Aférrate a la Palabra y ora por nosotros
Cómo el Espíritu y la Palabra producen cambios
2 Tesalonicenses 2:13 - 3:5 (LBLA)
Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. 14 Y fue para esto que Él os llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra. 16 Y que nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia, 17 consuele vuestros corazones y os afirme en toda obra y palabra buena. 3:1 Finalmente, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor se extienda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió también con vosotros; 2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no todos tienen fe. 3 Pero fiel es el Señor quien os fortalecerá y protegerá del maligno. 4 Y tenemos confianza en el Señor respecto de vosotros, de que hacéis y haréis lo que ordenamos. 5 Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia de Cristo.
Los sermones sobre oración y meditación son como los libros en un matrimonio. Pueden ayudar a indicar el camino hacia la realidad de una relación profunda y preciosa, pero la realidad se descubre y experimenta en el acto del matrimonio, no en conversaciones o lecturas sobre el matrimonio. La realidad de la comunión con Dios– nosotros hablando en oración y Dios hablando a través de su Palabra escrita mediante su Espíritu – se descubre y experimenta en el acto de oración y meditación. Si deseaamos esta realidad– y los cristianos la desean – la encontraremos este año, cuando la Palabra esta mañana nos lleve al acto de oración y meditación donde está la realidad. Aprendemos los secretos de la oración y la meditación – la comunión con Dios a través de Cristo – haciendo esto. ¡Oh, ojalá Dios use este mensaje para llevarnos a hacerlo! Y para seguir haciéndolo hasta que se torne tan indispensable en nuestra vida como comer y beber.
Mi punto principal de esta mañana es: La oración y la meditación son tan inseparables para vivir la vida cristiana como lo son el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios. Primero, una breve explicación y luego mostraré dónde obtuve esta verdad del texto. En este punto principal involucro cuatro cosas.
La obra se lleva a cabo a través de la Palabra en nuestra vida, lo cual sucede a través del Espíritu
En primer lugar, lo que digo es que la obra del Espíritu de Dios en nuestra vida sucede a través de la Palabra (las Escrituras), y la obra de la Palabra en nuestra vida sucede a través del Espíritu. El Espíritu y la Palabra son inseparables para producir cambios en nuestras vidas (ya sea que los llamemos obediencia, santificación, fruto del Espíritu, o santidad) – desde el primer acto de regeneración hasta el acto final de glorificación. Dios obra por este Espíritu por medio de su Palabra para llevar a cabo sus propósitos de salvación en nuestras vidas.
La oración implica confianza en su Espíritu; la meditación implica confianza en su Palabra
Otra cosa que quiero decir hoy en este punto principal, es que la oración es nuestra respuesta a Dios en virtud de su Espíritu, y la meditación es nuestra respuesta a Dios en virtud de su Palabra. En la oración alabamos las perfecciones de Dios a través de su Espíritu, agradecemos a Dios por lo que ha hecho mediante su Espíritu, confesamos nuestra incapacidad para confiar en la promesa de su Espíritu, y pedimos la ayuda de su Espíritu – todo en el nombre de Jesús. La oración es la expresión humana de cómo atesoramos el Espíritu de Dios y la confianza que tenemos en Él.
La meditación es escuchar, ponderar y apreciar la Palabra de Dios. Es leer la Biblia y masticarla para obtener la dulzura y el alimento de ella que Dios proyecta dar. Esto debe implicar la memorización de la Palabra para que podamos masticarla y ser fortalecidos por ella día y noche, como dice el Salmo 1. ("En su ley medita de día y de noche" v. 2.) La esencia de la meditación es pensar nuestro camino dentro de la mente misma de los escritores a los que, por inspiración, se les concedió pensar los pensamientos de Dios (cf. 2 Timoteo 3:16f; 2 Pedro 1:21). Pensar, reflexionar, ponderar y masticar hasta que veamos lo que ellos ven de la manera que Dios quiere que sea visto, a saber, como precioso, valioso, maravilloso y deseable.
