En el principio existía el Verbo
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
El evangelio de Juan es un retrato de Jesucristo y su obra salvadora. Se enfoca en los últimos tres años de la vida de Jesús, y especialmente en su muerte y resurrección. Su propósito es claro en Juan 20:30-31: “Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; 31 pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre”. El libro está escrito para ayudar a las personas a creer en Cristo y tener vida eterna.
Escrito Para No-Cristianos, Y Cristianos
Pero no quiero hacerles creer que el libro es por tanto solo para incrédulos. Los creyentes deben continuar creyendo en Jesús a fin de ser salvados al final. Jesús dijo en Juan 15:6: “Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman”. Y en Juan 8:31, dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos”.
Así que Juan dice: “éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre”, él quiso decir que estaba escribiendo para despertar fe en los incrédulos y sostener la fe en los creyentes, y de esa manera guiar a todos hacia la vida eterna. Y quizás no haya un mejor libro en la Biblia para ayudarles a seguir confiando y atesorando a Cristo por encima de todas las cosas.
El Testimonio de un Testigo
Este retrato de Jesús está escrito por un testigo ocular quien fue parte de estos eventos infinitamente importantes. Cinco veces en este evangelio encontramos las palabras inusuales: “el discípulo a quien Jesús amaba” (13:23; 19:26; 20:2,7; 21:20). Por ejemplo, al final del libro, en Juan 21:20: “Pedro, volviéndose, vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba”. Entonces, cuatro versículos más tarde (21:24), dice: “Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y el que escribió esto”. Así que el “discípulo a quien Jesús amaba” quién estaba reclinado sobre el pecho de Jesús en la Última Cena (13:23), escribió este libro como su testimonio divinamente inspirado de los eventos de la vida de Jesús y lo que significan para nosotros.
Divinamente Inspirado
Una de las razones por la que digo que es divinamente inspirado es que esto es precisamente lo que Jesús prometió hacer. Él dijo en Juan 14:26: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho”. Y en Juan 16:13, dijo: “Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga”.
En otras palabras, Jesús escogió a sus apóstoles como representantes, los salvó, les enseñó, los envió, y entonces les dio, mediante el Espíritu Santo, la guía divina para plasmar las Escrituras a fin de que sean el fundamento de la iglesia (Efesios 2:20). Creemos que el evangelio de Juan es, por tanto, la Palabra inspirada de Dios.
Los Primeros Tres Versículos de Juan
Esas palabras (“Verbo de Dios”), son las primeras palabras del evangelio de Juan. Juan 1:1-3: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Estos son los versículos en que nos enfocaremos hoy.
“El Verbo”: Jesús
Primero, nos enfocamos en el término Verbo. “En el principio existía el Verbo”. Lo más importante que debemos conocer acerca de este Verbo se encuentra en el versículo 14: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. El Verbo se refiere a Jesucristo.
Juan sabe qué está a punto de escribir en estos 21 capítulos. Va a contarnos la historia de lo que Jesucristo hizo y lo que enseñó. Este es un libro acerca de la vida y obra de Jesucristo hombre, el hombre que Juan conoció y vio y escuchó y tocó con sus manos (1ra de Juan 1:1). Tenía carne y sangre. No era un fantasma o una aparición que aparecía y se desvanecía. Comió y bebió y se cansó, y Juan le conocía muy íntimamente. La madre de Jesús vivió con Juan la última etapa de su vida (Juan 19:26).
Por tanto, Juan, en Juan 1:1-3, nos dice lo más importante que puede decirnos acerca de Jesús. Le tomó a Juan más de tres años comprender la plenitud de lo que Jesús era. Pero él no quiere que a sus lectores les tome más de tres versículos descubrir lo que a él le tomó tanto tiempo saber. Quiere que tengamos en mente, con claridad, desde el principio de su evangelio, la eterna majestad y deidad y los derechos de Jesucristo como Creador.
Jesús En Su Majestad Infinita
Ese es el propósito de los versículos 1-3. Quería que leyéramos este evangelio con una actitud de adoración, humildad, sumisión, temor, que el hombre que estaba en las bodas [de Canaán], en el pozo [de Jacob], y en el monte [de la transfiguración], es el Creador del universo ¿Pueden verlo y sentirlo? Esto no es invención mía. No es la estructura de mi sermón. Es la estructura del libro. Así es como Juan escribió, la manera en que Dios quiso que él lo organizara. Quizás usted o yo lo hubiéramos escrito de manera en que sutilmente dejara que la identidad de Jesús surgiera en el corazón de los lectores y ellos terminaran preguntándose: « ¿Quién es este hombre?».
Pero Juan dice: «no». «En las primeras palabras que salgan de mi pluma, les sorprenderé y les haré exaltarse con la identidad de este hombre que se hizo carne y habitó entre nosotros. Así que no hay error». Juan quiere que leamos cada palabra de este evangelio con el conocimiento claro, sólido, y admirado, de que Jesucristo estaba con Dios y era Dios y que aquel que dio su vida por nosotros (Juan 15:13), creó el universo. Juan quiere que sepamos y creamos en un Salvador magnífico. Antes que cualquier otra verdad que usted pueda disfrutar de Jesús, Juan quiere que usted conozca y atesore a Jesús en su majestad infinita.
