Él es la fuente de salvación eterna para todos los que Le obedecen
Y nadie toma este honor [el del sumo sacerdocio] para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón. De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo: "Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy [Cristo glorificado]; como también dice en otro pasaje: Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Dignidad, eternidad, y pureza
Quiero que el mensaje de esta mañana gire alrededor de tres palabras que describen a Cristo en este pasaje: dignidad, eternidad, y pureza. Ahora conozco que son palabras grandes para los niños, e incluso, quizás, para los adultos. Pero, ¿sabe usted lo que dicen los niños sabios? Los niños sabios dicen: "El pastor John utiliza algunas palabras grandes, y yo no las entiendo; pero estoy contento de que él no use solo palabras que ya yo comprendo, porque entonces tendría que dejar muchos temas importantes en la Biblia y yo no crecería en mi comprensión". Así que déjenme tratar, por los niños y por los adultos, de explicarles lo que quiero decir con dignidad, eternidad, y pureza.
Pero veamos el escenario con la idea central. La idea central de este pasaje (versículo 4-10) se encuentra en el versículo 9b: "[Cristo] vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen". Cristo es la fuente de salvación eterna -salvación de la culpa y la condenación y del poder del pecado y de la ira de Dios y del temor de la muerte y de la vida de obras sin sentido. Y este versículo dice que toda esa salvación proviene de Cristo. Él es la fuente, o causa, de esa salvación. Y es eterna: "Jesús es la fuente de vida eterna". Permanecerá por siempre. Comienza en esta vida y permanece aún después de la muerte, pasando por el juicio, y dura por siempre y siempre. Ése es el tema del libro de Hebreos. Ése es el tema de toda la Biblia, la salvación que permanece para siempre basada en Jesucristo.
Ésa es la idea central de estos versículos. "[Cristo] vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen". Todo lo demás en estos versículos explica cómo Cristo pudo lograrlo. Es aquí donde aparecen las palabras dignidad, eternidad y pureza. Quiero tratar de mostrar, partiendo de estos versículos, que Cristo vino a ser fuente de eterna salvación por su
- dignidad como el Hijo de Dios, y por su
- eternidad en la orden sacerdotal de Melquisedec, y por su
- pureza en el crisol de su sufrimiento.
Dignidad significa digno de honor. Un perro tiene más dignidad que una hormiga, es decir es digno de más honor. Es por esa razón que nadie se enoja cuando usted envenena hormigas, peros se enoja si envenena todos los perros de un vecindario. Y los niños tienen más dignidad que los perros, porque los humanos son dignos de más honor que los perros. La sociedad humana reúne a los perros callejeros y misericordiosamente pone a algunos de ellos a dormir. Pero nadie les permitiría hacer lo mismo con niños. Y Dios tiene más dignidad que los niños, o los adultos, porque Él nos creó y es infinitamente superior a nosotros en todo sentido. Así que dignidad significa digno de honor. Cristo tiene una dignidad infinita como Hijo de Dios.
Eternidad significa para siempre. Algo que tiene eternidad no tiene principio, ni fin. Si algo dura por un tiempo y desaparece, no tiene eternidad. Si algo no existía durante mucho tiempo, y entonces fue creado o comenzó a existir, no tiene eternidad. Eternidad significa para siempre, hacia adelante o hacia atrás. Sin comienzo y sin final. Cristo tiene eternidad en la orden sacerdotal de Melquisedec (que explicaré dentro de un minuto).
Pureza significa inmaculado, limpio. Significa que cuando Jesús sufrió y fue tentado, no cedió a las impurezas de la ira o a la amargura de la maldición, o a la auto-compasión y la incredulidad. Oró por ayuda y Dios le ayudó a permanecer puro.
Por esas cualidades, Cristo es nuestra fuente de salvación eterna
Ahora, esta es la idea central: Cristo vino a ser nuestra fuente de salvación eterna a causa de su dignidad, eternidad, y pureza.
Alguien pudiera preguntar: "¿Y qué hay con su muerte por nuestros pecados? Creí que vino a ser nuestra fuente de salvación debido a su muerte por nuestros pecados. ¿Por qué hablar acerca de su dignidad y eternidad y pureza como el medio por el cuál vino a ser fuente de salvación eterna?" Esa es una pregunta muy buena. Hay otras tres razones.
