Nuestra esperanza: ¡la gloria de Dios!
Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
Comenzamos esta mañana a tratar de recapitular hasta donde hemos llegado en esta serie de 17 partes sobre la Esperanza Cristiana. Hace once semanas comenzamos preguntando: ¿qué es la esperanza? Y respondimos, a partir de Hebreos 6:11, que no es un deseo del tipo que se hace cruzando los dedos como: ‘Espero que papi regrese a casa esta noche a tiempo para la cena’. En lugar de eso es una ‘plena certeza de fe’. Es la confiada expectativa de cosas buenas que vendrán.
Entonces preguntamos ¿por qué esperanza? ¿Hay algún fundamento o razón para pensar en la esperanza? Y dimos dos respuestas. A partir de 2da a Tesalonicenses 2:16 respondimos con la palabra gracia: “nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia”. Podemos tener esperanzas porque Dios es un Dios de gracia. Y la segunda respuesta viene de Colosenses 1:23, es el evangelio: “sin moveros de la esperanza del evangelio”. Hay esperanza porque la gracia se derrama sobre los impíos y porque tenemos las buenas nuevas de que Cristo murió por los pecadores.
Entonces preguntamos, ¿cómo puede tener alguna vez esperanza un pecador como yo que no ama a Dios ni se siente inclinado a confiar en Cristo? La salvación es prometida a quienes creen. ¿Cómo puedo tener esperanzas si no creo? Y la respuesta la dimos a partir de 1ra de Pedro 1:3, el nuevo nacimiento: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva”. El Espíritu sopla donde quiere y aligera el corazón dando vida espiritual, de manera que nace la fe y la esperanza viva brota a borbotones de la que una vez fue una tierra árida.
Entonces preguntamos, ¿cómo es sostenida la esperanza una vez que es creada? La respuesta de Romanos 15.4 es las promesas de Dios: “todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. Nuestra esperanza es sostenida por lo que Dios ha dicho en su Palabra.
Luego preguntamos, ¿cuál es el contenido de nuestra esperanza? ¿Qué estamos realmente esperando? Se nos han dado tres respuestas hasta ahora, hoy daré la cuarta y el próximo fin de semana, la quinta. Respondimos según Tito 2:13 que nuestra esperanza bienaventurada es “la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús”. Respondimos a partir de Romanos 8:23 que nuestra esperanza es “la redención de nuestro cuerpo”. Y respondimos, según Gálatas 5:5 que nuestra esperanza es la consumación de nuestra justicia.
Vivimos en esperanza, esperamos ver a nuestro Señor cara a cara. Esperamos tener cuerpos íntegros y perfectos que no se enfermarán más. Y esperamos no enfermarnos nunca más. Y esperamos almas íntegras y saludables que no pecarán nunca más.
A lo largo de este camino, hemos tomado tiempo en el Día de las Madres para hablar de santas mujeres que tuvieron esperanza en Dios (según 1ra de Pedro 3:5), en el Domingo de la Educación Cristiana para hablar de educar para tener esperanza (según el Salmo 78:7), y en el Día de los Padres para hablar de padres que dieron esperanza (según Colosenses 3:21).
La suposición detrás de estos mensajes es que la esperanza es una parte esencial de la fe salvadora, y que es el resorte impulsor del gozo, el amor, el coraje y la constancia en la vida cristiana. Mi meta es muy simple, persuadir a los incrédulos y motivar a los creyentes a poner su esperanza en la gracia de Dios y no en sí mismos o nada que este mundo ofrezca.
Esta mañana volveremos nuevamente al contenido de nuestra esperanza, esta vez, a la gloria de Dios. Nuestro texto es Romanos 5.1-2: “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, [o: tengamos] tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios [o más literalmente: nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios].”
Enfoquemos nuestra atención en las últimas palabras del verso 2: “nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. En el tiempo que tenemos me gustaría tratar de desentrañar tres maravillosas verdades en estas palabras.
