Recibid con humildad la palabra implantada
En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas. 19 Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; 20 pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas. 22 Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; 24 pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. 25 Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.
Como es costumbre en la Semana de Oración, quiero predicar sermones que se complementan y enmarcan la misma verdad –el primero (la semana pasada), sobre nuestra vida de oración, y el segundo (hoy) sobre nuestra vida en la Palabra de Dios. Y quiero hacerlo así, porque orar y meditar en la Palabra de Dios son el palpitar de la vida cristiana. Usted no puede sostener la oración sin la Palabra de Dios, y no podrá experimentar el poder viviente de la Palabra de Dios sin la oración. Tanto la oración como la meditación en la Palabra deben ir juntas. Cada una es como el palpitar de la fidelidad en la vida cristiana de corazón. Y así enmarcamos la semana de oración con un mensaje acerca de la oración y uno acerca de la Palabra
Este mensaje, sin embargo, está ligeramente fuera de lugar en relación con el mensaje de la próxima semana. En un sentido, debería predicarse después de aquel mensaje. La semana entrante planeo continuar donde nos quedamos en nuestra serie sobre el nuevo nacimiento; y nos preguntaremos: ¿Cómo Nacemos De Nuevo? Ya hemos respondido: ¿Qué es el Nuevo Nacimiento?, y “¿Por qué Necesitamos Nacer de Nuevo?” Y la próxima semana trataremos de responder la pregunta: ¿Cómo Ocurre el Nuevo Nacimiento?.
Renacidos por la Palabra de Verdad
Y en Santiago 1:18 se nos da una de las respuestas más importantes a esa pregunta: “En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas”. La frase “nos hizo nacer” es una referencia a ser creados, o producidos. “de su voluntad, El nos hizo nacer…”. Y Santiago no hizo alusión a nuestra primera creación o nacimiento, sino a nuestra nueva creación o nuevo nacimiento. Es evidente que para Santiago este nacimiento ocurre “por la palabra de verdad”. “En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad”. Esta es una referencia al evangelio (Colosenses 1:5; Efesios 1:13; 2da a Timoteo 2:15). De modo que Pablo está diciendo que nuestro segundo nacimiento, nuestra nueva creación en Cristo, ocurrió “por la palabra de verdad”, cuando escuchamos el evangelio de Cristo.
Este principio será crucial en el próximo mensaje que estará basado en 1ra de Pedro 1:23 donde Pedro hace el mismo énfasis que Santiago. Dice: “Pues habéis nacido de nuevo […] mediante la palabra de Dios que vive y permanece”. Así que, en un sentido, el mensaje de la próxima semana debería predicarse antes del que expondremos hoy, porque el énfasis de nuestro mensaje de hoy está en el verso 21: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas”. Quiero que tomemos muy seriamente este mandamiento: “recibid con humildad la palabra implantada”. Será nuestra enseñanza de hoy.
La Implantación de la Palabra
Sin embargo, esta enseñanza asume que la palabra ha sido implantada: “recibid con humildad la palabra implantada”. Que es lo que ya había sucedido en el versículo 18: “El nos hizo nacer por la palabra de verdad”. Estábamos muertos. No había lugar en nosotros para la Palabra de Dios. No la deseábamos ni la amábamos. Jesús dijo de los líderes que trataban de matarle: “procuráis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros” (Juan 8:37). La palabra de verdad no había sido implantada en ellos.
Tenga cuidado al tratar de comprender lo que acabo de decir. Estos líderes conocían sus Biblias mejor que todos. Pero la Palabra de Dios no tenía “cabida” en ellos. No estaba implantada en ellos. Antes de nacer de nuevo, nuestros corazones están llenos de cosas que no dan lugar a la Palabra de Dios. Somos como personas que están tan llenas de caramelos entre las comidas que cuando comienza el festín no tienen hambre. De hecho, el estómago se les revuelve ante el simple pensamiento de comer algo más. Así se sienten las personas no- regeneradas en relación con el significado real de la Palabra de Dios. No sienten que la necesiten. Así que la Palabra no tiene cabida en ellos. No ha sido implantada en ellos.
