Orad sin cesar
1 Tesalonicenses 5:12-18 (LBLA)
12 Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, 13 y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros. 14 Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. 15 Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. 16 Estad siempre gozosos; 17 orad sin cesar; 18 dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.
La semana pasada terminamos abruptamente en nuestra exposición del Salmo 1 y la palabra “deleite”. Por esto me gustaría volver allí para tratar el tema, y luego hacer la conexión al texto de hoy.
“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!” (Salmos 1:1-2 LBLA)
Hablamos sobre la bendición que viene a través de meditar en la ley del Señor día y noche. Te convierte en un árbol plantado cerca de las corrientes de agua: 1) fructífero en tu ministerio a otros; 2) perdurable, ya que tu hoja se mantiene verde en medio de los golpes de calor y temporadas de sequía; y 3) próspero, en el sentido de que todo el trabajo de fe tendrá una significación que resistirá incluso en la eternidad. Nada de lo que hagas en dependencia de Dios será en vano, incluso si parece ser un fallo aquí.
Apuntamos que meditar en la Palabra de Dios día y noche probablemente requiere memorizar porciones de la Escritura de forma que estén ahí para reflexionar durante el día o la noche sin tener la Biblia en la mano o tener que encender la luz. Y os motivé a ser parte de la estrategia del Luchador de Versículos.
¿Qué sucede si meditar en la palabra de Dios no es un placer?
Luego al final, dije que la clave para este tipo de meditación es el deleite. La marca más profunda de una persona feliz en el Salmo 1 es que se deleita en la Palabra de Dios. La lectura y memorización de la Biblia y la meditación no son una carga para él, sino un placer. Esto es lo que queremos. Qué tristeza cuando leer la Biblia solamente es una carga. Algo está mal.
¿Qué hacemos? Nos cuesta leer la Biblia, memorizarla y meditarla porque no encontramos placer en ello. Se siente como una carga y un simple deber que no nos atrae. Hay otras cosas que queremos más. El desayuno, el trabajo, el periódico, la computadora o la TV. Nuestros corazones se inclinan a otras cosas y no se inclinan a la Palabra. Y por tanto no es un deleite.
¿Alguna vez le costó hacerlo a los salmistas? Si les costó. Ánimo. A todos nos cuesta. ¿Cómo puede cambiarse esto? Hay temporadas en la vida de los mejores santos en las que el hambre espiritual se vuelve débil. ¿Cómo se cambia esto? La respuesta que quiero dar esta mañana es la oración. El deleite en la Palabra de Dios se crea y se sostiene a través de la oración. Así que el guión que quiero seguir hoy es tratar tres temas: Qué debemos orar, cómo debemos orar y qué tenemos que orar para deleitarnos en la Palabra de Dios.
Asegúrate de ver el orden del pensamiento -el orden de tu vida:
1. Nuestro objetivo es ser personas fructíferas de amor cuyas vidas sean edificantes para otros; queremos ser perdurables en el sentido de no marchitarnos cuando venga el calor; y queremos ser eternamente significativos y prósperos. Esa es nuestra meta, porque cuando somos fructíferos en esa manera en medio de la sequía de las dificultades, Dios se lleva la gloria.
2. Pero la clave para ese tipo de abundancia en fruto, como hemos visto en el Salmo 1, es la meditación en la Palabra de Dios día y noche. Debemos ser gente saturada de la Palabra.
3. Y la clave para la meditación continua es memorizar trozos de las Escrituras de forma que las llevemos siempre con nosotros y las disfrutemos todo el tiempo.
4. Y la clave para memorizar y meditar es deleitarse en la Palabra de Dios. Una meditación tan continua no se sostendrá por el simple sentido del deber. Y si se consigue, el efecto sea probablemente el orgullo, no la fructífera humildad para con otros. El alma que nunca pasa de la disciplina espiritual al deleite espiritual probablemente se convierta en un alma áspera y condenatoria. La dulzura, ternura y humildad que vienen de la Palabra de Dios crecen del deleite y el maravillarse en la gracia, del hecho de que se nos ha concedido el conocer a Dios.
Ahora me dirijo a un quinto paso en el orden de pensamiento: la clave para el deleite es la oración. O, para ser más precisos, la clave para deleitarse es la transformadora y omnipotente gracia de Dios que se aprehende por la oración.
Permitidme intentar despertar vuestros deseos a orar mostrándoos que debemos orar por tener deleite y como deberíamos orar y qué deberíamos orar.
DEBEMOS orar para deleitarnos
Ahora volvamos por un momento a nuestro texto en 1 Tesalonicenses 5:17. Aquí hay una orden simple: “Orad sin cesar”. Te puedes preguntar, ¿Por qué elegir este versículo de entre todos los versículos en la Biblia que nos ordenan orar? ¿Por qué usar este en respuesta a la pregunta ‘¿Cuál es la clave para deleitarse en la Palabra de Dios’? La respuesta es la conexión entre 1 Tesalonicenses 5:17 y el fluir de pensamiento que nos lleva a ella. Es sustancialmente similar al Salmo 1.
