Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado
Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro. 4 Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley. 5 Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los pecados, y en El no hay pecado. 6 Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido. 7 Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como El es justo. 8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. 9 Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.
El tema que abordaremos hoy es: ¿cómo las personas que han experimentado el milagro del nuevo nacimiento, lidian con su propia pecaminosidad a medida que tratan de vivir en la total certeza de su salvación? Es decir, ¿cómo lidiamos con el conflicto entre la realidad del nuevo nacimiento, por una parte, y nuestro pecado continuo, por otra parte? ¿Cómo equilibramos el peligro de perder la certeza de la salvación y el peligro de presumir haber nacido de nuevo cuando no sea cierto? ¿Cómo podemos disfrutar la certeza de haber nacido de nuevo, y a la vez, no tomar a la ligera la pecaminosidad de nuestras vidas que está en conflicto con nuestro nuevo nacimiento?
La primera carta de Juan, más que ningún otro libro de la Biblia, parece ser diseñada para ayudarnos en esta batalla diaria y práctica. Considere 1ra de Juan 5:13: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”. Este libro es escrito, dice, para ayudar a que los creyentes tengan la certeza total de que han nacido de nuevo –es decir, que tienen una nueva vida espiritual en ellos que nunca morirá. Juan quiere que nosotros, Dios quiere que nosotros, experimentemos algo en esta carta que nos dé la profunda seguridad de que hemos pasado de muerte a vida.
Primera de Juan 3:14 dice: “sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos”. Jesús dijo en Juan 5:24: “En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida”. Así que Juan y Jesús desean que los creyentes sepamos que ya pasó la condenación, y que ya pasó la muerte, porque nuestro juicio ocurrió cuando Jesús fue juzgado en nuestro lugar, y nuestra muerte ocurrió cuando Jesús murió en nuestro lugar. Y por tanto, la nueva vida está en nosotros y esta vida no puede perecer y no puede ser quitada, es eterna. Esta es la certeza que Jesús y Juan quieren para nosotros. “Estas cosas os he escrito a vosotros […], para que sepáis que tenéis vida eterna” (1ra de Juan 5:13).
La Necedad de los Falsos Predicadores
Pero algo está ocurriendo en las iglesias a las que Juan escribe, él está profundamente preocupado. Lo que ocurre amenaza con destruir esta certeza. Hay falsos maestros quienes hacen declaraciones que pueden dar la impresión de ser buenas nuevas y que fortalecen la certeza de salvación, pero tendrán el efecto opuesto. Al lidiar con estos falsos maestros, Juan nos muestra cómo lidiar con nuestro propio pecado en relación con nuestra pelea por la certeza de salvación ¿Qué dicen estos falsos maestros?
Primero, decían que el Hijo de Dios pre-existente, Jesucristo, no había venido en carne. No creían en la total unión del Hijo de Dios pre-existente con una naturaleza humana carnal como la nuestra. Esto es lo que Juan dice acerca de ellos en 1ra de Juan 4:1-3: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. 2 En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo
Separando a Cristo de la Carne
Hay mucho de lo que pudiéramos hablar acerca de esta temprana herejía, pero solo quiero enfocarme en un aspecto. Estos falsos maestros separaban a Cristo de la carne. Véalo en el versículo 2: “todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”. A ellos no les gustaba la idea del Cristo pre-existente unido a la carne humana.
Ahora, ¿por qué es tan importante aquel conflicto para nuestro tema de hoy? Esta perspectiva, en la forma en que estos falsos maestros veían la vida cristiana de la persona de Cristo separada del cuerpo físico, de la carne, tenía, obviamente, un efecto práctico, moral. De la misma forma en que ellos separaban la persona de Cristo de la vida física ordinaria, separaban la vida cristiana de la vida física ordinaria.
Separando a los cristianos de la carne
Uno de los lugares donde más claramente se ve esta enseñanza es nuestro texto de hoy: 1ra de Juan 3:7. Juan dice “Hijos míos, que nadie os engañe [de modo que él está pensando en los falsos maestros]; el que practica la justicia es justo, así como El es justo” ¿Qué está diciendo? Juan dice que debemos cuidarnos de los falsos maestros porque ellos enseñan que podemos ser justos sin practicar la justicia: “que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo”.
En otras palabras, Juan no solo se opone al punto de vista acerca de Cristo donde separan su persona de su vida ordinaria corporal en que obraba, también se opone a su perspectiva de la vida cristiana donde separan nuestra persona de nuestra vida ordinaria corporal donde obramos: «En realidad la carne no era importante para Jesús; lo que importaba era la forma en que, de un modo espiritual, él era el Cristo y no había una unión real entre el Cristo pre-existente y el hombre Jesús. Y en realidad, a nuestra carne tampoco le importa; pero de alguna forma, en un modo espiritual, somos nacidos de nuevo, pero no hay una unión real entre esa nueva creación y nuestra vida física que obra justicia o pecado». Esta enseñanza les llevó directamente al error que Juan señala en 1ra de Juan 3:7, donde podemos ser justos de alguna manera espiritual, sin obrar justicia en nuestra vida física ordinaria.