La Palabra de Dios: El Evangelio
De modo que el versículo 18 nos dice (y en los próximos mensajes sobre el nuevo nacimiento volveremos a este texto con más detalle) que Dios obra el nuevo nacimiento por la Palabra de Dios, el evangelio. El Espíritu Santo lleva la Palabra hacia nuestros corazones muertos y nos hace ver la verdad de Cristo como nunca la hemos visto. Y la vida nos es dada por medio de la palabra de verdad, la Palabra de Dios, el evangelio.
Ahora, el versículo 21 no dice que esta Palabra vino y se fue. Dice que quedó implantada. Echó raíces. Está en nosotros y es parte de nosotros. Es sorprendente ¡Mi oración es que el Señor haga que esta verdad se haga más profunda y se aferre más a nuestros corazones! Nacemos de nuevo por la Palabra. Y la Palabra permanece. De hecho, el versículo 21 dice que esta palabra implantada es “poderosa para salvar vuestras almas”. No subestime el poder y la importancia de la Palabra de Dios.
El trato a la Palabra de Dios en este texto es similar al dado en toda la Biblia al Espíritu mismo de Dios. Nacemos de nuevo por el Espíritu (Juan 6:63), y nacemos de nuevo por la Palabra de Dios. El Espíritu mora en nosotros, y la Palabra de Dios es implantada en nosotros. Esta morada del Espíritu es la forma en que Dios nos guarda y nos lleva hasta el cielo. La Palabra implantada de Dios es su manera de preservar y salvar nuestras almas. Nada es más importante que su poder salvador y preservador. No interprete incorrectamente la importancia de la Palabra de Dios.
El Poder Y La Importancia Del Evangelio
Vea como Pablo habla acerca de esta Palabra salvadora, implantada. En 1ra a los Tesalonicenses 2:13 dice: “cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis”. La Palabra de Dios no vino y se fue. No abandonó a los creyentes, obra en vosotros. Es, como dice Hebreos 4:12, “viva y eficaz”. Vea como Juan escribe acerca de esta palabra implantada, activa y salvadora: “Os he escrito a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno” (1ra de Juan 2:14). La Palabra de Dios no viene y nos abandona después. Cuando crea vida y fe, “permanece”.
Así que la Palabra de Dios es “implantada” en nosotros, y “obra” en nosotros, y “permanece” en nosotros, y (según Santiago 1:21) es poderosa para “salvar” a los creyentes. Difícilmente pudiéramos exagerar cuán profundamente poderosa e importante es la Palabra de Dios para nuestras vidas. Si la Palabra de Dios no está entre nuestras posesiones más preciadas, entonces necesitamos hacer un profundo análisis a nuestras vidas. Nada que no sea Dios mismo, es más importante y más poderoso que su Palabra.
Recibid […] la Palabra Implantada
Pero esta es la parte sorprendente que hace que este texto sea tan importante para este mensaje al comienzo del año. El versículo 21 dice (en el mismo medio): “recibid con humildad la palabra implantada”. Recibamos esta palabra implantada. En otras palabras, si usted trata a la Palabra de Dios como a sus riñones, entonces comete un terrible error. Sus riñones fueron implantados en usted en su primer nacimiento. Pero usted no continúa recibiendo sus riñones. Solo están allí haciendo su trabajo, y muy pocas veces piensa en ellos. Ciertamente, usted no los “recibe”. Ya están allí, firmemente implantados.
Pero Santiago dice: “recibid con humildad la palabra implantada”. Ya está en nosotros, pero debemos recibirla. Está enraizada y plantada en nosotros. Nos dio vida. Está allí sosteniendo esa vida al alimentar la fe en Cristo. Pero no es como nuestros riñones. Es como el oxígeno. Da vida, y al dar vida, nos hace respirar, y al respirar recibimos oxígeno. Nadie dice: «ya tengo oxígeno ¡mira que bien me hace vivir, por tanto ya no necesito recibir oxígeno!».