Primero, la gloria de Dios es grandiosa.
Segundo, la gloria de Dios es una esperanza segura en Jesucristo.
Tercero, la esperanza de la gloria de Dios llena el corazón con gozo y exultación.
La Gloria de Dios Es Grandiosa
Primero--y aquí es donde nos demoraremos más--la gloria de Dios es grandiosa. Este punto surge a partir de dos verdades en el texto: Una es que la fe por sí sola, por no mencionar el tenerla, inunda al creyente con exultación. La otra es que se refiere a la gloria de Dios, ¡y Dios es muy grande!
La pregunta del catecismo para esta semana en la STAR es, “¿Qué es Dios?”. Y la respuesta es: “Dios es un Espíritu, es infinito, eterno, inmutable, en su esencia, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad, y verdad”. En otras palabras, Dios es grandioso. Y por tanto su gloria es grandiosa. Y si no somos inundados en esta mañana con gozo ante la perspectiva de ver y tener parte en esa gloria, entonces necesitamos orar ahora mismo para que Dios abra los ojos de nuestro corazón, despierte nuestro afecto y nos dé la capacidad de deleitarnos en su gloria.
Dios ha sido muy bueno con nosotros en el Nuevo Testamento al darnos diferentes formas de ver la grandeza de su gloria. Mencionaré once de ellas en la esperanza de que alguna o muchas penetren en su corazón y le den un anhelo por la gloria de Dios. No las definiré en primera instancia, sin embargo, permita simplemente que el texto le lleve a la realidad.
1. Dios muestra que su gloria es muy grande al decir que es eterna. Romanos 11:36: “Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén”. La grandeza de la gloria de Dios es vista en el hecho de que nunca terminará. Es grande en durabilidad y permanencia.
2. Dios muestra la grandeza de su gloria al contrastarla con la gloria frágil y temporal del mundo. 1ra de Pedro 1:24: “Toda carne es como la hierba, y toda su gloria como la flor de la hierba. Secase la hierba, caese la flor, mas la palabra del Señor permanece para siempre.”
“Carne” en ese verso se refiere simplemente a todo lo que no es espiritual. Todos los éxitos del hombre natural son como la hierba en toda su gloria –la gloria de la ingeniería, la gloria de la arquitectura, la gloria artística, la gloria eléctrica, la gloria atómica, la gloria computarizada- todas nuestras mayores glorias humanas son como las semillas de la hierba Diente de León comparadas con la gloria permanente de Dios.
C.S. Lewis predicó un gran sermón el 8 de Junio de 1941 llamado “El Peso de Gloria”. Él dijo: “Las naciones, culturas, artes, civilizaciones –todas son mortales, y sus vidas son para nosotros como la vida de un mosquito”. Y si las mayores glorias del mundo son para nosotros como la vida de un mosquito, ¿cuán grande no será el Dios de gloria en quien vivimos, nos movemos y existimos?
3. Dios muestra la grandeza de su gloria al hablar de su potencia y su poder. Colosenses 1.11: “fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria”. Y 2da a los Tesalonicenses 1.9 lo invierte y habla de “la gloria de su poder”. El punto no es muy diferente: la gloria de Dios brilla avanzando en gran poder, y el poder de Dios se muestra a sí mismo con gran gloria.
Si usted quiere concebir la gloria de Dios en sus proporciones adecuadas, haga hincapié en el poder de Dios. Cuán grande es el poder de Dios cuando Isaías 40 dice: “¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, [...] pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza?; y Daniel dice: “El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ‘¿Qué has hecho?’”; y cuando Hebreos 1:3 dice: “sostiene todas las cosas por la palabra de su poder”, Dios es extremadamente poderoso más allá de toda imaginación, y su poder es solo una expresión de su gloria. Por tanto, su gloria es muy grande.
