¿Cuánto ama Dios a ésta iglesia?
Tengo dos metas con este mensaje. Ambas se relacionan directamente con Bethlehem, y las dos me parecen muy importantes. Una meta es aclarar (o como dirían algunos: rectificar) algo que he dicho por muchos años acerca del amor de Dios por nosotros. De ahí el nombre del sermón: "¿Cuánto Ama Dios a esta iglesia?" Y mi intención es que usted tome muy personalmente este título.
La otra meta es animarles fuertemente con relación a las muy buenas obras que Dios quiere hacer para ustedes mientras yo esté lejos (en esta próxima ausencia de ocho meses). En esencia, las dos metas son iguales. Quiero que sientan (sentir es la palabra correcta, aunque no es la única) más profundamente y más firmemente y más gozosamente que son amados por Dios, personalmente, como cristianos individuales, y corporativamente, como una iglesia, con un amor que es inmensurablemente grande y eternamente inconmovible.
Trayendo a casa un mensaje del camino
Casi siempre, cuando me voy de Bethlehem para dar conferencias, predico sobre temas que abundan en lo que ya he predicado y enseñado aquí en la iglesia. Pero a finales de febrero, cuando fui a Seattle, trabajé en una manera fresca de decir algunas verdades que he estado diciendo durante mucho tiempo, las que espero provean una perspectiva más clara del énfasis bíblico en la gloria de Dios y en la manera en que él nos ama. Refiné ese mensaje al exponerlo tres veces, en Mars Hill Church, a algunos pastores urbanos en Los Ángeles, y en la capilla en Westmont College. Mientras desarrollaba esas ideas, yo sabía que quería encontrar el momento preciso para predicar sobre ese tema aquí. Y este es el momento.
El fundamento más profundo de nuestro gozo: Dios, no el ego
Éste es el asunto que quiero aclarar. Durante años he estado preguntando a las audiencias: "¿Se sienten ustedes más amados por Dios porque él les engrandece, o porque Dios, al precio de su Hijo, les libera para deleitarse exaltándole eternamente?" El propósito de esa pregunta nunca fue negar que Dios nos engrandece. Él nos engrandece. (Y lo veremos dentro de un momento). El propósito ha sido ayudar a las personas a relocalizar el fundamento más profundo de su gozo, la base decisiva de su gozo, llevándolo desde el ego hacia Dios.
Más preocupados acerca de la atadura del infierno
Permítanme tratar de ayudarles a entender qué determina tanto lo que les digo. Una iglesia debe entender a su pastor. Estoy más preocupado por los cristianos nominales atados al infierno, quienes se sienten amados por Dios, que por los cristianos genuinos atados por el cielo que no se sienten amados por Dios.
Por favor, no piensen, por lo que digo, que los cristianos genuinos que no se sienten amados por Dios no me importan o que me son indiferentes. Me importan, y este sermón es especialmente para ustedes. En este sentido, solo estoy tratando de darles una perspectiva de por qué enfatizo lo que hago. Hay millones de cristianos nominales que no han nacido de nuevo y quienes creen que Dios les ama, pero van camino al infierno. Y la diferencia entre ellos y los creyentes nacidos de nuevo es: ¿qué hay en el fundamento más profundo, decisivo, de su felicidad? A medida que usted profundiza más y más en el núcleo, o en su fundamento, de qué les hace feliz ¿qué descubre?
Jesús no es un nuevo sirviente
Millones de cristianos nominales nunca han experimentado una alteración fundamental de ese fundamento de la felicidad. En lugar de ello, han absorbido la noción de que volverse cristiano significa hacer que Jesús obtenga lo que siempre han querido desde antes de haber nacido de nuevo. Por tanto, si querían riquezas, dejan de depender de sí mismos para lograrlo, y mediante oración y fe y obediencia dependen de Jesús para obtener sus riquezas. Si querían estar saludables, van desde las simples curas humanas hacia Jesús como fuente de su salud. Si querían escapar del dolor del infierno, van hacia Jesús para escapar. Si querían tener un matrimonio feliz, van a Jesús para recibir ayuda. Si querían paz de consciencia y libertad de los sentimientos de culpa, vienen a Jesús para obtenerlas.
En otras palabras, ser cristiano, en esta forma de ver las cosas, es tener los mismos deseos que tenía como una persona no-regenerada, solo que ahora los obtiene de una nueva fuente, Jesús. Y él se siente tan amado cuando lo hacen. Pero en ellos no hay un cambio en lo profundo del corazón y de los deseos. No hay un cambio en cuanto a qué les hace feliz. No hay un cambio en el fundamento decisivo de su gozo. Solo van hacia una nueva tienda. La cena es aun la misma; solo que ahora tiene un nuevo sirviente. Las maletas en el cuarto de hotel aun son las mismas; solo que ahora tienen un nuevo botones.
