El propósito definitivo de Dios: dar a conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordias
¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? 23 Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él preparó para gloria, 24 es decir, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles. 25 Como también dice en Oseas, "A los que no eran mi pueblo, llamaré: 'pueblo mío', y a la que no era amada: 'amada mía'." 26 "Y acontecerá que en el lugar donde les fue dicho': 'vosotros no sois mi pueblo', allí serán llamados 'hijos del Dios viviente'." 27 Isaías también exclama en cuanto a Israel: "Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, sólo el remanente será salvo; 28 porque el Señor ejecutará su palabra sobre la tierra cabalmente y con brevedad." 29 Y como Isaías predijo: "Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, hubiéramos llegado a ser como Sodoma, y hechos semejantes a Gomorra."
En el día de hoy comenzaremos y terminaremos con el milagro de ser vasos de misericordia preparados de antemano para gloria. De todo lo que no pudiéramos entender completamente sobre la manera en que Dios obra en este mundo, hay una verdad clara y maravillosa en el versículo 23: Su propósito definitivo (en toda su ira, en todo su poder, y en toda su misericordia) es: “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él preparó para gloria”.
Si actualmente usted es cristiano (si confiesa con sus labios que Jesús es el Señor y cree en su corazón que Dios lo resucitó de los muertos) entonces es: un vaso de misericordia preparado, desde antes de la creación, para gloria (es decir, preparado para conocer las riquezas de la gloria de Dios).
Abra su corazón a este milagro en su caso particular, a medida que considera conmigo tres aspectos de esta maravillosa verdad:
- “Vasos de misericordia”
- “Preparados de antemano para gloria”
- “Dar a conocer las riquezas de su gloria”.
Vasos de Misericordia
El propósito de Dios en el versículo 23 es “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él preparó para gloria”.
Como cristianos, somos vasos de misericordia. Fuimos llamados a salir de la muerte espiritual y de la oscuridad del pecado por la misericordia, mediante la misericordia, y para misericordia. Por la misericordia, porque en nuestra rebelión no merecíamos haber sido despertados, guiados y subyugados a Dios. Mediante la misericordia, porque toda la influencia que obró en nosotros para traernos a Cristo fue misericordia de Dios. Para misericordia, porque todo el gozo que tendremos, por siempre y para siempre, será un gozo misericordioso. Y al probar y conocer la misericordia en sí misma nos resultará supremamente placentera.
Somos vasos de misericordia. Lo cual significa que en todo nuestro razonamiento respecto a la elección, y al tema de por qué unos son salvos y otros no, debemos enfocarnos constantemente en lo siguiente: no merecemos ser cristianos. No merecemos ser elegidos, o llamados, o salvados, o transformados. No merecemos pertenecer al reino de los cielos. Todo es misericordia inmerecida ¡Cuánto quisiera que los creyentes percibieran este razonamiento como humildad, y que los incrédulos lo perciban como esperanzador! En nada provino de nosotros la influencia determinante en Dios para hacer que esto ocurriera. Haber recibido algún bien (sea perdón, aceptación con Dios, una breve visión de su gloria, o cualquier esperanza de gozo eterno) se debe completamente a su misericordia.
Y aquí las palabras de nuestro Señor Jesucristo ondulan sobre nuestras vidas como una gran bandera, y suenan en nuestros oídos como una gran trompeta que llama al sacrificio: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). ¡Oh!, que la gloriosa doctrina de la elección incondicional (elegidos para misericordia) nunca pero, nunca, conlleve al orgullo, o a la división, o a la intolerancia, o al regionalismo, o a mostrar indiferencia ante los que están pereciendo. Probémonos a nosotros mismos para comprobar si andamos en Cristo: La misericordia produce misericordia y recibe misericordia nuevamente. Nos volvemos misericordiosos mostrando misericordia. Y mostramos misericordia para obtener, nuevamente, más misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia” (Mateo 5:7). “De gracia recibisteis, dad de gracia” —y recibiremos más y más, “medida buena, apretada, remecida y rebosante” (Lucas 6:38). Recibiremos misericordia sobre misericordia.
Aquí tenemos el significado de ser un vaso de misericordia. Significa ser capaz de decir: «“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán [me buscarán] todos los días de mi vida […]” (Salmo 23:6). No habrá un día (ni en los días de mi deleite ni el de mi muerte) en que la misericordia de Dios no me persiga y me haga un vaso de su bendición».
Preparados de Antemano para Gloria
Aún continuamos estudiando en el versículo 23 el propósito definitivo de Dios para nuestras vidas: “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él preparó para gloria”.
Pienso que aquí la idea consiste en ser preparados para la gloria de Dios y no para la nuestra (aunque nuestra glorificación también es parte de nuestra esperanza —Romanos 8:30). Lo creo así porque el versículo 23 dice que el propósito de Dios es “dar a conocer las riquezas de su gloria”. Somos preparados para hacer cumplir ese propósito.
