No permitas que nadie menosprecie tu juventud
A Vision for the Next Generation
Esto manda y enseña. 12 No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza. 13 Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio. 15 Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan.
Este mensaje tiene el propósito de lanzar una serie de cinco partes acerca de nuestra visión para la naciente generación de jóvenes y de cómo todos nosotros (los padres y la gran familia de miembros, adultos con hijos que ya se han independizado, los solteros, y los mismos jóvenes, podemos ayudar a que esta visión sea una realidad. Comenzaré esta serie hoy, y David, Michael, Sam Crabtree, Kempton Turner, y Gregg Harris la continuarán en los próximos cuatro domingos en que tendré permiso para escribir.
Espero que los niños y jóvenes presten especial atención a estos mensajes y escuchen lo que Dios nos llama a ser y hacer en estos años jóvenes. Una de nuestras premisas es que no hay que esperar a tener dieciocho o veintiún años para vivir para la gloria de Dios. Hay una manera en que los niños de seis años pueden exaltar a Cristo, y una manera en que los niños de diez años pueden exaltar a Cristo, y una manera en que los de dieciséis años pueden exaltar a Cristo. Y hay una manera en que los padres y los líderes de una iglesia y todos nosotros podemos crear un ambiente de relaciones, enseñanzas, expectativas, y bendiciones que despierten a nuestros jóvenes del vacío y el desánimo de nuestra popular cultura para los jóvenes, y les dé una visión para ser importantes, a fin de exaltar a Cristo durante sus años previos a la adolescencia y en la adolescencia.
Cuatro Razones para Comenzar Alegremente esta Serie
Permítanme darles cuatro razones personales que me alegran al comenzar esta serie.
1. El llamamiento del Salmo 71:18
El Señor Jesús me ha presionado una y otra vez a medida que envejezco en mi septuagésima década, mostrándome que por poco tiempo hay un llamamiento en mi vida definido por el Salmo 71:18: “Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido” [NVI]
Tomo este versículo muy personalmente. Soy llamado a proclamar el poder de Dios, la majestad de Dios, y la soberanía de Dios, a la generación venidera. No sé por qué ha caído sobre mí esta tarea. Sólo sé que hay un mandamiento inusual durante un corto tiempo. Y creo que traicionaría mi llamamiento como pastor en Bethlehem si no entrego mis energías a la generación venidera de esta iglesia, y no solo en California, Wales, y Louisville. “no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera”.
2. Criar a Cinco Niños en Bethlehem
Noël y yo hemos criado cuatro hijos en Bethlehem. Están crecidos, casados, y tienen familias propias. Nunca cesaré de agradecer a Dios por la bendición que fue para nosotros como familia que los chicos crecieran en esta iglesia. Hoy todos, por la sorprendente gracia de Dios, caminan en compañía de Jesús. Pero ahora, por otro sorprendente acto de gracia, Noël y yo tenemos el asombroso privilegio de criar una hija en esta iglesia. De hecho, una de mis metas, si los ancianos me lo permitieran, y si no me vuelvo senil, es seguir pastoreando hasta que Talitha haya crecido.
No son muchos los pastores que logran criar a sus hijos con sus coetáneos, y luego se vuelven y crían nuevamente hijos con padres que son lo suficientemente jóvenes como para ser sus hijos. Pero el beneficio consecuente me permite hacer mejor algunas cosas, esa es mi oración. Y me mantiene en conexión con el ministerio de jóvenes en nuestra iglesia.
3. Anhelando Entregar el Evangelio a la Generación Venidera
Tiemblo de sólo pensar que algún día se diga que se dice de nuestra iglesia lo que se dijo acerca de Israel en Jueces 2:10: “También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel”.
¿Cómo pudo suceder? Fácil, los padres no entregaron la historia de las grandes obras de Dios a las nuevas generaciones. No entregaron la vida de Dios en medio suyo. Así ocurre hoy. Hay estadísticas sorprendentes de cuántos hijos de iglesias evangélicas, simplemente desaparecen en el mundo cuando se van de la casa. A nosotros nos gustaría ser el tipo de padres e iglesia en que esa sea la norma.