La oración y la meditación son inseparables para vivir la vida cristiana
Una tercera cosa que digo es que la oración y la meditación son inseparables para vivir la vida Cristiana. La oración sin meditación de la Palabra se desintegrará en espiritualidad humanista. Simplemente reflejará nuestras propias ideas y sentimientos caídos, no los de Dios. Y la meditación sin clamar a Dios en oración creará orgulloso legalismo o desesperación. Trataremos de vivir la palabra en nuestras propias fuerzas y pensaremos que estamos teniendo éxito, y nos convertiremos en legalistas orgullosos; o sabremos que no estamos teniendo éxito y nos rendiremos en total desamparo. Estas no son las únicas alternativas. Mi punto es: la voluntad de Dios es que la oración y la meditación estén siempre juntas. En la oración pedimos al Espíritu de Dios su ayuda para el cambio, y en la meditación vemos la verdad que inspira el cambio cuando el Espíritu obra.
El cambio viene a través de la Palabra para que se honre la verdad de Cristo en la Palabra
Una cuarta y última cosa que digo en este punto principal es que la razón por la que el Espíritu produce cambios en nuestras vidas a través de la Palabra (y para mantenerse, por así decirlo, escondido detrás de la Palabra) es que la verdad de Cristo en la Palabra será honrada por el cambio en nuestras vidas. El Espíritu ha sido dado para glorificar al Hijo de Dios (Juan 16:14).
Permítanme ejemplificar. En Lucas 2:10-11 escuchamos una palabra de Dios a los pastores: "No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; (11) porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor". Ahora bien, ¿cuál era el objetivo de esta Palabra? Era, por lo menos, producir gozo. "Os traemos buenas nuevas de gran gozo" ¡Enorme gozo! En otras palabras, la verdad acerca de Jesús – que es un Salvador, Mesías y Señor y que nació en la ciudad profetizada de David – esta verdad, era para inspirar un gran gozo (y lo hizo, Lucas 2:20). Y cuando lo hizo ¿quién obtuvo la gloria? Jesús. Él es el Salvador, Cristo, Señor. Esto es lo que reveló la Palabra, y esto fue lo que inspiró el gozo. Por lo tanto el cambio producido por la Palabra glorifica la verdad sobre Cristo que se encuentra en la Palabra.
Pero supongamos que los pastores hubieran estado en los campos cuidando a sus rebaños en la noche y repentinamente el Espíritu Santo hubiera llegado entre ellos y los hubiera llenado de gran gozo sin ninguna noticia. Sin Palabra. Sin revelación. Sólo el sentimiento de gozo. ¿Quién hubiera sido honrado con eso? Nadie, excepto tal vez los Pastores por ser tan fuertes ante la fría noche de invierno. ¿Cómo se honraría y glorificaría a Cristo si el Espíritu creara en nosotros buenos sentimientos y buenas resoluciones de todo tipo sin referencia alguna a Jesús, a su cruz y resurrección, y los grandes actos de Dios en la historia? No sería posible. Por lo tanto, la forma mediante la cual el Espíritu trae cambios a nuestras vidas es permitirnos silenciosamente que veamos en la Palabra la belleza de Cristo y sus caminos. Entonces nuestra motivación fluye conscientemente a partir de la verdad sobre Cristo, y Él es glorificado, y el Espíritu sigue siendo el poder detrás de la escena que abrió nuestros ojos.
Así que vemos por qué mi punto principal dice, la oración y la meditación son tan inseparables para vivir la vida cristiana como lo son el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios. La oración es el acto humano que corresponde al Espíritu de Dios, y la meditación es el acto humano que corresponde a la Palabra de Dios; y tal como la Palabra y el Espíritu son inseparables en el cambio que Dios produce en nosotros, así también la oración y la meditación son inseparables en ese cambio.
Así que les ruego como iglesia esta mañana: hagan de 2002 un año gozoso, disciplinado, persistente, de oración y meditación sobre la Palabra; meditación sobre la Palabra y oración. No dejen decaer ninguno de los dos. Y si lo hacen, vuelvan a reunirlos.
