Siervos de Dios: Libres de Todo para Honrar Todo
Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos. Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios. Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.
Esta mañana, a través de este texto, Dios tiene algo que decirnos respecto a llamar a nuestro presidente “Willy, el hábil" y también acerca de Rush Limbaugh. Tiene algo que decir con respecto al espíritu de rebelión antiautoritaria prevalente en nuestra sociedad y en la iglesia. Tiene algo que decir sobre los fundamentos morales de la ley civil. Y, lo que es más importante, tiene algo que decir acerca de la manera que Dios se refiere a todas estas cosas y lo que significa ser un cristiano centrado en Dios, dentro de una cultura pagana o neo pagana. Tiene mucha relevancia para nosotros. Empecemos con lo más importante – lo central – y luego encontremos el camino hacia estas otras cuestiones prácticas de la vida Cristiana hoy día.
Vivir para Dios
Lo más importante que hace este texto es relacionar con Dios toda nuestra vida social y política. La Biblia no es un libro sobre cómo desenvolverse en el mundo. Es un libro inspirado por Dios sobre cómo vivir para Dios. Me encanta esa frase: “vivir para Dios”. No es mía. Es de Pablo. En Gálatas 2:19, dijo: “Pues, mediante la ley, yo morí a la ley, a fin de vivir para Dios." El objetivo de la vida – incluyendo nuestra vida social y política – es vivir para Dios. Vivir teniendo en cuenta a Dios. Vivir bajo su autoridad. Vivir de Él como vivimos del aire, la comida y el agua. Vivir por su buena reputación.
Por lo tanto, lo más importante que hacen estos cinco versículos es poner nuestra vida social y política en relación con Dios, para que podamos vivir para Dios, aún en esta aparente parte secular de nuestras vidas.
Permítanme tomar cada versículo cómo está dispuesto y poner atención en lo centrado que Pedro está en Dios al tratar estos temas. Cada versículo menciona explícitamente a Dios, excepto uno (v.14) que está relacionado con la obra y el propósito de Dios.
“Por Causa del Señor”
Empecemos con el versículo 13:
“Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad (14a) o a los gobernadores”Qué Fundamenta Nuestra Sumisión
La frase clave de este versículo es “por causa del Señor”. Si no entienden eso, no entienden lo más importante. Hay un tipo de lealtad hacia las instituciones humanas que no es para el bien del Señor, y que no es en lo que Pedro está interesado. Por fuera, puede parecerse a la sumisión cristiana, pero es radicalmente diferente.
Los cristianos no se someten a las instituciones humanas simplemente porque tienen ganas, o porque tiene personalidades sumisas o porque las instituciones tienen poderes coercitivos. No nos consideramos a nosotros mismos primero para ver qué queremos hacer, ni tampoco a la institución (como el gobierno) para ver si existen consecuencias por no someternos. Consideramos primero a Dios. Consultamos a Dios acerca de la institución. Y nos sometemos por su causa.
Por qué es Necesario Plantear este Tema
Lo que hace que esta cuestión sea tan urgente, para que Pedro la mencione aquí, es lo que ha dicho en los cuatro versículos previos. En el versículo 9, dice que los cristianos son “linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios”. En el versículo 10, dice que somos “el pueblo de Dios”. En el versículo 11, dice que, por lo tanto, somos extranjeros y peregrinos aquí, entre las instituciones sociales y políticas del mundo.
Todo eso nos lleva a preguntarnos si, ni tan siquiera, tenemos cierta lealtad hacia las instituciones del mundo. Si somos una “nación santa” apartada, si somos “el pueblo de Dios” y si somos “extranjeros y peregrinos”, entonces quizás deberíamos retirarnos a nuestros propios guetos, comunidades y enclaves cristianos y no tener nada que ver con los poderes e instituciones del mundo. La respuesta de Pedro a esto es NO.
Mientras estén en este mundo, son (en diferentes sentidos) ciudadanos de dos órdenes, dos sistemas. De este mundo, con sus instituciones necesarias y de la orden del reino de Dios con sus valores necesarios. No porque las dos órdenes tengan la misma autoridad, sino porque Dios es el soberano y propietario de las dos, y si pertenecen primero a Él y a su reino, los puede enviar al reino de este mundo por su causa, para sus propósitos, para su gloria.