4. Deseando Aprovechar los Buenos Impulsos de Gracia
Dios está haciendo algunas obras inusuales entre nuestros jóvenes. Y queremos aprovechar todos los buenos impulsos de gracia, y ser parte de este despertar. Por ejemplo, Alex y Brett Harris acaban de publicar su libro: Do Hard Things: A Teenage Rebellion against Low Expectations [Haga Cosas Difíciles: una rebelión adolescente contra las bajas expectativas]. Su padre es quien dará el mensaje final a esta serie. Ellos comenzaron The Rebelution cuando tenían dieciséis. Ahora, a los diecinueve, están dando conferencias sobre el tema y estarán en Minneapolis para compartir con nosotros en una conferencia para toda la ciudad en junio. Así comenzaron su libro a los adolescentes:
La mayoría de las personas no esperan que usted entienda qué le diremos en este libro. Incluso, si lo entiende, las personas no esperan que a usted le importe. E incluso si le importa, no esperan que haga algo al respecto. E incluso si hace algo al respecto, no esperan que persevere. Bueno, nosotros sí. (p.3)
La idea es que las expectativas usuales de los adultos para los jóvenes son muy bajas. Y estos chicos quieren levantarlas. Creemos que esta es la dirección correcta.
Las Palabras de Pablo a Timoteo
Por tanto, vaya conmigo a 1 Timoteo 4:12. Esta es una de las palabras de Pablo al joven Timoteo, quien necesitaba que le recordaran que sus expectativas personales eran demasiado bajas. Comenzaré con este versículo, haré unos pocos comentarios y luego regresaré y trataré de mostrar un cuadro bíblico más amplio. Pablo dice: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”.
Cuatro Breves Observaciones:
1. La Juventud Puede ser Menospreciada
Los jóvenes son a menudo minimizados debido a algunas actitudes y comportamientos que son molestos o inmaduros. Algunas de las actitudes que las personas asocian con la juventud son la falta de respeto, la rebelión, la auto-absorción, la tendencia a formar grupos, la conformidad con la presión social, la indiferencia a asuntos serios, y una fijación por la diversión como a lo único que puede satisfacer. Si se mencionan estas características, la gente incluso puede menospreciar la juventud. Pablo lo implica al decir: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud”.
2. Los Jóvenes No Debieran Ser Indiferentes A Lo Que Piensan Los Adultos
Pablo dice a Timoteo que debe hacer lo que pueda como joven para evitar este menosprecio. «No seas indiferente a lo que piensan las personas mayores. Preocúpate por ello. Haz algo para ganar su aprobación. “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”».
3. Los Jóvenes No Deberían Ver La Opinión De Los Adultos Como Si Fueran Infalibles
Pero Pablo no dice a Timoteo que debe vencer el desprecio acomodándose actitudes de los adultos. Pablo no dice “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, [descubre lo que ellos quieren y hazlo tú]”. Las relaciones pacíficas entre los adultos y los jóvenes no es un valor supremo. La adaptación a los adultos no es el propósito de la juventud. Pablo no juzga como absolutas las expectativas de los adultos. Hace algo muy diferente.
4. Los Jóvenes Debieran Perseguir como Meta Última los Estándares de Dios,
Pablo dice: «quiero que los jóvenes eviten ser menospreciados buscando los modelos de amor, fe, y pureza de Dios. De esta forma, aun los jóvenes pueden volverse excelentes ejemplos para los adultos: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”.
Su mensaje no es: descubran qué quieren los adultos y háganlo para que no les menosprecien. Sino: Descubran qué palabras y conducta quiere Dios de ustedes, y actúen así. Él da amor, fe, y pureza como ejemplos de lo que debiéramos hacer en nuestras palabras y conducta. Que todas sus palabras y acciones provengan de fe en Cristo; que sean amorosas, y manténganse sexualmente puros.
Ahora, esto pudiera provocar que algunos adultos les desprecien. Si te levantas en la escuela a favor de la abstinencia sexual antes del matrimonio, habrá adultos que te menospreciarán. Pero estarás en lo correcto, también los adultos a quienes realmente le importas, y Dios mismo no te menospreciará.