¿Por qué “Verbo”?
Pero aun debiéramos preguntar, ¿Por qué escogió llamar a Jesús “el Verbo”?: “En el principio existía el Verbo”. Mi respuesta a esa pregunta es: Juan llama a Verbo a Jesús porque había visto las palabras de Jesús como la verdad de Dios y a la persona de Jesús como la verdad de Dios de un modo tan unificado que Jesús mismo (en su encarnación, obra, enseñanza, muerte, y resurrección) era el mensaje supremo y decisivo de Dios. O para decirlo más sencillamente: Lo que Dios tenía que decirnos no era solo, o principalmente, lo que Jesús dijo, sino quién era Jesús y qué hizo. Estas palabras le clarificaban a sí mismo y a su obra. Pero su persona y su obra eran la suprema verdad que Dios revelaba. “Soy […] la verdad” dijo Jesús (Juan 14:6).
Él vino para testificar de la verdad (John 18:37), y era la verdad (Juan 14:6). Su testimonio y su persona eran la Palabra de verdad. Dijo “Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos” (Juan 8:31), y dijo: “´si permanecéis en mí” (Juan 15:7). Cuando permanecemos en él estamos permaneciendo en el Verbo. Dijo que sus obras eran un “testimonio” acerca de él (Juan 5:36; 10:25). En otras palabras, en su obra estaba el Verbo, la Palabra.
Jesús: El Mensaje Supremo y Decisivo de Dios
En Apocalipsis 19:13 (escrito por el mismo autor de este evangelio), se describe el glorioso retorno de Jesús: “Y está vestido de un manto empapado en sangre, y su nombre es: El Verbo de Dios”. Jesús es llamado El Verbo de Dios, cuando retorna a la tierra. Dos versículos después Juan dice: “De su boca sale una espada afilada” (Apocalipsis 19:15). En otras palabras, Jesús golpea a las naciones en el poder de la Palabra de Dios que habla, la espada del Espíritu (Efesios 6:17). Pero el poder de su palabra está tan unido a Jesús que Juan dice que Jesús no solo tiene la espada de la Palabra de Dios saliendo de su boca, sino que él es la Palabra de Dios, el Verbo de Dios.
Así que, ha medida que Juan comienza su evangelio, tiene en mente toda la revelación, toda la verdad, todo el testimonio, toda la gloria, toda la luz, todas las palabras que vinieron de Jesús, en su vida, enseñanza, muerte, y resurrección; y Juan resume toda la revelación de Dios con el nombre: “el Verbo”, la primera Palabra, suprema, decisiva y absolutamente cierta y confiable. El significado es el mismo que en Hebreos 1:1-2: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo ”. El Hijo de Dios encarnado es la suprema y decisiva Palabra de Dios al mundo.
Cuatro Observaciones acerca de Jesús
Ahora, ¿qué quiere Juan decirnos acerca de este hombre Jesucristo, cuyas palabras y obras narra en las páginas de este evangelio? Quiere decirnos cuatro verdades acerca de Jesús: 1) El tiempo de su existencia, 2) La esencia de su identidad, 3) Su relación con Dios, 4) Su relación con el mundo.
1) El Tiempo de su Existencia
Versículo 1: “En el principio existía el Verbo”. Las palabras “en el principio” son idénticas en griego a las primeras palabras del Antiguo Testamento Griego: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. No fue un accidente, porque lo primero que Juan nos dirá acerca de lo que Jesús hizo es que creó el universo. Es lo que dice en el versículo 3. Así que las palabras “en el principio” significan: antes que hubiera sido creada alguna materia, estaba el Verbo, el Hijo de Dios.
Recuerde: “pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” (Juan 20:31). Juan comienza su evangelio ubicando a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, en relación con el tiempo, es decir, antes del tiempo. Judas, con su gran doxología, se regocija en esta verdad: “al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén” (Judas 1:25). Pablo dice en 2da a Timoteo 1:9 que Dios nos dio gracia en Cristo Jesús “desde la eternidad”. Así que antes que hubiera tiempo, o materia, existía la Palabra, Jesucristo, el Hijo de Dios. Es lo que encontraremos en este Evangelio.
2) La Esencia de Su Identidad
Versículo 1, al final: “el Verbo era Dios”. Una de las características de este evangelio es que las doctrinas más profundas son frecuentemente entregadas en las palabras más simples. No pudiera ser más simple y no pudiera ser más profundo. El Verbo, quien se hizo carne y habitó entre nosotros, Jesucristo, era y es Dios.
Que sea conocido alto y claro en Bethlehem, de hecho, en todas las iglesias cristianas verdaderas: adoramos a Jesucristo como Dios. Caemos postrados junto a Tomás ante Jesús en Juan 20:28 y confesamos con gozo y maravilla: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Cuando escuchamos a los líderes judíos decir en Juan 10:33: “No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios”, clamamos diciendo: «no, no es blasfemia. Es lo que él es, nuestro Salvador, nuestro Señor, nuestro Dios».