Una es porque eso es lo que este texto hace: habla de la dignidad de Cristo como Hijo de Dios y de su eternidad como sacerdote semejante a Melquisedec y de su pureza en el sufrimiento.
La segunda razón es que estas tres características explican por qué Jesús era un Salvador adecuado para morir por nuestros pecados. Y cuando sabemos por qué era un Salvador adecuado, nuestra confianza en nuestra salvación y en nuestro salvador es mucho más fuerte; y cuando nuestra confianza es más fuerte, tenemos más valor para vivir el tipo de amor arriesgado, abnegado al que este libro nos llama en los capítulos 10-13.
La tercera razón por la que Hebreos habla de la dignidad y eternidad y pureza de Jesús como el modo en que Él se convirtió en nuestra fuente de salvación eterna es que conocerle a Él —conocer realmente quién es y cómo es y qué experimentó— hace que sea posible una relación interpersonal con Él. Mientras menos conoce usted a una persona, menos puede tener una relación interpersonal con él o con ella. Necesitamos conocer al verdadero Jesús en la Palabra de Dios. Necesitamos verle en su dignidad como el Hijo de Dios y en su eternidad como sacerdote en la orden de Melquisedec, y en su pureza en medio de un sufrimiento increíble. Así es como usted tiene una relación con Jesús.
Por estas razones, al menos, Hebreos nos dice que Cristo vino a ser la fuente de salvación eterna, por su dignidad, su eternidad, y su pureza. Veamos, por tanto, cada una a la vez. Y oremos para que a medida que avancemos el efecto sea una confianza más profunda en nuestra salvación y un amor más profundo en nuestra relación interpersonal con Jesús.
La Dignidad de Cristo —Glorificado por Dios el Padre
El versículo 4 comienza: "Y nadie toma este honor [el del sumo sacerdocio] para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón [vea Éxodo 28:1]". En otras palabras, el oficio de sumo sacerdote es un oficio de inmensa dignidad y es algo que no podemos decidir tener. Dios tiene que llamarte como llamó a Aarón en el Antiguo Testamento.
Entonces el versículo 5 dice: "De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo: Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy [Así glorifica a Cristo]". En otras palabras, Cristo no se glorificó a sí mismo con la dignidad del oficio del sumo sacerdote; lo hizo Dios el Padre. Pero lo sorprendente en este versículo es que el título "Hijo de Dios" reemplaza el título "Sumo Sacerdote". La primera mitad del versículo dice que Cristo no se glorificó a sí mismo como Sumo Sacerdote, y esperamos que la segunda mitad del versículo diga: "No, Dios le hizo Sumo Sacerdote". Pero por el contrario cita al Salmo 2:7 acerca de cómo Dios engendró a su Hijo.
La idea, creo, es que Cristo calificó para ser nuestro Sumo Sacerdote y para volverse la fuente de salvación eterna porque Él es el Hijo de Dios, y fue Dios mismo quien le calificó de esta forma. Cristo es engendrado de Dios desde toda la eternidad; y Dios le declaró Hijo de Dios en poder al levantarle de entre los muertos (cf. Hebreos 1:5; Hechos 13:33).
Así que Cristo tiene la dignidad de ser nuestro Sumo Sacerdote y de volverse la fuente de salvación eterna. Nadie sino el Hijo de Dios podría hacerlo. Ningún otro ser del universo tiene la dignidad que se requiere para obtener una salvación eterna. Era necesaria una dignidad infinita. Ningún sacerdote de la línea de Aarón y ningún un ángel del cielo podría hacerlo. Solo una persona podría hacerlo —el Hijo de Dios. Veamos por tanto cuán importante es conocer la dignidad de Cristo.
Todo el infierno se volverá un día en nuestra contra con este único mensaje —especialmente cuando estemos cerca de la muerte: "tu salvación no es suficiente; tu culpa permanece; tu condenación pende sobre tu cabeza, y la ira de Dios no ha sido quitada. En ese momento necesitarás la verdad acerca del fundamento de tu salvación eterna. Y una verdad que fortalecerá nuestra confianza en esa hora es la verdad de que no tenemos un Sumo Sacerdote común, sino uno que tiene la dignidad infinita del Hijo de Dios, y Él por tanto, vino a ser la fuente de nuestra salvación eterna.
