El regalo de Dios es vida eterna, parte 2
Día de vísperas de navidad
Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
El Regalo de Dios es la Santificación…
Hoy es víspera de Navidad. Y la realidad de 2 a los Corintios 9:15 repercute en nuestros corazones. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” La Navidad se asocia con el dar, porque Jesús es un regalo. No es difícil hacer de Romanos 6:23 un texto de la Navidad. “El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” La primera Navidad fue el regalo de Cristo viniendo al mundo para comprar para nosotros la vida eterna al morir en lugar nuestro y resucitar. Y esta Navidad—como todas las Navidades—es un tiempo cuando Dios aun está dando. La encarnación es pasado, una vez y para siempre. Nunca más se repetirá. Pero la santificación es presente. Y todos los verdaderos creyentes la están experimentando en alguna medida. Y esto también es un regalo. De eso es de lo que quiero hablar esta mañana. Nuestro texto es Romanos 6:22-23.
Si (1) la vida eterna es un regalo, como Romanos 6:23 dice que es (“el regalo de Dios es vida eterna”) y no un pago—No es algo que usted gana, no es algo que usted merece—y si (2) esta vida eterna es el resultado (no un pago) de la santificación, como el versículo 22 dice que es, entonces la santificación debe ser también un regalo.
Permítame tratar de mostrarle esto un poco más de cerca desde la misma expresión de Romanos 6:22 y su conexión con el versículo 23. El versículo 22 dice, “Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna.” Por tanto la vida eterna es el resultado o el final de la santificación. O viceversa, la santificación es el proceso de llegar a ser más como Cristo de un grado al siguiente (como dice 2 a los Corintios 3:18) lo cual termina en la vida eterna. Usted puede decirlo de las dos maneras. Usted puede decir que la vida eterna es el resultado de la santificación. O usted puede decir que la santificación es el camino que conduce a la vida eterna.
…Porque la Vida Eterna Es un Regalo
Ahora note la relación entre el versículo 22 y el 23. El versículo 23 comienza con “pues” o “porque.” Esta es una palabra crucial para comprender como la santificación y la vida eterna se relacionan entre sí. Entonces, ¿cuál es el argumento en el versículo 23 sobre la vida eterna? Está en la segunda mitad del versículo: “…pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Unamos pues los dos versículos con este conector que Pablo usó: La vida eterna es el resultado de ser libertados del pecado, hechos siervos de Dios y dar fruto en santificación, “pues”—porque “la vida eterna es un regalo.”
¿Ve usted lo que eso está diciendo? El versículo 23 no está independiente. Es el terreno, la base, el argumento, el fundamento del versículo 22. La declaración de que la vida eterna es un regalo y no un pago es la base para decir que la vida eterna es el resultado de la santificación. Versículo 22: la vida eterna es el resultado de la santificación “porque,” versículo 23: la vida eterna es un regalo. Lo que significa que la santificación es también un regalo. “Habiendo sido libertados del pecado” es un regalo de Dios. “Hechos siervos de Dios” es un regalo de Dios. “Teniendo por vuestro fruto” (o “obteniendo por vuestro beneficio” es un regalo de Dios. Su resultado, “la santificación,” es un regalo de Dios. ¿Por qué? Porque la vida eterna, la cual es el resultado de estas cosas, es un regalo de Dios.
Si la santidad que usted debe tener para heredar la vida eterna no es un regalo de Dios, entonces la vida eterna no es un regalo de Dios. Sería como decir: Le proporcionaré un paseo gratis en la Amtrax Empire Builder (Compañía Ferroviaria Estadounidense) a Seattle. Es un regalo. Pero usted tiene que presentar un boleto al subir al tren, y yo no le daré el dinero para el boleto. Bien, entonces, el paseo en tren no es un regalo.
Así es con el versículo 22. Si la vida eterna es el resultado de la santificación (el boleto para el tren) y la santificación no es un regalo, entonces la vida eterna no es un regalo. Pero el versículo 23 dice que la vida eterna es un regalo. Y así el boleto será pagado. Eso también será un regalo.
Vemos esta verdad mucho más clara en el versículo 17: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón.” Las gracias serán para Dios de que nos hicimos obedientes a la enseñanza de la Biblia, porque nuestra obediencia a la Biblia es un regalo de Dios. O sea, la santificación es un regalo de Dios, así como la vida eterna lo es. ¡Y que precioso regalo es! ¡Y, oh, cuan agradecidos y humillados debemos estar (1 a los Corintios)!
¿Qué Hay de Nuestras Propias Elecciones?
Tratemos ahora con dos aplicaciones prácticas de esta enseñanza.