Ahora veamos el texto para permitir que inspire esta convicción y cambio en nuestras vidas.
Hay cuatro ejemplos de mi punto en estos textos. Me limitaré simplemente a mostrarlos y a decir unas breves palabras de explicación y exhortación.
2 Tes. 2:13-14: El Espíritu obra por medio de la Palabra para despertar gratitud
Primero, en 2 Tesalonicenses 2:13-14 vemos cómo la oración de agradecimiento depende de la revelación en la Palabra de cómo Dios obra en nuestras vidas. Primero Pablo dice, "Nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor". El agradecimiento es un deber– debemos sentirlo y expresarlo. Y es uno de los deberes más felices del mundo, porque la verdadera gratitud es una de las experiencias más dulces que puede conocer el corazón humano. Y cuando la experimentamos, debemos decirlo en oración a Dios, y ante los demás, para que puedan decir, "Amén," y unirse a nosotros en agradecimiento (1 Corintios 4:16).
Luego Pablo da cuatro razones para sentirse agradecido. Y lo hace mediante la Palabra. 1) Versículo 13b: son "amados por el Señor." 2) Versículo 13c: "Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad" 3) Versículo 14a: "Él os llamó mediante nuestro evangelio" 4) Versículo 14b: El objetivo de su llamado fue "que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo".
Vemos cómo funciona esto: nuestro deber es la emoción de la gratitud. "Nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros". Pero las razones para agradecer que despiertan la emoción en nosotros están reveladas en la Palabra acerca de cómo Dios nos salvó. Por lo tanto el Espíritu obra por medio de la Palabra para despertar la gratitud que Dios demanda.
Podemos ver la referencia explícita al Espíritu y la verdad en la última parte del versículo 13: Dios nos salva "mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad". No sólo la verdad. Y no sólo el Espíritu. Sino Espíritu y verdad. Juntos. Y mi punto es que, dado que el Espíritu y la verdad están siempre juntos, la oración y la meditación están siempre juntas.
2 Tes. 2:15-17: La fuerza para las buenas palabras y obras proviene de orar a Dios para que haga la Palabra efectiva en nuestras vidas
El segundo ejemplo de esto está en 2 Tesalonicenses 2:15-17. En el versículo 15 Pablo nos dice que estemos firmes y retengamos la palabra. Luego en los versículos 16-17 ruega para que Jesús y el Padre nos afirmen en cada buena palabra y obra. Por lo tanto muestra que hay una conexión entre retener la palabra y orar a Dios para que la palabra se haga efectiva.
Versículo 15: "Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra". ¿Cómo diría él esto hoy? No diría: asegúraos de tener una Biblia en un estante en casa. Sino que diría: leedla y memorízadla y llévadla cuando salgáis de casa en la mañana, y meditad sobre ella y usadla para luchar la batalla de la fe durante el día. Usadla para "manteneros firmes".
Ahora bien, para mostrar que la Palabra, sin la ayuda de Dios a través de la Palabra, no es suficiente, Pablo dice una bendición, que es una especie de oración: Versículo 16: "Y que nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia, (17) consuele vuestros corazones y os afirme en toda obra y palabra buena". Él apela a Dios por consuelo y fortaleza. Por lo tanto, en el versículo 15 nos dice: "Estad firmes". ¿Cómo? ¡Aferrándonos a la Palabra! Pero en el versículo 17 dice, "Señor Jesús y Dios Padre, afírmalos para cada obra y palabra buena".
¿Entonces cómo se produce nuestra fortaleza para las buenas obras y buenas palabras? ¿Sólo mediante la meditación? No. ¿Sólo mediante la oración? No. Mediante la oración para que Dios haga efectiva la palabra en nuestras vidas. Palabra y Espíritu. Meditación y oración. No una u otra, sino ambas juntas.
