La justificación por fe pone fin a la jactancia
¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 29¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
¿Por Qué Plantear el Asunto de la Jactancia?
¿Por qué Pablo plantea el asunto de la jactancia? “¿Dónde, pues, está la jactancia?” pregunta en el versículo 27. Y responde, “Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe”. Después, en Romanos 4:2 menciona nuevamente el asunto: “Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué jactarse, pero no para con Dios” [LBLA]. Entonces el asunto de la jactancia es importante para Pablo. ¿Por qué?
1. El Orgullo es el Problema más Grande de la Raza Humana
Primeramente, porque la jactancia es la manifestación externa del orgullo interno. Y el orgullo ha sido la verdadera causa de todos los males y miserias (descritos en Romanos 1:18-3:20) que existen en el mundo. Regresemos y veámoslo de primera mano, por nosotros mismos. En Romanos 1:18 Pablo dice, “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. La verdad está disponible para todas las personas en una forma u otra, y en lugar de humillarnos bajo ella, nos paramos sobre ella y la empujamos hacia abajo. Esto es orgullo. El orgullo puede tomar cientos de formas diferentes (desde el más menudo y delicado hasta el más poderoso y crudo) pero la realidad es la misma: nos pararemos sobre la verdad y aceptaremos lo que nos guste y suprimiremos lo que no.
¿Qué verdad suprimimos? El versículo 21 dice: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”. La verdad que más suprime el orgullo, es que Dios es más grandioso que nosotros y debe ser glorificado como la más grande realidad del universo, y que Dios es quien da todas las cosas y que se le deben dar gracias continuamente. Un espíritu de adoración y gratitud hacia Dios está ausente de la mayoría de los corazones debido al orgullo. Queremos que nos admiren a nosotros, no a Dios; y no queremos ser dependientes, como niños indefensos, de la misericordia de Dios.
Y el versículo 22 dice: “Profesando ser sabios, se hicieron necios”, esto es orgullo. “Profesando ser sabios, [refiriéndose a nosotros] se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria...”. Pensamos que somos sabios cuando en realidad estamos actuando neciamente.
Versículo 25: “…cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador”. El orgullo puede adorar; aun servir, pero no a Dios, solo a las criaturas (algo más manejable, algo que en verdad no nos puede gobernar ni poner en nuestro lugar).
Versículo 28: “…no aprobaron tener en cuenta a Dios”. El orgullo prefiere no tomar en cuenta a Dios. Al orgullo no le gusta someterse a la autoridad o depender de la misericordia. Por eso siempre está rechazando o redefiniendo al Dios verdadero.
Y en el medio del versículo 30 leemos que tales personas son, “… injuriosos, soberbios, altivos…”. Aquí Pablo es explícito mostrando la profundidad del orgullo en el corazón humano caído.
Luego, en Romanos 2:3, Pablo muestra la forma que este orgullo toma en el vigilante moral: “¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?”. Existe el orgullo por la lascivia y existe también el orgullo de la persona legalmente cuidadosa y moral.
Existe incluso el orgullo de la persona religiosa que utiliza su conocimiento de Dios para exaltarse a sí misma. Romanos 2:17, “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios”. Y después continúa para advertirles contra la hipocresía. Lo mismo pudiera ser cierto para cualquier grupo religioso. Todos somos tentados a hacer de Dios un medio para nuestra propia exaltación.
Y cuando Pablo llega al final de su larga acusación de que toda la raza humana está bajo pecado (3:9), dice al llegar al clímax de su argumentación: “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (3.18). Ellos no tiemblan ante Dios, han cambiado la gloria de Dios por otras cosas, y tienen un sentido tan arrogante de su propio significado en el mundo, que no pueden siquiera imaginarse temblando frente al Creador y Juez.
Entonces la jactancia es importante para Pablo porque es la forma externa del profundo y verdadero problema de la raza humana, el orgullo. Esta corrupción moral descansa detrás de todos los males y miserias del mundo. Y lo peor de todo, este orgullo nos ha puesto en desacuerdo con Dios, para que, como Romanos 3:19b dice, “toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. Estamos bajo su juicio debido a nuestro orgullo y a todo el pecado que éste produce.
2. Dios Consumó Nuestra Salvación sin Nuestra Ayuda
¿Cómo pues, podemos ser puestos a bien con Dios? Su ira, dice Pablo en Romanos 1:18, está siendo revelada contra nosotros. Y Dios le dice a cada hombre que: “atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (2:5). Si somos tan orgullosos y pecadores y Dios está tan enojado: ¿Cómo pues, podemos ser salvos de la ira de Dios? ¿Cómo pueden personas que han menospreciado y deshonrado tanto la gloria del Dios infinito ser puestas a bien ante él?
La respuesta está en Romanos 3:21-26, y la hemos estado considerando durante las tres últimas semanas. La respuesta es que Dios envió a su Hijo, Jesucristo, al mundo a sufrir y morir en el lugar de los impíos y orgullosos pecadores, para que ocurriesen cuatro cosas:
- El daño que hemos hecho a la gloria de Dios mediante nuestro orgullo y nuestro pecado es reparado, porque Jesús dio su vida para glorificar al Padre (ver versículo 23 y 25).
