Murmuraciones escépticas y gracia soberana
Por eso los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: “Yo he descendido del cielo”? Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el día final. Escrito está en los profetas: “Y todos serán enseñados por Dios.” Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, éste ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne.
En Bethlehem, una de las razones por las cuales predicamos de forma continua libros de la Biblia como nuestra forma fundamental de escuchar a Dios unidos en adoración, con excepción de algunas series de mensajes ocasionales, es que nos estimula a considerar todo lo que Dios tiene que decir en cada libro de la Biblia, en lugar de sólo considerar las partes que nos gustan específicamente, o las que nos son más fáciles de comprender. Lo cual significa que, inevitablemente, llegaremos a algunos pasajes que son controversiales. Así ocurre con el texto de hoy.
No trato de buscar problemas. Pero cuando vienen (y vienen cuando se cita este texto), y hay razones para ello, debemos enfrentarlo y aprender. El versículo controversial es Juan 6:44, y dedicaremos la mayor parte de nuestro tiempo en tratar de comprender qué dice Jesús aquí, y por qué lo dice, y qué beneficio tiene para nosotros.
Lo Que no es Controversial (Entre los Cristianos)
En este versículo Jesús dice: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, Y yo lo resucitaré en el día final" (Juan 6:44). La parte que no es controversial entre los cristianos es la promesa de que Jesús resucitará de entre los muertos a todos los que vienen a Él. Hablamos acerca de esto la semana pasada porque es mencionado en los versículos 39 y 40. Jesús les está recordando: Lo que está en riesgo al ustedes venir a mí es infinitamente importante—su futura resurrección de entre los muertos.
Lo que es Controversial
La parte controversial es: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió." Una razón por la cual esto es controversial es que si usted sólo interpreta el versículo de manera literal, pudiera obtener dos significados diferentes.
Por una parte, pudiera significar que nadie viene a Jesús sin la guía de Dios, y Dios guía a todos, pero sólo algunos vienen. Así que la guía de Dios no provoca el acercamiento a Jesucristo; sólo lo hace posible. Y, entonces, el que viene provee el impulso decisivo, o la causa decisiva.
O, por otro lado, pudiera significar que nadie puede venir a Jesús sin la guía de Dios, y todos los que son guiados vienen porque la influencia de Dios produce, infaliblemente, el acercamiento. Pudiera significar que el Padre sólo guía a algunos porque realmente nadie viene, y esa causa decisiva para venir es Dios, no el hombre.
Para tratar de comprender qué quiso decir Jesús en realidad, veamos el contexto.
El Contexto
Jesús está enseñando en la sinagoga de Capernaúm (versículo 59), y crece la resistencia a su enseñanza. Aquí, al principio de nuestro texto (versículos 41-42), la audiencia de Jesús se queja por lo que Él ha dicho: "Por eso los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: “Yo he descendido del cielo”?
Jesús, en los versículos 33, 35, y 38, había dicho, en esencia, que Él es el Pan de Dios enviado al mundo para dar vida al mundo, y que si venimos a Él y creemos en Él, y nos alimentamos abundantemente con lo que Dios es para nosotros en Él, y encontramos en Él la satisfacción para nuestra alma, viviremos para siempre y Él nos resucitará en el día final.
La Creciente Resistencia
Pero, en lugar de recibir más y más lucidez y más y más consenso, Jesús recibe más y más resistencia. A esta resistencia, en el versículo 41, se le llama murmuración. Y el contenido de sus murmuraciones es que lo que Él dice no encaja con lo que ellos saben sobre Él. "Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?" En otras palabras, Él no puede ser del cielo, porque es de la tierra. Conocemos a sus padres.
Así que las palabras de Jesús sobre sí mismo colisionan con las percepciones y el razonamiento humanos sobre qué es posible. 'No puedes ser del cielo, porque nuestros ojos y oídos y mentes nos dicen que eres de la tierra'. Y por eso se resisten a lo que Jesús dice. Ésa es la esencia de su murmuración.
Crecen los Decibeles
Ahora saltemos hasta el versículo 47. Aquí, Él reafirma lo que les ha hecho murmurar en primer lugar, sólo que añade otra declaración que hace crecer los decibeles de la murmuración hasta el punto de disputar o, literalmente, contender (versículo 52).
En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre.
Hasta ahora nada hay nuevo. Pero entonces, en la última parte del versículo 51, dice: "y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne." Pero dejaremos este asunto para otro sermón. Sin embargo, ahora usted puede ver que Él está hablando acerca de su carne (un tema que no ha tocado hasta ahora), y dice "daré... mi carne," refiriéndose a su muerte en sacrificio. Y la murmuración se convierte entonces en una contienda, como dicen en el versículo 52: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"
Pero, por ahora volvamos a los versículos 43-44 para ver la respuesta de Jesús a la murmuración. Dice, en el versículo 43-44: "No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió."
