Orando desde la plenitud de la palabra
Juan 15:1-8 (LBLA)
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. 3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. 6 Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos.
Dios es la razón por la que la oración tiene tan gran potencial para cambiar las cosas. Y la razón por la cual la oración está rodeada de problemas tan difíciles es Dios. Si no fuese por el poder de Dios sobre el proceso natural y sobre la voluntad humana, no habría esperanza alguna en orar por un cambio en el mundo o en la gente. Y ese mismo poder y prerrogativa de Dios es el que crea los problemas con los que tropezamos en la oración.
Los dos mayores problemas son: 1) que nuestras oraciones, incluso aquellas que hemos orado mil veces, en ocasiones no son contestadas como las pedimos; y 2) ¿Para qué orar de todas formas?, Porque si Dios es soberano y controla y planea todas las cosas, ¿qué sentido tiene orar?
Si Dios es soberano ¿por qué orar?
Tomemos la última pregunta primero: Si Dios es soberano y gobierna el mundo por su providencia, ¿por qué orar? Esta pregunta me fue hecha en Atlanta hace unos pocos meses delante de 2.000 personas después de haber hablado sobre la Providencia de Dios. Di una respuesta, y desde entonces he encontrado la respuesta tan bien expresada por una mejor que la mía, que prefiero leeros la respuesta de Charles Spurgeon, que es exactamente lo que creo. Es de un sermón que predicó sobre Lucas 11:9, "Pedid, y se os dará".
Es nuestra completa creencia que Dios ha sabido de antemano y predestinado todo lo que acontece arriba en el cielo o abajo en la tierra, y que la posición de una caña al lado del río conocida de antemano es tan fija como la posición de un rey, y "la paja de la mano del aventador es dirigida como las estrellas en sus cursos". La predestinación acoge lo grande y lo pequeño y alcanza todas las cosas; la pregunta es, ¿Por qué orar? ¿No se podría preguntar según la misma lógica por qué respirar, comer, moverse o hacer cualquier cosa? Tenemos una respuesta que nos satisface, esto es, que nuestras oraciones están en la predestinación, que Dios ha ordenado las oraciones de Su pueblo tanto como cualquier otra cosa, y que cuando oramos estamos produciendo eslabones en la cadena de los hechos ordenados. El destino decreta que debería orar -yo oro; el destino decreta que seré respondido, y la respuesta viene a mí.*
Esta es mi fe, y está enraizada en el testimonio de Dios repetido en las Escrituras de que Él gobierna todas las cosas en el mundo -desde el dominio de los reyes en Arabia Saudita hasta el rodar de los dados en Las Vegas. Proverbios 16:33 (LBLA) dice, "La suerte se echa en el regazo, mas del SEÑOR viene toda decisión". Y Daniel 2:21 dice, "El quita reyes y pone reyes". Así que desde el dominio de los reyes hasta el rodar de los dados, Dios gobierna el universo por su sabiduría y poder -incluyendo las oraciones de su pueblo. El que nos arrodillemos a orar no es menos una obra de la gracia de Dios que la regeneración de nuestras almas: Él escribe su voluntad en nuestros corazones (Hebreos 8:10) y obra en nosotros lo que es agradable delante de Él (Hebreos 13:21), y lo hacemos -oramos- libremente desde nuestra propia voluntad.
¿Por qué no son contestadas mis oraciones?
Pero ¿qué hay del otro problema con la oración -que oramos y la respuesta que anhelamos no viene? La Biblia tiene varias posibles respuestas.
Dice que puede que no estemos orando de acuerdo a la voluntad de Dios; 1 Juan 5:14 (LBLA) "si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye".
O podría ser que hemos abrazado un pecado que no queremos dejar ir de nuestras vidas; Salmos 66:18 (LBLA), "Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará".
Podría ser que tenemos motivos centrados en el hombre y no centrados en Dios; Santiago 4:3 (LBLA), "Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres".
O puede ser que no creamos que Dios lo vaya a hacer; Marcos 11:24 (LBLA), "Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas".
O podría ser que Dios quiera que perseveres, y esté probando tu obediencia a su mandamiento en Lucas 18:1 (LBLA), "debían orar en todo tiempo, y no desfallecer".
O pudiese ser que Dios, de hecho, esté haciendo más de lo que puedas imaginar cada vez que oras y diariamente esté poniendo en su lugar una parte del mosaico que, a su debido tiempo, sea la respuesta completa a tu oración (como en Daniel 10:2,12).
"Orando por todos sus propósitos, meditando en toda Su Palabra"
O ¿puede ser que haya una dinámica en la oración que aún no hayamos aprendido? ¿Podría ser que este asunto de la oración sea tan misterioso y maravilloso que haya una forma más profunda, más plena de relacionarse con Dios en oración que no hayamos experimentado? ¿Puede ser que seamos como niños a los que nuestro Padre haya dicho algo, pero simplemente aún no lo entendemos, y en su sabiduría y paciencia continúa amándonos y enseñándonos?. ¿Puede ser que 1997 sea el año en que lo comprendamos?