1 Tesalonicenses 5:14-15 dice, “Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos”. Esta es una vida que lleva mucho fruto. Nos está diciendo que seamos como árboles plantados cerca de las corrientes de agua que llevan fruto. Mira a todas esas personas necesitadas que te drenan: los “indisciplinados” te desafían; los “desalentados” se apoyan en ti; los “débiles” te agotan. Pero estás llamado a animar y ayudar y a ser paciente y a no devolver mal por mal. En otras palabras, estás llamado a tener recursos espirituales que sean perdurables y llenos de fruto y edificantes cuando otros son indisciplinados, desalentados, débiles y mezquinos.
¿Cómo? Bien, el versículo 16 dice, “Siempre gozosos”. Eso se corresponde con el “deleite” en el Salmo 1. Presumiblemente, este regocijarse no es principalmente en las circunstancias, sino en Dios y sus promesas, porque las personas alrededor tuyo son indisciplinadas, desalentadas, débiles y antagonistas. Esto haría que una persona ordinaria se enfadase y se volviese hosca y desmotivada. Pero tú tienes las raíces plantadas en otro lugar y estás succionando la savia del gozo de la fuente que no puede agotarse -el río de Dios y su Palabra.
¿Cuál es entonces la clave para este regocijarse, o este deleite? El Versículo 17 dice, “Orad sin cesar”. Y el versículo 18 dice, “dad gracias en todo”. Así que la respuesta parece ser que la oración y la acción de gracias continua es la clave para el regocijarse o el deleitarse en Dios y su Palabra que hace que una persona sea llena de fruto, perdurable y espiritualmente próspera en relación con todo tipo de personas. (Ver en Filipenses 4:3-6 la misma secuencia de pensamiento sobre gente llena de fruto ayudando y que está enraizada en el gozo, que a su vez está enraizado en la oración).
Así que creo que es justo decir que una clave Bíblica para mantenerse en el deleite y el gozo en Dios y su Palabra es la oración. Lo cual lleva a la segunda observación, es decir, como orar.
CÓMO orar por el deleite
El punto aquí es que nuestro orar debe ser “sin cesar”. Si quieres ser lleno de fruto para las personas y no marchitarte bajo las presiones de la gente indisciplinada, desalentada, débil e hiriente, entonces debes, como dice el versículo 16, “estar siempre gozoso” o “deleitarte en la palabra de Dios... día y noche” (Salmo 1:2). Y para hacer eso, como dice el versículo 17, necesitamos orar siempre -sin cesar.
¿Qué quiere decir orar sin cesar?
Creo que quiere decir tres cosas. Primero, quiere decir que hay un espíritu de dependencia que debería impregnar todo lo que hacemos. Este es el mismo espíritu y esencia de la oración. Así, incluso cuando no estamos hablando conscientemente a Dios, hay una profunda y permanente dependencia en Él que está tejida en el corazón de la fe. En ese sentido, “oramos” o tenemos el espíritu de oración de forma continua.
Segundo -y creo que esto es lo que Pablo tenía de forma más inmediata en su mente- orar sin cesar significa orar repetidamente y a menudo. Me baso en la utilización de la palabra “sin cesar” (adialeiptos) en Romanos 1:9 (LBLA); donde Pablo dice, “Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio de su Hijo, me es testigo de cómo sin cesar hago mención de vosotros”. Ahora bien, podemos estar seguros de que Pablo no mencionaba a los Romanos a cada minuto en sus oraciones. Él oraba acerca de muchas otras cosas. Pero él los mencionaba una y otra vez y a menudo. Así “sin cesar” no quiere decir que verbalmente o mentalmente tengamos que estar diciendo oraciones cada minuto del día. Sin embargo, deberíamos orar una y otra vez y con frecuencia. Nuestro estado mental por defecto debería ser: “O Señor...”
Tercero, creo que orar sin cesar quiere decir no abandonar en la oración. No llegar nunca a un punto en tu vida donde dejas de orar del todo. No abandonar al Dios de esperanza y decir, “No sirve de nada orar”. Sigue orando. No ceses.
Así que la clave para deleitarse en la Palabra de Dios es orar continuamente -esto es, apoyarse en Dios todo el tiempo. Nunca dejar de mirarle para pedir ayuda, y venir a Él repetidamente durante el día y a menudo. Hacer del estado mental por defecto un anhelo por Dios.