Un Acto de Tributo a la Suprema Autoridad de Dios
De esta manera, la sumisión cristiana a las instituciones de este mundo se convierte en un acto de tributo a la autoridad de Dios sobre las instituciones del mundo. Se puede mirar a un rey o a un gobernador a los ojos y decir: “Me someto a ti, te honro – pero no por tu causa, te honro por causa de Dios. Te honro porque le perteneces a Dios y Él gobierna sobre ti, te ha elevado soberanamente por un tiempo limitado y te ha dado el liderazgo que tienes. Por su causa, por su gloria y por su legítima autoridad sobre ti, yo te honro.”
Por lo tanto, el versículo 13 subordina toda sumisión en la tierra a una sumisión superior a Dios cuando dice: “Someteos, por causa del Señor”. Respetamos el límite de velocidad por causa de Dios, no porque podemos recibir una multa. Y todo nuestro manejo se convierte en un acto de adoración.
El Diseño de Dios para el Gobierno
Siguiente . . . versículo 14:
[Sométanse a reyes y gobernadores] como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien.
Es el único versículo en el texto que no menciona a Dios. Pero está ahí. Cuando Pedro nos dice que el objetivo de los reyes y los gobernadores es castigar el mal y alabar el bien, está expresando el propósito que Dios tiene para ellos. Lo sabemos por Romanos 13:4, donde Pablo dice que la autoridad civil “es un ministro de Dios para bien . . . [Y] ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo”.
Por consiguiente, lo que expresa el versículo 14 no es necesariamente lo que Nerón y sus gobernadores provinciales pretendían hacer. Expresa para qué diseñó Dios el gobierno. De hecho, Nerón decapitó a Pablo y crucificó a Pedro cabeza abajo. El objetivo apropiado de un gobierno es contener el río de maldad que fluye del corazón del hombre, para que no inunde de anarquía al mundo (como, por ejemplo, en Somalia y Ruanda). Los gobiernos no salvan, están para mantener el orden externo en un mundo rebosante de maldad, para que el mensaje salvador del evangelio funcione y triunfe por su propio poder. Por eso, en 1 Timoteo 2:1-4, Pablo nos insta a orar por los reyes y por todos los que tienen autoridad – porque Él desea que no se entorpezca el evangelio por algún disturbio, para que más personas se puedan salvar.
La Voluntad de Dios
Siguiente . . . Versículo 15:
“Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos.”
En una cultura pagana, nuestro comportamiento tiene que provenir de Dios (1 Pedro 4:2). Somos extranjeros y exiliados. Consultamos a nuestro verdadero Soberano acerca de cómo vivir. El nos dice lo que está bien y lo que está mal a través de su libro – nuestra carta estatutaria y constitución fundamentales.
Su propósito para nosotros – exactamente como lo era la semana pasada en el versículo 12 – es que vivamos una vida tan alegre, sacrificada, humilde, valiente, y de bondad hacia los demás, que su difamación del Cristianismo finalmente quede silenciada. “Que haciendo el bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos.”
De Dios obtenemos esta estrategia, la fuerza y la guía para vivirla.
Esclavos de Dios
Siguiente… Versículo 16:
“Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios”.
Lo que este versículo nos enseña es que pertenecemos a Dios y no al gobierno Norteamericano. Somos siervos de Dios, no del hombre (1 Corintios 7:22-23). No nos sometemos a las instituciones humanas como esclavos de esas instituciones, sino como libre pueblo de Dios. Nos sometemos en libertad por su causa. No en esclavitud por causa del rey.
En un sentido profundo, Dios nos ha transferido de esta era al reino de su Hijo. Hemos pasado de la muerte a la vida, Pero, luego por un tiempo, nos vuelve a mandar a esta época, por decirlo de alguna manera, no como alguna vez fuimos – como esclavos del pecado, la culpa y caprichos de esta era y sus instituciones – sino como personas libres, como extranjeros que vivimos de acuerdo a otros valores, estándares, objetivos y prioridades. Nos sometemos. Pero, nos sometemos libremente, no encogiéndonos de miedo ante las autoridades humanas, sino obedeciendo gustosamente a nuestro verdadero Rey – Dios.
