Ninguna condenación en Cristo, un cuerpo en Cristo
Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría. El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno. sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.
Hoy saltamos desde Romanos 8:1 hasta Romanos 12:5 porque quiero hacer un llamado importante para que se involucren de todo corazón, con convicción bíblica, sustentados en Cristo y exaltando a Cristo en este año en Bethlehem en los grupos pequeños. No es un gran salto. El vínculo entre los dos textos (8:1 y 12:5) es la pequeña y abarcadora frase "en Cristo". Romanos 8:1 dice: "Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús". Romanos 12:5 dice: " así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros".
Miembros del Todo Orgánico y Miembros Unos de Otros
Esto significa que la iglesia es como un cuerpo humano con brazos y piernas y manos y pies y ojos y oídos y lengua, y nariz, y cuello. "Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo". La iglesia tiene una unidad en la diversidad, de la misma forma en que el cuerpo es uno con diversos miembros y órganos. "Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo".
Pero Pablo va más allá en lo que dice acerca de la iglesia como un cuerpo. La idea no es solo enfatizar la unidad en la diversidad, sino enfatizar también una profunda interconectividad. Dice: "Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros" ¿Qué significa "individualmente miembros los unos de los otros"?
Significa que nuestra unidad es más profunda que una simple pertenencia a un mismo cuerpo. Nos pertenecemos unos a otros. La unidad de la iglesia es más profunda que ser solamente partes del todo orgánico. Es ser parte unos de otros. "Individualmente miembros los unos de los otros" Pero, ¿qué significa? Significa que mi hombro derecho y mi brazo derecho no son solo partes del mismo cuerpo.
Significa que la relación orgánica en un cuerpo involucra una unidad más profunda que Pablo describe como el hombro que es miembro de la mano, y la mano que es miembro del hombro.
Usted puede ver la importancia de este concepto si solo se imagina qué sucedería si yo recibiera un disparo en el hombro izquierdo. Mi mano derecha instintiva e inmediatamente cubriría mi hombro izquierdo, casi tan inmediatamente como si mi mano sintiera el dolor por sí misma. Los miembros de mi cuerpo son miembros unos de otros porque son parte del dolor y del deleite de los otros. Si golpeara con toda mi fuerza la mesita del café con mi dedo meñique en la oscuridad mientras trato de cerrar la ventana por la lluvia, mis manos, mis pies, y oídos, todos se unirían en la reacción. Si mis ojos ven una pelota viniendo a noventa millas por hora hacia mi cabeza, los músculos de mi espalda y estómago reaccionarían acuclillándome.
Y ninguna de estas reacciones es el resultado de una larga cadena de argumentos o razones por las que sería bueno ayudar. Son inmediatas. Se siente el dolor, o el peligro, o el placer que otras partes sienten, y la reacción de las demás partes del cuerpo es como si les ocurriera a ellas mismas.
Así que el versículo 5 enseña estas dos verdades: 1) "nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo"; y 2) Somos, por tanto: "individualmente miembros los unos de los otros". Somos un organismo unificado. Y nos pertenecemos unos a otros. Somos parte del todo orgánico, y somos parte unos de otros.
Cada Miembro Tiene Dones de Gracia para el Cuerpo de Cristo
Entonces, en el versículo 6, Pablo nos dice cómo debe funcionar esta profunda interconectividad. Dice: "Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada".En otras palabras, los beneficios que fluyen de un miembro a otro, fluyen en la forma de dones únicos que cada miembro tiene. Los dones de cada miembro determinan en gran medida la forma en que otro miembro ministra gracia a los demás. Mi mano sirve a mi hombro herido de un modo diferente al que mi pie serviría a mi hombro, o al que mis ojos servirían a mi hombro. La mano tiene dones diferentes a los que tienen los pies y los ojos.
Pablo enumera siete tipos de dones en los versículos 6-8: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dadivosidad, liderazgo, misericordia. Lo sorprendente en esta lista es que al menos cuatro de estos dones son virtudes que todos los cristianos debiéramos tener, y digo debiéramos tener, para ser cristianos obedientes.
- "Servicio", porque Pablo llama a todos los cristianos: "servíos por amor los unos a los otros"(Gálatas 5:13).
- "Exhortación", porque hebreos 3:13 ordena a todos los cristianos: "exhortaos los unos a los otros cada día”.
- "Dadivosidad", porque Pablo llama a todos los cristianos a " fin de que tenga qué compartir (la misma palabra en griego) con el que tiene necesidad" (Efesios 4:28).