- La ira de Dios es sorbida por Jesús y apartada de nosotros cuando él se entregó a sí mismo como propiciación mediante el derramamiento de su sangre (versículo 25).
- Un rescate infinitamente valioso es pagado para liberarnos de la culpa del pecado, la redención que es en Cristo Jesús (versículo 24).
- La justicia de Dios es demostrada y vindicada.
En resumen:
- La gloria de Dios es restaurada;
- La ira de Dios es calmada.
- El rescate es pagado;
- Su justicia es demostrada.
Eso fue lo que Dios hizo en Cristo, sin contar con nosotros, antes que pudiéramos hacer algo. Una gran salvación es lograda, sin que usted pudiera hacer algo, antes de que hubiera ocurrido dentro de usted.
Ahora bien, el resultado de esta gran salvación, es que nos da la esperanza de que escaparemos de la ira de Dios, es justificación. Esto quiere decir que, basándose en lo que Dios ha hecho en Cristo (esos actos grandiosos), Dios nos declara justos. A causa de toda esa gran obra, Pablo dice en el versículo 24: “[Estamos] siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. El precio de la redención (rescate) fue pagado por Cristo, sin contar con nosotros, en la historia. Esto desencadenó una avalancha de gracia hacia nosotros, y la forma que esta gracia ha tomado es la del don gratuito de la justificación. Versículo24: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Y vimos cuando concluimos la semana pasada que en los versículos 22, 25 y 26 el medio por el que somos justificados es la fe en Cristo Jesús. Versículo 26b: “…a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.
Ahora, hagámonos de nuevo la pregunta que planteamos en el comienzo: ¿Por qué Pablo plantea el asunto de la jactancia en el versículo 27? Creo que ahora podemos responder la pregunta más completamente. La primera parte de la respuesta es que el orgullo es el mayor de los problemas de la raza humana. La auto-exaltación, la auto-admiración, y la auto-determinación son las formas universales de adoración que compiten contra la acción de glorificar agradecer y confiar en el Dios viviente. Así que lidiar con la jactancia es totalmente crucial.
La segunda parte de la respuesta es que Dios ha actuado en la historia, por medio de la muerte de Cristo, para salvarnos del efecto condenatorio del orgullo. Y lo ha hecho de manera que nunca nos impliquemos en la realización de ello. Él envió a Cristo y restauró su gloria mediante Cristo; él satisfizo su ira por Cristo, pagó el rescate, que fue Cristo; y vindicó su justicia en Cristo. Y no podemos jactarnos de que tuvimos parte alguna en la su realización, porque no tuvimos nada que ver.
3. Nos Beneficiamos de la Gran Salvación de Dios solo Mediante la Fe en Dios.
Esto nos trae a la tercera parte de la respuesta al por qué Pablo saca a colación el tema de la jactancia; la que explica que la manera por la que nos beneficiamos de esta gran salvación (redención, propiciación, justificación) es diseñada específicamente por Dios para excluir la jactancia (es decir, el camino de la fe).
Así, imagínense estos tres pasos:
Primero, el orgullo es la gran raíz de todo el mal que nos separa de Dios, y produjo la necesidad de salvación.
Segundo, Dios conquista una gran salvación en Cristo en la cruz restaurando su gloria, calmando su ira, pagando un rescate, y demostrando su justicia -de modo que no tuvimos nada que ver en ello y no podemos jactarnos de que dependa de nosotros en lo absoluto.
Tercero, ahora, ¿cómo Dios le relacionará a usted con ello?, ¿cómo se convertirá usted en beneficiario de esta gran salvación?
Solo podrá ser de alguna manera que excluya la jactancia. Porque si lo que nos relaciona a ésta salvación es un acto del cual nos podamos jactar, entonces el propósito de todo el plan se colapsa.
Por esto Pablo plantea el asunto de la jactancia.
La Ley de la Fe
¿Y cuál es su respuesta a la pregunta en el versículo 27? “¿Dónde, pues, está la jactancia?” Su respuesta es justo lo que esperamos: “Queda excluida”. Eso es totalmente crucial. Toda jactancia debe ser excluida del camino en que Dios salva. ¿Cómo queda excluida? ¿Qué diseñó Dios para excluir la jactancia? Aquí está la respuesta: “¿Por cuál ley [quedó excluida]? ¿Por la [ley] de las obras? No, sino por la ley de la fe”. La jactancia queda excluida por la ley de la fe.
El término “ley” es traducido en algunas versiones por “principio” -la jactancia es excluida no por el “principio” de las obras sino por el “principio”de la fe. “Ley” es el significado literal y es la misma palabra que en el próximo versículo (versículo 28), “obras de la ley”, y que en el versículo 31, “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.
