Ni en este monte ni en aquel, sino en espíritu y en verdad
Él le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: “No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. La mujer le dijo: Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Cristo? Y salieron de la ciudad e iban a Él.
Hoy nos enfocaremos en Juan 4:20-26. ¡Y cuánta grandeza de Dios hay en este texto! Hemos visto, en los versículos 1-15, que Jesús es el agua viva que ofrece a la mujer samaritana en el pozo, y que ella todavía no la entiende. La vez anterior (versículos 16-19), vimos que Jesús es un profeta que taladra quirúrgicamente en nuestras almas revelándonos lo más profundo de nuestro ser, y que nos busca de todas las formas posibles. "Cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido"
Ahora veremos a Jesús como al Salvador que descubre los misterios de la verdadera adoración, y quien es también conocido como el Mesías judío (v. 26). Y mucho más.
La Adoración No Está Limitada a un Lugar
Primeramente, enfóquese conmigo en los versículos 20-22. Para escaparse de este examen profético de su corazón, la mujer samaritana lleva a Jesús hacia una discusión acerca de la adoración. Pero aun así, quiere que la conversación permanezca sobre los asuntos externos, superficiales de la adoración, no en la esencia de la adoración. Ella quiere hablar acerca del "donde." Versículo 20: "Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar."
Jesús está dispuesto a ir con ella hacia este tópico, pero no está dispuesto que ella limite el asunto a un debate sobre lugares. La presionará para que llegue al meollo del asunto. Versículo 21: "Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.”
Montañas Irrelevantes para la Adoración
Jesús comienza con una negación. Una negativa. ¿Te preguntas dónde? ¿Estás preocupada por el lugar? Señora, se acerca el día (más pronto de lo que usted se imagina), cuando estas dos montañas serán irrelevantes para la verdadera adoración. Es sorprendente que un judío diga esas palabras. Se acerca el día, dice, cuando Jerusalén, la ciudad santa, la ciudad de David, el lugar con el templo de Dios, no será el centro de la verdadera adoración.
Esta no es la respuesta que ella esperaba. Esperaba un buen argumento que explicara por qué los judíos defendían a Jerusalén como el punto central de adoración, y los samaritanos defendían el monte Gezirim. Pero Jesús rechaza todo el argumento. Al contrario, dice que estamos a punto de ver algo nuevo: "La hora viene cuando ni en esta montaña, ni en Jerusalén, adorarán al Padre".
¿Por qué Mencionar la Adoración al Padre?
En lugar de dónde adoramos, Jesús se enfoca en a quién adoramos y cómo le adoramos. Vea la referencia al "Padre" al final del versículo 21: "la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” Ella no había dicho eso. Él lo dijo. ¿Por qué? ¿Por qué no decir: "Dios," o el "Señor," o alguna otra designación? ¿Por qué el "al Padre"?, ustedes no van a adorar "al Padre" en alguna de esas montañas.
1) Dios es "el Padre" de los Samaritanos
Tres razones. Primero, Él la usa para conectar a la samaritana con la referencia que hizo a los padres de los samaritanos y para llamar su atención al único Padre que es importante. Ella dijo, en el versículo 20: "Nuestros padres adoraron en este monte.” Y ya había preguntado en el versículo12: "¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob?" (Juan 4:12). Así que está muy enfocada en lo externo y en la tradición. Los padres parecen muy prominentes en su mente.
Jesús cambia el enfoque. No dice: Bien, los verdaderos padres judíos adoraron en Jerusalén. Dice, hay un Padre que debiera importarle, es decir: "el Padre," el Padre que busca ser adorado, pero no en un lugar específico.
2) Dios es "el Padre" de los Hijos Que le Reciben
Segundo, al decir que el que debe ser adorado es "el Padre," enfatiza el hecho de que Dios tiene hijos. No existe un padre sin hijos. Concebir hijos es lo que nos hace padres. Así que cuando Jesús dice que "el Padre" es quien debe ser adorado, da lugar a una interrogante acerca de quiénes son sus hijos.
La respuesta ya fue dada en Juan 1:12: "Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” Los que reciben a Jesús son los hijos de Dios. Dios es un Padre para los que han nacido de nuevo y creen en Jesús. Así que Jesús está mostrándole la verdad de que cuando se habla de adoración, el problema no es el lugar, sino si Dios es nuestro Padre, es decir, si hemos nacido de nuevo y creemos en su Hijo.