Primero, ¿qué hay acerca de vuestra propia obediencia—vuestras propias elecciones para hacer lo que Romanos 6 nos llama a hacer? Tan claro como Romanos 6 enseña que la santificación es un regalo, también enseña que lo es nuestro acto de obediencia. La santificación es algo que nosotros hacemos. Lo haremos. Usted puede ver esto más claramente en al menos cuatro versículos.
Versículo 11: “Consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.” Este es un mandamiento para hacer algo con su mente: para considerar, y para pensar de cierta manera. No ser pasivos es un mandamiento.
Versículo 12: “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que no obedezcáis sus lujurias.” Este es un mandamiento para pelear contra el pecado y derrotar sus deseos engañosos.
Versículo 13: Ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” Este es un mandamiento a tomar las partes de su cuerpo y ponerlas al servicio de Dios, para justicia. Es un llamado contra la pasividad. Debemos actuar. Debemos elegir. Debemos preferir un camino sobre otro. Esto es santificación.
Versículo 19b esencialmente repite el versículo 13: “De la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación.” Este es un mandamiento. Nosotros obedecemos. Actuamos. Escogemos. Preferimos. Y el efecto es la santificación.
Nuestro Actuar y Nuestra Elección son un Regalo de Dios
Entonces, ¿cómo unimos estas dos verdades? 1) La santificación es un regalo de Dios, y 2) la santificación es algo que usted hace, algo que usted elige. Es una serie de preferencias que usted tiene y expresa.
La respuesta es que vuestro obrar es el regalo de Dios. Vuestra elección es el regalo de Dios. Vuestra preferencia de Dios sobre el pecado es el regalo de Dios. Seamos cuidadosos de cómo pensamos acerca de esto. ¿Y qué si alguien dice, “Puesto que la santificación es el regalo de Dios, no necesito hacer nada”? Bien, eso sería como decir, “Puesto que mi obrar es el regalo de Dios, no necesito hacer nada. El regalo de Dios de la santificación no es a cambio de vuestro obrar, o de vuestra elección y preferencia de Dios. El regalo de Dios es vuestro obrar, vuestra elección, vuestra preferencia de Dios. Así que no resbale dentro de esa manera de hablar o pensar.
Hay dos lugares clásicos en el Nuevo Testamento fuera de Romanos 6 que capturan esta verdad: que nosotros actuamos y elegimos, y ese actuar y esa elección son el regalo de Dios. Es realmente nuestro acto y es realmente su regalo. Es realmente nuestra elección y es realmente su regalo.
Uno es Filipenses 2: 12-13, “Así que, amados míos, tal como habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; 13 porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito.” Aquí se nos manda a “obedecer”- “tal como siempre habéis obedecido,…ahora mucho más.” Y esta obediencia se describe en términos de “ocuparse en la salvación.” Obedecemos y obramos. Es nuestra acción y nuestra elección. Pero por debajo de nuestro obrar y nuestra disposición está Dios ofreciendo la disposición, el dar y el obrar “Porque Dios es el que obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito.” Es realmente nuestra obra y es realmente su regalo. Es realmente nuestra voluntad y es realmente su regalo.
El otro texto es Filipenses 3:12, “No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.” Aquí Pablo nos da el modelo de como pensar sobre los esfuerzos – las elecciones y las acciones – de la santificación. El dice, no soy perfecto. Pero sigo adelante. Actúo. No estoy pasivo me esfuerzo por alcanzar algo. ¿Y qué es eso? “A fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.” Su esfuerzo por poseer a Cristo es porque Cristo se ha esforzado y le ha alcanzado.
Así que si alguien dice, “Bien, si Cristo realmente me ha alcanzado, no necesito seguir adelante, obedecer y elegir la justicia,” esa persona muestra que probablemente no ha sido alcanzada por Cristo. ¿Por qué? Porque Pablo enseña que el hecho de que Cristo nos alcanza es porque somos capaces de alcanzarle. Si usted no quiere más de Cristo y parecerse más a Cristo, cada día, y cada semana, probablemente usted no tiene a Cristo en usted. El hecho de que Cristo nos alcanza no sustituye nuestro alcance de él. Inspira y capacita nuestro alcance de él.
Entonces, seamos Bíblicamente obedientes. La santificación es nuestra obra y nuestra obra es el regalo de Dios. La santificación es nuestra disposición y nuestra disposición es el regalo de Dios. Somos responsables por nuestras acciones, y Dios es soberano sobre nuestras acciones. Entonces dispongámonos y obremos con todas nuestras fuerzas en la causa de la justicia y el amor, porque nuestra voluntad, nuestra obra y nuestra fuerza es el regalo de Dios. Y mientras más energía gastamos de esta manera, mayor es la gloria que Dios recibe en nuestra santidad y nos hacemos más santos. “El que sirve que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado” (1 de Pedro 4: 11; ver 2 a los Tesalonicenses 1:11-12).