- "Misericordia", porque Jesús dice a todos los cristianos: "Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso" (Lucas 6:36).
¿Qué aprendemos de esta coincidencia? Aprendemos que los dones no son categorías organizadas distintivamente en unos y otros miembros, ni son poseídos totalmente por una persona, o están ausentes totalmente en otra. Al contrario, los dones son medidas variables de la gracia que Dios ha obrado en diferentes proporciones en diferentes vidas. Usted lo puede ver en la palabra clave "gracia", en el versículo 6: "Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada”. Los dones (charismata) son modos de bendecir a otros con la gracia (charis) que Dios nos ha dado.
Dios pudiera dotarle, por gracia, con una disposición inusualmente tierna del corazón para mostrar misericordia. O, pudiera dotarle, por gracia, con un deleite inusual en la generosidad dadivosa. O, pudiera dotarle, por gracia, con una inclinación poderosa o valiente, hacia la exhortación. O pudiera dotarle, por gracia, con un corazón extraordinario para el servicio que ve las necesidades y va hacia ellas como otros van hacia la comida cuando tienen hambre.
El punto es que estas son formas, o caminos, o canales mediante los cuales los miembros individuales se bendicen unos a otros. La gracia de Dios desciende (verticalmente, virtualmente) desde Dios, y nosotros la refractamos mediante nuestros dones (horizontalmente) y la extendemos a otros, no en siete caminos sino en cientos de caminos. Dios tiene, pudiera decirse, al menos 256 colores de gracia y los mezcla en infinitas combinaciones variadas de utilidad y bendición en la iglesia.
Esta Es una Teoría Irrealizable sin los Grupos Pequeños
Una de las convicciones que tenemos aquí en Bethlehem es que esto es una teoría irrealizable si los miembros en la iglesia no tienen una red de relaciones interpersonales profundas, regularmente alimentadas. Esa es una de las razones por la que creemos tan profundamente en los grupos pequeños. Una vez que una iglesia tiene más de 30 o 40 personas, el ministerio interpersonal cae dramáticamente si no hay un esfuerzo para llevar a las personas hacia los grupos pequeños donde Romanos 12:5-8 se puede volver una realidad relacional regular, personal.
En un minuto volveré a este tema. Pero permítanme mostrarles primeramente por qué dije que el salto desde Romanos 8:1 hacia Romanos 12:5 no es un salto largo. Quiero edificar el ministerio a los grupos pequeños en Bethlehem sobre la roca sólida de la verdad que hemos visto en los últimos tres años en Romanos 1-7.
Tres Grandes Realidades Porque Estamos "En Cristo"
Hay tres grandes realidades que aparecen cuando las personas confían en Cristo como su Salvador, y Rey, y Tesoro, y son por tanto, unidas el Cristo resucitado. Las tres grandes realidades surgen de nuestra existencia "en Cristo" por la fe. Y cada una edifica a la otra.
1. Justificación Porque Estamos en Cristo
Primero, "en Cristo" no hay condenación. Romanos 8:1: "Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús". Otra manera de decirlo es que estamos "justificados", es decir, declarados justos y correctos delante de Dios a causa de la justicia de Cristo imputada a nosotros en él. "[Dios] Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El" (2da a los Corintios 5:21). Así que nuestra justicia imputada es la primera realidad que surge "en Cristo". Y este es el fundamento de todo lo que sigue en la vida cristiana, y es distintivo de todo lo que sigue después.
2. Santificación Porque Estamos en Cristo
Segundo, "en Cristo" recibimos poder para llevar fruto para Dios y servir a otros con la ayuda del Espíritu Santo. En otras palabras, no solo la justificación es una realidad porque estamos "en Cristo", también la santificación. Romanos 7:4: "también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios". Cuando somos unidos a Cristo, su justicia nos es imputada, y entonces su poder nos es impartido para enfrentar el pecado. Esto es a lo que probablemente se refiere Romanos 8:2 cuando dice: "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”.
Así que cuando somos unidos a Cristo por fe, primeramente ocurre una justificación instantánea, y entonces ocurre la santificación progresiva. Nos es imputada la justicia de Cristo, y nos es impartido el poder de Cristo. Una es la declaración y la otra es la liberación.
