Cómo dar autoridad funcional a la Biblia en nuestros discursos y escritos

Mi tema en esta mañana es: "Cómo dar autoridad funcional a la Biblia en nuestros discursos y escritos". Comencemos con una explicación de los términos en éste título.

Aclarando el tema

Al decir autoridad me refiero al derecho a dirigir. Al derecho a guiar. Al derecho a decidir qué es bueno y qué es malo, qué es correcto, y qué está mal, qué es bello, y qué es feo, qué es verdadero, y qué es falso. Hay grados de autoridad que van desde la absoluta, la que solo tiene Dios, hasta la autoridad de un niño de seis años cuya madre autoriza a llevar a su hermano de tres años al parque.

Nosotros no le damos a la Biblia su autoridad intrínseca. La Biblia tiene su autoridad de parte de Dios. Dios es la autoridad suprema en el universo, pues Él lo hizo, y además lo posee completamente, y lo comprende perfectamente, y es infinitamente digno de lealtad. Así que Dios es la realidad suprema del universo.

Por tanto, cuando Él habla, su oratoria tiene autoridad suprema sobre nuestras vidas. Y la Biblia es el lugar donde Dios ha hablado. "Toda Escritura es inspirada por Dios" (2da a Timoteo 3:16). En la Biblia, "Hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios" (2da de Pedro 1:21). Además, ellos dijeron cosas como: "lo que os escribo es mandamiento del Señor" (1ra a los Corintios 14:37).

Así que nosotros no le damos a la Biblia su autoridad intrínseca. Ella tiene su autoridad de parte de Dios, sin que intervenga en ello autoridad alguna de nuestra parte. Pero en otro sentido, nosotros sí damos a la Biblia su autoridad funcional en nuestras vidas. Lo que significa, simplemente, que nos sometemos a su autoridad intrínseca. Nos rendimos a ella. La reconocemos. La poseemos. La aceptamos. La aprobamos. Y, en el mejor de los casos, nos deleitamos en ella. En nuestros mejores momentos decimos con Jesús: "Mi comida es hacer la voluntad del que me envió” (Juan 4:34). Estamos satisfechos en una obediencia feliz a la hermosa autoridad de Dios. La fortaleza de nuestras almas, y la satisfacción de nuestros corazones es caminar con toda disposición bajo la absoluta autoridad de Dios.

Así que este mensaje es, principalmente, un esfuerzo para ayudarnos a hablar y escribir en modos que den a la Biblia su autoridad funcional. ¿Qué significa, en la práctica, hablar y escribir bajo la autoridad de la Biblia?

Dos pasajes de las Escrituras

A fin de preparar las condiciones para mis sugerencias prácticas, veamos dos pasajes de las Escrituras.

** 1ra a los Tesalonicenses 5:12–22 **

Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros. Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu; no menospreciéis las profecías. Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno; absteneos de toda forma de mal.

Versículos 20-21: "no menospreciéis las profecías. Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno". Casi todos asumen, cuando leen estos mandamientos, que las profecías que debemos examinar son las profecías de los demás, no las propias. Y ésa es ciertamente la intención principal de Pablo. Pero el principio se aplica también a las propias. Si usted está a punto de decir algo que cree de parte del Señor, examínelo, y si demuestra no pasar el examen, no lo diga.

Una razón por la que creo que estoy autorizado a extraer esa implicación es que, cuando Pablo estaba lidiando con la profecía, en 1ra a los Corintios 14, les dijo que controlaran su propio discurso, al menos el tiempo del discurso. Que hablen solo dos o tres, y solo uno a la vez, entonces añade: "Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas" (1ra a los Corintios 14:32). En otras palabras, usted puede controlar su propia declaración de parte del Espíritu, y no debiera asumir que todo lo que cree que es del Espíritu, debiera ser expresado.

Así que sabemos que alguien que está hablando por el Espíritu, tiene la capacidad de controlar ese discurso y de decidir de si la palabra debe ser expresada o no.

Así que si regresamos a 1ra a los Tesalonicenses 5:20s ("no menospreciéis las profecías. Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno"), ya sabemos que se puede controlar si las propias profecías deben ser expresadas o no, incluso si son del Espíritu Santo. ¿Cuánto más debiéramos decir ahora que una persona puede examinar sus propios pensamientos para discernir si son realmente del Espíritu Santo (si son algo "bueno")? Si una persona examina sus pensamientos y descubre que provienen del Espíritu, y algunas veces debiera decidir, para el bien de la iglesia, si los expresa o no, entonces, ¿cuánto más debiera usted callar los pensamientos que examina y descubre que no son del Espíritu, ni son buenos para el pueblo?

