¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? parte 1
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
El versículo 16 nos dice que el evangelio es “el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. El pasado 21 de junio les decía que el verdadero significado de este versículo no es que el evangelio sea el poder de Dios para llevar a los inconversos a la fe en Jesucristo (aunque esto es una profunda verdad), sino para llevar a los que ya han creído a la sublime y eterna seguridad de la presencia de Dios.
Nuestro Gran Problema: La Ira De Dios
Uno de los puntos que no explicábamos en aquel sermón era por qué necesitamos la salvación ¿Salvos de qué? ¿Cuál es el problema? La respuesta de la carta a los Romanos es rotunda: necesitamos ser salvos de la ira de Dios. En Romanos 1:18 leemos: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad”. Esta es la razón por la que necesitamos ser salvos. Dios se llena de ira ante nuestra injusticia y por el modo en que distorsionamos y anulamos la verdad, para justificarnos a nosotros mismos.
Basta solo con echar un vistazo al siguiente capítulo, Romanos 2:8, para darnos cuenta de esta verdad. Pablo dice que solo hay “pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia[note nuevamente la repetición de dos palabras al igual que sucede en Romanos 1:18: la “verdad” es rechazada y la “injusticia” es abrazada] [Dios dará]: ira e indignación”. Este es nuestro problema: Dios se indigna y enciende en ira al ver nuestra injusticia y falsedad.
Solo tres versículos antes, en Romanos 2:5, se nos dice: “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.
He aquí la principal razón por la que necesitamos ser salvos. Este es nuestro mayor problema: la ira postrera de Dios que nos separa de él y nos envía directo al infierno. Si usted le preguntara al libro de Romanos de qué necesitamos ser salvos, la respuesta saltaría a la vista: del pecado, de la culpa, de la desunión y las malas relaciones, de malas costumbres y hábitos destructivos; pero la respuesta fundamental sería: necesitamos ser salvos de la ira de Dios. Nuestro gran problema, aunque solo unos pocos de nuestra década puedan reconocerlo, es que somos pecadores en manos de un Dios infinito, Omnipotente y enojado.
Evangelio: Dios Nos Ha Rescatado De Su Propia Ira
El evangelio es, en síntesis, la buena noticia de que Dios mismo nos ha rescatado de su propia ira. No solo de nosotros mismos o del desastre en que podemos convertir nuestras vidas, sino también de su propia cólera y justo juicio. El evangelio es poder de Dios para salvación de su ira, el poder que nos trae al gozo y la seguridad eterna en la misma presencia de Dios.
Quizás donde más se evidencia esta verdad es en Romanos 5:9: “mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre [es decir la sangre de Jesús], seremos salvos de la ira de Dios por medio de El”. En resumen, lo más importante es escapar de ira de Dios o alejarla, de manera tal que él pueda llegar a ser nuestro Rey y no nuestro enemigo.
Por tanto, al leer en el versículo 16 que el evangelio “es poder de Dios para salvación”, entendemos que el evangelio no es más que el poder de Dios para rescatar a los creyentes de la ira de Dios, o de su justo juicio (2:5)
¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?
Ahora bien, la pregunta del día es: ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? ¿En qué manera puede ser el evangelio poderoso para salvar a quienes ya tienen al Señor? La respuesta la encontramos en el versículo 17. Quizás podamos sentir mejor la fuerza de este versículo si lo traducimos incorrectamente, si le hacemos decir lo que nosotros quisiéramos que dijera, y entonces, lo leemos correctamente. Leámoslo primero incorrectamente. Comenzando en el versículo 16, “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17Porque en el evangelio [el amor] de Dios se revela por fe y para fe”.
Es evidente que no es eso lo que dice, sin embargo, para muchos de nosotros es esa la parte más importante cuando pensamos en el Evangelio. Generalmente decimos que el evangelio es la grandiosa y sublime noticia a través de la cual el amor de Dios se ha revelado, y sin lugar a dudas es cierto. Romanos 5:8 dice, “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Eso también es el evangelio. El evangelio de Jesucristo es la demostración y revelación del amor de Dios por los pecadores. Pero eso no es lo que dice el versículo 17.
Ahora, existen dos razones muy simples por las que digo lo que digo y que explican por qué comencé esta exposición leyendo una traducción incorrecta. En primer lugar, quiero dejar en claro que el amor de Dios no eliminó toda injusticia humana y la ira de Dios como quien oculta la suciedad de la casa debajo de la alfombra y luego finge que todo está limpio.
El amor de Dios tuvo que lidiar de igual manera con la maldad de hombre y con la ira de Dios. El amor de Dios no es algo puramente sentimental que dice, “me caes bien y por tanto te voy a favorecer”. Si eso fuera cierto, la carta a los Romanos sería más corta de lo que es. De hecho, creo que toda la Biblia sería mucho más corta si pudiera obviar la sangrienta historiade la muerte del Hijo de Dios.