Nuestra entera predisposición a la libertad, la alegría, la valentía y la alteridad radical de este mundo se origina en nuestra pertenencia a Dios – que en un sentido es esclavitud (porque su autoridad sobre nosotros es absoluta), pero en otro sentido es libertad gloriosa (porque Él cambia nuestros corazones, para que amemos hacer los que nos manda a hacer).
Como dijo Martín Lutero en su pequeño tratado llamado “La Libertad Cristiana”:
El cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es obediente servidor de todas las cosas y está subordinado a todos.
La clave de esa paradoja es Dios. Liberado por Dios de la esclavitud a todas las instituciones humanas y enviado por Dios libremente y sumisamente a esas instituciones - ¡por su causa!
La Progresión del Honor
Finalmente…versículo 17:
Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.
Creo que hay una progresión acá. Primero, den a todos los seres humanos (buenos y malos) el respeto y honor básicos. La manera en que respetan a un canalla como Judas va a ser diferente de la manera que respetan a un santo como Juan. Pero, hay una manera. La vamos a buscar y la vamos a encontrar. Probablemente, no va a significar que la palabra canalla debe dejar de existir. Pero, va a cambiar totalmente la manera en que la usan.
Entonces, además de ese respeto y honor comunes por toda la humanidad, hay un amor especial para dar a los “hermanos”, es decir, a los compañeros Cristianos.
Asimismo, aparte de ese respeto común por todos y ese amor especial por los cristianos, hay un temor especial concerniente a Dios y a nadie más. No somos esclavos de los hombres y por lo tanto no tememos a los hombres. Los honramos libremente. Amamos libremente a los cristianos. Y nos inclinamos a la autoridad absoluta de Dios con reverencia.
“Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios…”
Luego, volviendo al honor básico – “Honrad al rey”, lo incluye en el honor y respeto otorgado a todos. No hay que temerle, ni amarlo como amamos a los cristianos. Pero hay que honrarlo. Primero, está nuestra lealtad absoluta a Dios. Después, nuestro amor afectuoso por otros creyentes. Luego, nuestro honor hacia el rey y otros no creyentes. El rey no es Dios. Solo Dios es Dios.
Ese es el mensaje principal de este texto. Ahora, consideremos algunas de las implicaciones para nuestra vida actual. Mencioné cuatro al comienzo de este mensaje.
Cuatro Aplicaciones
1. Honrar al Presidente
Primero, dije que el texto tenía algo que decir con respecto a llamar "Willy el hábil" al Presidente de los Estados Unidos. Ahora bien, es casi obvio, que estoy más en desacuerdo con este presidente que con cualquier otro en toda mi vida. El mes en el que fue investido prediqué un sermón en que preguntaba "¿Cómo honran los cristianos que se oponen al aborto a un presidente que está a favor?" No fue fácil en aquel tiempo y desde entonces se ha vuelto más difícil.
Pero, el hecho es que hemos de encontrar una manera de expresar nuestra consternación por algunos de sus puntos de vista y su comportamiento, mientras que también comunicamos un respeto básico por él como persona y por su cargo que está decretado por Dios. “Honrad a todos,… honrad al rey.”
Una manera de hacer esto es dejar que la tristeza atempere nuestra indignación. Esto no significa que solo hablen cuando estén de acuerdo con él. Significa que cuando estén en desacuerdo, van a dejar que la seriedad social y moral del problema los proteja del cinismo barato, negligente e insolente.
2. Rush Limbaugh
Esto se relaciona directamente a la segunda implicación que mencioné al principio. El texto tiene algo que decir sobre Rush Limbaugh.