El nuevo nacimiento provee un nuevo fundamento profundo para nuestro gozo
Esa no es la esencia del nuevo nacimiento. No es tener los mismos deseos que tenían como personas no-regeneradas, y simplemente obtenerlos desde una nueva fuente. El nuevo nacimiento cambia qué nos hace felices desde el interior, desde la raíz, desde el fundamento. El yo, en el fondo, es sustituido por Jesús. Dios mismo.
Lo que hace alegre a una persona nacida de nuevo no es, esencialmente, que tenga los dones de Dios, sino que tiene a Dios. Ésta es mi mayor preocupación, más que los cristianos genuinos que ciertamente van camino hacia el cielo, y no se sienten amados por Dios. Y mi manera corta de tratar de despertar a las personas a los peligros de sentirse amados por Dios mientras aun permanecen sin ser regenerados es preguntar: ¿Se siente usted más amado por Dios porque él le engrandece, o porque al gran costo de su Hijo, él le liberó para disfrutar conociendo y atesorando y exaltando mucho a Dios?
¿Por qué Dios nos engrandece para su propia gloria?
Pero hoy estoy empeñado en que ésta, mi preocupación, no socave la inmensurable forma en que Dios les ama, a ustedes los que han nacido de nuevo, incluyendo el engrandecerles, de hecho, mucho más de lo que ustedes hayan soñado.
Así que ésta es la nueva forma en que voy a abordar este tema. Pregunto: ¿Por qué Dios realiza todos estos actos de amor hacia nosotros de una forma que revela que nos está amando para su propia gloria? ¿Por qué Dios revela implacablemente su amor a nosotros diciéndonos en la Biblia que está amándonos por amor de su nombre? Esta pregunta es urgente porque hay muchos que dicen o sienten que no es amor si el propósito de Dios es magnificar su propia gloria. O sienten: Tú dices que él me está engrandeciendo, pero de hecho no me está engrandeciendo si su propósito es que ser engrandecido al engrandecerme.
Tiemblo al escuchar esas palabras. No es así. Quiero mostrarles - quiero ayudarles a ver y sentir- que ustedes son más amados por Dios cuando él les ama así. Él les engrandece cuando les engrandece así. Por favor, no se cierren. Pidan a Dios que les ayude a ver lo que estamos a punto de ver en la Biblia.
Ejemplos de cómo Dios nos ama para su propia gloria
Veamos solo unos pocos ejemplos de lo que quiero decir cuando digo que Dios hace todas sus obras de amor hacia nosotros en una forma que revela que nos está amando para su propia gloria.
1. Dios muestra su amor por nosotros predestinándonos para adopción en su familia.
Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia. (Efesios 1:5-6)
Dios nos amó en la eternidad desde antes que fuéramos creados, y planeó hacernos sus hijos en adopción. Y el propósito de su amor era la "alabanza de la gloria de su gracia". Él nos amó así para que pudiéramos alabar su gracia. Una persona regenerada alaba la gracia de Dios en nuestra adopción. Un cristiano nominal simplemente ama los beneficios naturales de la adopción.
2. Dios nos muestra su amor al crearnos.
Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria. (Isaías 43:6-7).
Dios nos amó al crearnos para que pudiéramos disfrutar para siempre todos los bienes que el planifica para nosotros. Y lo hizo, dice, para su gloria.
3. Dios muestra su amor por nosotros al enviarnos un Salvador.
No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas" (Lucas 2:10-14).
Nosotros recibimos un Salvador, él recibe la gloria. Nosotros recibimos "gran gozo", Dios recibe la alabanza. Ése es el propósito de Dios al enviar a su Hijo.
4. Dios mostró su amor por nosotros cuando Cristo murió por nosotros.
Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2da a los Corintios 5:14-15).
Cristo nos amó, murió por nosotros, y el propósito era que viviéramos para él. Él busca su gloria mediante nuestra salvación. Y si usted se pregunta por qué leímos el Salmo 79 al principio, fue por un versículo, el versículo 9:
Ayúdanos oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. (Salmo 79:9).
Así oran las personas que han nacido de nuevo. Ellos ven su salvación, fundamentalmente, como un regalo que les permite ver y disfrutar y mostrar la gloria de Dios.
5. Dios muestra su amor por nosotros en la forma en que Jesús ora por nosotros.
"Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24).
"Conmigo". Él ora para que estemos con él. ¿Y por qué razón debiéramos sentirnos felices por eso? Oh, él nos dará muchas cosas. Pero el fundamento de nuestro gozo, la esencia determinante de nuestra felicidad será esta: veremos su gloria. El fundamento de nuestro gozo será nuestro Salvador, no nuestro ego.
El propósito de esos cinco textos es mostrar que en toda la Biblia, Dios realiza todas sus obras hacia nosotros en una forma que revela que nos está amando para su propia gloria.