Así que pienso que debía ser traducido “ley”en el versículo 27, y que Pablo quiere decir que la ley no excluiría a la jactancia si recomendara las obras como camino a la justificación, pero la ley excluiría la jactancia si enseñara que somos justificados por la fe. Lo cual es, de hecho, lo que la ley enseña; esto es lo Pablo demostrará en el capítulo cuatro.
De modo que el punto del versículo 27 es que lo que excluye a la jactancia de la salvación es que la justificación no llega a nosotros mediante las obras de la ley, sino por la fe que la ley enseña. Note la conexión entre el versículo 27 y el versículo 28: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”. Esto será lo que él defenderá a partir de la misma ley en el capítulo cuatro. En otras palabras, si la jactancia va a ser excluida de la justificación, entonces tiene que ser no solo por fe, sino también “sin las obras de la ley”. Si utiliza las obras como un camino para lograr la justificación, socava el propósito de Dios de excluir toda jactancia.
Sin las Obras de la Ley
Ahora bien, ¿Qué significa: “sin las obras de la ley”? Bien, los próximos dos versículos nos ayudan a ver qué tiene Pablo en mente. El versículo 29 dice, “¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles”. En otras palabras: ‘la justificación es sin las obras de la ley’ porque si estuviera basada en las obras de la ley, entonces los gentiles que no tienen la ley estarían en desventaja, y Dios no parecería ser el Dios de los gentiles como también de los judíos.
Pero, de hecho, este no es el caso, como aclara después el versículo 30: “Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión”. En otras palabras, existe un solo Dios sobre todas las naciones y sobre los judíos, no muchos dioses, y existe una sola manera de ponerse a bien con este Dios: es por fe.
Pero para ver lo que “obras de la ley”significa aquí (ver el versículo 28), note en qué se enfoca Pablo: él toma la circuncisión como ejemplo de una “obra de la ley” y dice en el versículo 30, que los que hacen esta obra (los judíos) son justificados por fe, no por la obra: y los que no hacen esta obra (los gentiles) son justificados por medio de la fe sin tener en cuenta esta obra. “[Dios] justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión” (versículo 30). Por tanto, según el versículo 29: Él no es el Dios de los judíos solamente, sino también de los gentiles. Por eso: “el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (verso 28).
Así que las “obras de la ley” que no excluyen la jactancia, son las acciones exigidas por la ley, tales como la circuncisión (versículo 30), que una persona hace para obtener la justificación. Lo diré una vez más para dejarlo claro como el agua: una “obra de la ley”-que en esencia no excluye la jactancia- es algo que usted hace (sin fe) para obtener una posición correcta ante Dios; es decir, para obtener la justificación. Si usted trata de hacer algo, en lugar de confiar en la gracia de Dios, para obtener una buena posición ante él, estará haciendo una “obra de la ley”-y es todavía presa del orgullo. Las “obras de la ley” no ponen fin a la jactancia, solo la fe logra hacerlo.
¿Por qué es esto? Pablo explica, en Romanos 4:4-5, por qué las “obras de la ley”no ponen fin a la jactancia. Dice, “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda [traducción literal]; 5mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
La Fe Llama la Atención Hacia Aquel en Quien se Confía
En otras palabras, si usted recibe la circuncisión (o digamos, asiste a la iglesia, y guarda la Segunda Tabla de los Diez Mandamientos) como manera de obtener una buena posición ante Dios, entonces lo que obtendrá no será gracia, sino lo que se le debe, “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. En otras palabras, “obrar” llama la atención hacia el trabajador y al trabajo, y espera lo que se le debe. Por tanto, obrar no pone fin a la jactancia, más bien la apoya.
Por otro lado, la fe no llama la atención hacia sí misma, sino hacia la gracia de aquel en quien se confía. La fe se corresponde con la gracia. La obra se corresponde con la deuda. Por tanto, la fe pone fin a la jactancia, y la obra apoya la jactancia. Si usted es beneficiario de la gracia en todo lo que es y tiene, no se puede gloriar en sí mismo. Pablo dijo en 1ra a los Corintios 4:7, “¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”. Cuando todo es recibido, la jactancia queda excluida. Pero ¿qué ocurre si trata de realizar una “obra de la ley” como una manera de ponerse a bien con Dios? Tres cosas:
- Anula a la gracia (“al que obra, no se le cuenta el salario como gracia”).
- Convierte a la justificación en un salario que se le debe, en lugar de ser un regalo gratuito;
- Restablece la jactancia que todo el plan de salvación tenía la intención de destruir.
Y les imploro en este Día del Señor, humíllense bajo la gran obra salvadora de Dios en Cristo; apártense de todo orgullo, de toda jactancia, y de toda autosuficiencia; renuncien a todo esfuerzo por demostrar que son dignos de recibir el regalo de la justificación; y confíen solo en la gracia gratuita, “sin de las obras de la ley”, como manera de ponerse a bien para con Dios.
No respondan a la salvación que ofrece Dios con Romanos 4:4; sino con Romanos 4:5.
4:4:“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. No anule la gracia y convierta la justificación en una deuda.
4:5: “mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Crea en aquel que justifica al impío, y será salvo.