Ahora, Juan tiene tres respuestas a esta falsa enseñanza.
La Encarnación de Cristo Permanece para Siempre
Primero, él insiste en que la carne de Jesús y la persona del Cristo pre-existente, son inseparables. 1ra de Juan 4:2: “En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”. Fíjese que no dice «vino en carne», como si esa unión con la carne y los huesos hubiera ocurrido durante un tiempo y después se hubiera detenido. Él dijo: “ha venido en carne”.
Esta encarnación permanece para siempre. La segunda persona de la Trinidad estará unida para siempre con la naturaleza humana. Siempre podremos conocerle como Jesús, uno como nosotros, e infinitamente superior a nosotros –el primogénito entre muchos hermanos (Romanos 8:29). Dios no desechó, ni desecha, su creación física. Él ha venido en la carne. Y el Hijo de Dios permanece en la carne para siempre. Así que la primera respuesta de Juan a estas falsas enseñanzas es para enderezar la perspectiva que tienen de Cristo. Su existencia física no es un espejismo. No es secundaria. No es insignificante. Jesús tiene las marcas de un cuerpo que le identificarán para siempre.
Las Acciones Cristianas Confirman Nuestra Naturaleza
La segunda respuesta de Juan a las falsas enseñanzas niega enfáticamente las afirmaciones donde una naturaleza espiritual puede ser separada de una acción espiritual. Juan, de hecho, insiste en que la naturaleza espiritual debe ser validada por las acciones físicas, o de otra forma la naturaleza espiritual es simplemente irreal. Es lo que vemos en 1ra de Juan 3:7: “Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como El es justo”. Los engañadores estaban diciendo: «ustedes pueden ser justos sin practicar la justicia». Juan dice: «Solo son justos los que practican la justicia, la acción confirma la naturaleza espiritual».
Es lo que Juan dice una y otra vez en esta carta. Por ejemplo, en 1ra de Juan 2:29, dice: “Como ustedes saben, Jesucristo hace todo lo que le agrada a Dios. Por eso también deben saber que todo el que hace lo que a Dios le agrada, es hijo de Dios”. En otras palabras, las acciones de justicia son la evidencia y confirmación de haber nacido de nuevo.
La Evidencia del Nuevo Nacimiento: No Practicar Pecado
O considere 1ra de Juan 3:9: “Ningún hijo de Dios sigue pecando, porque los hijos de Dios viven como Dios vive. Así que no puede seguir pecando, porque es un hijo de Dios”. La práctica del pecado es la evidencia y confirmación de que no se ha nacido de Dios. Hacer confirma el ser. La confirmación y evidencia de haber nacido de nuevo es no practicar pecado.
Y Juan dice que el nuevo nacimiento, inevitablemente, cambia la vida de pecado, porque cuando hemos nacido de nuevo “la simiente de Dios” habita en nosotros y no podemos seguir pecando. Así es de real la relación entre el nuevo nacimiento y la vida física diaria. La simiente puede ser el Espíritu de Dios, o la Palabra de Dios, o la naturaleza de Dios; o las tres. Cualquiera que sea específicamente, Dios mismo está obrando en el nuevo nacimiento tan poderosamente que no podemos continuar pecando. La simiente de Dios no puede estar en paz con un patrón de conducta pecaminoso.
Estos falsos maestros, quienes pensaban que podían separar quienes eran espiritualmente de quienes eran físicamente, no comprendían ni la encarnación ni la regeneración. En la encarnación, el Cristo pre-existente es realmente unido a un cuerpo físico. Y en la regeneración, la nueva creación en Cristo, tiene efectos reales inevitables en nuestra vida física de obediencia.
Rechazando Cualquier Noción de la Ausencia de Pecado en los que han Nacido de Nuevo
La tercera respuesta de Juan a las falsas enseñanzas rechaza cualquier noción de la ausencia de pecado en los que han nacido de nuevo. Evidentemente, esta falsa enseñanza funcionaba separando el concepto de ser justos del concepto de hacer justicia (3:7), a partir de este postulado podían decir «Bien, aun si el cuerpo de ustedes hace algunas cosas que son pecaminosas, en realidad no fueron ustedes. La verdadera identidad que ustedes tienen está en la identidad que ha nacido de nuevo; y esa verdadera identidad es tan superior a la vida física que tienen, que nunca es contaminada por el pecado».
Así que esta separación que los falsos maestros han hecho entre quiénes somos y lo que hacemos les ha llevado a decir, obviamente, que los cristianos, realmente, nunca pecan ¿Cómo podrían? Son nacidos de Dios. Son nuevas criaturas. Tienen en ellos la simiente de Dios. Así que Juan tres veces levanta sus armas contra este error. Es importante que usted vea sus tres respuestas:
1) No Hay Cristianos Sin Pecado
1ra de Juan 1:8: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros” ¡En nosotros! En nosotros, los cristianos nacidos de nuevo. En otras palabras, no permitan que el engaño de estos falsos maestros obre de esta manera en la percepción que tienen ustedes de sí mismos. No hay cristianos sin pecado.