La palabra preparados enfatiza que todo es obra de la misericordia. No nos volvimos aptos para conocer la gloria de Dios. Dios lo hizo. Y los hizo sin la ayuda de “la misma masa” de barro de la que provienen otros vasos que no ven o aman la gloria de Dios (Romanos 9:21). Si hoy vemos y disfrutamos de la gloria de Dios, no es por nuestros propios medios. Hemos sido modelados, moldeados, y en ocasiones machacados para convertirnos en vasos capaces de conocer la gloria de Dios. La frase: “preparó de antemano”, simplemente subraya y enfatiza que nuestra habilidad de ver y disfrutar la gloria de Dios es, totalmente, producto de su misericordia.
Si usted es cristiano (o desea convertirse en cristiano por la fe en Jesucristo) entonces fue preparado de antemano para gloria (o sea, para conocer la gloria de Dios). Este es el propósito definitivo de Dios para nuestra existencia: Versículo 23: “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia”. ¡Oh!, cuánto ruego junto a usted, para que esta verdad se sumerja en su corazón. Porque una vez que penetra a lo más profundo de su corazón (una vez que lo afirma) nunca más volverá a ser el mismo. Usted fue creado para conocer la gloria de Dios.
Ahora bien, tengamos cuidado aquí, de no intelectualizar la palabra “conocer”. “Conocer” aquí no quiere decir tomar conciencia intelectualmente mientras nos sentimos indiferentes. Considerarlo de ese modo no nos señalará como vasos de misericordia, en todo caso nos señalará como vasos de ira. ¿Qué dice el capítulo uno? : “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que […] cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible [...]” (Romanos 1:18, 23). O sea, los hombres conocían la gloria de Dios pero no la atesoraron, sino que la cambiaron.
El propósito de Dios no es ser conocido como glorioso y después ser cambiado por imágenes. Su propósito es ser conocido como glorioso y ser atesorado como glorioso. Cuando Pablo dice que el propósito de Dios es dar a conocer su gloria, se refiere a hacerla notoria como infinitamente preciosa e infinitamente placentera. Fuimos creados para conocer la gloria de Dios, para saborear y ver la gloria de Dios, para atesorar la gloria de Dios y para disfrutar la gloria de Dios.
¿Vive usted con ese propósito? ¿Al escuchar este propósito para su vida siente pasión por perseverar en él? Si la respuesta es no, pregunto: ¿por qué?
"Es Imposible para Mí"
Quizás siente que es imposible para usted. Si se siente así, por favor, recuerde que todo es por misericordia. Es imposible para usted, sí, pero no para Dios. “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27).
"Yo No Quiero Ver la Gloria, Yo Quiero Ser la Gloria"
O quizás no busca este propósito para su vida porque no quiere ver la gloria de Dios, usted quiere ser la gloria. Pudiera decirle palabras muy aterradoras al respecto. Pero tal vez solo deba decirle lo siguiente: Si busca su propia gloria en lugar de ver y disfrutar de la gloria de Dios, al final será amargamente decepcionado. Porque finalmente usted no será glorioso, y todos lo verán, y apartarán sus rostros. Por el bien de su propia alma, no cometa ese error.
"Preferiría Llevar a Cabo una Obra Grandiosa Antes que Contemplarla"
O quizás usted se aleja de Dios diciendo: «Yo no quiero perderme en la multitud de curiosos espectadores parados frente a una obra de arte, diciendo: ¡Oh, miren la gloria, miren la gloria! Yo quiero hacer y llevar a cabo una obra grandiosa». A usted le daría simplemente dos instrucciones: primero, tenga cuidado de la manera en que habla de aquellos que alaban la gloria de Dios; y segundo, en toda la historia las personas que más han contemplado la gloria de Dios, son las que más obras realizan en este mundo. Recuerde las palabras de Pablo: “con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria [...]” (2da Corintios 3:18), y los que reflejan la gloria no carecen de frutos.
"Nunca he Probado la Gloria de Dios"
O quizás usted no busca apasionadamente conocer la gloria de Dios porque simplemente no la ha probado, no sabe lo que es, y por tanto, no puede sentirse atraído hacia ella. A usted le diría: La gloria de Dios resplandece en todas partes. Usted vive, se mueve, y tiene su ser en Dios. Cuando el salmista dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmos 19:1) no quiere decir que los amaneceres y las puestas del sol sean la gloria de Dios. Quiere decir que la magnificencia de estos eventos a través del arco de la tierra, su espectacular colección de colores, y su poder evocativo para despertar profundas emociones son minúsculos reflejos y meras sombras de la gloria que señalan. Dios llega hasta nosotros para decirnos: ¡Es así, solo que mejor, mucho mejor!