Así que el versículo fundamental para nosotros (versículo 44), es una respuesta a la murmuración y a la resistencia de lo que Jesús dice sobre sí mismo. Parece que mientras más resistentes se vuelven los judíos, más explícito se vuelve Jesús en cuanto a cuán imposible les es venir por sí mismos. Así que tenemos, al menos, dos preguntas que responder: 1) ¿qué quiere decir Jesús con "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió"? Y 2) ¿por qué lo dice especialmente en respuesta a la murmuración? Veamos una interrogante a la vez.
1) ¿Qué Quiso Decir Jesús?
¿Qué quiere decir Jesús con "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió"?
Si sólo nos quedamos con el Evangelio de Juan, y nos abrimos paso desde el contexto inmediato hasta el más lejano, se hace claro que Jesús quiere decir que Él no atrae a todos, y luego algunos proveen un impulso decisivo y vienen, sino que todos los que Él atrae, realmente vienen. El impulso decisivo es la atracción. Lo veremos una y otra vez en este evangelio, que su atracción no está en conflicto con nuestra decisión de venir, o con nuestra libre llegada porque querramos venir. Pero su atracción es decisiva. Y sin ella nadie vendría.
Cinco Aclaraciones y Confirmaciones
Medite en cinco pasajes que dicen esencialmente lo mismo, y confirman y aclaran esta interpretación.
1.1) Juan 6:37. Este versículo lo vimos la semana pasada. "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí" (Juan 6:37). En el flujo de ideas que hay entre los versículos 37 y 44, no creo que haya razón para ver la dádiva del Padre de algunas personas a Jesús (versículo 37), y la atracción de algunas personas desde el Padre hacia Jesús (versículo 44) como experiencias diferentes. Creo que son lo mismo.
Y Jesús dice: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí," no dice algunos vendrán a mí, sino todo lo que el Padre me da. Así que hay una buena razón para pensar que el versículo 44 quiere decir que "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió," porque todo el que el Padre trae, vendrá a mí. La causa decisiva es la atracción del Padre. Dentro de nuestra visión de Cristo como convincentemente deseable, está la atracción de Dios, está Dios abriendo nuestros ojos.
1.2) Juan 6:63-65. Aquí Jesús se refiere, explícitamente, al versículo 44, y aplica la verdad del versículo 44 a aquellos que no vienen, especialmente Judas.
Dice: "las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creéis.” Entonces, Juan inserta: "Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que le iba a traicionar," una referencia a Judas, en particular. Entonces, Jesús continúa en el versículo 65 refiriéndose al versículo 44. "Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.”
Fíjese en la conexión lógica entre lo que Jesús dice en el versículo 64 ("hay algunos de vosotros que no creéis"- como Judas), y lo que dice en el versículo 65 ("Por eso os he dicho que -por esto, por lo que ya dije en el versículo 44- nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre"). Porque hay incrédulos, como Judas, por eso es que dije que nadie puede venir sin ser traído (versículo 44) o sin que le sea concedido (versículo 65) venir.
Si la atracción del Padre, o la concesión del Padre (como Jesús quiere decir en estos versículos), fuera algo que el Padre hiciera para todas las personas, entonces ésto no tendría sentido. Él estaría diciendo: 'sé que hay un Judas entre mis discípulos, y es por esto que les dije que se requiere una atracción universal para que todos puedan venir a mí." Pero una atracción universal no explica a Judas. Ésto es lo que dice el versículo 65: Hay un judas entre mis discípulos, y por eso es que dije que nadie puede venir a menos que Dios le traiga. Dios no ha traído a Judas. Dios no le ha 'concedido venir.' Dios le ha dejado en la rebelión de su avaricia y robo e incredulidad.
1.3) Juan 8:47. "El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.” En Juan 8:47, la expresión: "escucha las palabras de Dios," se refiere a escuchar con comprensión y aceptación. Es prácticamente lo mismo que responder con fe, o venir a Jesús. Y la razón, dice Jesús, por la cual ellos no escuchan, es que no son "de Dios." Ser "de Dios" se referiría a la elección de Dios al traerles. En otras palabras, la causa decisiva detrás de escuchar y comprender y creer las palabras de Dios, es una posición prioritaria llamada 'ser de Dios.' En otras palabras, nadie puede venir a mí a menos que sea "de Dios," es Dios, por tanto, quien les trae a mí.
1.4) Juan 10:26-27. "Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen." La causa decisiva para que creamos en Jesús, oigamos su voz y le sigamos es: ¿somos parte de su rebaño? ¿Somos "de Dios"? Hay un acto decisivo de Dios que nos hace parte de su rebaño; y como somos parte de su rebaño, oímos la voz de Jesús y creemos. "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen" (versículo 27), es lo mismo que decir: todo lo que el Padre me da, vendrá a mí (6:37), y todos a quienes el Padre trae a mí, vendrán a mí (6:44). Cuando venimos a Jesús, venimos voluntariamente. Queremos venir. Y detrás de ese cambio en nosotros, hay una obra decisiva del Padre.
1.5) Juan 12:37-40. Este es el pasaje más impactante de todos:
Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en Él, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías que dijo: "Señor, ¿quien ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?" Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: "El ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y yo los sane."