3. Miembros de Un Cuerpo en Cristo
La tercera realidad que aparece cuando Dios nos pone en Cristo mediante la fe (1ra a los Corintios 1:30), ¡y forma parte de las dos primeras!, es nuestra membresía al cuerpo de Cristo. Ese es el pequeño salto hacia Romanos 12:5: "así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros". En Cristo encontramos justicia para ser justificados. En Cristo recibimos poder para ser santificados. Y en Cristo somos unidos en un cuerpo y somos miembros unos de otros.
Los pequeños grupos bíblicos no son un método terapéutico. No son una estrategia psicológica. No son una técnica organizacional. Son una expresión viva de una nueva creación sobrenatural en Cristo (el cuerpo de Cristo), que obtiene su reputación exaltada, y su poder práctico, de la unión con el Señor del universo, crucificado y resucitado, Jesucristo. La roca sólida de verdad sobre la que se levanta el ministerio de los grupos pequeños es la gran realidad doble de la obra justificadora y santificadora de Dios.
Una Mentalidad y un Estilo de Tiempo de Guerra
Cuando pensé por primera vez en este mensaje, el verano pasado, estaba leyendo la historia de la batalla de Iwo Jima, una isla de roca volcánica de ocho millas cuadradas a 600 millas al sur de Tokio. Febrero 19, 1945, 800 barcos norteamericanos se unieron para asaltar la isla con sus dos aeropuertos estratégicos. Los Marines pelearon durante un total de 43 meses en el Pacífico durante la 2da Guerra Mundial, y en este asalto de un mes a Iwo Jima, tuvieron 1/3 de sus pérdidas. Tomaron la isla, pero dejaron detrás el cementerio más grande del Pacífico: 6 800 marines norteamericanos muertos, la mayoría tenían entre 18 y 20 años de edad.
Esta era la aplicación que tenía en mente para este mensaje, y ahora, con la crisis que vivimos, es mucho más poderosa y relevante: estamos sintiendo parte de la realidad que se siente cuando se está en guerra. Yo iba a señalar que si los cristianos realmente viéramos el mundo como es, sabríamos y sentiríamos que siempre estamos en guerra. Satán es un enemigo poderoso, un engañador, y un asesino, y trata de sabotear cada buen plan y propósito de nuestras vidas y usarlo para destruir. Nuestra propia carne y pecado innato son como bases de operación ocultas para este mal en nosotros. Las bajas no solo son cuerpos perdidos para el tiempo, sino almas perdidas para la eternidad.
Si no queremos ser adormecidos en el estupor de una mentalidad de tiempo de paz, es esencial tener una mentalidad de tiempo de guerra, una vigilancia radical, y un uso disciplinado de nuestra armadura espiritual. Y la armadura de que hablo, no son espadas, o balas, o bombas, o tanques, o granadas, sino la Palabra de la cruz, y la oración, y el amor, y el sufrimiento por la amor a Cristo. ¡Cuánto más sentimos hoy esta sensación de tiempos de guerra y de urgencia!
Y entonces iba a preguntar: ¿cómo lo lograron estos marines? ¿Cómo corrieron uno tras otro hacia el fuego de ametralladoras más denso imaginable? El segundo batallón envió 1 688 chicos de frente hacia esas ametralladoras. 1 511 fueron muertos. 177 abandonaron la isla. 91 de ellos resultaron heridos. ¿Qué les mantuvo avanzando?
Por supuesto que no hay una respuesta simple. Pero una respuesta que venía una y otra vez en este libro, Flags of our Fathers (New York: Bantam Books, 2000), era: "esos son mis compañeros, y me necesitan". James Bradley, el autor, comentaba: "estos muchachos pelearían hasta la muerte unos por los otros. Y ese motivo los hizo invencibles" (p. 147).
Oh, si Dios convirtiera nuestros grupos pequeños en divisiones militares invencibles de fe, y amor, y testimonio, y servicio. Oh, que cuando nos golpee la próxima calamidad, quizás más cerca de casa, cada santo sufriente y dolido en Bethlehem pudiera ser rodeado por una banda de sanadores heridos derrochando la gracia multicolor de Dios unos sobre los otros y apoyándose unos a otros. He estado en Bethlehem por más de 21 años ahora. Y mi vida es tan rica en relaciones interpersonales. ¡Qué fundamento más precioso desde la cuál poder lanzar una vida radical! Mi mayor deseo es que todos ustedes lo experimenten.
¿Se unirían ustedes, para el bien de sus almas, y las de otros, y para la gloria de Cristo, a un grupo pequeño en este año?