juicio, un cuerpo, varios miembros
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. 3 Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. 4 Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. 6 Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; 7 si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.
Si usted fuera Dios y su voluntad fuera que su pueblo estuviera firme en la fe y llegara a perfeccionarse en amor; y si tuviera el derecho y el poder de dar el don de fe en la proporción que usted quisiera, ¿no obraría así: daría a todos una fe inmensa y los impulsaría directamente hacia el perfecto amor? Creo que eso es lo que yo haría.
Respecto a lo que pienso, Dios dice: «Justamente esa es otra razón (entre muchas) por la que no eres Dios». Dios no obraría así. Él no dio una fe inmensa ni grandes dones a todo el mundo. Y de nada vale decir que Dios no obra de esa manera, porque tenemos voluntades independientes que él no puede cambiar. El texto revela que Dios tiene el derecho y el poder para darnos la medida de fe, el grado de gracia, y la clase de don que él quiera. Existen otras razones por las que Dios no nos da a todos la misma proporción de fe, ni el mismo grado de gracia, ni el mismo don. Pienso que antes de terminar podremos ver al menos una de esas razones. La misma está relacionada con la naturaleza del cuerpo de Cristo y con la manera en que Dios desea ser glorificado colectivamente y no solo de manera individual.
La Preocupación de Pablo por la Manera en que Pensamos
Nos enfocaremos en los versículos 3-6. El propósito principal de estos versículos parece estar en la expresión de que cada miembro del cuerpo de Cristo no debe pensar más alto de sí de lo que es necesario, sino que debe pensar con buen juicio sobre su propia fe, gracia y don. el Así lo expresa el versículo 3 : “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”.
En otras palabras, Pablo está realmente preocupado por la manera en que pensamos, o el tipo de mentalidad que tenemos. Y su preocupación no es nueva porque anteriormente, en el versículo 2, dice: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente”. Así que el versículo 2 menciona: “la renovación de vuestra mente” y luego, el versículo 3 dice: “[…] digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”.
El Propósito de Amor y el Uso Correcto de Nuestros Dones
El propósito de tener una mente renovada, una manera de pensar correcta, y un buen juicio, es el uso correcto de nuestros dones para el bien del cuerpo de Cristo. Es decir, el propósito es el amor. Ese es el tema de los versículos 6-8: “Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe [y así sucesivamente]”. Si queremos ejercitar bien nuestros dones para el beneficio del cuerpo, debemos pensar, con buen juicio, en el hecho de que nuestra fe nos es dada en diferentes proporciones. Si vamos a usar nuestros dones en humildad, amor y efectividad para el cuerpo de Cristo, no debemos pensar demasiado alto, sino pensar con buen juicio en nuestros dones, nuestra gracia y nuestra fe.
Por tanto, quiero que nos enfoquemos en este buen juicio proveniente de una mente renovada, que nos ayuda a usar debidamente nuestros dones.
Uno los objetivos de esta serie de mensajes para la iglesia es descubrir el significado de iglesia. ¿Es la iglesia, principalmente, una serie de eventos a los cuales asistir y escuchar? O, ¿es la iglesia, principalmente, una serie de encuentros para ministrar y participar? Digo principalmente porque no considero que la respuesta sea ni lo uno ni lo otro. Pero, por lo que hemos estado viendo y por lo que veremos hoy, creo que el papel principal de la iglesia, es que cada miembro crezca en la habilidad de ministrar una gracia única a otros en el cuerpo y que sea un testigo único para los que están afuera y un tributo único para Dios en los cielos. Examinemos esta verdad en el texto de hoy.
¿Cuál es el Buen Juicio que Deberíamos Tener?
¿Cuál es este buen (sobrio) juicio que deberíamos tener sobre nuestra fe, nuestra gracia y nuestros dones, que nos ayudará a usar estos atributos, debidamente, unos a otros?
Precisamente, la esencia de este buen juicio radica en que es lo opuesto al orgullo y está saturado por el conocimiento de que nuestra gracia, nuestra fe y nuestros dones son regalos de Dios y que nuestras diferencias son obra suya y nunca podrán ser una base para la arrogancia sino solo para el servicio unificado en el cuerpo de Cristo. Resumiendo, buen juicio significa: un juicio basado en la libertad de la gracia de Dios y en nuestra humildad.
Pablo muestra este buen juicio de tres formas.
1. El Pensamiento de Pablo Como Ejemplo para Nosottros
Primero pone el ejemplo de esta humilde manera de pensar sobre sí mismo.
"La Gracia que Me ha Sido Dada"
El versículo 3 comienza: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar”. Pablo no se vanagloria de amonestarlos en su propia autoridad. Él desvía todo el honor que pudiera venir hacia él, siendo una persona que dice a la iglesia como actuar, y expresa: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo […]”. En otras palabras: « no a través de mi propia sabiduría o mis propios derechos o mi propia autoridad, sino a través de la gracia especial que Dios me ha dado».