No voy a comentar sobre la política de Limbaugh. Pero, no puedo evitar pensar que este texto tiene relevancia en el espíritu que él trasmite. Quiero preguntarles ¿creen que su actitud, espíritu y estilo predominantes (y la palabra clave aquí es predominantes, porque puede existir un tiempo en que la sátira tenga un lugar en el áspero y tambaleante foro público) son los que ustedes esperan que prevalezcan más en nuestro discurso social o en la vida de nuestra iglesia? ¿Es este el espíritu de alguien que honra a todos los hombres y de manera especial al rey – el presidente? ¿De un show a otro, la tristeza equilibra la indignación y el desprecio? ¿Hay condolencia por las terribles consecuencias? ¿Hay una sinceridad y preocupación francas que van más allá del cinismo? No estoy seguro respecto a la respuesta porque no he visto ni oído lo suficiente. Pero, estén alertas porque estas preguntas son importantes, no solo sus puntos de vista políticos.
3. La Rebelión Antiautoritaria
Tercero, dije que este texto tiene algo que decir acerca del espíritu de rebelión anti-autoritaria que prevalece en nuestra sociedad y en la iglesia.
En todos los seres humanos hay una aversión innata por la autoridad. Somos rebeldes por naturaleza. Adán y Eva eligieron comer el fruto prohibido para poder ser como Dios y determinar por sí mismos lo que era bueno y lo que era malo. Desde entonces, esa ha sido nuestra naturaleza. Esto es de lo que necesitamos que nos salven la cruz de Cristo y el poder del Espíritu Santo.
Algunas culturas adoptan este espíritu rebelde más que otras. La nuestra lo hace intensamente. Manejando a través de Chicago, vi un cartel gigantesco que decía en uno de sus lados: “La imagen lo es todo”, y en el otro lado, con enormes letras rojas decía “¡Rebélate!”. Los dos van codo a codo. Uno dice que la verdad y la realidad interior no tienen importancia. De hecho, puede que ni siquiera existan. Lo que importa es lo que se puede obtener de acuerdo a la imagen que uno muestra. Por eso, continúa: “¡Rebélate!” contra cualquiera que trata de limitarlos diciendo que hay un estándar para la vida interior – contra cualquiera que diga que la imagen no es todo. Especialmente, el cartel sugiere que se rebelen contra Dios, porque a los ojos de Dios la imagen no significa nada más que un celofán ultra fino envolviendo la nada o a un adulto que hace mohines porque se quedó en la etapa inmadura de los dos años.
Este texto, junto con toda la Biblia, nos llama a ser humildes ante Dios primero, quien tiene autoridad y derechos absolutos sobre nosotros, como el alfarero sobre la arcilla, y después por su causa, ser humildes ante toda institución a la que Dios nos ordene hacerlo. En resumen, la única solución para la rebelión es la gracia de Dios, que nos hace sumisos ante la autoridad de Dios, para que podamos disfrutar de la hermandad de Dios, que todo lo satisface, y someternos en libertad a las instituciones designadas por Dios.
4. Los Fundamentos Morales de la Ley Civil
Finalmente, dije que este texto tiene algo que decir con respecto a los fundamentos morales de la ley civil.
El versículo 14 dice que la autoridad civil existe para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. No puedo hacer justicia a tan importante cuestión. Pero, puedo hacer referencia. Lo que esto sugiere es que las realidades de lo malo y lo bueno son las bases de la ley. Si las autoridades civiles castigan lo malo y recompensan lo bueno, entonces lo malo y lo bueno tienen que existir.
Sugiero que una de nuestras tareas como cristianos – no la única, ni la principal – es seguir diciéndolo. Las leyes (y su aplicación adecuada) se basan en la realidad de lo bueno y lo malo. Si eliminamos lo bueno y lo malo, las leyes no tendrían fundamento, se derrumbarían y todo se convertiría en una anarquía.
No es nuestro trabajo salvar a Norteamérica de la anarquía. Nuestro trabajo es vivir para Dios en todo en la vida – incluyendo la parte política y social de la vida – para que otros se conviertan, se salven y lo glorifiquen. Pero, durante ese proceso se honra a los líderes, se elimina el cinismo del discurso civil, el espíritu rebelde se vuelve humilde y se refuerza el fundamento moral de la ley. Y a cambio esto revela, para aquellos que lo entienden, que vivir para Dios es bueno para el mundo.