La Palabra de Dios implantada y la Palabra eterna de Dios están tan unidas que vivimos porque la tenemos implantada, y vivimos al recibirla. Está obrando en nosotros, como dijo Pablo. Y la obra que hace en nosotros nos hace querer recibirle. Al recibir la Palabra externa reabastecemos el poder de la Palabra implantada, y la Palabra implantada nos da hambre por la Palabra externa. Es por eso que, para que tomemos todo el proceso con seriedad, Santiago añade al final del verso 21: “es poderosa para salvar vuestras almas” ¿Qué salva nuestras almas? La Palabra de Dios que recibimos.
Supervivencia del Alma
En otras palabras, nuestras almas dependen de la Palabra implantada, y nuestras almas dependen de recibir la Palabra. Si usted decide que no necesita recibir la Palabra externa, es como una persona que decide que no necesita respirar. Si está muerto espiritualmente, puede continuar con esa decisión. Puede escoger no respirar. Pero si está espiritualmente vivo, no podrá escoger. La Palabra implantada es poderosa; produce vida y aliento. Toma nuestro diafragma espiritual e inhala y exige oxígeno. Exige la Palabra eterna que da vida. Si la Palabra está implantada en nosotros, no podremos retener para siempre nuestro aliento. La Palabra implantada, tarde o temprano, conquistará y será reabastecida. Nuevamente recibirá la Palabra, y la amará.
Así que mi sermón hoy está compuesto de dos partes:
Uno, reciba la Palabra implantada.
Dos, hágalo con humildad.
Santiago 1:21: “recibid con humildad la palabra implantada “, este es nuestro énfasis de hoy
Reciba la Palabra con Humildad
Una palabra acerca de la humildad. En el contexto de escuchar la Palabra de Dios, la humildad ciertamente representa que debemos ser «enseñables» o la «disponibilidad para someterse» a la Palabra de Dios. El opuesto a recibir la Palabra con humildad sería recibirla con sospechas, al dudar que toda sea cierta o buena; o recibirla parcialmente porque querríamos reservar el derecho de tomar y escoger qué partes obedeceremos; o recibirla con la arrogante certeza de que podemos comprenderla y aplicarla sin la ayuda misericordiosa de Dios.
Pero Santiago dice que debemos recibirla con humildad. Cuando usted abra su Biblia, diga a Dios: «confío en ti, me someto a ti. Necesito que me ayudes. Inclina mi corazón a amar tu Palabra. Abre mis ojos para ver la grandeza de sus enseñanzas. Satisface mi alma con la gloria de Cristo revelada en todo este Libro. Me inclino. Me rindo ante la suprema verdad y valor de este libro. En toda humildad y modestia, te miro, te espero. Ven a mí por medio de tu Palabra, mi Salvador, y mi Señor, y mi Dios, y mi Amigo, y mi Tesoro más preciado». Así recibiría con humildad la Palabra implantada.
Por último, solo quiero tratar de ilustrar la importancia de recibir la Palabra de Dios con la esperanza de inspirarles a recibirla cada día de este año, de modo que si usted olvida un día, sentirá como si sus pulmones espirituales estallaran en deseos de obtener otro aliento.
Cada Día Necesitamos el Evangelio
Cuando dice, en el verso 21 “recibid con humildad la palabra implantada “, creo que se implica que el evangelio permanece en el centro de la palabra que recibimos cada día. El evangelio (el mensaje esencial de que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó nuevamente y nos da gozo eterno en Dios por medio de la fe) echa raíces en nuestras vidas cuando nacemos de nuevo. El evangelio es implantado en nosotros, y necesitamos respirarlo cada día. Usted nunca superará su necesidad de escuchar la noticia de que Dios perdona nuestros pecados, nos imputa su justicia, nos da vida eterna, y está totalmente a nuestro favor –y todo esto solo por gracia, solo sobre el fundamento de Cristo, solo por fe, solo para la gloria de Dios. Usted nunca llegará a una etapa de su vida donde ese no sea el eje de su currículo. Creo que al decir que debemos recibir continuamente la Palabra que nos salvó y está implantada en nosotros, se implica que esta Palabra es el evangelio.
todaes inspirada y útil (2da a Timoteo 3:17). Es una sola tela. El evangelio es el designio supremo y glorioso en el centro de esta gran tela que es la Biblia, pero está entretejido como un solo tejido. Así que mi exhortación bíblica es: reciban cada día, con humildad, la Palabra de Dios. Es decir, vivan cada día en la Biblia. Respiren la Biblia. No traten de sostener su aliento desde el lunes hasta el miércoles. Respiren cada día.