Eternidad de Cristo —Sumo sacerdote para siempre
Segundo, considera la eternidad de Cristo como sacerdote según la orden de Melquisedec. Él vino a ser fuente de salvación eterna porque Él es un sacerdote eterno. Versículo 7: Como también dice en otro pasaje [Salmo 110:4]: "Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
Ahora Hebreos 7 retoma en detalle esta idea de Melquisedec. Así que voy a guardar la mayoría de nuestros pensamientos hasta que abordemos ese sermón. Sin embargo, permítanme hacer un resumen aquí. Melquisedec es mencionado dos veces en el Antiguo Testamento (Génesis 14:18 y Salmo 110:4), eso es todo. En Génesis él se encuentra con Abraham, quien regresa de una conquista militar, y le bendice, y Abraham le da los diezmos. El texto solo dice: "él era sacerdote del Dios Altísimo". No hay información acerca de sus padres o de su origen étnico. Él aparece y desaparece hasta después de mil años, en la época de David, quien cita a Dios diciendo que el Mesías es "sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Y eso es todo. Nada más sobre Melquisedec hasta que este escritor lo menciona aquí.
La idea es esta: Melquisedec simboliza, en el Antiguo Testamento, a un sacerdocio diferente al sacerdocio de Aarón y al de la tribu de Leví. Melquisedec se convirtió en una especie de señalizador simbólico de un sacerdocio sin principio ni fin. Es por eso que el Salmo 110 y Hebreos 5:6 enfatizan la palabra "siempre" —"Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
Ahora regresaremos a Melquisedec en el capítulo 7, pero esta es la idea central: Cristo no solo tiene la dignidad del Hijo de Dios, también tiene la eternidad de la "orden sacerdotal de Melquisedec". Lo que era simbolizado por Melquisedec, fue realizado por Cristo. Cristo es realmente un Sumo Sacerdote, como dice Hebreos 7:3: "no teniendo principio de días ni fin de vida". Él tiene eternidad.
Esa es la segunda razón por la que Él vino a ser una fuente de "eterna salvación" para nosotros. Su muerte no solo fue infinitamente valiosa e infinitamente efectiva por su dignidad infinita, Él continúa ministrando el efecto de esa muerte para nosotros en el cielo por siembre y siempre y nunca muere. Él tiene eternidad en la orden de Melquisedec.
Esto es también por el bien de nuestra confianza ante el temor, la duda, la tentación, y la acusación. ¿Quieres convertirte en un roble santo en lugar de un junco santo? La Biblia dice: "en su ley medita de día y de noche" (Salmo 1). Es éste es el tipo de detalles en los que tenemos que meditar: Cristo vino a ser fuente de eterna salvación porque tiene la dignidad del Hijo de Dios, y porque tiene la eternidad del sacerdocio de Melquisedec.
Esta es otra forma de decirlo. Usted puede preguntarle a sus amigos: ¿acaso una experiencia totalmente satisfactoria no sería aquella en que se cumplieran estos dos aspectos? 1) Si usted tuviera un tesoro de valor infinito —me refiero con infinito a que no carece de nada que sea verdaderamente valioso; y 2) si usted tuviera la garantía de que podría continuar disfrutando estos recursos infinitos eternamente y para siempre sin que se acaben o disminuyan. En otras palabras, el valor infinito con duración infinita es lo que nos producirá total satisfacción. Tendríamos lo mejor que se puede tener, disfrutándolo eternamente. Luego dígales que es exactamente por esta razón que usted es cristiano, porque Cristo vino a ser fuente de eterna salvación debido a que Él es el Hijo de Dios infinitamente valioso, y porque su amor y apoyo son eternos.
La Pureza de Cristo —Él aprendió obediencia
Pero hay un último fundamento para nuestra salvación eterna. Cristo vino a ser nuestra fuente de salvación eterna no solo por su dignidad y eternidad, también por su pureza. Y no solo por la pureza que Él trajo a su ministerio como Hijo de Dios, sino por la pureza que Él tuvo que forjar en el horno del sufrimiento.