El amor de Dios está lleno de sabiduría, de justicia y de verdad. Es un amor que en lugar de opacarlos, resalta los demás los atributos de Dios. El amor de Dios es sabio, transparente, justo y verdadero; sin secretos ni insinuaciones. Habiendo tomado en cuenta nuestra injusticia y la ira de Dios, provee una solución grandiosa a través de la muerte y la resurrección de Jesús. Cómo lo hace es el tema fundamental de este libro. La otra razón por la que comienzo mencionando lo que Pablo omite es que quiero enfatizar el deseo de Pablo de que los cristianos comprendan cómo pueden ser salvos de la ira de Dios. Su interés va más allá que tengamos solo conocimiento acerca del amor de Dios y del sacrificio de Cristo por nuestros pecados ¡Medite en esto! ¡Todo es tan simple y claro! Sin lugar a dudas, tanto al mismo Señor Jesucristo como a Pablo, su apóstol inspirado, les interesa que los cristianos sepan cómo el evangelio es poder de Dios para salvación. Pablo nos lo dice en el versículo 17 y durante los 16 capítulos restantes.
Una Sólida Comprensión Del Evangelio
Usted se preguntará por qué he hecho tanto énfasis en este sentido. Permítame responderle: es evidentemente anti bíblico que tantos cristianos de nuestros días tengamos una apreciación tan débil de quienes somos sin la gracia divina, de cómo Dios planeó nuestra redención, de lo que él mismo hizo en Cristo para salvarnos, de cómo el Espíritu Santo obró durante nuestra conversión, y de cómo Dios sigue obrando (a través del evangelio) al sostenernos, purificarnos y prepararnos para el cielo. Esto es lo que el Nuevo Testamento, y en especial Romanos, se esfuerza por enseñarnos. Sin embargo, resulta verdaderamente asombroso ver cómo a tantos cristianos simplemente no les interesa saber estas cosas y por tanto no las conocen.
Es por eso que insisto en resaltar que el versículo 17, lejos de decir que, “todo lo que necesitamos saber es que Dios nos salvó por amor”, Pablo comienza por explicarnos cómo puede el evangelio salvar a los creyentes, no solo dice que el evangelio nos muestra el amor de Dios; Pablo se adentra en ese amor y nos muestra cómo Dios enfrenta los verdaderos problemas de la humanidad. Es entonces que comenzamos a entender cuáles son estos problemas, y comprendemos que son más complejos de lo que creemos, no es el bombardeo a las embajadas de Nairobi y Dar es Salaam, es más profundo que esto. Hay enemistad contra Dios, la verdad es suprimida y hay una profunda injusticia en el alma y tenemos además la ira todopoderosa de Dios, ante todas estas cosas solo hay un poder en el universo que puede vencer: el evangelio de Jesucristo.
Comenzando en el versículo 17, Pablo se adentra en el amor de Dios y en el evangelio para confirmarnos esta verdad, y lo hace porque como cristianos necesitamos conocer estas cosas. No les estoy pidiendo que tomen un curso en Teología. Les estoy exhortando que presten atención a la revelación de Dios en Romanos 1:17. Cristo envió a su apóstol para enseñarnos cómo el evangelio salva a los creyentes y los conduce hasta el cielo.
Esto es lo que usted querrá saber cuando el doctor le diga:
Hemos hecho todo lo posible.
Y usted le pregunte:
-¿Cuánto tiempo de vida me queda?
Y él le responda:
-Una semana, quizás dos.
Es entonces se encontrará cara a cara, frente a frente con el Creador y Juez de todo el universo, infinito en santidad e inmutable en justicia. Oh mi amada Bethlehem, esto es lo que querrás saber ¿Cómo podré persuadirte para que te ocupes en las cosas más importantes del mundo?
La Tranquilidad Y El Privilegio De Entender Cómo Dios Obra.
Les ruego que tomen con seriedad todo lo que concierne su crecimiento en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:10) y de cómo salva a los pecadores. Si Dios inspiró a Pablo para decirnos estas cosas, entonces debemos desear conocerlas. Ciertamente este es un enorme privilegio que trae tranquilidad y gozo a nuestras vidas. Esta serie de estudios de la carta a los Romanos es una oportunidad preciosa, es como una ventana en el tiempo. Estoy haciendo este análisis sin apresurarme, para que usted tenga el tiempo necesario para leer, pensar, estudiar, revisar, verificar cada aspecto y orar por todo lo que está oyendo. Esta serie de estudios tiene la capacidad y el potencial de llevarlo justo al centro del corazón y la mente de Dios, si es eso lo que está buscando. Por favor, le ruego que no adopte una actitud pasiva, no se deje llevar. Aprópiese de la esencia de esta carta y establezca sus pensamientos y sentimientos sobre sus sólidos fundamentos.