2 Tes. 3:1-2: Orar por el triunfo de la Palabra en las vidas de los demás
El tercer ejemplo en cuanto a mantener juntas la oración y la palabra se encuentra en 2 Tesalonicenses 3:1-2. "Finalmente, hermanos, [¡]orad[!] por nosotros, para que la [¡]palabra[!] del Señor se extienda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió también con vosotros; (2) y para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no todos tienen fe". La Palabra tuvo un poderoso efecto en las vidas de los Tesalonicenses. Ahora Pablo desea que los Tesalonicenses se dediquen a difundir una pasión por la supremacía de Dios a través del triunfo de la Palabra en las vidas de los demás.
Entonces ¿qué hace? Él dice ¡orad! ¿Orar para qué? Orad por los portadores de la Palabra. "Orad por nosotros", dice. Algo tiene que suceder en nosotros para que la Palabra se divulgue y triunfe. Pablo tiene la Palabra del Evangelio en él, que es el poder de Dios para la salvación y que produce esperanza y gozo (Romanos 15:4, 13). Pero esto no es automático. Ni siquiera para Pablo. ¡Oh, cuán torpes pueden ser nuestros ojos y corazones a veces! No importa lo maduros que estemos en la fe. Así que Pablo les suplica que oren por él y por su grupo. ¡Increíble! Pedid a Dios que abra nuestros ojos para ver la gloria de Cristo en el evangelio de manera que cuando prediquemos haya una realidad y un poder enraizado en Cristo que haga que la gente vea, escuche, crea y glorifique la verdad de Cristo en la Palabra.
Las misiones y la evangelización no se llevan adelante sólo con la Palabra o sólo con la oración. Avanzan y triunfan a través de la Palabra y la Oración. Espíritu y verdad. Y esa es la forma en que estará en las vidas de aquellos a quienes amamos. Nunca dejes de orar por ellos. Y nunca dejes de decirles la verdad sobre Jesús. Hay miles de maneras de hacerlo a fin de que no suene enlatado y falso. Si cada día vives tú mismo por la Palabra, también habrá nuevos descubrimientos para tus seres queridos.
2 Tes. 3:4-5: La palabra y la oración para producir el cambio
El ejemplo final de cómo la Palabra y la oración van unidas está en 2 Tesalonicenses 3:4-5. Versículo 4: "Tenemos confianza en el Señor respecto de vosotros, de que hacéis y haréis lo que ordenamos" Observemos que aquí tenemos una referencia a la Palabra apostólica: "lo que ordenamos". Así que Pablo dice que tiene confianza en que hayan oído esta orden y sigan caminando en ella. Pero luego veamos qué hace en el versículo 5. Vuelve a orar una de esas oraciones de bendición: "Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia de Cristo". ¿Por qué hace esto si tiene tanta confianza en que seguirán su Palabra apostólica? La razón es porque su oración por ellos es parte del por qué confía en ellos – él sabe que el Señor ha de realizar alguna poderosa “dirección de corazón” para que continúen en la obediencia. Entonces él ora: "Oh Señor, dirige sus corazones hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia de Cristo".
Él dio las órdenes, como dice en el versículo 4, y oró por ellos en el versículo 5. La Palabra no va sola para producir el cambio. Y la oración tampoco va sola para producir el cambio. Sino la Palabra y la oración.
La oración y la meditación son tan inseparables para vivir la vida cristiana como lo son el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios
Así que el punto es claro y poderoso en este texto: La oración y la meditación son tan inseparables para vivir la vida cristiana como lo son el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios.
Por lo tanto, les suplico, por el bien de su propio crecimiento en la gracia y la transformación de sus vidas y sus familias, por el impacto de sus vidas en sus vecindarios, en el trabajo, la escuela y la familia ampliada– dedíquense este año a la oración y la meditación. Reflexionen sobre la Palabra de día y de noche, y oren por la ayuda del Espíritu de día y de noche.
Vengan a orar en las mañanas a las 7:00, y vengan a la oración al mediodía. Vengan a orar toda la noche del viernes. Tomen un plan de lectura de la Biblia de la mesa. Compren una copia del Valle de la visión y dejen que el modelo de los grandes santos les inspire a cómo orar. Eso agradará a Dios. Esta es la forma que ha diseñado para encender su iglesia y hacerla brillar para su gloria en el mundo.