Esta es una de mis metas para Bethlehem en 1997. En nuestro folleto de Declaración de la Misión, dos de nuestros valores se expresan así: Valoramos una "frecuencia, libertad, profundidad y poder creciente en la oración corporativa, familiar y privada". Valoramos "hacer de la oración el motor visible de todos nuestros esfuerzos en el ministerio y la adoración" (página 5). Una de mis metas para nosotros en 1997 es que nosotros como iglesia descubramos corporativamente como la Palabra de Dios y la oración trabajan juntas en un ministerio poderoso, que cambia vidas y que lleva fruto.
En nuestro folleto de Declaración de la Misión, la dinámica espiritual tras nuestro ministerio se expresa de esta forma:
Nos unimos a Dios Padre en magnificar la supremacía de su gloria
a través de nuestro Señor Jesucristo,
en el poder del Espíritu Santo
atesorando todo lo que Dios es,
amando todo lo que Él ama,
orando por todos sus propósitos,
meditando en toda su Palabra,
sustentados por toda su gracia.
Mi oración es que Bethlehem en 1997 aprenda del estudio y la experiencia cómo esas dos líneas trabajan juntas -orando por todos sus propósitos, meditando en toda su Palabra. ¿Cuál es la conexión? ¿Cómo funcionan juntas para hacernos un pueblo transformado, que lleva fruto?
La razón por la que esto es tan crucial para nosotros se nos da en nuestro texto de hoy, especialmente en Juan 15:7 (LBLA) "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho". ¿Podéis ver la conexión entre la Palabra de Dios y la oración? "Si mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho", Aquí tenemos una gran meta para nosotros en 1997: ¿qué quiere decir? ¿Qué quiere decir en la experiencia, no sólo al hablar, sino en la acción y en la vida? Eso es lo que quiero que aprendamos juntos.
Lo pongo como una pregunta porque no estoy en absoluto seguro de saber lo que este texto significa -al menos no en su plenitud. Tengo la sospecha de que aquí hay un potencial que pocos, si es que hay alguno, están aprovechando. No creo que haya llegado -quizás apenas he comenzado a experimentar esta dinámica de la Palabra permaneciendo en mí y liberando una respuesta segura a la oración. ¿De veras sé -he realmente experimentado- que quiere decir Jesús al hablar de la Palabra permaneciendo en mí? ¿Experimento -experimentáis vosotros- día a día la relación dinámica entre la palabra que mora en nosotros y las respuestas a la oración? ¿Conocéis por experiencia lo que es esto?
En la Semana de Oración de 1987 realizamos una encuesta en Bethlehem y preguntamos, por ejemplo, ¿Cuánto tiempo a la semana pasas leyendo la Biblia? 255 personas hicieron la encuesta. El 21% dijo que menos de 15 minutos (¡a la semana!). Otro 25% dijo que 15-30 minutos a la semana. Así pues el 46% de nuestra gente en 1987 estaban pasando menos de 5 minutos al día leyendo la Palabra de Dios. Cuando se preguntó acerca del tiempo dedicado a la oración concentrada, el 62% dijo que pasaban menos de 30 minutos en oración cada semana -menos de 5 minutos al día.
Dudo que las estadísticas sean muy diferentes hoy día. Y me atrevería a decir que muchas de esas personas albergan algún resentimiento profundo hacia Dios por no contestar sus oraciones. Por eso surge la pregunta: ¿hay algo en sus vidas -o en mi vida- que se corresponda con Juan 15:7 -"Si la Palabra de Dios permanece en vosotros..." ¿es leer la Palabra de Dios cinco minutos al día a lo que Jesús se refería cuando dijo, "si mis palabras permanecen en vosotros?" Mi sospecha es que Jesús tenía en mente algo mucho más extenso y formador de vidas que los rápidos vistazos que el cuarenta por ciento de nuestra gente le da a la Palabra de Dios cada día.
¿Es esto legalista?
Se que en este punto algunos ya están levantando defensas en nombre de la libertad, y están listos para decir que todo este tipo de discurso está infectado con legalismo y una mentalidad de rendimiento. Bien, os suplico que miréis las palabras de Jesús aquí en Juan 15:7 y os esforcéis conmigo sobre esto. No es legalismo. No estamos hablando de realizar x número de minutos de lectura Bíblica o ganar x número de oraciones contestadas. Estamos hablando de vivir lo que valoramos.
Por ejemplo, supongamos que un entrenador prepara una cena con filetes de carne para su equipo de fútbol y la extiende libremente delante de ellos, sin coste, y les dice: comed y disfrutad esta rica comida cada día y tendréis la fuerza para ganar el campeonato. Y supongamos que la mitad del equipo en lugar de hacer eso, va a la tienda de caramelos y a la confitería, y semana tras semana comen dulces y pasteles. Comienzan a perder partidos y el entrenador averigua que no están comiendo sus cenas gratuitas de filetes y los reprende. Algunos de ellos se indignan y dicen, "Hey, no queremos tener una relación legalista contigo. Queremos relacionarnos contigo en libertad, y hacer lo que salga más naturalmente de nuestros apetitos".