¿Comprende lo que esto implica para nuestra serie de sermones sobre el evangelio de Juan? Implica que vamos a dedicar muchas semanas en conocer a Dios, a medida que conocemos a Jesús ¿Quieren conocer a Dios? Vengan con nosotros, e inviten a otros, a venir y encontrarse con Dios mientras nos encontramos con Jesús.
Si un Testigo de Jehová o un musulmán alguna vez les dicen: «es un problema de traducción. No debiera leerse “el Verbo era Dios”, debiera leerse el Verbo era un Dios”, hay una manera aquí mismo, por el contexto, en que usted puede conocer que está mal aun si no conoce el griego. Se la mostraré dentro de unos instantes en el último punto. Pero primero veamos su relación con Dios.
3) Su Relación con Dios
Versículo 1, en la mitad del versículo: “el Verbo estaba con Dios”. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Este es el corazón de la gran doctrina histórica de la Trinidad. Algún día quizás predique un mensaje solo sobre esta doctrina a partir del evangelio de Juan y de otras Escrituras.
Pero por ahora solo dejemos permanecer en sus mentes esta sencilla declaración y sumerjámosla en sus corazones: el Verbo, Jesucristo, estaba con Dios, y era Dios. Él es Dios, y tiene una relación interpersonal con Dios. Él es Dios, y es la imagen de Dios, reflejando perfectamente todo lo que Dios es y permaneciendo así desde toda eternidad, como la plenitud de la deidad en una Persona distinta. Hay una esencia divina y tres Personas, tres centros de consciencia. Dos son mencionados aquí. El Padre y el Hijo. Aprendemos esos nombres más adelante en el libro. El Espíritu Santo será introducido después.
Como vemos en un espejo, oscuramente, y solo conocemos en parte (1ra a los Corintios 12:9,13), no se sorprenda de que esto permanezca siendo un misterio para nosotros. Pero no lo deseche. Si Jesús no es Dios, no hubiera logrado nuestra salvación (Hebreos 2:14-15). Y su gloria no hubiera sido suficiente para satisfacer nuestro anhelo eterno de nuevos descubrimientos de belleza. Si usted desecha la deidad de Jesús, desecha su propia alma y con ella todo su gozo en el siglo venidero.
Así que hemos visto: 1)el tiempo de su existencia (antes de todo tiempo), 2) la esencia de su identidad (“el Verbo de Dios”), y 3) su relación con Dios (“el Verbo estaba con Dios”), y ahora terminamos con su relación con el mundo.
4) Su Relación con el Mundo
Versículos 2-3: “El estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. El Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, nos enseñó, nos sanó, nos reprendió, nos protegió, nos amó, y murió por nosotros, creó el universo. Recuerde retener el misterio de la divinidad en el versículo 1. Espero que al llegar al versículo tres aun no lo halla abandonado: “Todas las cosas fueron hechas por medio de El”. Sí, había alguien más actuando mediante el Verbo. Dios. Pero el Verbo es Dios. Por tanto, no se amedrente ante la majestad de la obra de Cristo como Creador. Él era el agente del Padre, o el Verbo, o Palabra, en la creación de todas las cosas. Pero al serlo, era Dios. Dios, el Verbo, creó el mundo. Nuestro Salvador, nuestro Señor, nuestro Amigo, Jesús es nuestro hacedor.
Jesús no fue Creado
Ahora suponga que un musulmán, o un Testigo de Jehová, o alguien de cualquier rama del arrianismo (la antigua herejía del siglo cuarto) dice: «Jesús no era Dios, y no era eterno, ni fue engendrado eternamente, Jesús fue creado. Él era el primero de la creación. El más elevado de los más altos ángeles». O como dijeron los arrianos: “hubo un antes de él”. Juan escribió el versículo 3 precisamente de una forma en que eso es imposible.
No solo dijo: “Todas las cosas fueron hechas por medio de El”. Usted pudiera pensar que esto es suficiente para dejarlo en claro. Él no es una criatura; él creó las criaturas. Pero alguien pudiera concebiblemente decir: «Sí pero todas las cosas no le incluye a él, incluye a todo menos a él, así que él fue creado por el Padre, y entonces con el Padre, creó todo lo demás.
Pero Juan no lo dejó así. Dijo, además (la última parte del versículo 3): “[…] y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” ¿Qué aportan las palabras “de lo que ha sido hecho” al significado de las palabras “sin Él nada […] fue hecho”?: “sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Aportan esto: enfatizan con claridad que todo, en la categoría de lo hecho, fue hecho por Cristo. Por tanto, Cristo no fue hecho. Porque antes que usted exista no puede crearse a sí mismo.
Cristo no fue hecho, es lo que significa ser Dios. Y el Verbo era Dios.
Que el Señor nos ayude a ver su gloria. Y adorarle. Amén.