Tres Formas de Enfocar las Preguntas
Lo qué nos guía a la segunda aplicación práctica de estas dos verdades es que la santificación es nuestra obra y el regalo de Dios. Hay una respuesta espiritual a estas verdades y una respuesta natural. El hombre natural, separado del Espíritu de Dios, no recibe las cosas del Espíritu (1 a los Corintios 2:14). Si las lleva a su mente, es como un ciego llevando un tablón de dos por cuatro pulgadas y de ocho pies de largo a través de una tienda china. Los tablones eran muy útiles para sostener algunas vigas en la habitación. Pero en las manos de una persona no espiritual rompe cosas.
Luego la gente toma estas verdades y solo ve problemas. Si la fe y la santidad son regalos de Dios, ¿qué pasa con la gente que no tiene fe? ¿Qué pasa con nosotros los cristianos que no tenemos tanta santidad como debiéramos? ¿Qué pasa con la motivación y la responsabilidad? ¿Cómo seré realmente motivado a actuar, si mi actuar es el regalo de Dios? ¿Cómo seré encontrado responsable por mis actos si mis actos son regalos de Dios? Esto es todo lo que el hombre natural puede hacer con estas verdades. Están en su cabeza, pero no se siente desesperado por ellas; no ve ninguna oportunidad entre su condición y estas realidades; no ve belleza en ellas; no siente gratitud por ellas. Solo se mantiene chocando su tablón en la tienda china. Y cada vez que rompe otro cristal se siente más justificado al pensar que este es un tablón estúpido, y estas son enseñanzas tontas.
Hay otro tipo de respuesta—una respuesta espiritual. La gente espiritual—la gente que son guiados por el espíritu de Cristo—son también personas con cerebro. Ellos también ven los problemas que esas verdades causan por las mentes finitas y caídas. Ellos trabajan pacientemente para resolver esos problemas, pero esa no es su principal respuesta a tesoros como estos. Principalmente las reciben como pan para su hambre, como bebida para su sed, como bálsamo para sus ojos espirituales y como un tesoro para su ruina espiritual.
Tal vez yo pueda resumir la respuesta espiritual y hacerle un llamado usando la vieja sigla, AOCAA.
A — ADMITA su necesidad. Las personas espirituales se sienten desesperadas como esclavos del pecado y admiten que lo son. No pueden hacer nada sin los regalos de Dios. Por tanto estas verdades se ajustan a su propia autovaloración. Por lo que el orgullo no puede recibir estas cosas. Las verdades no se ajustan a la manera en que ellos ven las cosas. Entonces admita en esta mañana que usted sin los regalos de Dios es impotente para hacer lo que necesita hacer.
O—ORE por el regalo de Dios. Pídaselo. Cuando una persona espiritual escucha que Dios tiene un regalo, su principal respuesta no es comenzar a hacer un listado de los problemas intelectuales que este regalo crea. Su respuesta es sentir necesidad por el regalo y querer el regalo y orar por el regalo. Entonces, ore por el regalo de la santificación. Y no ore solo una vez. Ore sin cesar.
C—CONFIE en las promesas de Dios. Toda obediencia aceptable a Dios en la Biblia es obediencia que provine de fe. Si la elección que enfrentas entre el pecado y Dios es sobre el dinero, toma una promesa particular en mano, pronúnciala y cuenta con ella. “Y mi Dios suplirá a todas vuestras necesidades” (Filipenses 4:19). Admita su necesidad desesperada sin los regalos de Dios. Ore por los regalos de fe y santidad. Confíe en una promesa superior.
A—ACTÚE en obediencia a los mandamientos de Dios. Haga lo que él dice. Resista activamente al pecado. Dirija su mente hacia las cosas santas. Presente sus miembros a Dios como instrumentos de justicia. Este es su obrar. Usted debe desearlo y debe hacerlo. Saliendo de la cama. Abriendo su Biblia. Haciendo los ejercicios que necesita. Diciéndole a su esposa que lo siente. Apagando la television. Estas son sus elecciones y sus actos. Y los regalos de Dios. Por tanto confíe en su regalo, y ponga en acción su obediencia.
A—AGRADÉZCALE por sus regalos. Cuando usted ha obedecido, agradezca a Dios. Únase a Pablo en Romanos 6:17, “Gracias a Dios, que os hicisteis obedientes de corazón.” Lo que significa, dar a Dios la gloria por cada bien y cada regalo perfecto en su vida. Humíllese por sus fallas, y sea agradecido por sus logros. La gente humilde y agradecida heredará la vida eterna. Porque la humildad y la gratitud son el regalo de Dios.
Que Dios nos de especialmente estas cosas en esta navidad: humildad y gratitud. Eso es lo que siento en cierta medida mientras que el año llega a su final: humillaos ante la debilidad y las fallas de mi liderazgo y agradezcan a Dios por cada bendición que hemos recibido. Amén.