Este pasaje no puede significar que Dios está guiando hacia Jesús a todos los hombres de la misma forma, y dejándoles a ellos proveer el impulso decisivo. Cuando dice en el versículo 39: "Por eso no podían creer," se implica que Dios les ha abandonado. Y el resultado es una dureza de incredulidad que, por ahora, para la mayor parte de Israel, Él no quitará. Como dice Pablo en Romanos 11:25: "que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.”
Si Venimos, es Porque Dios nos ha Traído
Así que con cinco pasajes paralelos en mente (con dos de ellos muy cercanos: Juan 6:37 y Juan 6:65), volvemos a Juan 6:44: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió." Y concluimos: Si venimos a Jesús, es porque el Padre nos trajo, y ninguno de nosotros merecemos tal acción de Dios. Y si no venimos a Jesús, es porque el Padre nos dejó en nuestra rebelión, y todos merecemos ser abandonados en nuestra rebelión. Y no hay fatalismo en la Biblia. Somos responsables de venir a Jesús. Él nos llama a venir ahora mismo.
Una Objeción Común
Ahora, hay una objeción seria y común a esta interpretación de Juan 6:44, es decir, que, en Juan 12:32-33, Jesús dice que, de hecho, él atrae a todos a sí mismo. "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Pero Él decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir."
Ésto es demasiado importante para mencionarlo brevemente en el mensaje de hoy. Lo veremos en el próximo encuentro, Dios mediante. Creo que hay una clara explicación de ese texto sin contradecir lo que hemos dicho hoy. Y quiero terminar con la otra pregunta que levantamos, esto es, ¿por qué Jesús dice en Juan 6:44: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió?"
2) ¿Por qué lo Dice Jesús?
Una pista es que lo dice en respuesta a la murmuración. Versículo 43-44: "Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió." Y el contenido de la murmuración, según el versículo 42, era: "¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: “Yo he descendido del cielo”?"
En otras palabras, la percepción y el razonamiento de los judíos se levantaban para resistir lo que Jesús les enseñaba, que Él es el Pan de Dios que había descendido del cielo. Y, en esencia, lo que Jesús les dice es: Ustedes pueden dejar de murmurar, porque las percepciones y los razonamientos de los hombres caídos, nunca serán la razón decisiva para que alguien venga a mí. La razón decisiva para que alguien venga a mí, es que mi Padre le traiga a mí.
Así que ustedes harían mejor en dejar de murmurar, y comenzar a orar para que Dios cambie sus corazones y abra sus ojos y les atraiga a Jesús. De modo que Jesús habla así (versículo 44) para estremecer nuestras presunciones ensimismadas, de autoconfianza, autodeterminación, autoexaltación; nuestras presunciones de lo que nuestros sentidos y nuestro razonamiento y nuestras voluntades pueden hacer. Algo es cierto: Nuestros sentidos, nuestro razonamiento, y nuestras voluntades no pueden proveer el impulso decisivo para venir a Cristo. Sólo Dios puede. "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió." Deseamos, escogemos, venimos porque queremos. Pero la gracia soberana, inmerecida, está detrás de todo.
Cinco Efectos de la Gracia Soberana e Inmerecida de Dios
¿Y cuál es el efecto de su enseñanza en nosotros, los que hemos venido?
2.1) Nos hace humildes. Nosotros no dimos el impulso decisivo que nos trajo a Cristo. Dios lo hizo. Vinimos por Él. Si no fuera por su atracción, yo estaría absolutamente perdido. Dios tenga misericordia de mí si no soy humilde frente a esta verdad.
2.2) Nos llena de agradecimiento. Todo lo que tengo, incluyendo estar en Jesús, es un don. ¡Oh cuán agradecido estoy por su gracia soberana! ¿Usted no?
2.3 Nos da certeza. Porque si nos trajo a sí mismo libre y omnipotentemente, entonces Él nos sostendrá hasta el fin. Este es el gran fundamento de nuestra certeza. A los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.
2.4) Por tanto, tenemos esperanza de la conversión de las personas que amamos y quienes parecen estar más allá de la esperanza. Si la conversión es decisivamente dependiente del carácter humano, y de décadas de hábitos, entonces nosotros perderíamos las esperanzas con muchos pecadores. Pero nada es difícil para Dios. Cuando Dios llama a los muertos, resucitan. Cuando Dios atrae a sus ovejas, vienen.
2.5) Finalmente, toda la gloria va a Dios, no a nosotros. Por ésto es que Dios salva como salva. Toda la gloria le pertenece. "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad" (Salmo 115:1).
Llamando a los Pecadores
Jesús no habla, esencialmente, para crear controversia. Habla para llamar a los pecadores, para humillar al orgulloso, y para glorificar a su Padre. Por ésto es que vivió. Por ésto es que murió. Por ésto es que resucitó. Venga a Él. Sea satisfecho en Él. Sea humillado por Él. Dé gloria a Dios a causa de Él. Amén.