¿Por qué lo hace así?
¿Cuánto hace Dios por nosotros?
Antes de responder, es esencial enfatizar en este mensaje que el amor de Dios por nosotros incluye engrandecernos en maneras que dejan sin aliento. Están tan por encima de nuestra imaginación que escasamente podremos creer cuánto él nos engrandece. Unos pocos ejemplos de lo que quiero decir:
1. Dios nos engrandece al deleitarse junto con nosotros y al elogiar nuestras vidas.
Alan Jacobs dijo que el mayor sermón de C.S. Lewis fue "El Peso de Gloria". Y en ese sermón, ¿cuál es el peso de gloria que cada verdadero cristiano deberá llevar? Escuchar las palabras: "Bien hecho, buen siervo".
Agradar a Dios. . . ser un verdadero ingrediente en la felicidad divina. . . ser amados por Dios, no es recibir su misericordia, sino que Dios se deleite en él, como un artista se deleita en su obra, o como un padre en un hijo; parece imposible, un peso o carga de gloria que nuestros pensamientos difícilmente pueden sustentar. Pero así es. (“Weight of Glory,” 1965, p. 10).
2. Dios nos engrandece al hacernos coherederos con su Hijo, quien es dueño de todo.
- "Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra" (Mateo 5:5).
- "la promesa a Abraham o a su descendencia [... es] que él sería heredero del mundo" (Romanos 4:13).
- "Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (1ra a los Corintios 3:21-23).
3. Dios nos engrandece al hacernos sentar en la mesa cuando Él vuelva, y servirnos como si Él fuera el siervo y nosotros los maestros.
"En verdad os digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá" (Lucas 12:37).
4. Dios nos engrandece al destinarnos para enjuiciar a los ángeles.
"¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?" (1ra a los Corintios 6:3).
5. Dios nos engrandece al atribuirnos valor y regocijarse en nosotros como su posesión atesorada.
- “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. . . . Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos" (Mateo 10:29-31).
- “El Señor tu Dios. . . se gozará en ti con alegría, en su amor guardará silencio, se regocijará por ti con cantos de júbilo" (Sofonías 3:17).
6. Dios nos engrandece dándonos un cuerpo glorioso como el de Jesús resucitado.
- "el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo" (Filipenses 3:21).
- "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" (Mateo 13:43, cf. Romanos 8:30)
7. Más sorprendentemente, Dios nos engrandece al concedernos sentarnos con Cristo en su trono.
- "‘Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono" (Apocalipsis 3:21).
- O, como dice Pablo: "la iglesia... la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo" (Efesios 1:22-23).
Estamos destinados a gobernar el universo con una autoridad similar a la de Dios.
Digámoslo alto y claro, Dios engrandece a la novia de su Hijo, la iglesia. Dios ama a la iglesia con un tipo de amor que la engrandecerá mucho más de lo que ella pueda alguna vez imaginar. Si ustedes pertenecen a Cristo, todo les pertenece (Romanos 8:19).
¿Por qué Dios nos recuerda que nos ama para su gloria?
La pregunta final decisiva es: ¿Por qué Dios, quien nos ama tanto, y quien nos engrandece tan extremadamente, nos recuerda una y otra vez que todo lo hace para su propia gloria? ¿Por qué Dios nos recuerda una y otra vez que nos engrandece en una forma diseñada para, principalmente, engrandecerle?
La respuesta es: Amarnos así es el amor más grande. El amor de Dios por nosotros, que nos engrandece para su gloria, es un amor más grande que el que tendría si nos engrandeciera para hacernos su mayor tesoro, más que él mismo. Convertirse en nuestra meta es una expresión de amor más grande que la de convertirnos a nosotros en su meta.
El "yo" nunca estará satisfecho
Éste es un amor más grande porque el yo, no importa cuan glorificado sea por Dios (Romanos 8:30), nunca satisfará a un corazón hecho por Dios. Dios nos ama infinitamente. Él envía a su Hijo a morir para poder tenernos, y para que nosotros podamos tenerle a él (1ra de Pedro 3:18). Él no nos permitirá estar satisfechos con los maravillosos y felices pensamientos del yo. Ni siquiera de un yo glorificado. Él no dejará que nuestra gloria, que él mismo creó y en la que él se deleita, reemplace su gloria como nuestro tesoro supremo.
El mayor don de Dios
Bethlehem, dejo esta verdad con ustedes mientras estoy lejos en estos próximos meses. Gloríense en ella. Llénense de valor por ella. Regocíjense en ella. Fortalézcanse por ella. Ustedes son preciosos para Dios, y el mayor don que él tiene para ustedes es no permitir que nuestro valor se vuelva nuestro Dios. Dios será vuestro Dios. Solo Dios, para siempre. Y éso es amor infinito.