3) Dios es "el Padre" del Hijo, Jesucristo
Y así llegamos a la tercera razón por la cual creemos que Él se refirió a Dios como "el Padre", al final del versículo 21. Viene a la mente, al menos a la nuestra, que "el Padre" tiene un único Hijo, quien es "el Hijo." Los dos términos son utilizados tan a menudo que es difícil no escucharlos aquí.
- "El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano" (Juan 3:35).
- "Todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera" (Juan 5:19).
- "Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo" (Juan 5:22).
- "El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió" (Juan 5:23).
- "Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo" (Juan 5:26).
- "El Padre sea glorificado en el Hijo" (Juan 14:13).
El único que debe ser adorado es "el Padre." Esta mujer está lidiando con "el Hijo." Y nosotros vamos a ver que su presencia es mucho más importante en la adoración, que la montaña donde estemos, o la ciudad donde estemos.
No Dónde, sino Quién
Recuerde que ya Él había dicho en Juan 2:19: "Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” En otras palabras, ya había dicho que Él mismo era el nuevo templo, el nuevo lugar de encuentro con Dios. El templo iba a dejar de ser el punto central de adoración. ¿Y cuál sería este lugar? ¿Una nueva montaña? ¿Una nueva ciudad? ¿Un nuevo edificio? No. Una nueva persona. El Hijo.
Esto es lo que está implicando al decir: "No es en esta montaña, señora, ni en Jerusalén." Lo que importa no es dónde, sino a quién. El Padre y el Hijo. El Agua Viva, el Profeta, el Salvador, el Mesías.
"Vosotros Adoráis Lo Que No Conocéis"
Entonces el versículo 22 viene expresando la misma idea, pero de otra forma. "Vosotros [samaritanos] adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.” Es desafiante y doloroso: el problema con ustedes, samaritanos, no es que adoren en la montaña incorrecta, sino que no conocen a quién adoran.
¿Por qué no? "Porque," dice (v. 22b), "la salvación viene de los judíos" ¿Qué significa? ¿Significa que todos los judíos sabían a quien adoraban? No. Escuche lo que Jesús dice a los fariseos en Juan 8:19 (los judíos más conscientes): "No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.” Ellos ni siquiera conocen a Dios. Son idénticos a los samaritanos. "vosotros adoráis lo que no conocéis"
Toda esa adoración, dice Jesús, es vana, vacía (Mateo 15:9). No es verdadera adoración (Juan 4:23).
"Nosotros Adoramos Lo Que Conocemos"
Entonces, qué quiere decir Jesús en el versículo 22b: "nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos." Quiere decir que los judíos enseñan que un Salvador viene al mundo. Viene como el Hijo de David, el Mesías, el Siervo del Señor. Y como habrá un Salvador, son posibles el verdadero conocimiento y la verdadera adoración de Dios. La última cláusula en toda esta historia (que viene desde el versículo 1 hasta el 42) es el anuncio de los samaritanos en el pueblo de Sicar: "sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo" (versículo 42).
Cuando Jesús dice (versículo 22b): "la salvación viene de los judíos", y que por esa razón "nosotros adoramos lo que conocemos", quiere decir que viene un Salvador al mundo, quien hará posible que los pecadores (como las personas que se han casado cinco veces y viven con sus novios) conozcan a Dios, le llamen Padre, y le adoren en verdad.
Ustedes no conocen a quien adoran porque no están dependiendo del Salvador, la salvación que está llegando al mundo. El Salvador es el Mesías judío. Ustedes, los samaritanos, no lo creen así. Y por tanto, la adoración que ofrecen no es verdadera.
No Hay una Religión Verdadera Sin Jesús
Es muy importante que veamos las implicaciones que tiene este evento para nuestra situación actual, con relación al Islam, al hinduismo, al budismo, al judaísmo, y a cualquier otra religión que no acepte a Jesús como al Salvador divino del mundo, quien vino para morir por los pecadores y resucitar y volverse el mediador entre Dios y los hombres. Es importante porque de ello depende la supremacía gloriosa, única, de Jesús sobre todas las religiones. Y porque muchos cristianos están abandonando la verdad de que conocer, honrar, amar y creer en Jesucristo es necesario para la salvación.