Pablo hace lo mismo en Romanos 15:15: “Pero os he escrito con atrevimiento sobre algunas cosas, para así hacer que las recordéis otra vez, por la gracia que me fue dada por Dios”. Su intrepidez al decirle a la iglesia qué pensar y qué hacer, no se debe a su naturaleza o por su propia manera de actuar. Se debe a una gracia especial. Cristo había llamado libremente a Pablo y libremente le había dado gracia para hacer lo que Él quiso que hiciera. Pablo estaba actuando en la autoridad y el poder de otro. Por esa razón no podía pensar más alto sobre sí mismo, sino respecto a la maravillosa gracia que había recibido.
Comparando Versículo 3 a Versículo 6
Compare ahora este testimonio de Pablo con el versículo 6: “Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada […]”. En el versículo 3 podemos encontrar la misma expresión: gracia dada.
- Versículo 3: Hablo de la gracia que me ha sido dada.
- Versículo 6: Nuestros dones difieren de acuerdo con la gracia que nos ha sido dada.
Aquí Pablo no está diciendo que incluso él, como apóstol, está en la misma categoría de todos los miembros de la iglesia. Su don, al igual que el de los demás cristianos, se debe a la gracia dada por Dios.
Aquí tenemos la primera característica de la mente renovada mencionada en el versículo 2 y del buen juicio expresado en el versículo 3: tienen el pleno conocimiento de que todo lo que Dios nos llame ha hacer, estará basado en su gracia para poder realizarlo.
Tres Efectos de Esta Mentalidad
Esta mentalidad produce, al menos, tres efectos:
Primero, nos brinda una paz mental. Gracia significa que Dios es por nosotros y no contra nosotros. Lo que somos, es por gracia de Dios (1ra a los Corintios 15:10). Si tenemos nuestra función en el cuerpo de Cristo, de acuerdo a la gracia, entonces, esa función es la mejor para nosotros y para el cuerpo de Cristo. Podemos descansar en la bondad de Dios. La gracia significa que lo que Dios nos da es bueno para nosotros. Y eso nos brinda una paz mental.
El Segundo efecto de la gracia es que brinda humildad. Gracia no solamente significa que Dios es por nosotros, también significa que nosotros no ganamos o merecemos lo que tenemos. La gracia es un regalo. Ese es el significado de la gracia. Romanos 11:6 dice: “Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia”. Gracia, por definición, quiere decir que no la ganamos y por tanto, no nos podemos jactar. La única respuesta adecuada es la humildad. Así que, pensar con buen juicio quiere decir que nuestro pensamiento está saturado de este conocimiento: Tenemos nuestra función por gracia, no por mérito. Por tanto, el buen juicio es el juicio humilde.
El tercer efecto que produce conocer que nuestra función es un don de la gracia, es el efecto de poder. Paz, humildad y ahora poder. La razón es simple: la gracia de Dios es poderosa. Y la razón por la que la gracia es poderosa es porque Dios es poderoso. La gracia no es una simple autorización para servir. No es una simple obligación para servir. No es un simple llamado a servir. La gracia es poder para servir. La gracia es la presencia de Dios en usted liberándole del poder del pecado, para servir al cuerpo de Cristo.
Por tanto, aquí tenemos la primera manera en que Pablo nos muestra el significado de “buen juicio” en el versículo 3: él pone el ejemplo de un pensamiento humilde de sí mismo al decir que la única razón por la que puede hablar con autoridad, es la gracia que le ha sido dada, con sus efectos de paz, humildad, y poder, los cuales son todos obra de Dios.
2. La Fe es un Regalo
La segunda manera en que Pablo ilustra la humildad de este buen juicio es diciendo que la fe es un regalo.
Versículo 3: “digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”.
Toda Jactancia Está Excluida
Si aceptamos el hecho de que Dios distribuye la fe en varias medidas, pensaremos con buen juicio y no pensaremos más alto de nosotros de lo que debiéramos pensar. Algunos en la iglesia de Roma, como en otras Iglesias en aquel entonces y ahora, evidentemente estaban diciendo: «la gracia puede ser un regalo, pero la fe es mi propio acto que recibe y usa ese regalo y por esa razón, puedo jactarme de mi fe y tener un alto concepto de mi fe como un atributo por el que puedo tomar crédito».
Pablo dice: «Eso no es pensar con buen juicio. Eso es pensar más alto de uno mismo de lo que uno debiera pensar. Porque, aunque la fe es realmente un acto del corazón humano, es primeramente un regalo de Dios». Versículo 3: “[…] según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Dios da la gracia y la fe para recibir la gracia. Toda jactancia queda excluida. Para llegar a entender que la fe es un regalo, debemos ser librados de pensar más alto de nosotros de lo que deberíamos y en lugar de ello, pensar con buen juicio.