Ahora el entrenador estará justificado al decir, "No es legalismo aceptar un regalo gratuito y confiar en mí cuando digo que es mejor que el caramelo o las tartas". Y así es con Jesús. No es legalismo dar la bienvenida a su regalo gratuito y su infinitamente valiosa palabra. No es legalismo saborear y deleitarse en su preciosidad. No es legalismo creer que sin ella nos volvemos más y más débiles y más mundanos.
Hay algunos de vosotros que han desarrollado una fuerte resistencia a recibir la Palabra de Dios y dejarla permanecer, como dice el Salmo 1, día y noche. Y os ruego que permitáis a 1997 ser el año en que confiéis en Dios para cambiar eso. Hay algo aquí para nosotros que no estamos obteniendo. Y creo que si simplemente estirásemos el brazo y probásemos una fracción de ello, nos animaríamos al ver que hay posibilidades en nuestra vida y oraciones que nunca soñamos.
Si Su Palabra permaneciese en nosotros,
¿Cómo rendiría eso respuestas a la oración?
¿Qué podría significar Juan 15:7? Jesús dice, "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho". ¿Cuáles son las posibilidades de cómo la Palabra que permanece en nosotros podría rendir respuestas seguras a la oración?
1. Puede ser que la Palabra que permanece en nosotros funcione para guiar nuestras oraciones. En otras palabras, 1 Juan 5:14 (LBLA) dice, "Si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye". Quizás es la Palabra de Cristo que permanece en nuestras vidas la que nos dirige a la voluntad de Dios en oración. Entonces oramos de acuerdo a la voluntad de Dios y la respuesta viene.
2. O puede ser que la Palabra que permanece en nosotros funcione para construir nuestra fe, la cual se traduce en respuestas a la oración. Romanos 10:17 (LBLA) dice, "La fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo". y en Marcos 11:24 Jesús dice, "Todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas". Así que si la fe es esencial para una oración contestada, y si la Palabra que permanece en el interior sostiene la fe, entonces puede que eso sea lo que Jesús quiere significar cuando dice que si sus palabras permanecen en nosotros tendremos respuestas a nuestras oraciones.
3. O puede ser que la Palabra que permanece en nosotros funcione para transformarnos moral y espiritualmente de forma que caminemos en la senda de amor donde Dios contesta las oraciones, en lugar de en la senda del egoísmo donde no lo hace. Sabemos por el Salmo 66:18 y Santiago 4:3 que deleitarse o caminar en el pecado intencionalmente nos aparta de la oración contestada. Y sabemos por Juan 8:32 que la Palabra de Dios nos libera del pecado: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". (LBLA). Y sabemos por Juan 17:17 que la palabra de Dios santifica: "Santifícalos en la verdad [Jesús ora al Padre]; tu palabra es verdad". Así que quizás es el poder transformador y santificador de la Palabra el que lleva a la santidad y el amor, y después a la oración contestada.
Llevar fruto para la gloria de Dios es el objetivo principal
Lo que queda claro por el contexto de Juan 15:1-8 es que llevar fruto para la gloria de Dios es la preocupación principal -y probablemente se refiere a ambos, el fruto del amor y el gozo tanto como al fruto de las conversiones. Versículo 2: "Todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto". Versículo 4: "Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí". Versículo 5: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto". Versículo 8: "En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto".
Así que el objetivo de este pasaje es más fruto para la gloria de Dios, y el camino para llevar ese fruto es nuestra permanencia en Cristo, y su palabra permaneciendo en nosotros. Y la oración, de acuerdo al versículo 7, es una parte esencial de ese permanecer en Cristo y tener su palabra permaneciendo en nosotros, para que podamos llevar fruto para la gloria de Dios.
El cómo esta oración y esta Palabra que permanecen en nosotros trabajan juntas es lo que quiero que descubramos juntos este año. Lo mínimo que significa es que convirtamos en nuestro objetivo el orar para la plenitud de la Palabra de Dios. La oración efectiva es el desbordar de la plenitud de la Palabra de Dios permaneciendo en nosotros. ¿Que quiere decir eso en la experiencia? Esa es nuestra búsqueda en 1997.
La semana de oración comienza esa búsqueda. El desafío de memoria Bíblica a nivel de toda la iglesia, que comienza el próximo Domingo, continúa con la búsqueda. Espero que os unáis en nuevos patrones de oración esta semana, dediquéis una noche a la oración el Viernes, y volváis la semana siguiente y penséis conmigo acerca del desafío práctico de hacer que la Palabra de Dios permanezca en nosotros. El texto será, "En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti". del Salmo 119:11 (LBLA).
Orad conmigo ahora para que Dios vaya con nosotros en esta gran investigación de la oración desde la plenitud de la Palabra.