Así que el mensaje fundamental de Pablo es que Timoteo no debiera tener una expectativa baja del impacto de su vida en aquellos que son mayores. Debieras buscar a Dios, creer en el evangelio, hacer lo que Dios te mande hacer, y así serás un ejemplo para los demás.
No te Conformes con las Bajas Expectativas
¿Cuántos de nuestros jóvenes piensan así: «Soy llamado a dar ejemplo a los adultos»? Por supuesto, se supone que los adultos sean un ejemplo para los jóvenes. Pero aquí se plantea la idea contraria, que demanda un dramático cambio de pensamiento en la mayoría de los jóvenes y adultos de la actualidad. No se adapten a las bajas expectativas culturales para los jóvenes. Establezcan altas expectativas. La juventud puede ser un ejemplo para los adultos. Piénsalo, suéñalo. O como dijeran los hermanos Harris “Rebélense contra las bajas expectativas”.
Un Retrato Bíblico de los Peligros y Posibilidades de la Juventud
Retroceda ahora conmigo para tener una imagen bíblica más general acerca de los peligros y posibilidades de la juventud. Vayamos en orden desde el pecado original hasta una vida segura centrada en Dios por la obediencia al evangelio más allá de todas las bajas expectativas.
1. Nacidos En Pecado
Primero, el pecado. Cada niño nace con la corrupción y culpa del pecado de Adán: “He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Este fue el clamor de David después de su adulterio con Betsabé. Él aceptó la responsabilidad, pero reconoció el origen de su corrupción en su nacimiento y concepción.
Así ocurre con cada niño desde Adán. Y aún después de que Dios comenzara de nuevo, es decir, después del diluvio. Dios dijo a Noé que no traería otro diluvio como aquel, pero no lo dijo porque el corazón del hombre hubiese sido curado. En lugar de ello dijo: “porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Génesis 8:21). Nada ha cambiado en el corazón humano. No hasta hoy.
Así que se convirtió en un proverbio: “La necedad está ligada al corazón del niño” (Proverbios 22:15). Esto es lo primero que debemos saber acerca de todos nuestros hijos. Son pecadores y necesitan salvación. No sólo hacen cosas malas, tienen una naturaleza mala, malos corazones. Necesitan nacer de nuevo. Lo que es nacido de la carne, carne es. Todos han nacido de la carne. Ahora necesitan nacer del Espíritu (Juan 3:6).
2. Necesitados del Evangelio
Segundo, los hijos deben, por tanto, ser enseñados en la verdad acerca de Dios y de Cristo y del evangelio. Dios es el maestro decisivo en lo concerniente a sí mismo, pero utiliza a las personas, especialmente a los padres. “Oh Dios, tú me has enseñado desde mi juventud, y hasta ahora he anunciado tus maravillas” (Salmo 71:17). Oramos para que Dios comience a enseñar a nuestros hijos desde la edad más joven, de formas que sólo él conoce.
Pero él nos ha mostrado el modo ordinario en que un niño conocerá y confiará en Cristo: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor”. La disciplina e instrucción del Señor no es simplemente una demanda moral seguida de recompensas y castigos. Así no sería “del Señor”. El Señor es el Señor quien murió por los pecados de nuestros hijos, y resucitó de nuevo, y derrama de su Espíritu para ayudarnos. Papá y mamá, eduquen a sus hijos en una instrucción saturada del evangelio. La gracia de Dios en el evangelio se vuelve la regla y el poder por el cual nuestros hijos viven. Después volveremos a abordar este tema.
3. Nacidos de Nuevo en Jesús
Tercero, un niño puede nacer de nuevo y venir a la fe en Jesús como Salvador, Señor, y Tesoro de su vida: “porque tú eres mi esperanza; oh Señor Dios, tú eres mi confianza desde mi juventud” (Salmo 71:5). El salmista dice que Dios ha sido su confianza, su confidente, desde su juventud. Dios le dio una nueva vida, y vio la verdad y belleza de Cristo. Esto puede significar que él nunca recuerda un tiempo en que no haya confiado en el Señor.