Creo que sería bueno hacer notar aquí que en la vida real algo de disciplina en forma de tiempos establecidos para la oración ayuda a mantener este tipo de espontaneidad viva. En otras palabras, si quieres tener un caminar vital espontáneo con Dios hora a hora, debes también tener un encuentro disciplinado y regular con Dios. Daniel tenía una notable comunión con Dios cuando estaba críticamente necesitado. Pero veamos de dónde salió. Se pasó decreto de que nadie podía orar excepto al rey, bajo pena de muerte. Pero fijémonos en lo que hace Daniel en Daniel 6:10 (LBLA). “Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como lo solía hacer antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios”. El punto aquí es que Daniel vivía una vida que combinaba la disciplina (tres veces al día) con encuentros espontáneos con Dios. Lo mismo será con nosotros: si tenemos la esperanza de orar sin cesar día y noche - disfrutando de un continuo ir a Dios y de comunión con Él - necesitaremos desarrollar tiempos disciplinados de oración. Nadie mantiene una espontaneidad pura en este mundo caído. (Ver Salmos 119:62; 55:17).
Finalmente, entonces, ¿qué tenemos que orar para tener deleite en Dios y su Palabra que nos mantenga meditando, llenos de fruto, perdurando, y espiritualmente prósperos?
QUÉ tenemos que orar
Los salmistas nos señalan el camino aquí. Ellos se tuvieron que esforzar como tú y como yo con la motivación y con temporadas de deseos débiles. ¿Qué oraban para mantener ardiendo los fuegos del deleite en la Palabra de Dios? Tres ejemplos de la vida de oración de los salmistas:
1. Ellos oraban para pedir la inclinación a meditar sobre la Biblia -por el “querer”. Si te falta deseo, no tengas simplemente una actitud derrotista y digas, “no puedo disfrutarlo porque no tengo el deseo”. Esa es la forma de hablar de los ateos. Dios se dedica a crear lo que no es. Por tanto el salmista ora en el Salmo 119:36 (LBLA), “Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la ganancia deshonesta”. Admitimos a Dios que nuestros corazones se inclinan a la computadora, al periódico o la televisión y le rogamos que nos toque y cambie nuestras inclinaciones de forma que amemos leer y memorizar y meditar sobre los testimonios de Dios.
¡Muy poca gente trata con Dios a este nivel! Somos fatalistas psicológicos. “Simplemente es mi forma de ser”. Los salmistas no eran así, y no deberíamos ser así. Ellos veían sus tercas inclinaciones, y, en lugar de abandonar de forma fatalista, rogaban a Dios que cambiara sus inclinaciones y los hiciese querer meditar sobre la Biblia.
2. En segundo lugar, los salmistas oraban para tener ojos espirituales para ver grandes y maravillosas cosas en la Palabra, de forma que sus deseos y deleites fuesen sustentados por la verdad, por la realidad. Salmo 119:18 (LBLA): “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley”. Si vamos a sentirnos inclinados a la Palabra y a permanecer con ella, a deleitarnos en ella y memorizarla y meditarla, tenemos que ver algo más que hechos desnudos, debemos ver “cosas maravillosas”. Eso no es función solamente de la mente natural. Es una obra del Espíritu el darnos una mente para ver cosas maravillosas por lo que realmente son. El deleite en la lectura y meditación de la Biblia es una obra de Dios en nuestros corazones y mentes. Es por eso que hay que orar continuamente para que se produzca esa obra divina.
3. Finalmente, los salmistas oraban para que el efecto de su inclinación a la Palabra y el ver cosas maravillosas en ella fuese una profunda satisfacción del corazón que los sostuviese a través de las sequías y los convirtiese en llenos de fruto para otros. Salmo 90:14, “Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días”.
Pedimos a Dios que despierte el deleite que el Salmo 1 dice que deberíamos tener. El deleite en Dios es un milagro. Eso es lo que significa ser cristiano, y ser cristiano no es simplemente la elección de creer un hecho. Ser cristiano es creer la verdad de Dios porque hay percepciones espirituales de su belleza y de su gloria. Cuando esa Gloria que satisface el alma comienza a difuminarse, debemos combatir sus mortales efectos de mundanalidad y sumergirnos en la Palabra donde su gloria es revelada, y entonces orar, orar y orar, “Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días”.
Así que puedes ver como la oración y la Palabra están ligadas esta semana. La Palabra es el medio que Dios utiliza para llenar nuestras mentes y corazones con la verdad acerca de sí mismo que nos hace fructíferos y perdurables en la sequía y prósperos en la eternidad. Nadie se convierte en un árbol plantado cerca del agua solamente orando. Es deleitándose en la Palabra de Dios y meditando en ella día y noche.
Pero nadie se siente inclinado a la Palabra, o ve maravillas espirituales en la Palabra, o se satisface con la Palabra, si no ora, ora y ora de la forma en que los salmistas lo hacían. Así que os ruego que oréis sin cesar en este año. Y como ayuda a esa maravillosa espontaneidad del orar día y noche y meditar, estableced tiempos disciplinados de oración y meditación en vuestras vidas. Quizás una, dos, tres o siete veces al día (como el salmista en el Salmo 119:164, “Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas”)