4. El da a conocer la grandeza de su gloria al decirnos que fue por su gloria que hizo los mayores hechos de poder y amor en la historia. Romanos 6:4: “hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”. Jesucristo fue levantado de entre los muertos por la gloria del Padre. Si la resurrección es algo grande, si la esperanza eternal de millones de personas pende de esta gran obra, entonces la gloria del Padre debe ser muy grande. Porque fue la gloria del Padre la que destruyó las ataduras de muerte y trajo la vida e inmortalidad a luz.
5. Dios nos insta a pensar en la grandeza de su gloria al referirse una y otra vez a las riquezas de su gloria. Romanos 9:22-23: “¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria”. Dios compara su gloria a las riquezas y dice que el propósito supremo de toda la historia es que se conozca la grandeza esas riquezas sobre los vasos de misericordia preparados para gloria.
6. Dios enfatiza la grandeza de su gloria al decirnos que el gozo de experimentarle excederá sobremanera los sufrimientos de esta vida, y que no son comparables. Romanos 8:18: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”. No importa cuanto sufra usted en esta vida, el gozo de la gloria de Dios será tan grande que le hará sentir que sus años y décadas de sufrimiento fueron nada.
7. Dios nos lo dice en 2da a los Corintios 4:17 y añade que la gloria que experimentaremos es un “peso de gloria”: “Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación”. Note que la gloria es eterna y pesada, en comparación, la aflicción es momentánea y ligera.
¿Hay alguna carga pesada en su vida? ¿Tiene pesadas preocupaciones que parecen arrastrarle y arrastrarle? El Señor nos enseña que la gloria de Dios será tan pesada que cuando sea puesta en la escala de su vida, disfrutará viendo como todas las cargas de este mundo, subirán como aire en las balanzas.
8. Dios hace que veamos que su gloria es grandiosa al decirnos que el gran castigo en el día del juicio será la exclusión de su gloria. 2da a los Tesalonicenses 1:9 dice que a la venida de Cristo los incrédulos “sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.
Cuando mi madre murió, en 1974 y unos meses después mi padre vendió la casa en que crecí, tuve la oportunidad de ver la casa una última vez. Fue una experiencia profundamente conmovedora, caminar de un cuarto a otro recordándola y sabiendo que nunca volvería nuevamente a mi hogar.
Pero, oh cuánta mayor es la tragedia y la aflicción que tendrá la persona que llegue al fin de sus días y tenga que decir adiós por siempre a la gloria de Dios. El corazón fue hecho para disfrutar la gloria de Dios. Dios es nuestro verdadero hogar. ¡Su gloria es grandiosa! Y sin ella usted siempre estará desconsolado. No viva una vida que termine en la exclusión de la presencia del Señor y de la gloria de su potencia.
9. El Señor nos describe la grandeza de su gloria al mostrarnos que en la era venidera la gloria de Dios reemplazará la luz del sol. Apocalipsis 21:23: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Porque ahora la inmensidad y resplandor del sol son recordatorios y símbolos de la grandeza y resplandor de la gloria de Dios. Pero algún día no necesitaremos ningún símbolo o recordatorio, porque lo real nos absorberá en luz.
10. El Señor magnifica la grandeza de su gloria al revelárnosla en la sorprendente ambientación de la adoración celestial donde es sostenida en la admiración adecuada. Apocalipsis 5:11-14:
“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza. Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los ancianos se postraron y adoraron."
Seguramente el propósito de darnos un vistazo de esta adoración celestial es hacernos sentir la grandeza del Señor y la tremenda dignidad de su gloria.
11. Por último, somos hechos para ver la grandeza de la gloria de Dios, Hebreos 1:3 nos dice que nuestro Señor Jesús “es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza”. La gloria de Dios no es solo algo distante y extraño. ¡Si hemos visto a Jesús, hemos visto al Padre! Sabemos cómo será el carácter moral de esta gloria, será como Jesús –lleno de gracia y verdad.
Así que cuando Pablo dice en Romanos 5:2 que: “nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” quiere decir que conocer y sentir la gloria de Dios es algo excesivamente bueno. Si hay algo maravilloso, si hay algo sorprendente, si hay alguna admiración, o fama, o aplauso, pertenece a la gloria de Dios. Porque cualquier otra gloria es como la hierba comparada a la gloria de Dios.