Esto sería cierto en mi caso. Mi madre me contó cómo llegó un momento, a la edad de seis años, en que deseaba recibir a Cristo como mi Salvador, y que oré junto a su cama en las vacaciones en Fort Lauderdale, Florida. Pero yo no lo recuerdo –tampoco recuerdo mucho de mi niñez en ese sentido. Yo diría con el salmista: “porque tú eres mi esperanza; oh Señor Dios, tú eres mi confianza desde mi juventud”. Mi confianza de haber nacido de nuevo no descansa en que recuerde el momento en que ocurrió, sino en su obra terminada en la cruz, y en la relación que tengo ahora con el Señor.
Así que, después de la realidad del pecado original, y la enseñanza de la verdad del evangelio, y la fe, viene el perdón de pecados.
4. Perdonados Mediante la Fe en el Evangelio
Cuarto, el pecado original y todas nuestras elecciones pecaminosas que vienen después, serán perdonadas mediante esta fe que Dios provoca por medio del conocimiento del Evangelio. David acepta esta verdad en el Salmo 25:7: “No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor”.
Esta es una buena noticia en cualquier época. Pudiéramos decir a nuestros temerosos hijos de ocho años, aterrados por sus conciencias, que los pecados de su juventud, y sus trasgresiones contra mamá y papá, pueden ser perdonados. Pedro dice en Hechos 10:43: “de que por su nombre, todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados”. Los niños deben llegar a amar esta hermosa buena noticia que les hace sentir muy agradecidos a Dios.
5. Dados a los Sufrimientos y Pruebas como Hijos Propios de Dios
Quinto, una vez que un niño ha nacido de nuevo, y que se aferra a Jesús como su Salvador y Tesoro de su vida, Dios le trata como a su propio Hijo. Esto implica que le da pruebas y aflicciones para purificar su corazón e incrementar, fortalecer, y madurar su fe: “porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. […] 8 Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos” (Hebreos 12:6-8). Uno de los salmistas exclamó: “He estado afligido y a punto de morir desde mi juventud; sufro tus terrores, estoy abatido” (Salmo 88:15).
Debemos enseñar a nuestros hijos una fuerte doctrina del sufrimiento y la aflicción y de cómo el Señor disciplina. Queremos escucharles algún día decir lo que el anciano Samuel dijo a Dios: “Yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta hoy” (1ro de Samuel 12:2). Y lo que dijo Abdías al profeta: “yo tu siervo he temido al Señor desde mi juventud” (1 Reyes 18:12). El Señor está amando a nuestros hijos en sus pruebas. Debemos enseñarles a comprender las cosas difíciles que les suceden.
6. Llevados a Madurez Bíblica
Sexto, después del pecado, la enseñanza del evangelio, la fe, el perdón, y las pruebas, queda claro, por tanto, que los niños en la Biblia, a partir del momento en que vienen a la fe, son tratados por Dios de modo que pueda guiarles a una sorprendente madurez espiritual y serán útiles mucho antes de lo que la mayoría de nosotros piensa. Veamos algunas pistas que demuestran que así ocurre.
David ora así por sus hijos y nuestros hijos: “Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud”. (Salmo 144:12, RVR 1960) ¿Qué significa: “Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud”? David ora para que la fortaleza y los frutos de la planta más madura sean mostradas en sus hijos, aun cuando todavía son jóvenes y haya pocas expectativas de frutos ¿Cuánto más no debiera ser esta nuestra oración: “Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud”?
Y todo el libro de Proverbios está diseñado para ayudar que ocurra esta temprana maduración. El libro comienza así: “Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: […] 4 para dar a los simples prudencia, y a los jóvenes conocimiento y discreción” (Proverbios 1:1,4). La Biblia no cree que la sabiduría sólo sea para los adultos. La sabiduría proviene de la Palabra de Dios fundamentalmente y en segundo lugar, de la experiencia de la vida diaria. Por tanto, pudiéramos esforzarnos y orar para ayudar a que nuestros hijos tengan sabiduría y discreción.