Cierta vez C. S. Lewis dijo:
La naturaleza nunca me enseñó que existía un Dios de gloria y de majestad infinita. Tuve que aprenderlo por otras vías. Pero la naturaleza le dio a la palabra gloria, un significado para mí. Si nunca hubiera visto ciertos barrancos peligrosos y peñascos inaccesibles no sabría cómo la expresión "temor" a Dios pudo tener, alguna vez, otro significado para mí que no fuera el ínfimo esfuerzo prudencial por ser salvo, Y si la naturaleza nunca hubiera despertado ciertos anhelos en mí, las inmensas áreas que ahora llamo “amor” de Dios, nunca, hasta donde sé, hubieran existido. (The Four Loves [London: Fontana Books, 1960], pp. 23-24.)
En otras palabras, a los que dicen, que nunca han probado la gloria de Dios, les digo, que ya han probado muchos de sus aperitivos ¿Alguna vez ha mirado hacia arriba? ¿Alguna vez ha sido abrazado? ¿Alguna vez ha admirado una belleza o perfección? ¿Alguna vez se ha sentado frente a un cálido fuego? ¿Alguna vez ha disfrutado del placer sexual? ¿Ha paseado por los bosques, se ha sentado junto a un lago, o se ha acostado en una hamaca en días de verano? ¿Alguna vez ha bebido su bebida favorita en un día caluroso, o ha disfrutado de una buena comida? Todo deseo es una atracción, ya sea devota o distorsionada, hacia la gloria de los cielos.
Usted dice que no ha saboreado la gloria de Dios. Y yo digo que usted ha probado los aperitivos. Siga hasta la cena. Ha visto la sombra; busque la sustancia. Ha paseado bajo los cálidos rayos del día; vuélvase y mire hacia el sol mismo. Ha escuchado ecos de la gloria de Dios en todas partes; sintonice su corazón hacia la música original.
Y el mejor lugar para sintonizar su corazón es en la cruz de Jesucristo. Juan 1:14 nos dice: “y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Si quiere la muestra más consistente de la gloria de Dios, vea a Jesús en los Evangelios, y especialmente en la cruz. De este modo enfocará sus ojos, sintonizará su corazón, y despertará sus papilas gustativas para que pueda ver, escuchar, y saborear la gloria de Dios en todas partes.
Fuimos creados para ver, escuchar, y disfrutar la gloria de Dios. Mi ruego por usted es que no tire su vida por la borda. Dios lo creó para que conociera su gloria. Persiga este propósito con todo su corazón y por encima de todo.
Dar a Conocer las Riquezas de Su Gloria
Ahora, en tercer lugar, enfoquémonos por un momento en la palabra “riquezas”. El versículo 23 nos dice que el propósito supremo de Dios es: “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él preparó para gloria”.
¿Por qué Pablo utiliza esta palabra? El objetivo de usar esta palabra (la palabra riquezas) es despertar en nosotros la sensación de que nuestra herencia en Dios es infinitamente más grande que la mayor riqueza terrenal. ¡Cuán necios somos al afanarnos en el pan que se acaba, o se echa a perder! ¡Cuán necios somos al acumular tesoros en la tierra cuando la gloria de Dios es nuestra porción! Si tuviéramos todo el dinero del mundo seríamos limosneros comparados con aquellos que tienen solamente la gloria de Dios.
Pablo dijo que estas riquezas son inimaginables: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ra a los Corintios 2:9). En otras palabras, debido a que las riquezas de la gloria son infinitas, nos tomaría tiempo conocerlas por completo o sea ¡una eternidad! Es decir, nunca las conoceremos completamente, pero las conoceremos más plenamente cada día, por los siglos de los siglos. Nuestro conocimiento de las riquezas de la gloria de Dios se incrementará eternamente y para siempre. Y por lo tanto, así será nuestro gozo. Sus misericordias serán nuevas cada mañana. Y no habrá ningún día aburrido en el cielo. Tampoco existirá un día sin la frescura que inspira el descubrimiento. Ningún día carecerá del peso acumulado de las viejas glorias madurando en la memoria, ni del estremecimiento de las nuevas glorias irrumpiendo a nuestra vista día a día.
Por tanto, en vista de estas infinitas riquezas de la gloria, Cristo nos ordena, misericordiosamente, no buscar las riquezas terrenales sino a buscar el reino; Y nos prometió lo siguiente: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Fuimos creados para conocer las riquezas de la gloria de Dios.
¡Judío y Gentil! Los beneficiarios de esta herencia no estamos definidos por las relaciones étnicas. Estamos definidos por el llamado de Dios. ¿Puede ver esta verdad por la manera en que el versículo 23 fluye en el 24? El grandioso propósito de Dios es “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano él reparó para gloria, 24 es decir, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles”.
Lo más importante para usted en esta mañana no es su trasfondo, o raza, o ascendencia étnica, su denominación, o la fe de sus padres. El asunto más importante es: ¿Escucha usted en este mensaje el llamado de Dios? Si es así, obedézcalo y crea en el Hijo de Dios, Jesucristo. Todas las riquezas de la gloria de Dios están en él. No pueden ser obtenidas en ningún otro lugar.