Si usted pregunta: ¿acaso su dignidad divina y su eternidad sacerdotal le dieron pureza automática? La respuesta es No. No fue automático. El versículo 8 dice: "aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció". Esto no significa que fue una vez desobediente y que luego se hizo obediente. Significa que Él pasó de una posición que no había sido probada, hacia una posición que si había sido probada. Él pasó de la obediencia sin sufrimiento a la obediencia mediante un sufrimiento inefable. Significa que el oro de su pureza natural fue puesto en el crisol y derretido hasta el límite del dolor, de modo que Él pudiera aprender por la experiencia qué es el sufrimiento y demostrar que su pureza puede perseverar.
¿Y esto vino automáticamente? No. El versículo 7 dice que fue resultado de la oración, las súplicas, los clamores, y las lágrimas. No fue una falsa prueba a la pureza de Cristo. En el universo todo depende de esta prueba.
¿Fue breve? Algunos interpretan que el versículo 7 solo se refiere a la batalla en Getsemaní cuando Él sudó gotas de sangre y le suplicó a Dios. No lo creo. Fíjese en la palabra "días" en el versículo 7 - "en los días de su carne". Él no solo estuvo batallando y orando y clamando y suplicando y llorando, una noche o un día, sino durante todos los "días de su humanidad". No fue breve. Fue una vida de batalla contra el pecado.
Y cuando el versículo 7b dice que Él estaba orando y clamando "al que podía librarle de la muerte", ¿significa ello que Él estaba orando fundamentalmente por la liberación de la muerte física? ¿Era ése el propósito principal de su oración en los días de su carne? No lo creo, porque el versículo 7 dice que "fue oído". Creo que significa que Dios le dio lo que pidió, y el versículo 8 describe el efecto de esa oración respondida: Él aprendió obediencia. Jesús estaba orando por obediencia, para perseverar en pureza.
En otras palabras, Jesús sabía que había una muerte peor que la muerte. Mucho peor. La muerte física es suficientemente mala y Él deseó que hubiera otra forma de hacer la voluntad del Padre y que no involucrara morir. Pero mucho más horrible que la muerte en la cruz, era la impureza de la incredulidad y la desobediencia. Ésa era la grande y horrible amenaza. Así que Él oró durante toda su vida, y fue oído por su Padre y, en lugar de colapsar ante el pecado, aprendió obediencia de su sufrimiento.
Cristo vino a ser nuestra fuente de salvación eterna, por su dignidad como Hijo de Dios y eternidad en el sacerdocio de Melquisedec, y por su pureza en el crisol de su increíble sufrimiento.
¿Tienes esta eterna salvación?
Lo que nos deja con una última pregunta: ¿Tienes esta eterna salvación? No todos la tienen. El versículo 9 nos dice quiénes la tienen: "y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen". Los que obedecen a Cristo tienen la salvación eterna que Él obtuvo para nosotros. ¿Está usted obedeciendo a Cristo? ¿O está viviendo en desobediencia a su voluntad?
Algo está muy claro en Hebreos: la voluntad de Cristo que debe obedecerse es primero y antes que nada, el mandamiento de confiar en Él, de aferrarnos a nuestra esperanza (3:6), de cuidarnos para no albergar un corazón de incredulidad (3:12), de retener nuestra fe (4:14), y de acercarnos a Cristo en busca de ayuda (4:16). En otras palabras, el primer y principal acto de obediencia es creer en las promesas de Dios (3:18-19), y tener nuestra esperanza en Él. Toda otra obediencia, según Hebreos, es fruto de este primer acto y raíz de la obediencia (10:34; 11:8, 24-26; 13:5-6, 13-14). Así que las acciones diarias de obediencia práctica son la evidencia de este primer acto de fe salvadora.
Si usted no está caminando en obediencia a Jesús, entonces le exhorto a que se arrepienta y deje de poner su esperanza en las promesas de pecado y comience a ponerla en las promesas de Dios. Él es la fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, es decir, para todos los que tienen su esperanza en sus promesas y viven de la misma forma.