Diferentes Medidas de Fe a Diferentes Personas
Alguien podría decir: «Bien, tal vez Dios, primeramente, da la fe a todo su pueblo, pero las diferencias respecto a nuestra fe son nuestras obras individuales, y si una persona tiene poca fe y otra tiene mucha fe, no es obra de Dios».
Pero no, esa declaración no prevalece ante el versículo 3: “[…] según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Literalmente, Dios le ha dado una medida de fe “a cada uno”. El significado evidente es que Dios distribuye diferentes medidas de fe a diferentes personas. Esta verdad también se menciona en el versículo 6 cuando la lista de dones comienza con el de profecía. Pablo dice: “Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe”. Esta referencia nos trae de regreso a la medida de fe que Dios ha dado a cada uno (versículo 3).
Así que la primera manera en que Pablo nos muestra lo que es un buen juicio, es diciéndonos que tanto él como nosotros, debemos cumplir con nuestro papel en la iglesia tan solo por la gracia que nos ha sido dada.
Y en segundo lugar, Pablo dice que las diferentes medidas de fe que tenemos se deben a que Dios distribuye diferentes medidas de fe.
Por tanto, no podemos pensar más alto de nosotros de lo que es necesario porque todo lo que tenemos es por gracia, y aún la fe para recibir y usar la gracia, es un regalo. Como dijo Pablo en 1ra a los Corintios 4:7: “¿Qué tienes que no recibiste [como un regalo]? Y si [así] lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?”.
3. El Diseño de Dios del Cuerpo
Finalmente, Pablo nos muestra qué es el buen juicio diciéndonos que nuestros dones difieren por un diseño de Dios y que nos relacionamos como miembros de un cuerpo, y no como competidores de un juego.
Veamos nuevamente el versículo 6: “Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada […]”. La variedad de gracia significa diversidad de dones. Y puesto que los dones difieren de acuerdo con la gracia, no nos podemos jactar de ellos, sino solo recibirlos, alegrarnos y usarlos para servirnos unos a otros.
Pablo lleva esta verdad al contexto de un cuerpo en los versículos 4-5: “Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”.
El propósito de estos versículos es que no consideremos las diferencias existentes en relación a nuestros dones, a nuestra gracia y a nuestra fe, como las diferencias entre los competidores de un juego donde tratamos de golpearnos unos a otros, sino como las diferencias entre las partes de un cuerpo en el que tratamos de servirnos unos a otros. Ahí está el resultado de no pensar más alto de nosotros mismos sino de pensar con buen juicio (que la gracia, la fe, y los dones nunca son una base para la auto-exaltación, sino solo para la exaltación de Dios).
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Entonces, para terminar, regresemos a la pregunta que planteamos al principio: Puesto que Dios tiene la habilidad y el derecho de dar a todos nosotros la misma fe inmensa, la misma gracia y los mismos dones, ¿por qué da tal variedad de medida de fe, de gracia, y por qué algunos reciben pocas fe y otros reciben mucha fe?
¿Por qué Diseña Dios Tanta Variedad?
Considero que la respuesta es que Dios se ha propuesto crear y perfeccionar un pueblo para sí, no un pueblo compuesto de individuos perfeccionados de manera inmediata; más bien Dios tiene la intención de crear y perfeccionar un pueblo para sí, permitiéndoles usar sus dones unos en otros, para que se unan a él en ese proceso de ayuda mutua para crecer en el conocimiento, la fe, la esperanza y el amor.
Es como las alfombras que mi esposa Noël, está tejiendo a croché. Ella podría tomar pedazos de tejidos y colocarlos de manera que queden rectos, cada uno al lado del otro y todos de la misma medida. Luego podría pegarlos o coserlos juntos y hacer una alfombra de piezas iguales, una al lado de la otra, sin que éstas queden entrelazadas. Pero, esa no es la manera en que lo hace. Ella va tejiendo por dentro y por fuera, por arriba y por abajo. Luce como que está progresando y luego tira del tejido para que se recoja en un lazo disimulado y casi escondido. El hilo liberado se voltea hacia atrás para pasarlo a través del pequeño lazo y en vez de ir solo hacia adelante, se tira del lazo hacia el patrón.
El resultado es que el proceso va mucho más lento que si uniéramos pedazos de tejidos y los cosiéramos uno al lado del otro. Pero el producto final es un trabajo de arte bellamente entrelazado, o sea, una grandiosa gloria, porque cada parte no se movió rápida e inmediatamente en línea recta hacia la medida ideal, sino que en las manos del maestro, cada parte hizo su servicio de manera diferente, al entrecruzarse con todas las demás partes para servirles.
El punto básico es que Dios da a algunos más y a otros menos, y no para que avancemos solos hacia algún supuesto ideal individualista, sino para que los que tienen más sirvan a los que tienen menos y los que tienen menos crezcan hasta que tengan más y puedan servir a los que tienen menos que ellos. De esta manera Dios está tejiendo un tapete que le traerá más gloria que cualquier otra manera de hacerlo.