Leer Para Recibir
Y no olvide qué implica la palabra recibid (griego dexasthe). Significa dar la bienvenida. No es recibir como se recibe un soplo en la cabeza. Es recibir como se recibe un festín, o como se recibe a un amigo, o como se recibe una cirugía de próstata –no siempre es placentera, pero siempre es buena, siempre dará vida. Así se recibe cada día la Palabra.
De modo que hay un modo de leer la Biblia que recibe, y hay un modo de leer que se ofende al leer y no recibe. Léala con pasión para recibir. Vaya a ella con clamando a Dios para recibir de ella según necesite. Haga que su tiempo con la Palabra sea un tiempo donde reciba. Y lo logrará, dice la Biblia, meditando en la Palabra. Vea cómo podemos volvernos árboles que reciben todo lo que la Palabra tiene para dar. Salmo 1:1-3: “¡Cuán bienaventurado es el hombre que […] en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! 3 Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera”. Este es el efecto de la Palabra cuando la recibimos. Es decir, cuando meditamos en ella y la ponderamos y la contemplamos y nos deleitamos en ella. Recibid la Palabra significa tomarla con profundidad. Aferrarnos a ella, y no dejarla ir hasta que nos bendiga.
El Triunfo de la Palabra de Dios: Dos Historias
Termino con un par de historias que muestran cómo la Palabra de Dios tiene poder en el comienzo de la nueva vida, y sustenta esa nueva vida.
Esta semana recibí un correo electrónico de uno de ustedes (ustedes lo reconocerán, pero espero que esta no sea una traición a la confianza). Haré unos pocos ajustes para disfrazar las identidades.
«¡¡Mi amigo… hizo una profesión de fe!! Él y yo nos reunimos hace muchas semanas… le dije que debería estar leyendo la Biblia y buscar a Dios. Le invité a unirse a nosotros… No pudo venir. Pero un par de semanas después, me llamó y me preguntó si esa noche habría servicio, desafortunadamente no. Pero entonces dijo: “creo que Jesús es Dios. Estoy 100% seguro. Le pregunté más acerca de lo que me decía y me dijo que desde nuestro último encuentro, había estado leyendo, cada día, su Biblia. Estuve con él ayer, y pude animarle a continuar leyendo su Biblia»
Así es como Dios provoca el nuevo nacimiento: “En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18). Nacemos de nuevo por medio de la Palabra de Dios que vive y permanece (1ra de Pedro 1:23).
En 1945, nació Thomas Bilney. Eventualmente se convirtió en uno de los primeros reformadores evangélicos ingleses ¿Cuál era el secreto de su poder espiritual? Su encuentro y experiencia continua con la Palabra de Dios. Así describió uno de sus primeros encuentros con las Escrituras:
Me arriesgué a creer en esta oración de San Pablo (¡Una oración dulce y confortable para mi alma!) en 1ra a Timoteo 1: 15 “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero”. Esta sola oración, por medio de la obra interna y la instrucción del Señor, que entonces no percibí, alegró tanto mi corazón que antes había estado herido con la culpa por mis pecados y que casi estuvo sin esperanzas, que… inmediatamente… sentí un maravilloso confort y quietud, de tal manera que “mis huesos heridos saltaron de gozo”. Después de esto, las Escrituras comenzaron a ser más placenteras que la miel o el panal.
(De una carta citada por Norman Anderson, La Palabra de Dios para el mundo de Dios [Gods Word for God’s World, London: Hodder And Stoughton, 1981], p. 25)
Esta es mi oración para todos en Bethlehem en este año: que recibamos la Palabra de Dios en humildad para que sea más placentera para que la miel o el panal. Señor abre nuestros corazones. Oro. Amén.