Este el primer y más importante punto: la gloria de Dios es grandiosa.
La Gloria de Dios Es una Esperanza Segura en Jesucristo
Segundo, la gloria de Dios es una esperanza segura en Jesucristo.
Romanos 5:2 dice: “nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. La gloria de Dios no se ha manifestado completamente todavía, aunque los cielos declaran la gloria de Dios y Jesús mismo es la imagen y el resplandor de esa gloria. Todavía queda tanto por venir que ahora vivimos en esperanza. Esperamos. Esperamos a Cristo, esperamos la salud, esperamos la justicia, y esperamos la gloria de Dios.
Pero hay tres frases en Romanos 5:1-2 que deben darle a los cristianos, una poderosa confianza y completa seguridad de que realmente tendremos parte en esta gloria. No esperamos y nos preguntamos si todo terminará bien. Podemos esperar y saber que la gloria de Dios es nuestra porción eterna.
La primera frase es: JUSTIFICADOS POR LA FE (“habiendo sido justificados por la fe...”). La segunda frase es: PAZ PARA CON DIOS. Y la tercera frase es la GRACIA EN LA CUAL ESTAMOS FIRMES.
Suponga que este texto se cumple en usted, y que va silbando a trabajar mañana porque la esperanza de la gloria de Dios ha surgido en su corazón. Y suponga que alguien dice: “¿Por qué estás tan feliz?” y usted le responde: “Porque sé que tengo parte en la gloria de Dios”, y ellos dicen: “¿Cómo lo sabes?” ¿Qué debiera responder?
Bien, Pablo dice que debiera responder utilizando esas tres frases. Debería decir: “Sé que voy a tener parte en la gloria de Dios porque soy justificado por fe, y porque vivo en paz con Dios, y estoy firme en el centro la gracia de Dios”
Y, si dicen: “¿y cómo llegaste al centro de la gracia de Dios?”. Responderá con el verso 2: “A través de Jesucristo quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gracias a Jesús, Dios me absolvió de la culpa de todos mis pecados y me reconoce como justificado en su presencia. Gracias a Jesús, Dios ahora se ha reconciliado conmigo; ya no somos enemigos, sino amigos. Y gracias a Jesús tengo acceso a esta gracia donde estoy tan seguro como un bebé en los brazos de su madre.”
Y entonces dirá, como le digo a cada uno de ustedes ahora mismo, “¿amigo, no quieres tener parte en la gloria de Dios? Puedes, si le das la espalda al pecado y comienzas a confiar en Cristo. Él justifica. Él da paz con Dios. Él da gracia sobre gracia. Y por tanto nuestra esperanza en la gloria de Dios no está edificada sobre la arena, es tan segura como el carácter de Jesucristo.”
Esos son nuestros dos primeros puntos: 1) la gloria de Dios es grandiosa, y 2) la gloria de Dios una esperanza segura en Jesucristo.
La Esperanza de la Gloria de Dios Llena el Corazón con Gozo y Exultación
Esto nos trae al tercer y último punto –que no es tanto un punto en mi mensaje como una oportunidad para que usted responda. Es simplemente este: la esperanza de la gloria de Dios inunda el corazón con gozo y exultación. “Nos regocijamos, nos exultamos en la esperanza de la gloria de Dios.”
La razón por la que podemos regocijarnos siempre en Dios no es que la vida cristiana sea fácil. No. La razón es que la gloria de Dios es grandiosa más allá de cualquier imaginación; y en Jesucristo es segura como la roca.
Y por tanto REGOCÍJENSE...
¡Regocíjense en la gloriosa esperanza!
Nuestro Señor el juez vendrá
Y levantará a sus siervos
A su morada celestial
¡Eleven sus corazones, levanten sus voces!
¡Regocíjense, digo, regocíjense!