O piense en Eclesiastés 4:13: “Mejor es un joven pobre y sabio, que un rey viejo y necio, que ya no sabe recibir consejos” ¡Es mejor un sabio joven que un rey necio! Piénselo. Aquí hay un muchacho pobre y mal vestido; y aquí hay un rey rico con una túnica fina. Y la Biblia dice que este muchacho puede ser más sabio que aquel rey ¿Cómo es posible? Porque la sabiduría proviene de Dios mediante su Palabra. Por esta razón la paternidad y el plan de estudio de la iglesia, deben estar saturados de las Escrituras, así algún día nuestro hijo oirá la locura de los mayores sin Biblia, y no se descarriará. Serán como Eliú en Job 32:6-10 cuando responde a los amigos de Job:
Yo soy joven, y vosotros ancianos; por eso tenía timidez y me atemorizaba declararos lo que pienso. Yo pensé que los días hablarían, y los muchos años enseñarían sabiduría. Pero hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Todopoderoso le da entendimiento. Los de muchos años quizá no sean sabios, ni los ancianos entiendan justicia. (Job 32:6-10).
7. No se Conforman con las Bajas Expectativas
Siete, así llegamos a una conclusión práctica para los jóvenes: No permitan que la cultura baje las expectativas de lo que ustedes pueden alcanzar para Cristo. Escuchen la manera en que Dios y Jeremías argumentan acerca del llamamiento de Jeremías cuando era joven.
Entonces dije: "¡Ah, Señor Dios! He aquí, no sé hablar, porque soy joven." Pero el Señor me dijo: No digas: 'Soy joven', porque adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás”. (Jeremías 1:6-7)
Tengan cuidado, jóvenes, para que no pospongan la carga y la bendición de la maduración en sus vidas diciendo «sólo soy un joven». Dios le dijo a Jeremías: “No digas: “Soy joven”, porque adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás”. Hay algunos jóvenes que ustedes pueden guiar, y hay algunos adultos a quienes pueden servir. Pero no digan «sólo soy un joven», como si la única actividad útil que pudieran hacer fuera mirar videos y jugar, como si no hubiera un ministerio que debieran desempeñar.
8. La Paternidad Exitosa está Saturada del Evangelio
Finalmente, ocho, una palabra a los padres y a todos los que aman a los niños. No queremos escuchar a nuestros hijos decir, cuando tengan treinta, lo que el joven rico dijo a Jesús después que Jesús mencionara los mandamientos: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”. Este es el gran cumplidor de mandamientos, el niño que hizo todo lo que le dijeron que hiciera: él guardó los mandamientos.
Pero cuando Jesús le probó y le dijo que aun faltaba una cosa: “vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme” (Marcos 10:21), él no lo pudo hacer. No tenía un corazón para Cristo ¿Era un guardador de la ley? Sí ¿Atesoraba a Jesús? No, estaba muerto. No tenía sentimientos por Cristo. Sólo era un buen guardador de la ley. Y él dijo que así había sido desde su juventud: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”. Sus padres le dijeron hazlo, y él lo hizo.
El Poder Moldeador y Sustentador del Evangelio
Padres, la paternidad de éxito busca más que lograr niños obedientes. Es una vida saturada del evangelio y la enseñanza. Muestren a sus hijos cómo Cristo fue crucificado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación, y enséñenles a Cristo mostrando el amor del padre, y a Cristo garantizando la ayuda diaria del Espíritu, muéstrenles cómo este evangelio no es sólo algo que comienza la vida cristiana, sino que la capacita y la moldea y la sostiene. Oren, amen, y enseñen a sus hijos hasta que Cristo quiebre sus corazones y se convierta en su Tesoro.
Que Dios nos dé una visión para que la generación venidera glorifique el evangelio de Cristo, y guíe a miles de jóvenes hacia la cruz donde puedan encontrar el perdón de pecados, y la humildad de un corazón quebrantado, y el valor que exalta a Cristo para rebelarse contra las bajas expectativas y para hacer “cosas difíciles”.