No Hay una Adoración Verdadera Sin Jesús
Por el contrario, el énfasis de Jesús aquí, y en el resto de este evangelio, es que no hay una verdadera adoración sin recibir al Salvador que viene de los judíos. Jesús no sólo dijo en Juan 8:19: "Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre," sino que también dijo en Juan 5:23: "El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” Y en Juan 5:42-43 les había dicho: "pero os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís."
En otras palabras, el que no sabe quién soy yo realmente, y me honra por quien realmente soy, y me ama por quien realmente soy, no conoce u honra el amor de Dios. Y por tanto, cualquier cosa que haga en su montaña o en su templo, basílica , mezquita o sinagoga, no adora a Dios.
Usted no Puede Adorar a Quien Rechaza
Ese es el mensaje fundamental de Lucas 10:16: "el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió.” No tiene sentido decir que ellos adoran cuando rechazan. Y Mateo 10:40: "el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” No tiene sentido decir que ellos adoran a quien no reciben. Y Juan 5:46, que es especialmente importante para el pueblo samaritano y judío: "Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.” En otras palabras, si rehúsan pertenecerme, entonces, realmente no creen en Moisés, y la adoración que hacen en respuesta a Moisés, no es verdadera.
En un mundo contraído, pluralístico, multicultural, relativista, como el nuestro, esto será cada vez más difícil de creer en los años venideros. Mientras más personas usted conozca personalmente, quienes sean muy religiosas, pero no acepten a Jesús como Señor y Salvador, más difícil le será creer que la adoración que hacen no es verdadera adoración. Pero si cede la valentía en nuestra fe, olvidaremos al Jesús del Nuevo Testamento y nos uniremos al mundo que produce su propio Jesús.
La Hora Ha Llegado
Entonces, en el versículo 23, Jesús muestra con claridad que la hora ha venido, la hora en que la adoración cambia desde el templo en Jerusalén, hacia Jesús mismo. Versículo 23: "Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren".
Sólo unos últimos comentarios a modo de conclusión para mostrar cómo encajan todas estas ideas. La hora es ahora, aquí, porque el Salvador está aquí. El Hijo está aquí. Jesús es la forma en que el Padre busca adoradores. Por eso es que vino al mundo. No para condenarlo, sino para salvarlo. Jesús es Dios buscando la adoración de Dios. (En este punto se necesita otro sermón, para mostrar que nuestra salvación y adoración a Dios son una).
La Verdadera Adoración Requiere el Nuevo Nacimiento
Cuando el Evangelio dice que esta verdadera adoración ocurre en espíritu y en verdad, implica, al menos, que debemos nacer de nuevo en el Espíritu, para adorar a Dios, y que debemos venir a Él mediante la verdad, es decir, mediante Jesús, quien dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6).
Recuerden, Jesús dijo a Nicodemo en Juan 3:6: "Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es." Adorar a Dios en espíritu significa haber nacido del Espíritu, y por tanto, ser un espíritu viviente. Antes del nuevo nacimiento, sólo vamos a la iglesia, o vamos a la sinagoga, a la mezquita o al templo en un acto de la carne. Sea que nos llamemos cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, o budistas, no tenemos un espíritu vivo. Estamos muertos y no conocemos a Dios. "Lo que es nacido de la carne, carne es.”
Pero cuando, mediante la fe en Jesús, el Espíritu Santo nos da vida espiritual, nacemos de nuevo. Tenemos un espíritu vivo. Podemos adorar en espíritu; nuestros espíritus están vivos y tenemos al Espíritu de Dios dentro. Y ahora podemos ver y aceptar la verdad- al Jesús, Jesucristo. Ahora adoramos al Padre en espíritu (en nuestro espíritu vivificado por el Espíritu), y en verdad (la suprema verdad de Dios: Jesucristo es la suma de toda verdad).
Agua Viva, Profeta, Salvador, y Mesías
Ahora, la mujer se acerca al abismo de este misterio y dice en el versículo 25: "Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo." Y Jesús le dice en el versículo 26: "Yo soy, el que habla contigo."
Y Él se lo dice a usted, tan real como si estuviera parado aquí, en la carne: "Yo soy el agua viva que fuiste destinado a beber. Yo soy el profeta que conoce todo acerca de ti, y aun te quiere. Soy el Salvador que ha venido al mundo y murió por los pecadores para hacer que sea posible la verdadera adoración. Tú preguntas acerca del Mesías venidero, Yo Soy, el que habla contigo. Confía en mí."