Y si preguntamos: "¿Por qué medida debiéramos examinar los pensamientos que vienen a nuestra mente?", Pablo da una respuesta clara en 1ra a los Corintios 14:37: "Si alguno piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo es mandamiento del Señor". En otras palabras, el reclamo de ser un vocero confiable de la verdad de Dios es examinado en la acción de poner nuestros propios pensamientos bajo la autoridad de los escritos del apóstol. Si usted reclama hablar con verdadera revelación profética, reconocerá que las palabras del apóstol tienen mayor autoridad que sus propios pensamientos o profecías. Si están en desacuerdo con los pensamientos del apóstol, entonces sus propios pensamientos no son una verdadera profecía.

Y si esto es cierto de las ideas espontáneas que llegan a nuestra mente, posiblemente de parte del Espíritu Santo, ¡cuánto más cierto será para todos los demás pensamientos resultantes de nuestro propio razonamiento! Por tanto, cuando unimos 1ra a los Tesalonicenses 5:21 (examinarlo todo, retener lo bueno), junto a 1ra a los Corintios 14:37 (los voceros confiables de Dios someten sus pensamientos a la autoridad apostólica), podemos decir: Cada pensamiento que viene a nuestra mente, mediante la intuición espiritual, o la reflexión racional, debiera ser expresado o escrito solo si se conforma con la verdad apostólica.

Ahora, antes de expresar algunas implicaciones prácticas de estas afirmaciones, veamos un texto más.

** 1ra de Pedro 4:10–11 **

Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

Pedro nos dice cómo ser buenos administradores, buenos mayordomos, de la gracia de Dios cuando hablamos y cuando servimos. Cuando servimos, administraremos bien la gracia al confiar en la fortaleza de Dios, más allá de nosotros mismos. Y cuando hablamos, administraremos bien la gracia al confiar en los oráculos de Dios, más allá de nosotros mismos. En otras palabras, si usted es un administrador de la gracia de Dios en el servicio, sométase al poder de Dios. Si es un administrador de la gracia de Dios al hablar, sométase a la palabra de Dios.

¿Cómo damos autoridad funcional a la Biblia?

Por tanto, cuando unimos todo esto, lo que emerge es que debiéramos dar a la Palabra de Dios (la palabra apostólica, los oráculos de Dios, a toda la Biblia), autoridad funcional en nuestro hablar y en nuestros escritos. Y lo hacemos al tomar nota de los pensamientos que vienen a nuestras mentes, sean intuiciones o razonamientos, y examinándolos luego según lo que dicen las Escrituras, antes de expresarlos o escribirlos.

Así que de lo que quiero hablar en el tiempo que queda es de cómo lo hacemos y qué buenos efectos pueden venir de ello. ¿Cómo damos la autoridad funcional a la Biblia en nuestros discursos y escritos? ¿Y qué efecto habrá si lo hacemos?

En una oración: lo que recomiendo para dar autoridad funcional a la Biblia en nuestros discursos y escritos es que usted cultive el hábito de la mente que se pregunta a medida que se forma cada declaración debatible en su mente, "¿hay un pasaje en la Biblia que apoye esta declaración?" y*"¿hay un pasaje en la Biblia que suene contrario a esta declaración?"*

Sé que es irrealista decir que cada declaración que pase por nuestra mente debiera ser examinada así. Primeramente, tomaría demasiado tiempo. Y en segundo lugar, los pensamientos a menudo llegan demasiado rápido y entrecruzados como para ser separados y examinados en ese momento. Así que estoy diciendo: examinen las declaraciones debatibles que surgen en sus mentes. Y parte de nuestra madurez y sabiduría, y de la perceptibilidad de nuestra audiencia, será la habilidad de hacer buenos juicios sobre qué declaraciones son debatibles.

Pero la idea central es: aplique la prueba positiva: "¿Hay un pasaje en la Biblia que apoye esta declaración?" Y aplique la declaración negativa: "¿Hay un pasaje en la Biblia que suene contrario a esta declaración?"

Y la razón por la que digo que "suene" contrario a su pensamiento es que usted puede decidir, al final, que puede sonar contrario, pero no serlo en realidad (ej. Lucas 14:26: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre"), pero estar consciente de la aparente contradicción le hará más sabio y un comunicador más autoritario. En un momento le daré algunos ejemplos.

Los efectos de dar autoridad funcional a la Biblia

Pero primero, ¿qué efectos habrá si usted cultiva este hábito de la mente? Mi respuesta es que su discurso y escritos serán fortalecidos en cinco modos importantes: tendrán 1. Más profundidad, 2. Más precisión, 3. Más autoridad, 4. Provocarán más fe, 5. Y tendrán un efecto que glorificará más a Dios.

Dos aplicaciones

Permítanme darles dos ejemplos de lo que quiero decir, y luego bosquejar, partiendo de ellos, por qué estos efectos son tales.