2) Los Que Han Nacido de Nuevo Tienen un Abogado
1ra de Juan 2:1: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. En otras palabras, Juan no asume que si usted peca, no ha nacido de nuevo. Asume que si usted peca, tiene un Abogado: Jesucristo. Y solo los que han nacido de nuevo tienen este Abogado.
3) Hay Pecado que no Lleva a Muerte
1ra de Juan 5:16-17: “Si alguno ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él Dios dará vida a los que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; yo no digo que deba pedir por ése. 17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no lleva a la muerte”.
Fíjese en esa última cláusula: “hay pecado que no lleva a la muerte”. Es por esta razón que usted ve a su hermano cometiendo pecado. Él es su hermano, ha nacido de nuevo, pero está pecando ¿Cómo es posible? Porque hay pecado que no lleva a muerte. No creo que Juan esté pensando en tipos de pecados específicos, sino en grados de profundidad de esos pecados y de persistencia habitual. Hay un momento en que el pecado puede ir más allá de la línea de no retorno y será como Esaú quien buscó arrepentimiento y no lo encontró (Hebreos 12:16-17).
¿Cómo Enfrentan su Pecado los que Han Nacido de Nuevo?
Ahora llegamos a la pregunta que formulamos al comienzo: ¿Cómo enfrentan su propia naturaleza pecaminosa aquellos que han experimentado el milagro del nuevo nacimiento, a medida que tratan de tener la certeza total de su salvación? Mi respuesta es: Usted enfrenta su pecado utilizando las enseñanzas de Juan. Juan advierte contra la hipocresía (reclamar haber nacido de nuevo cuando nuestras vidas dicen lo contrario), y Juan se goza con el Abogado que tenemos y la propiciación de Cristo por los pecadores.
La pregunta es: ¿cómo utilizamos estas verdades? ¿Cómo utilizamos la advertencia de que podemos engañarnos a nosotros mismos? ¿Cómo utilizamos la promesa: “si alguno peca, Abogado tenemos”? La evidencia de nuestro nuevo nacimiento depende de cómo funcionen estas dos verdades en nuestras vidas.
Así es como funcionan, si hemos nacido de nuevo:
1) Escapando de la Presunción, Yendo hacia el Abogado
Si usted se desliza hacia una forma de pensar frívola, descuidada, presuntuosa acerca de su propia pecaminosidad. Comienza a esquivar el tema de la santidad o a ser indiferente a si es santo o mundano. Deja de vigilar sus malas actitudes y comportamientos, y comienza a acomodarse a patrones de conducta pecaminosos.
Cuando la persona que ha nacido de nuevo experimenta este desliz, la verdad de 1ra de Juan 3:9 (“Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”), tiene el efecto, por el Espíritu Santo, de mostrarle el peligro de su condición de modo que esta persona va hacia su Abogado y Propiciación en busca de misericordia y perdón y justicia. Él confiesa su pecado y es limpiado (1:9), y su amor por Cristo es renovado y se restaura la dulzura de esta relación y el odio por el pecado, y el gozo del Señor se vuelve su fuerza.
2) Escapando de la Desesperación, Yendo al Abogado
Si usted se está hundiendo en el temor y el desánimo, y aún desespera de su justicia, y su amor por las personas, si su lucha contra el pecado no es lo suficientemente buena, si su consciencia le condena, y sus propias obras le parecen tan imperfectas que nunca podrán demostrar que usted ha nacido de nuevo.
Cuando la persona que ha nacido de nuevo experimenta esta situación, la verdad de 1ra de Juan 2:1 tiene el efecto, por el Espíritu, de rescatarle de la desesperación: “Hijitos míos [Juan quiere ser cariñoso con sus consciencias], os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
La advertencia de Juan contra la hipocresía nos llama a retirarnos del precipicio de la presunción. La promesa de Juan de un Abogado nos llama a retirarnos del precipicio del desespero.
El Poder Redentor de la Palabra de Dios
El nuevo nacimiento nos capacita para escuchar las Escrituras y utilizarlas útilmente, con fines redentores. El nuevo nacimiento no utiliza la promesa “abogado tenemos”, para justificar una actitud de indiferencia arrogante hacia el pecado.
El nuevo nacimiento no utiliza la advertencia “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado” para arrojar gasolina en los fuegos de la desesperación. El nuevo nacimiento tiene un discernimiento espiritual que percibe cómo utilizar la enseñanza de Juan: el nuevo nacimiento es castigado y moderado por las advertencias, y el nuevo nacimiento es estimulado y capacitado por la promesa de un Abogado y una Propiciación.
Quiera el Señor confirmar el nuevo nacimiento en todos ustedes por medio de estas dos respuestas a la Palabra de Dios. Quiera el Señor permitirles aceptar tanto la advertencia como el consuelo, y darles el uso espiritual apropiado para preservar toda la certeza de su salvación.