Por tanto, en esta mañana podemos preguntarnos: ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? ¿Cómo puede el poder del evangelio traernos gozo y seguridad eterna en la presencia misma de Dios, cuando lo que en verdad merecemos es la ira de Dios, que según el versículo 18 se revela desde el cielo? ¿Cómo podrá el evangelio, durante esas dos últimas semanas de vida, rescatarlo a usted del terror y la desesperación y llevarlo triunfante hacia al cielo con Dios?
He aquí la respuesta que nos da el versículo 17, el evangelio es “poder de Dios para la salvación de todo el que cree […] Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”.
Sin embargo, esto pudiera parecernos contradictorio. ¿Cómo podemos llamar a esto buenas noticias cuando la justicia de Dios es nuestro problema? Dios es justo y yo soy injusto, ese es el gran problema. Según el versículo 18, su ira se revela contra toda injusticia de los hombres. Martín Lutero decía odiar Romanos 1:17 antes de verlo de esta manera. Él mismo escribió:
“Yo... había sido cautivado con una extraordinaria curiosidad por entender a Pablo en la carta a los Romanos. Pero...una expresión en el capítulo 1, [v. 17], en el evangelio la justicia de Dios se revela, se interponía en mi camino, porque yo detestaba esa expresión: la justicia de Dios. Era la misma justicia con la cual, según me habían enseñado, Dios castiga a los injustos”. (John Dillenberger, ed. Martín Lutero: Selecciones de sus Escritos [Martin Luther: Selections from His Writings], [Garden City, New York: Doubleday and Co., 1961], p. 11)
Dios Nos Da Aquello Que Demanda De Nosotros
Por tanto, ¿cómo puede esta verdad llegar a convertirse en buenas nuevas para nosotros? He aquí la respuesta: Dios demanda de nosotros una justicia que no tenemos, por tanto, nuestra única esperanza es que él mismo nos dé esa justicia. Esa sí sería una buena noticia. Eso el evangelio. Y así es como Dios obra. Lo que se revela en el evangelio no es más que esto: la justicia de Dios hacia nosotros es la misma que demanda de nosotros. El evangelio es poder de Dios para salvación porque salva a los creyentes a través de una verdad: en el evangelio Dios revela la justicia que demanda de nosotros. Lo que nos faltaba y que no podíamos crear, proveer o brindar, Dios nos lo da de manera gratuita; a saber, propia justicia, la justicia de Dios.
Es así como el evangelio nos salva de la ira de Dios. En el versículo 18 podemos ver que “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres”. Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Cuál es nuestra esperanza de escapar de esta ira cuando somos impíos e injustos? La respuesta sería que Dios interviniera y nos otorgara una justicia que no es nuestra. Si Dios lo hiciera, su ira sería apartada, y sería posible reconciliarnos con él. Esto es, de hecho, lo que Dios hizo. Esto es el evangelio. Es así como nos salva.
El evangelio “es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree”, porque en el evangelio nos otorga aquello que demanda de nosotros, esto es, su propia justicia. Él muestra en Cristo el regalo que antes era una demanda. Así es como nos salva: en el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo Dios nos otorga la justicia que demanda de nosotros.
Creo que tendremos que dedicar los próximos dos domingos a analizar las buenas nuevas de este versículo. El próximo domingo nos estaremos preguntando en qué consiste la dádiva de la justicia de Dios.
- ¿Es acaso la vindicación de su propia justicia al caer el castigo sobre Jesús, nuestro substituto?
- ¿Es nuestra condición de pecadores perdonados, justificados y sin culpa en la misma presencia de Dios?
- ¿O es la transformación moral que ocurre en nosotros, que de hecho, cambia nuestra naturaleza, convirtiéndonos en hijos obedientes y justos delante de Dios?
- ¿O es sencillamente la suma de estas tres razones?
El domingo que sigue, estaremos analizando el papel de la fe en esta la revelación salvadora de la justicia de Dios, el significado de la frase “por fe y para fe” (v. 17), y veremos cómo la cita de Habacuc 2:4 nos ayuda a abrazar esta gran verdad por fe.
Para concluir en el día de hoy, quisiera volver a citar a Martín Lutero. Tal vez Dios quiera usar su testimonio para que muchos pasen de ser meros oidores a gente que ama y vive según esta realidad del evangelio: Dios nos ha regalado su propia justicia. Recordemos que Lutero decía cuánto odiaba Romanos 1:17, pues él mismo explica cómo batallaba contra su propia culpa y temor ante la justicia de Dios.
“De tal manera luchaba yo con mi rebelde y atribulada conciencia. Una y otra vez volvía a estas palabras de Pablo [Romanos 1:17], deseando con todo el ardor de mi alma saber lo que él quería decir. Al fin, por la misericordia de Dios y tras meditar día y noche, pude entender el contexto de estas palabras, “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Fue entonces que comencé a entender que la justicia de Dios es [...] la justicia con que el Dios de toda misericordia nos justifica por la fe [...] En este punto sentí que había nacido de nuevo y que había entrado al mismo paraíso con las puertas abiertas”. (Martín Lutero: Selecciones [Martin Luther: Selections], pp. 11-12).