Suponga que surge en su mente la idea de hablar en una lección de grupo pequeño, o escribir en un blog o tweet: "Ustedes están perdonados a fin de perdonar, no perdonan para ser perdonados". Le gusta como suena. Piensa que será útil en su lección. Así que lo examina con su conocimiento bíblico: ¿Hay un pasaje que lo apoye? Sí, Efesios 4:32: "Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo".

Bien, usted comienza a escribirlo en sus notas. Pero se detiene y pregunta: "Pero, ¿hay algún pasaje en la Biblia que suene contrario a esto?" Lo examina con su conocimiento bíblico: "Sí, aquí está". ¿Qué podemos decir de Mateo 6:14-15: "Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones"? Esto ciertamente suena como: Debemos perdonar a fin de ser perdonados.

Usted le da a la Biblia su autoridad funcional en su propia vida al pensar: "Tengo un trabajo que hacer, debo comprender cómo encaja todo esto. Sé que no hay contradicción entre Efesios 4:32, y Mateo 6:14-15. Pero necesito pensar bien todo esto, y profundizar en la raíz unificada de estos textos".

Y cuando usted hace este trabajo, su discurso sobre el perdón tendrá más profundidad (hasta la raíz), y más precisión (no pasando por alto las dificultades, sino describiendo los diferentes significados en los diferentes versículos), y más autoridad, porque las personas verán que su comprensión de las Escrituras no es superficial, sino sólida.

O considere otra ilustración. Viene a su mente la idea: El evangelio no es el mensaje de lo que debemos hacer para Dios, sino de lo que Él ha hecho para nosotros. La gracia nunca nos dice: "Si haces esto, yo haré aquello". Dice: "Consumado es".

Entonces usted pone este pensamiento en el examen positivo: ¿Hay un pasaje en la Biblia que lo apoye? Sí. "¡Consumado es!" (Juan 19:30). Y muchos otros (ej. Hebreos 7:27; 9:26). Pero, ¿qué podemos decir del examen negativo?: ¿Hay algún pasaje en la Biblia que suene contrario a esto? Sí. Hay muchas oraciones en el Nuevo Testamento que plantean: "Si yo hago, Dios hará".

  • "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados" (1ra de Juan 1:9).

  • "si andamos en la luz. . . la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado". (1ra de Juan 1:7)

  • "si perseveramos, también reinaremos con El; si le negamos, El también nos negará" (2da a Timoteo 2:12).

  • "Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros" (Santiago 4:8).

Así que no es acertado decir: "La gracia nunca dice, 'si haces esto, yo haré aquello'". De modo que tomamos el tiempo para pensar: ¿En qué sentido es "consumada" la obra por Jesús, si que nada deba ser añadido? Y, ¿en qué sentido tiene Dios el derecho a decir "actúa", y a hacernos promesas que son condicionales a la acción? Y al pensar en esto hasta la raíz, usted avanza mucho más profundamente en la verdad bíblica, y llega a ser más preciso y cuidadoso en su expresión, y por tanto, lo que dice se reviste de mayor autoridad, porque el pueblo espiritual verá este tipo de sumisión a todas las Escrituras, y estará más dispuesto a someterse a lo que usted dice.

Resumen

Así que permítanme resumir lo que hemos visto, y hacer mi súplica una vez más. La Biblia tiene su propia autoridad intrínseca, porque es la Palabra de Dios, y Él es la autoridad suprema en el universo. Él tiene el derecho supremo a decirnos qué es verdadero y qué es falso, qué es bueno y qué es malo, qué es correcto y qué no lo es, qué es hermoso y qué es feo.

Nuestro llamado, como Sus criaturas, y mucho más como Sus hijos redimidos por la Sangre de Cristo, es darle a la Biblia la autoridad funcional en todo nuestro discurso y escritos. Una manera de hacerlo es cultivando el hábito de la mente que pregunta, a medida que se forme cada declaración debatible en nuestra mente, "¿hay un pasaje en la Biblia que apoye esta declaración?" y"¿hay un pasaje en la Biblia que suene contrario a esta declaración?"

Lo que ocurre cuando cultivamos este hábito es que somos llevados desde las diferencias superficiales, hacia la unidad más profundamente enraizada y, por tanto, nuestro discurso y escritos se revisten de más profundidad, más precisión, y más autoridad.

Y nuestras palabras incrementan su efecto provocador de fe y glorificador de Dios, porque entonces la Palabra de Dios es más plena y fielmente representada en lo que tenemos que decir. Y Dios ha dicho: "la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo" (Romanos 10:17). Y Pablo oró para que la Palabra del Señor "se extienda rápidamente y sea glorificada" (1ra a los Tesalonicenses 3:1). Donde la Palabra del Señor es más plena y fielmente representada, allí será más plenamente glorificada.

Vale la pena vivir nuestras vidas para la fe del mundo y la gloria de la Palabra. Por tanto, cultive el hábito de dar a la Palabra su más completa autoridad funcional en su discurso y en sus escritos.